miércoles

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



CENTESIMOTERCERA ENTREGA

CAPÍTULO 10


El agua clara: El alimento de la vida creativa (4)

La concentración y la fábrica de fantasías

La renovación del fuego creador (2)


De noche las cosas son distintas, por lo que, para comprender este cuento, tenemos que bajar a una conciencia nocturna, a un estado en el que somos más concientes de todos los crujidos y chirridos. De noche es cuando estamos más cerca de nosotras mismas, de las ideas y sentimientos esenciales que no se perciben con tanta claridad durante las horas diurnas.

En el mito la noche es el mundo de la Madre Nyx, la mujer que hizo el mundo. Es la Vieja Madre de los Días, una de las viejas brujas de la Vida y la Muerte. A efectos de la interpretación, cuando es de noche en un cuento de hadas sabemos que estamos en el inconciente. San Juan de la Cruz lo llama "la noche oscura del alma". En este cuento, la noche tipifica el período en el que la energía, bajo la forma de un viejo muy viejo, es cada vez más débil. Es un período en el que nos encontramos en cierto modo en las últimas.

Perder la concentración equivale a perder energía. Y lo peor que se puede hacer cuando hemos perdido la concentración es correr de un lado a otro para intentar reunirlo todo otra vez. No hay que correr. Tal como vemos en el cuento, lo que hay que hacer es sentarse y acunar. La paciencia, la paz y el movimiento de balanceo renuevan las ideas. El simple hecho de sostener la idea y de tener la paciencia de acunarla es lo que algunas mujeres llaman un lujo. La Mujer Salvaje dice que es una necesidad.

Es algo que los lobos saben muy bien. A veces, cuando aparece un intruso los lobos gruñen, ladran e incluso lo muerden, pero otras veces se retiran hacia el lugar donde se encuentra su grupo y se sientan tal como haría una familia. Se limitan a permanecer sentados y a respirar juntos. Las cajas torácicas se hunden hacia dentro y se proyectan hacia fuera, suben y bajan. Se concentran en sí mismos, preparan de nuevo su terreno, regresan al centro de sí mismos y deciden qué es lo más importante y qué hacer al respecto. Llegan a la conclusión de que "de momento no van a hacer nada, se limitarán a permanecer sentados y a respirar, se limitarán a balancearse juntos".

Muchas veces, cuando las ideas no se despliegan o no funcionan con suavidad o nosotras no las hacemos funcionar bien, perdemos la concentración. Eso es una parte de un ciclo natural y ocurre porque la idea se ha enranciado o nosotras hemos perdido la capacidad de verla de una forma renovada. Nos hemos hecho viejas y frágiles como el anciano de "Los tres cabellos de oro". Aunque se han apuntado muchas teorías a propósito de los "bloqueos" creativos, lo cierto es que los bloqueos más ligeros van y vienen como las pautas meteorológicas y las estaciones... exceptuando los bloqueos psicológicos de que hemos hablado anteriormente como, por ejemplo, el hecho de no llegar a la propia verdad, el temor a ser rechazadas, el temor a decir lo que sabemos, las dudas acerca de la propia capacidad, la contaminación de la corriente básica, la aceptación de la mediocridad o de las pálidas imitaciones, etc.

Este cuento resulta excelente porque recorre todo el ciclo de una idea, la diminuta luz que se le concede y que, naturalmente, es la misma idea, la cual se agota y está a punto de extinguirse como parte de su ciclo natural. En los cuentos de hadas, cuando ocurre algo malo, significa que hay que probar otra cosa, que se tiene que introducir una nueva energía, que se tiene que consultar con un ayudante, un sanador, una fuerza mágica.

