miércoles

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



NONAGESIMOTERCERA ENTREGA

CAPÍTULO 9


La vuelta a casa: El regreso a sí misma

La prolongación excesiva de la estancia (7)

La liberación, la inmersión (5)

La ecología innata de las mujeres


En el cuento se dice que muchos intentan cazar el alma para capturarla y matarla, pero ningún cazador puede hacerlo. Es una referencia más de los cuentos de hadas al carácter indestructible del alma salvaje. Aunque hayamos trabajado, mantenido relaciones sexuales, descansado o jugado fuera del ciclo, nuestro comportamiento no mata a la Mujer Salvaje, sólo sirve para agotarnos. Pero el lado positivo es que podemos hacer las necesarias correcciones y regresar de nuevo a nuestros ciclos naturales. Por medio del amor y el cuidado de nuestras estaciones naturales evitamos que nuestra vida se deje arrastrar por el ritmo, la danza, el hambre de otra persona. Por medio de la ratificación de nuestros ciclos claramente diferenciados del sexo, la creación, el descanso, el juego y el trabajo, aprendemos de nuevo a definir y distinguir nuestros sentidos y nuestras estaciones salvajes.

Sabemos que no podemos vivir una vida confiscada. Sabemos que hay un momento en que las cosas de los hombres y de la gente y las cosas del mundo se tienen que abandonar durante algún tiempo. Hemos aprendido que somos como los anfibios: podemos vivir en tierra, pero no siempre y no sin efectuar viajes al agua y a nuestro hogar. Las culturas excesivamente civilizadas y excesivamente opresivas tratan de impedir que la mujer regrese a casa. Con demasiada frecuencia se la disuade de que se acerque al agua hasta que se queda en los puros huesos y más pálida que la cera.

Pero, cuando se produce la llamada para que se tome un largo permiso para regresar a casa, una parte de ella siempre la escucha, pues la estaba esperando. Cuando se produce la llamada para la vuelta a casa, ella la sigue, pues se ha estado preparando en secreto y no tan en secreto para seguirla. Ella y todos sus aliados de la psique interior recuperarán la capacidad de regresar. Este proceso de capacitación no se aplica simplemente a una mujer de aquí y una mujer de allá sino a todas nosotras. Todas estamos atadas a los compromisos de la tierra.

Pero el viejo del mar nos llama a todas. Y todas tenemos que regresar. Ninguno de estos medios de regresar a casa depende de la situación económica, la posición social, la educación o la movilidad física. Aunque sólo veamos una hoja de hierba, aunque sólo podamos contemplar veinticinco centímetros cuadrados de cielo, aunque sólo asome una escuálida brizna de mala hierba a través de una grieta de la acera, podemos ver nuestros ciclos de la naturaleza y con la naturaleza. Todas podemos alejarnos a nado en el mar. Todas podemos entrar en contacto con la foca de la roca. Todas las mujeres tienen que vivir esta unión: las madres con los hijos, las mujeres con sus enamorados, las solteras, las mujeres que trabajan, las que están deprimidas, las que ocupan lugares destacados en el mundo, las introvertidas, las extrovertidas, las que tienen responsabilidades de tamaño industrial.

Jung dijo: "Sería mucho más fácil reconocer nuestra pobreza espiritual... Cuando el espíritu pesa, se dirige hacia el agua... Por consiguiente, el camino del alma... conduce al agua." (22). El regreso a casa y los intervalos de conversación con la foca de la roca del mar son nuestros actos de innata ecología integral, pues todos son un regreso al agua, una reunión con el amigo salvaje, el que nos ama por encima de todos los demás incansablemente, sin la menor reserva y con inmensa paciencia. Basta con que contemplemos y aprendamos de esos ojos rebosantes de alma que son "salvajes, sabios y afectuosos".

Notas

(22) Cita de Robert Bly en una entrevista publicada en The Bloomsbury Review (enero de 1990), "The Wild Man in the Black Coat Turns: A Conversation" por la doctora Clarissa Pinkola Estés. © 1989, C. P. Estés.

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