sábado

(REINVENCIÓN DE UN ROMANCE JUVENIL DE JUAN CARLOS ONETTI) - NIÑO CON LA ÑATA APOYADA EN EL SEXO DE LA DIOS


HUGO GIOVANETTI VIOLA


FOLLETÍN SABATINO

EPISODIO 12: NUMEN

Teléfono

-¿La señora Esther? Chogusto -se había presentado cantarinamente la muchacha mientras Ariel polemizaba con los incordios en la terrasse del Metro. -Soy la novia de un alumno del Doctor Cáceres, y la molesto para pedirle el número telefónico del maestro Torres. Es por una entrevista que quisiera hacerle sobre la próxima exposición del Taller.
-Ah, qué bueno. Me encanta escuchar a una cronista tan joven interesada en el universalismo constructivo -contempló la mujer de elegancia rolliza el retrato de Da Vinci fechado en el 40 que colgaba en la torre.
-Bueno, aunque recién tengo 18 años me interesa muchísimo el arte de vanguardia. Y uno de mis mejores amigos es Juan Carlos Onetti.
-¿Usted frecuenta las peñas del Metro?
-No. Pero fue allí donde Carlos Maggi me encargó esta entrevista para la revista Apex.
-Conozco esa publicación. Y pienso que no van mal rumbeados.
-¿No los encuentra demasiado secos?
-Bueno -chilló una carcajadita la ex-militante socialista ahora adherida fervientemente al existencialismo de Maritain. -A mí Batlle me atrajo mucho en su momento, pero hoy día considero que su legado no tiene la menor consistencia filosófica.
-Me imagino. Y le quiero aclarar que con mi novio escuchamos las musicalizaciones que hizo Cluzeau Mortet de sus poemas.
-¿Pero quién es tu novio?
-El alumno que su esposo considera un caballero rodoniano numínico. Y tomamos juntos la comunión en la parroquia del Perpetuo Socorro.
-¿Así que vos sos la famosa María Esther? -se apoyó el tubo en el hombro para acomodarse la redecilla del pelo la poetisa, ensombreciéndose.
-Sí. Y me imagino que soy famosa por haber perdido la fe en la Iglesia de golpe, como si se me hubiese volado una capelina. Pero mire que sigo interesadísima en documentarme sobre las apariciones que contempló Bernadette Soubirous, por ejemplo. Y a propósito de esos misterios: ¿no le parece una impertinencia que le lea un poema escrito por una niña de 7 años que se sube a una higuera disfrazada de novia en la esquina de Tapes y Jujuy?
-Lo consideraría un privilegio.
-Y además esta extraña criatura le mandó el poema de regalo a Juan Carlos Onetti, a quien pienso ver esta tarde en el Parque Durandeau.
-Soy toda oídos -clavó una mirada aterciopeladamente triste en las glicinas del balcón la poetisa conocedora de la noche oscura del alma que les toca transitar a los elegidos.

Altura

Aquella tarde la muchacha le propuso a Onetti caminar hasta el lomo de la Punta Gorda por la única calle que se conectaba con el repecho de Coimbra, y cuando llegaron al hotel Oceanía señaló el gigantesco esplendor del estuario primaveral invadido por los veleros:
-¿Vos sabés cómo aprendí a nadar, Juan? Agarrada de la chalana de mi padre, que cada tanto me obligaba a seguirlo pataleando entre la Isla de las Gaviotas y la Playa Malvín.
-Pobrecita.
-Según cómo se mire. Mi padre nunca me dio corte, pero algunos domingos de mucha bajante no iba a copetinear con los amigos al boliche y arrancábamos hasta el rancho del Buceo y me ligaba una clase de flotación forzosa. Y te juro que al despatarrarme hecha puré en la playa yo sentía las mismas ganas de vivir que me vinieron leyendo El pozo.
-Y pensar que Linacero ni siquiera fue capaz de explicar con palabras lo que sentía cuando miraba a la mujer desnuda en el camastro.
-¿Sabés que anoche leí el cuento que publicaste en Apex y pienso que te faltó darle media vuelta de tuerca al final?
-Puede ser. Yo jamás volví a mirarlo.
Ahora el hombre de rostro caballuno avanzaba en dirección a los roquedales desde donde los montevideanos avizoraron la llegada de la armada británica en 1806 y de repente se sacó la gabardina para extenderla sobre un claro de pasto arenoso mientras murmuraba:
-Mirá qué aventura si te pudiera sacar el corazón ahora mismo para ofrecérselo a Dios como un sacerdote azteca y vos te llamaras María Esperanza. Entonces nos casaríamos.
-Ay. Me hacés suspirar.
-¿Y qué es lo que no te queda claro del final de Mascarada, cosita?
-Que pongas que ella no alcanzó a comprender las preguntas del gordo bigotudo. Porque es obvio que al mismo tiempo el personaje está comprendiendo que se puede tener esperanza. Y me parece que vos tuviste miedo de que esa especie de beatificación de la esencia humana te quedara un poco cursi.
-Bueno, voy a ver si cuando sea famoso y se saquen los ojos por publicarme los cuentos completos le agrego alguna línea. Aunque a nadie le importe un carajo la fe de los herejes.
-Eso te pensás vos -se puso a lamerle un dedo la muchacha con cariño de perra.

