sábado

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



NONAGESIMOQUINTA ENTREGA

CAPÍTULO 10


El agua clara: El alimento de la vida creativa (2)

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La Llorona

Un rico hidalgo corteja a una pobre pero hermosa mujer y se gana su afecto. Ella le da dos hijos, pero él no se digna casarse con ella. Un día él le anuncia que regresa a España para contraer matrimonio con una acaudalada dama elegida por su familia, y que se llevará a sus hijos.

La joven enloquece de dolor y actúa con los gritos y aspavientos propios de las locas. Le araña el rostro, se araña el suyo, le rasga la ropa y se rasga la suya. Toma a sus hijitos, corre con ellos al río y los arroja al agua. Los niños se ahogan, La Llorona cae desesperada de rodillas en la orilla del río y se muere de pena. El hidalgo regresa a España y se casa con la rica. El alma de La Llorona asciende al cielo. Allí el guardián de la entrada le dice que puede ir al cielo, pues ha sufrido mucho, pero no podrá entrar hasta que recupere las almas de sus hijos en el río.

Y por esta razón hoy se dice que La Llorona recorre la orilla del río con su largo cabello volando al viento e introduce los largos dedos en el agua para buscar en el fondo a sus hijos. Y por eso también los niños no deben acercarse al río cuando se hace de noche, pues La Llorona los podría confundir con sus hijos y llevárselos consigo para siempre (3).
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Y ahora vamos a una Llorona moderna. A medida que la cultura va experimentando los efectos de distintas influencias, nuestra forma de pensar, nuestras actitudes y nuestros temas de interés cambian también. Y lo mismo ocurre con el cuento de La Llorona. Cuando el año pasado estuve en Colorado recogiendo cuentos de fantasmas, Danny Salazar, un niño de diez años sin dientes frontales, unos pies surrealísticamente grandes y un cuerpo huesudo (destinado a ser muy alto algún día) me contó esta versión. Me dijo que La Llorona no mató a sus hijos por las razones que se indican en la versión antigua.

-No, no -me aseguró Danny. La Llorona se fue con un rico hidalgo que tenía unas fábricas río abajo. Pero algo falló. Durante su embarazo, La Llorona bebió agua del río. Sus hijos, que eran gemelos, nacieron ciegos y con los dedos palmeados porque el hidalgo había envenenado el río con los desechos de sus fábricas. El hidalgo le dijo a La Llorona que no la quería ni a ella ni a sus hijos. Se casó con una mujer muy rica a la que le encantaban los productos de la fábrica. La Llorona arrojó a los niños al río para que no tuvieran que sufrir las penalidades de la vida, E inmediatamente después cayó muerta de pena. Fue al cielo pero San Pedro le dijo que no podía entrar a no ser que encontrara las almas de sus hijos. Ahora La Llorona busca incesantemente a sus hijos en el río contaminado, pero apenas puede ver nada, pues el agua está muy sucia y oscura. Ahora su espíritu recorre el fondo del río con sus largos dedos. Y ella vaga por la orilla del río
llamando incesantemente a sus hijos.


La contaminación del Alma Salvaje

La Llorona pertenece a la categoría de cuentos que las cantadoras, y cuentistas de nuestra familia llaman temblones, es decir, cuentos que producen escalofríos. No cabe duda de que son entretenidos, pero su propósito es el de provocar en los oyentes un estremecimiento de conciencia que los lleve a la reflexión, la meditación y la acción. Cualesquiera que sean los motivos de los cambios que se hayan introducido en el relato a lo largo del tiempo, el tema central sigue siendo el mismo: la destrucción de lo femenino fértil. Tanto si la contaminación de la belleza salvaje se produce en el mundo interior como si ocurre en el mundo exterior, la contemplación de lo que sucede resulta dolorosa. A veces en la cultura moderna consideramos que lo uno es mucho más devastador que lo otro, pero ambas cosas son igualmente graves.

Aunque yo a veces cuento las dos versiones de esta relato en otros contextos (4), cuando la narración se interpreta como una metáfora del deterioro de la corriente creativa, el hecho de comprenderlo provoca en todo el mundo -tanto en los hombres como en las mujeres- un hondo estremecimiento. Si vemos en este cuento el reflejo del estado de la psique de una mujer individual, comprenderemos muchas cosas acerca del debilitamiento y el malogro del proceso creativo de una mujer. Como en otros cuentos que terminan mal, la narración sirve para enseñarle a la mujer lo que no tiene que hacer y cómo retractarse de las elecciones equivocadas para poder reducir el impacto negativo. Por regla general, siguiendo el rumbo psicológico contrarío al elegido por la protagonista del cuento, podemos aprender a capear el temporal en lugar de ahogarnos en él.

El cuento utiliza la metáfora de la bella mujer y del puro río de la vida para describir el proceso creativo femenino en su estado normativo. Pero aquí, cuando se entremezclan con un animus destructivo, tanto la mujer como el río se deterioran. Y entonces la mujer cuya vida creativa está menguando experimenta como La Llorona una sensación de envenenamiento y deformación y un deseo de matarlo todo. Posteriormente se ve empujada a una búsqueda aparentemente interminable entre las ruinas de su antiguo potencial creativo.