Aquí vernos de nuevo a la vieja La Que Sabe, la mujer de dos millones de años, El hecho de que ella nos sostenga en brazos delante del fuego de la chimenea es restaurador y reparador (19). Hasta este fuego y estos brazos se arrastra el anciano, pues sin ellos se muere. El anciano está cansado a causa del mucho tiempo que ha dedicado al trabajo que nosotras le damos. ¿Has visto alguna vez a una mujer trabajar como una fiera y detenerse de pronto sin más? ¿Has visto alguna vez a una mujer que lucha con denuedo por alguna causa social y que, al día siguiente, le vuelve la espalda y dice: "Que se vaya todo al infierno"? Su animus está agotado y necesita que lo acune La Que Sabe. La mujer cuya idea o energía se ha debilitado, marchitado o agotado por completo necesita conocer el camino que conduce a esta vieja curandera y le tiene que llevar su agotado animus para que se lo renueve.

Yo trabajo con muchas mujeres dedicadas en cuerpo y alma al activismo social. Y no cabe duda de que, al final de este ciclo se cansan y se arrastran por el bosque con trémulas piernas mientras la llama de la linterna parpadea, a punto de apagarse. Es el momento en que dicen: "Ya no puedo más. Lo dejo, devuelvo mi pase de prensa, mi placa, mi traje del sindicato, mi... ", lo que sea. Piensan emigrar a Auckland. Se dedicarán a ver la televisión y a comer galletas y jamás volverán a contemplar el mundo a través de la ventana. Se comprarán unos zapatos de mala calidad, se trasladarán a vivir a un barrio en el que nunca ocurre nada y se pasarán el resto de su vida viendo el canal del ama de casa. A partir de ahora se ocuparán de sus asuntos, mirarán para el otro lado, etc, etc.

Cualquiera que sea la idea que ellas tengan de lo que es una tregua y aunque hablen movidas por un profundo cansancio y una fuerte frustración, yo digo que la tregua es una buena idea y que conviene descansar. A lo cual ellas suelen contestar con voz chillona, "¿Descansar? ¿Cómo puedo descansar cuando el mundo se está yendo al carajo delante de mis narices?"

Pero al final la mujer tiene que descansar, equilibrarse y recuperar la concentración. Tiene que rejuvenecerse y recobrar la energía. Ella cree que no puede, pero sí puede, pues el círculo de las mujeres, tanto si éstas son madres como si son estudiantes, artistas o activistas, siempre se cierra para llenar el hueco de las que se van a descansar. Una mujer creativa tiene que descansar y regresar más tarde a su trabajo. Tiene que ir a ver a la vieja del bosque, a la revitalizadora, a la Mujer Salvaje en una de sus múltiples representaciones. La Mujer Salvaje ya sabe que el animus se cansa con regularidad. No se sorprende de que éste se desplome al cruzar su puerta. Ya está preparada. No se nos acercará corriendo, presa del pánico. Nos recogerá y nos sostendrá en sus brazos hasta que volvamos a recuperar nuestro poder.

Nosotras tampoco hemos de asustarnos cuando perdamos el impulso o la concentración. Tal como hace ella, debemos sostener la idea y quedarnos un ratito con ella. Tanto si nuestra concentración está enteramente ocupada en nuestro propio desarrollo como si lo está en los asuntos mundiales o en las relaciones, el animus se cansará. No es una cuestión de "si" sino de "cuando". Esfuerzos prolongados tales como terminar los estudios, concluir un manuscrito, culminar la propia obra, cuidar de un enfermo, son actividades que hacen que la otrora joven energía envejezca, se venga abajo y ya no pueda seguir adelante.

Es mejor que las mujeres lo sepan al comienzo de una actividad, pues el cansancio las suele sorprender. Gimotean, murmuran, comentan en voz baja su fracaso, su incapacidad y cosas por el estilo. No, no. Esta pérdida de energía es normal. Es la Naturaleza.

El atribuir el género masculino a la fuerza inagotable constituye un error. Es una introyección cultural que se tiene que desterrar de la psique. Este error da lugar a que tanto las energías masculinas del paisaje interior como los varones de la cultura experimenten una injustificada sensación de fracaso cuando se cansan o necesitan descansar. Todo el mundo necesita hacer una pausa para recuperar las fuerzas. El modus operandi de la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida es cíclico y se aplica a todo el mundo y a todas las cosas.

