Yo buscaba una forma mágica de superar la pena y la desaparición. Quería crear una música que ayudara a soportar la perdida. Me pareció que siempre estamos empezando de nuevo, que siempre nos dan una nueva oportunidad para hacer las cosas.
LOU REED
I
La perversidad, violencia, refinamiento intelectual, complejidad y capacidad subvertidora inherente a la extensa obra de Lou Reed, provocaron que se convirtiera en la super estrella marginada del rock, en el héroe incomprendido.
Musicalmente sus discos deben juzgarse al lado de Jimmy Hendrix, Pink Floyd Rolling Stones o David Bowie por su influencia contracultural. Además de eso, la poesía de Lou es comparable únicamente a autores tan importantes como Dylan, Morrison, Cohen, Lennon, Townshend o Marley. Esta era la conciencia del gran cantautor neoyorkino: hacer de la música de rock un aterciopelado vehículo para proyectar la literatura hasta la estratósfera. Desde joven lo tuvo muy claro, él no quería ser Elvis, él quería rocanrolizar la lírica de William Burroughs, Hubert, Shelby Jr -el tan convenientemente olvidado autor de Última Salida a Brooklin- o su mentor personal, Delmore Schwartz (Oh hijo del hombre, la noche ignorante, el afán del amanecer, el misterio de comenzar una y otra vez, mientras el tiempo no perdona) para popularizar la transformadora sensibilidad entre la juventud descreída de los libros, producto de un sistema educativo que sólo sabe introyectar la más servil obediencia.
La figura protectora del poeta judío Delmore Schwartz se volvió profunda inspiración para Reed; antes de morir alcoholizado en el famoso hotel Chelsea en 1966 le pasa la sagrada flama poniéndole la mano en la cabeza y pronunciando estas palabras: tú sabes que voy a morir, tú sabes escribir pero si te sintieras perdido algún día volvería para ayudarte. Veinte años después le dedica la canción Blue Mask, esa antíoda, al pusilánime hombre degradado por el capitalismo salvaje (de hecho no existe otro) y que por eso mismo, por supuesto, debe ser escuchada a todo volumen:
La máscara azul
Vigilaron al soldado en medio de la miseria / La guerra que había en su cuerpo le arrancaba gritos al cerebro// Haz el sacrificio / Mutila mi rostro / Si necesitas matar a alguien / Yo soy un hombre sin voluntad / Para mí, la muerte es muy importante // El dolor le hizo gritar / Supongo que estaba vivo / Le atravesaron los pezones con una aguja / Se creyó un santo / He hecho el amor a mi madre, he matado a mi padre y a mi hermano / ¡Qué voy a hacer? / Cuando el pecado llega tan lejos, es como un coche sin frenos imposible de controlar / Escúpele a la cara y grita no hay ningún Edipo / Esto no es una obra en la que estás actuando / ¿Qué dirás? // Sácame la máscara azul de la cara y mírame a los ojos / El castigo me excita / Siempre ha sido así / Aborrezco y desprecio el arrepentimiento / Estás marcado para siempre / Tu debilidad te reporta indiferencia / E indiscreción en las calles / Eres sucio, no estás limpio / Te mereces una buena paliza // Haz el sacrificio hasta el final / No hay un “no” lo bastante alto / para detener este día de desesperación / No te lleves la muerte / Corta el dedo por la articulación / Corta el semental de su base / Y méteselo en la boca.
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II
El ritmo llamado rockandroll también bautizó con fuego las sienes adolescentes del bardo maldito: a los 14 años sus comprensivos padres lo ingresan a un hospital psiquiátrico con la intención de que recibiera un severo tratamiento de choques eléctricos para intentar curar su alma de la enfermedad rocanrolera que ellos veían con horror; afortunadamente la psiquiatría represiva no funciona, y sólo provoca que esa quemante electricidad le fluya por las venas para ser expresada artísticamente en álbumes tan transgresores como Metal Machine Music de 1975, verdadero tour de force de feedback guitarrístico para muchos insufrible. ¿En qué consiste este álbum doble calificado por la mayoría como el peor, pero defendido por el legendario crítico Lester Bangs como el mejor disco en la historia del rock? Se trata de más de una hora de chirriante sonido sin letras, sin ritmo, sin melodía, sin mezcla estereofónica; inarmónico, filtrado a través del mismo aparato de distorsión usado por Hendrix: esto es lo que yo entiendo por rock “real” sobre cosas “reales”. Nadie que yo conozca lo ha escuchado de principio a fin, incluyéndome a mí mismo. No hay que hacerlo; empieza por el lugar que quieres; simetría, precisión matemática, puntería obsesiva y detallada y la enorme ventaja que uno tiene sobre los “compositores electrónicos modernos“. Todo ello sin sentido del tiempo, melodía ni emoción, sea o no manipulado.
