TRIGÉSIMA ENTREGA
SEGUNDA PARTE: EL ORIGEN DE LA SOMBRA: LA FORMACIÓN DEL YO ENAJENADO EN LA FAMILIA
¡
Oscuridad, llámame hermano!
Que jamás llegue a temer
aquello que esté buscando.
ANÓNIMO
La vergüenza, la culpa, el orgullo, el miedo, el odio, la envidia y la avaricia son los subproductos inevitables del proceso de construcción del ego, el aspecto sombrío del proceso de emancipación del ego que termina polarizando a la mente entre el sentimiento de inferioridad y el anhelo de poder.
EDWARD C. WHITMONT
Pasamos los primeros veinte años de nuestra vida decidiendo qué partes de nosotros mismos debemos meter en el saco y ocupamos el resto tratando de vaciarlo.
ROBERT BLY
INTRODUCCIÓN (1)
Cada uno de nosotros hereda un legado psicológico tan real como su misma dotación biológica. El clima psicológico de nuestro entorno familiar nos expone de continuo a los valores, el temperamento, los hábitos y la conducta de nuestros padres y familiares. De este modo, nuestros padres nos transmiten -en forma de pautas disfuncionales de conducta- los problemas que ellos no han logrado resolver en su propia vida.
Según T.S. Eliot “del hogar es de donde partimos”. La familia constituye nuestro centro de gravedad emocional, el escenario en el que madura nuestra identidad, se desarrolla nuestra individualidad y se configura nuestro destino bajo la influencia concreta de las diversas personalidades que nos rodean.
Cada niño emprende el necesario proceso de desarrollo de su ego en la atmósfera psicológica creada por sus padres, parientes, tutores y otras fuentes importantes de amor y aprobación. La adaptación del ser humano a la sociedad requiere la creación de un ego -un “yo”- que sirva como principio organizador del desarrollo de la conciencia. De este modo, la creación de nuestra personalidad tiene lugar gracias a las influencias que recibimos del exterior, influencias que nos permiten identificarnos con lo que nuestro entorno refuerza como “bueno” y reprimir lo que considera equivocado, lo que es “malo”.
El proceso de creación del ego es también, al mismo tiempo, el proceso de creación de la sombra. De este modo, el Yo enajenado es un subproducto natural del proceso de construcción del ego que termina convirtiéndose en una imagen especular opuesta a él ya que enajenamos aquello que no concuerda con la imagen que tenemos de nosotros mismos. La necesaria unilateralidad del proceso de desarrollo de nuestra personalidad va desterrando a nuestro inconsciente aquellas cualidades inaceptables que negamos y rechazamos hasta que estas terminan agrupándose y configurando una especie de personalidad inferior, una subpersonalidad, nuestra sombra personal.
Pero aunque ahora no podamos ver los rasgos enajenados de nuestra visión no por ello han desaparecido de nosotros sino que perviven constituyendo una especie de alter ego oculto bajo el umbral de nuestra conciencia que puede irrumpir violentamente en circunstancias emocionales extremas. En tales casos tratamos de explicar la conducta de nuestro alter ego recurriendo a algún eufemismo del tipo: “¡Fue obra del diablo!”
El tema del antagonismo entre gemelos -uno bueno y otro malo- constituye un antiguo motivo mitológico que simboliza la relación existente entre nuestro ego y nuestro alter ego, entre la persona y su sombra. Pero ambos aspectos constituyen una totalidad completa y, por ello, cualquier movimiento que apunte hacia la integración de los distintos contenidos que pueblan nuestro Yo alienado nos aproximan a la totalidad.
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