Clítoris

Esa noche María Esther salió desnuda del cuarto de baño con la ropa en la mano mientras su novio contemplaba el cielorraso llorando dulcemente.
-Yo sabía que iba a pasar esto -se subió la sábana hasta los sobacos la muchacha. -Y para colmo llueve.
-Pero si a vos te encanta oír llover.
-Lo que no me encanta es sentir que estamos en la maldita cabaña de troncos que él soñó para que no pudiéramos hacer el amor en paz.
-Estás en misión, flaca.
-¿Y cómo puedo llenar de gracia a un hombre que cuando cree no cree que cree y que cuando no cree no cree que no cree? Aparte de que se lo dije con toda claridad al padre Miguel: a mí lo que me enamora es esa sed de Dios que tienePero yo quiero casarme contigo. ¿Ni siquiera estás celoso, carajo?
-No. Porque es como si estuvieras ayudando a un ciego a tocarse en un espejo.
-¿Y qué carajo hacemos ahora? Porque este triángulo se está poniendo más complicado que el de Casablanca.
-Hay que seguir teniendo fe en el perpetuo socorro. Si lo esperás, te llega. Es como el poema que te regaló esa criatura que se sube a la higuera. ¿No se dan cuenta que eso un mensaje de la Virgen?
-Claro que me doy cuenta. Y Esther de Cáceres me dijo que podía considerarme una especie de Bernadette Soubirous y lo apuntó para mandárselo a la pituca mística que vive en París. Y fíjate que el título del poema es La rosa blanca, pero en los dos primeros versos las palabras Rosa Perfuma están puestas con mayúscula. Aparte de que la primera letra del tercer verso no es una griega. Es raro.
-Yo diría que es divino.
-Anoche soñé que Caperucita no perdió la virginidad con el lobo y que después que los cazadores le hicieron una cesárea para sacársela la revisaron con una lupa y el himen aparecía inmaculadísimo.
Entonces Ariel se secó la humedad dorada con la sábana y le puso un dedo entre los dientes a María Esther carcajeando:
-Bueno, nobleza obliga a confesar que hoy no iba a ser posible ningún desvirgue porque a este barrilete no es capaz de remontarlo ni un tifón de las Bahamas.
Y ella empezó a masturbarse furiosamente mientras le devoraba la falange al muchacho, como si ahora la lluvia sonara igual que la adaptación coral de la Oda a la alegría.

Ranura

-Va a llover -señaló el crepúsculo la muchacha mientras volvían caminando por la rambla. -Mirá esa ranura roja.
Onetti prefirió contemplar la luz que se horizontalizaba sobre el Molino de Pérez murmurando:
-Era gorda.
-Quién.
-La mujer que me inspiró la escena de la cabaña. Pero no sigas metiendo el dedo en la llaga de aquel milagro porque ya escribí sobre eso y fracasé.
-Entonces fue por eso que probaste a rehacer El pozo por tercera vez. Yo sabía.
-Mirá, nena: esto se está pareciendo demasiado a una entrevista y a mí la prensa no me bate el parche como a Paco. No le importo un corno a nadie. Y si algún día me vuelvo famoso tampoco voy a aguantarte de reportera.
-Ayer llamé a Esther de Cáceres para pedirle el teléfono de Torres García y capaz que me largo a hacerle una entrevista al Viejo sobre la próxima exposición. El Pibe me pidió que escribiera algo para Apex.
-Es una excelente idea. Ese muchacho es simpático y sobre todo hábil. Como dice doña Manolita: los in-geniosos son los no-genios que se sienten dueños el mundo y no sirven pa nada.
-¿Y cuando vas a contarme cómo era la ranura de la gorda?
-Posiblemente nunca.
Y durante media hora siguieron repechando las dunas sin hablar y recién cuando llegaron a la terminal de los tranvías ella anunció sonriendo bronquíticamente:
-Hoy pensamos acostarnos por primera vez con Ariel.
-Yo nunca fui celoso. ¿No te das cuenta que te estoy llevando agarrada de mi esqueleto para que entiendas que si no aprendés a patalear asfixiándote jamás vas a poder verle la cara a Dios?
-Lo malo es que si esta noche llueve voy a sentirme Ana María volviendo de la muerte para hacerte feliz.
-Acabás de decir el verso más hermoso que escuché en los últimos años. Pero tampoco sirve, nena. Y yo elegí el camino de Cristo y Destouches: Llegar al máximo de sufrimiento para ser uno mismo hasta el final.
-Entonces no te quejes.
-Es que nadie es perfecto.

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