En este cuento los tres cabellos se arrojan al suelo. En mi familia se suele decir: "Arroja un poco de oro al suelo." Deriva de la expresión desprender las palabras que, en la tradición de las cuentistas y sanadoras de mi familia, significa eliminar algunas palabras del relato para conferirle más fuerza, El cabello simboliza el pensamiento que sale de la cabeza. Desprenderse de algunos o arrojarlos al suelo hace que el niño se vuelva más liviano y resplandezca con un fulgor todavía más intenso. De igual manera, tu gastada idea o actividad podrá resplandecer con más fulgor sí eliminas una parte y te desprendes de ella. Es la misma idea del escultor que elimina una parte del mármol para que se vea mejor la forma oculta que hay debajo. Una excelente manera de renovar o fortalecer los objetivos o actividades que están agotados consiste en desprenderse de algunas ideas y concentrarse en el resto.

Arranca tres cabellos de tu actividad y arrójalos al suelo, Allí se convierten en una llamada para que despertemos. El hecho de arrojarlos al suelo provoca un ruido psíquico, un timbre, una resonancia en el espíritu de una mujer que da lugar a que esta reanude su actividad. El sonido de algunas de las ideas que caen al suelo se convierte en el anuncio de una nueva era o de una nueva oportunidad. En realidad, la vieja La Que Sabe está podando ligeramente lo masculino. Sabemos que la eliminación de las ramas muertas fortalece los árboles. Sabemos también que el corte de los capullos de ciertas plantas las ayuda a hacerse más frondosas y lozanas. Para la mujer salvaje, el ciclo de crecimiento y disminución del animus es algo natural. El un proceso arcaico, un proceso antiguo. En tiempos inmemoriales así era como las mujeres abordaban el mundo de las ideas y sus manifestaciones exteriores. Así es como lo hacen las mujeres. La vieja del cuento de "Los tres cabellos de oro" nos enseña, mejor dicho, nos vuelve a enseñar, cómo se hace.

Pues entonces, ¿cuál es el propósito de esta renovación y concentración, de este afán de recuperar lo que se había perdido y de correr con los lobos? Es para ir directas a la yugular, para llegar hasta las semillas y los huesos de cualquier cosa que haya en nuestra vida, pues allí está el placer y la alegría, allí está el Edén de la mujer, el lugar donde hay tiempo y libertad para ser, pasear, asombrarse, escribir, cantar, crear y no tener miedo. Cuando los lobos perciben el placer o el peligro, lo primero que hacen es quedarse absolutamente inmóviles. Se convierten en estatuas concentradas para poder ver, oír y percibir en su forma más elemental qué es lo que ocurre.

Eso es lo que nos ofrece la naturaleza salvaje: la capacidad de ver lo que tenemos delante gracias a la concentración y al hecho de detenernos, mirar, olfatear, prestar atención, sentir y saborear. La concentración es el uso de todos nuestros sentidos, incluido el de la intuición. A este mundo acuden las mujeres para recuperar su voz, sus valores su imaginación, su clarividencia, su perspicacia, sus cuentos y los antiguos recuerdos femeninos. Todo eso es fruto de la concentración y la creación. Si has perdido la concentración, siéntate y no te muevas.

Toma la idea y acúnala hacia delante y hacia atrás. Quédate con una parte de ella, arroja el resto y verás cómo te renuevas. No tienes que hacer nada más.


Notas

(19) La transformación por el fuego o en el fuego es un tema universal. Uno de ellos relacionado con "Los tres cabellos de oro" está presente en el mito griego en el que Deméter, la gran Diosa Madre, sostiene de noche a un niño mortal sobre las llamas para conferirle la inmortalidad. Al verlo, su madre Metanira lanzó un grito desgarrador, interrumpiendo el rito. Deméter se desconcierta y abandona el impresionante proceso. "Lástima -le dice a Metanira-, ahora el niño será un simple mortal."

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