domingo

OSVALDO PUGLIESE - “LA SOBERANÍA NACIONAL SE DEFIENDE TAMBIÉN CON LA CULTURA”


por Mona Moncalvillo
(reportaje recuperado Humor Nº 59, Mayo de 1981)

PRIMERA ENTREGA

Aunque han pasado más de 60 años desde el día en que se incorporó al tango, Osvaldo Pugliese no ha quebrado la línea que asumió como expresión de la música más popular y representativa de los argentinos. Hoy, a los 75 años, Pugliese rememora la dura lucha de los músicos, lamentando la pérdida de los momentos de esplendor. Es que el tango no se ha mantenido al margen  de la historia del país. Aquí también cada uno ha llevado agua para su molino generando, como consecuencia, antinomias estériles, incoherencias, inseguridades, y lógicamente, deterioro.

Vivimos al rescoldo de los grandes éxitos nacidos entre 1920 y 1950 sin que surjan autores y ejecutantes de los quilates que tuvieron los maestros, tanto en música como en letra, de la época añorada. Y los pocos valores contemporáneos que aparecen, no tienen la misma repercusión.
Claro, no es culpa de ellos. Porque no se puede ignorar que las posibilidades de difusión y las fuentes de trabajo son escasas. Hay demasiados intereses en juego como para que “la cultura” se ocupe de la defensa de una auténtica música popular. Por otra parte, se permite la cómoda instalación de todo lo foráneo, sea lo que sea y sin reparar en calidad.

Pugliese, y volvemos a él, alza su aflautada voz (teniendo a Lidia, su esposa, como apuntador), para batir la justa sobre la crítica situación del tango. También le quedó resto para hablar de “La Beba”, “Negracha”, “Recuerdo” o “La Yumba”, o lo anecdótico y pintoresco de tiempos idos, y también sufridos…

Pianista, compositor, director, las reflexiones de este “viejo vizcacha” (según definición propia), uno de los pocos “grandes” que aún quedan, alcanzan para poner puntos sobre las íes en SADAIC o ironizar con los vanguardistas.
Sin duda conserva el ritmo y el alma milonguera, además de un tremendo optimismo con respecto al futuro del tango.

Usted no nació a la música como un auténtico tanguero…

Todo ser que nace, nace limpio, puro, después vienen los problemas… Pero sí, yo empecé con la música clásica; a mi padre y hermanos les gustaba la música y yo comencé tocando de oído. Con dos amigos que tocaban la guitarra y bandoneón, rascábamos todo lo que estaba en boga. Era por el año 1918, después de la guerra mundial. Iba a la escuela, terminé el cuarto grado y le dije a mi viejo que la escuela no me gustaba, que quería trabajar. Me llevó a una imprenta que quedaba en la calle Triunvirato, entre Vera y Velazco, cuyo dueño era un pianista muy conocido en aquellos tiempos, un tal Mazzone; ahí aprendí el oficio de gráfico, después pasé a otra imprenta en la calle Canning. Una buena tarde, al volver del trabajo, me encuentro con un piano en mi casa, regalo de mi padre, que me dijo “tenés que aprender a tocar el piano”. Yo me negué, fue una lucha bárbara pero al final me llevó a estudiar con el maestro Antonio D’Agostino. Todavía vive, en el barrio de Villa Crespo y tiene 82 años, aún enseña y se gana la vida. Bueno, con él estuve estudiando unos cuantos años, después seguí con otros maestros. Estudié armonía, contrapunto, con Rubbione, Bautista, Gretzel, en fin…

¿Cuándo escribió su primer tango?