Para enderezar la ecología psíquica de la mujer, el río se tiene que volver a limpiar. No es la calidad de nuestros productos creativos lo que nos interesa en este cuento sino el reconocimiento individual del valor de las propias facultades y los métodos necesarios para poder cuidar de la vida creativa que las rodea. Detrás de las acciones de escribir, pintar, pensar, curar, hacer, guisar, conversar, sonreír, realizar, está siempre el Ría Bajo el Río que alimenta todo lo que hacemos.

En la simbología, las grandes extensiones de agua representan el lugar en el que se cree que tuvo origen la vida. En el Sudoeste hispano de Estados Unidos el río simboliza la capacidad de vivir auténticamente. Se le llama la madre, La Madre GrandeLa Mujer Grande cuyas aguas discurren no sólo por las acequias y los lechos de los ríos sino que también se derraman sobre los cuerpos de las mujeres cuando nacen sus hijos. El río se ve como la Gran Dama que pasea por la tierra con una holgada falda azul y plata y a veces oro, que se tumba en el suelo para fertilizarlo.

Algunas de mis viejas amigas del sur de Texas dicen que El Río Grande jamás podría ser un río macho sino que es un río hembra. ¿Qué otra cosa podría ser un río, dicen entre risas, sino La Dulce Acequia entre los muslos de la tierra? En el norte de Nuevo México, cuando hay tormenta o viento o cuando se produce una repentina inundación, se habla del río como si este fuera una mujer sexualmente excitada que, en su ardor, se apresurara a tocar todo lo que puede para hacerlo crecer.

Vemos por tanto que en este caso el río simboliza una forma de generosidad femenina que estimula, excita y apasiona. Los ojos de las mujeres se encienden cuando crean, sus palabras cantan alegremente, sus rostros resplandecen de vida y hasta parece que se intensifica el brillo de su cabello. La idea las excita, las posibilidades las estimulan, el pensamiento las apasiona y, al llegar a este punto, tal como ocurre con el gran río, tienen que fluir sin interrupción por su incomparable camino creativo. Eso es lo que hace que las mujeres se sientan satisfechas.

Y ésta es la situación del río que vivió La Llorona antes de que tuviera lugar la destrucción. Pero a veces, como en el cuento, la vida creativa de una mujer es confiscada por algo que quiere hacer cosas pertenecientes al ego y exclusivamente para el ego, unas cosas que no poseen valor espiritual duradero. A veces, las presiones de la cultura a la que pertenece la mujer dicen que sus ideas creativas son inútiles, que nadie las querrá, que de nada sirve que siga adelante. Eso es una contaminación. Es como verter plomo al cauce del río. Eso es lo que envenena la psique.

La satisfacción del ego es permisible e importante en sí misma. Pero lo malo es que el hecho de vomitar los complejos negativos ataca toda la frescura, la novedad, el potencial, el carácter recién nacido, las cosas en fase de crisálida, la laguna y también lo que está en fase de crecimiento, lo viejo y lo venerado. Cuando falta demasiada alma o se produce un exceso de fabricación espuria, los desechos tóxicos se vierten a las puras aguas del río y destruyen no sólo el impulso sino también la energía creativa.


Notas

(3) El cuento de "La Llorona" se remonta a tiempos inmemoriales. Siempre el mismo con alguna pequefla variación, sobre todo con respecto al atuendo. "Iba vestida como una prostituta y uno de los chicos la recogió cerca del río en El Paso. ¡Menuda sorpresa se llevó!" "Iba vestida con un largo camisón blanco." "Iba ataviada con un vestido de novia y un largo velo blanco le cubría el rostro." Muchos progenitores latinos utilizan "La Llorona" como una especie de "canguro" mística. Casi todos los niños se impresionan tanto con los cuentos en los que se dice que robaba niños para sustituir a los suyos que se habían ahogado, que los muchachos de las localidades fluviales se guardan mucho de acercarse a la orilla del río cuando oscurece y procuran regresar a casa temprano. Algunos estudiosos de estos cuentos señalan que se trata de cuentos morales destinados a asustar a la gente para que se porte bien. Conociendo la afición a la sangre de los que se inventaron estos cuentos, a mí me parecen más bien unas narraciones revolucionarias que pretenden concienciar a la gente sobre la necesidad de crear un nuevo orden. Algunas cuentistas califican a los cuentos como "La Llorona" de Cuentos de la Revolución. Los cuentos de lucha psíquica o de cualquier otro tipo constituyen una tradición muy antigua cuyo origen es anterior a la conquista de México. Algunas de las viejas cuentistas de mi familia de México dicen que los llamados códices aztecas no son crónicas de guerra según las conjeturas de muchos estudiosos sino pictocuentos de las grandes batallas morales a las que se han enfrentado todos los hombres y todas las mujeres. Muchos estudiosos de la vieja escuela lo consideraban imposible, pues tenían la certeza de que las civilizaciones indígenas no estaban capacitadas para el pensamiento abstracto y simbólico. Creían que los individuos de las antiguas culturas eran como niños para quienes todo tenía un carácter literal. Sin embargo, vemos a través del estudio de la poesía nahuatl y maya de aquellos tiempos que la metáfora era algo habitual y que sus autores estaban brillantemente capacitados para pensar y hablar en abstracto.
(4) Como, por ejemplo, en la Green National Convention de las Montañas Rocosas en 1991.

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