Un año antes había conseguido grabar uno de los mejores LP en vivo de la historia, el poderoso Rock and Roll Animal: eso es lo que amo del rock and roll, cualquiera puede tocarlo, incluyéndome a mí, tres acordes son suficientes, no me interesa aprender nuevos, quiero ser el maestro de esos.
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III
En lo literario Reed también sería vanguardia, expresando sus enfermizas obsesiones en poemas narrativos como Heroin (desearía haber nacido hace mil años… lejos de la gran ciudad, donde un hombre no puede verse libre de todos los males de la ciudad. Ni de él mismo, ni de los que le rodean: Oh, y supongo que no sé), Dirty Boulevard (aquí nadie sueña con ser médico ni abogado ni nada / sueña con traficar en el sucio boulevard // tráeme tus hambrientos, tus cansados, tus miserables, que me meo en ellos / eso es lo que dice la Estatua de la Intolerancia / Tus pobres masas hacinadas: aporreémoslas hasta matarlas, acabaremos con ellas y las tiraremos al boulevard).
Y en esas larguísimas canciones -verdaderas novelas cortas- del disco White Light white heat o de Velvet Underground. The Gift, o Lady Godiva´s Operation, cantados por el genial John Cale, definido por su compadre Lou Reed como el Beethoven del siglo XX. Pero también en inéditas rolas de amor para un tipo tan duro como el hombre que quería ser negro, canciones tipo I´ll be your mirror (seré tu espejo, reflejaré lo que eres / por si acaso no lo sabes / seré el viento, la lluvia y el crepúsculo / la luz que da en tu puerta / y te enseña que has llegado a casa // cuando creas que la noche ha caído sobre tu mente / que por dentro eres retorcido y desagradable / déjame que te enseñe que estás ciego / por favor baja las manos porque yo te veo // me cuesta / creer que no sepas la belleza que hay en ti / pero si no lo sabes / déjame que sea tus ojos / una mano en tu oscuridad / Para que no tengas miedo) interpretada por la mítica Nico. O Satelite of love, y aquella revivida en los 90 en el Soundtrack de Trainspoting Perfect Day, década en la que aparecerían las tres obras maestras del gran admirador y continuador de Edgar Allan Poe: New York -asombrosa pieza de blues rítmico y rock clásico que denuncia la vida raquítica en las entrañas adiposas de la bestia depredadora con furia bienhechora-Magic and Loss -conmovedor recuento existencialista, pesado, profundo, y filosófico de pérdidas insustituibles en la frágil condición humana: Yo había oído historias sobre magos de México que tenían poderes extraños: Pensé que si publicaba canciones sobre magia se pondrían en contacto conmigo y me contarían sus secretos-. Y Songs for Drella -dedicado a Andy Warhol (al que llamaba Drella -combinación de Drácula y Cinderella-). Minimalista, vanguardista historia y confesión tardía, pero también acto de humilde agradecimiento al iniciador del arte pop (para salir a flote sólo arte… para salir a flote sólo corazón…).
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IV
El poeta de Long Island jamás abandonó la experimentación, su último disco fue el expresionista Lulu basado en la obra de teatro del alemán Alban Berg, sobre una bailarina víctima de abuso sexual, acompañado por Metallica, banda que suena intimidada por la fuerza vital del maestro Reed. Obra nuevamente denostada por la crítica, donde se puede disfrutar del preciso violín de su viuda, la artista Laurie Anderson, y que en lo personal representó una revelación al proyectar a Lou hacia el excesivo y rabioso mundo del Heavy Metal.
La pérdida física de Lou Reed significa una afrenta y una frustración: nunca pude entrevistarle, vaya, ni siquiera pude asistir a alguno de sus conciertos. Valga este texto como homenaje de fuego a su memoria y como desesperada venganza contra la injusta hermana muerte -¿por qué te llevas de esta forma a nuestros héroes e ignoras a tantos cobardes villanos de poco cabello en la cabeza y mucha vileza en el corazón?-. Cierro con estos versos incisivos de su canción Last American Whale: Bueno, a los americanos no les importa casi nada / menos que nada, la tierra y el mar / Y la vida animal ocupa un lugar muy bajo en su Tótem / La vida humana no vale más que levadura infectada / A los americanos no les importa mucho la belleza / Se cagaran en el río, tirarán el ácido de las pilas en las aguas / Contemplarán las ratas muertas que la corriente trae a la playa y se quejarán si no pueden bañarse / Dicen que las cosas deben hacerse para la mayoría / No te creas la mitad de lo que ves / Y nada de lo que oigas es como me dijo mi amigo Donald, el pintor / “Clávales un tenedor en el culo y ponlos del revés, están enfermos”.
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