Cuando estudiaba con D’Agostino. Compuse el tango “Recuerdo”, que lo terminé en el año 24; también “Retoños”, “Palpitando”, al que luego le cambié nombre y le puse “Senderos”, “Mi Tesoro”, y un foxtrot que se llamaba “Alaska”. Esos fueron los primeros pasos… Mi padre solía llevarme a los bailes donde él tocaba, a los casamientos, para que yo también me hiciera un poco práctico en el trabajo del tango. Mi primer trabajo profesional fue en el “Café de la Chancha”, en Rivera y Godoy Cruz; ahí trabajaba desde las seis de la tarde hasta la una de la madrugada; en un palquito, con un violín y un bandoneón. Pasé después a otros lugares, hasta que tuve la suerte de trabajar en el café ABC, Canning y Córdoba, con profesionales provenientes de la zona céntrica, vinculados a la orquesta de Julio de Caro. Ahí estrenamos “Recuerdo” y simultáneamente el tango “Ausencia”. Solía venir a visitarnos Pedro Laurenz; le gustó mucho “Recuerdo”, se lo llevó a de Caro y éste lo grabó en 1927. De allí me fui al café “El Parque”, en Talcahuano y Lavalle, con otros músicos, entre ellos el “zurdito” Franco, autor de “Noche de Amor”. Después me vino a buscar Pedro Maffia, para integrar su sexteto y mi carrera se fue haciendo mucho más conocida, y mucho más pródiga con respecto al conocimiento profesional en el tango…

¿Cuándo formó su primera orquesta?

En forma definitiva, en 1939. Pero antes de llegar a eso, con el sexteto tocábamos en el cine Electric, en los años 1927-28, y después en el Metropol, el último cine mudo, en el centro, que logró tener orquesta típica. El sexteto estaba formado por Elvino Vardaro y Alfredo Gobbi en violín; en bandoneón Aníbal Troilo y Ciriaco Ortiz; de contrabajo, un señor que le decíamos “pucherito”, y yo en piano…

¿Qué pasó cuando vino el cine sonoro?

Trajo como consecuencia la desocupación general de los músicos típicos, de los hombres del jazz y de los músicos clásicos; y además, para colmo de males, en los cafés de barrio las orquestas típicas fueron suplantadas por la vitrola. Una desocupación total, sumada a la crisis del año 29…

¿Cómo la enfrentaron?

Como todas las cosas… cuando no hay ninguna orientación, cuando no hay dirección. Era tremendo ver la cantidad de músicos que caminaban por la calle Corrientes, o en los cafés, buscando un laburito, en alguna boite, o cabaret, o algún baile, o un viajecito al interior… Por un lado tuvimos  la marejada de la crisis, por otro la voluntad de los músicos que habían quedado sin trabajo; por eso, en 1935, fundamos el primer sindicato de música popular…

¿No había otra entidad hasta entonces?

Sí, la Asociación Profesional Orquestal, pero esa entidad no pudo resolver ningún problema de carácter gremial con las empresas. Tuvo que fundarse el Sindicato de Músicos, para resolver problemas económicos y de trabajo de los músicos. Es así como, desde las posiciones sindicales, se realizó la primera huelga, en los cabarets. Se conquistó el día de descanso, el salario y finalizar el trabajo a las cuatro de la mañana, porque nosotros trabajábamos como en un feudo, desde las seis de la tarde a las seis de la mañana. Eso fue un triunfo, bien orientado por quienes dirigían la entidad, debido a la voluntad unitaria de todos los músicos que en ese momento transitaban por una   situación difícil. Fue una victoria importante, para la organización y para las futuras acciones, desde el punto de vista de la lucha contra las empresas de tipo feudal, como eran los cabarets; el músico en aquel momento estaba totalmente desamparado, sin ninguna organización que lo defendiese…

Han pasado cincuenta años. Hay organización, pero la situación no es muy diferente a la de aquella época…

Parece mentira, pero es así… Ahora, con organización, estamos totalmente desamparados… Todas las conquistas se han ido al diablo… desgraciadamente. Por la intervención y por la situación política del país…

¿Qué se puede hacer?

