FLORECIMIENTO DE UN ÁRBOL CON CIMIENTOS DE HUESO
H. G. V.
La poesía de Santiago Barcellos (Uruguay, 1977) ha sido dada a conocer fragmentariamente a través de publicaciones, espectáculos y canciones del colectivo multimedia Buceo Invisible, que el autor co-fundó en 1997 junto a Diego presa, Marcos Barcellos, Álvaro Bassi y Sebastián Vítola.
Y es recién en 2014 que aparecen agrupados con una estructura orgánica libresca 38 poemas que en la contraportada de Los huesos y el aire (Grupo Editor Conjunto / elMontevideano Laboratorio de Artes) son calificados como heroicos sobrevivientes de la censura del autor y testigos parciales del recorrido mágico y tortuoso de estos años.
Según cuenta Daniel Baremboim, el borrador de la séptima sinfonía de Beethoven estaba encabezado por la palabra desesperación, lo que constituye un autodesafío conceptual propuesto por el pater romántico para que su primera obra escrita ya casi desde la plena sordera irradiara una gracia de invencibilidad capaz de transfigurar a su devastación personal en una prospectiva de curación proyectada sobre la historia entera.
Y esta fuerza abismal de parición tan minusválida como milagrosa sería lo que Santiago Barcellos define en el cuarto poema de Los huesos y el aire (titulado precisamente Beethoven) como la música perfecta que llega desde el cielo.
El acueducto subyacente de este poemario (para hablarlo en Vallejo) o lo que hay más abajo de la tierra (para hablarlo en Barcellos) es un cimiento que transcurre invisiblemente entre los últimos cinco versos del primer texto (hagamos un arco de tus huesos / que florezca entre la música y el humo // pongamos telarañas en la herida / hasta que quede la cicatriz / dibujada para siempre) hasta la última estrofa del libro (hasta sentir que tus huesos / son los cimientos de la casa que espera / detrás de los postigos).
Es importantísimo señalar, además, la alternancia entre las resoluciones compactamente barrocas (pero de estructuras redondeadas a nivel semántico) y las desproporciones románticas (abstractizadas en laberintos apenas entreabiertos por la explosión de imágenes incandescentes) que nos ofrece este periplo de superación de un luto o heraldo proveniente como del odio de Dios que nos hace imaginar al poeta tratando de sonreír en el patio de su escuela asimetrizado por una túnica completamente negra.
¿Quién pone un arado sobre el corazón si la tierra se mueve?
Creemos que la síntesis que parece encrestar inderrumbablemente este zigzguear trágico es el gran texto Marcas, una verdadera joya de la poética universal (porque Santiago Barcellos trabaja desde el todo y por eso llega a todos):
Uno lleva a lo largo de los años / ese calor en el pecho / como los yuyos de flores blancas / que se asomaban por las grietas / del hormigón del patio de atrás. // Como una serpiente viajando por la arena / va dejando la marca en el camino / así tus ojos eran la mañana / y la llovizna cayéndose del mundo. // Como la cabeza de ese muñeco / masticada por el perro conserva la sonrisa / así el frío de la noche nos abraza / la luz futura es nuestro abismo. // Llevaré a lo largo del camino / una flor abierta en cada herida / para que el sol no se escape de tus ojos / y el amor que sobra me haga falta.
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