Nosotros bregamos por la unidad de los músicos, desde el punto de vista de las reivindicaciones. Nos encontramos ante situaciones como esta: una orquesta trabaja en un lugar determinado, de la mañana a la noche, y la echan, tranquilamente, sin asegurar al que trabaja por lo menos un mes de pre-aviso. Tampoco hay tarifas; las que hay en el sindicato son tarifas sin control, salvo la conciencia del músico. El problema de las cintas: van a hacer quince espectáculos y una sola orquesta, la del Maipú; el resto va a trabajar con cinta grabada. Esa había sido una conquista del Sindicato de Músicos que prohibía trabajar con cintas grabadas… Su anulación lleva a una gran desocupación. Igual que la reducción de atriles en las orquestas sinfónicas, que lleva a que los concursos se vean reducidos y por ende, también los ingresos de músicos en las orquestas sinfónicas. Casi podríamos decir que, en distintas condiciones, nos encontramos en la misma situación que en el año 30. No hay amparo… Los empresarios, sobre todo cuando viene la temporada de verano, hablan de una cosa en Buenos Aires, arreglan con determinados intérpretes, y no cumplen cuando llega la temporada. Es tal la inseguridad económica que algunos empresarios, que tienen la buena voluntad de abrir una casa, no pueden responder afirmativamente con lo pactado…

Todo va contribuyendo a que una música popular como el tango quede al margen de una auténtica política cultural…

El país, desde el punto de vista de una política cultural, ha sufrido muchos tropiezos, porque hay una política destinada a aplastar todos los rasgos nacionales de nuestra cultura popular. Se debe, en mayor parte, a la puesta en marcha de un plan económico… No lo podemos negar, porque no nos podemos poner un chupete en la boca, cerrar los ojos, y decir que Martínez de Hoz es un hombre buenito, que quiere a los argentinos, o que le abrió la puerta a los argentinos para que trabajen y se puedan ganar la vida… NO, no es así, al contrario; vino la invasión de la música envasada, la invasión del ruido y no del sonido…

¿Como la reciente feria internacional del disco?

Sí, eso es… Hay diarios populares de la mañana que lo dicen bien clarito, “sonido por ruido”. Vendieron los discos a precios baratísimos, para que toda la juventud comprara y se los llevara… El disco nacional no estuvo representado, como tampoco la música clásica, el folklore… Y yo me pregunto, ¿quién estuvo representado?... Hay toda una política destinada a aplastar lo nacional, de la misma manera como se aplasta la industria nacional, esta es la pura verdad…

¿Hay alguna solución?
 
Tenemos que buscar la manera de seguir avanzando. Tomar esas viejas reivindicaciones, llevarlas adelante e ir resolviendo problemas que son de interés profesional, de los autores, compositores, intérpretes y demás…

¿Cómo actúa SADAIC frente a esto?

SADAIC no hace absolutamente nada…Podemos señalar que es una entidad que ha fracasado, con su intervención de cinco años. Hay una burocracia desmedida, hay unos sueldos que dan pavura…Yo creo que no hay ningún sector de trabajadores, bancarios, obreros, campesinos, que ganen los sueldos de los empleados de SADAIC. Tienen ventajas que no tienen otros trabajadores y un poder político extraordinario. Es decir, comprendemos que como los interventores no conocen los problemas de SADAIC, tienen que tener una base de apoyo que son los empleados; y estos empleados presionan… Tan acostumbrados a presionar están, que al terminar sus funciones el interventor Campodónico, con motivo de la asunción de Viola, pedían que Campodónico se quedara… Esta declaración mía no es ninguna denuncia, es una realidad; que no se contradice con reconocer que los empleados en la Sociedad de Autores y Compositores son necesarios. Pero las relaciones entre la dirección de SADAIC y los empleados deben ser de mutua ventaja y de mutua satisfacción, no una total desventaja como es ahora. Hay diez mil o quince mil autores marginados,   que no tienen derecho absolutamente a nada, y hay sólo una Junta Consultiva, que goza del privilegio de tener buenos sueldos, pero que no representan para nada a los autores, porque fue nombrada a dedo por el interventor…

¿Pero esa Junta Consultiva nunca se expidió e informó?

No conocemos nada de lo que esa Junta pudo haber hecho, de sus trámites a favor de los derechos de autor, o a favor de la masa societaria. Nosotros pensamos democráticamente. Queremos la devolución de la entidad, porque somos los únicos dueños, y esa devolución se tiene que hacer en el menor tiempo posible. Ya llegó el tercer interventor, y esta tercera intervención dicen que ha venido a regular la institución, y entregar la entidad en 1982, pero desde el primer interventor al actual vienen prometiendo lo mismo y nunca se cumple… No queremos más promesas, no queremos decir que son mentirosos, porque sería colocarnos en provocadores, no; pero después de cinco años ha llegado el momento de que abandonen SADAIC, hay muchos problemas perjudiciales para el autor y el compositor, y esos problemas sólo los pueden resolver los autores cuando asuman la dirección de la entidad, de otra manera, no.

¿Qué motivos se adujeron para la intervención de SADAIC?

Cuando lo sacaron a Ariel Ramírez, hace cinco años, la intervención -se dijo- venía con el propósito de velar por los intereses de los autores y normalizar la entidad administrativamente. Todavía recuerdo las palabras del primer interventor, “todo aquel que haya delinquido, metido la mano en la lata, será puesto en la cárcel”… Después de cinco años, a ninguno han podido mandar a la cárcel…

Volvamos al tango. ¿Los cambios de ritmo, de ámbito, la ausencia del baile, han perjudicado al tango?

Sí, la ausencia del baile ha perjudicado, por una parte; y por otra, las nuevas modalidades de trabajo lo han favorecido desde el punto de vista musical, ya que el tango ha crecido enormemente, se ha empleado una mejor técnica; muchachos jóvenes, estudiosos, han emprendido el camino para elevar al tango musicalmente. La cúspide de todo esto que estoy expresando, la dieron Piazzolla y Eduardo Rovira, luego continuaron otros, como Stampone, Osvaldo Piro, Berlingieri, y quedan los carteles, como el caso de Horacio Salgán, que sin llegar a modificaciones dentro de su estilo, hay que reconocer que es un músico… Igual que los muchachos que están en la dirección de las orquestas, o conjuntos más pequeños, como el Sexteto Mayor y el Sexteto Tango. Como profesionales son dignos de la música popular y el tango ha ganado en la puesta, en la elaboración de un tango distinto…

¿Y usted cómo ve a este tango “distinto”?

Es un tango distinto al que se hacía en el 40… Al cerrarse las fuentes de trabajo, los cabarets, boites, al quedar perimidos los bailes populares, que eran fuentes de trabajo, donde el tango se escuchaba y se bailaba, vino la televisión, los famosos conciertos en las facultades, en salones, los recitales, y se le dio otro carácter a la música popular, más elitista. Por eso se los denomina “conciertos”, “recitales”, en fin…

Usted no lo comparte…

Para nada; lo que yo comparto es que las condiciones por las que se va desarrollando la música, entrelazadas con la situación económica y política en general, van a cambiar a favor de ese contenido rico en sentimiento y en ritmo, que tuvo el 26 y el 40; no puedo decir que “tal día va a cambiar”, pero sí, es seguro que va a cambiar…

Hace poco, usted decía que el tango estaba “demorado”. ¿Cuáles cree que son las causas?
Siempre debemos condicionar nuestro punto de vista a la situación cultural del país. Si hay una política cultural que entra a darle leña a todos los rasgos, a todos los sentimientos nacionales y las tradiciones progresistas nacionales,  es imposible… Siempre va a venir el elitismo. Los partidos políticos, las organizaciones obreras, campesinas, de empresarios tienen que hacer un esfuerzo tremendo para marchar acorde con los intereses económicos, políticos y democráticos…

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