viernes

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



OCTAGESIMOSEGUNDA ENTREGA

CAPÍTULO 9

La vuelta a casa: El regreso a sí misma

La pérdida de la piel (1)


El desarrollo del conocimiento, tal como se produce en las versiones de "Barba Azul", "Campanilla", "La comadrona del diablo", "La rosa silvestre" y otros, se inicia con sufrimiento. El desarrollo parte de la inconciencia, pasa por distintas formas de engaño y desde éste llega al hallazgo del camino del poder y, sobre todo, de la profundidad. El tema de la fatídica captura que pone a prueba la conciencia y termina en un profundo conocimiento es constante en los cuentos de hadas protagonizados por mujeres. Tales cuentos contienen unas sólidas instrucciones para todas nosotras acerca de la conducta que deberemos observar en caso de que nos capturen y de lo que tendremos que hacer para huir del cautiverio y pasar a través del bosque como una loba con ojo agudo.

"Piel de foca, piel del alma" contiene un tema retrógrado. A veces estos cuentos se llaman "relatos de retroceso". En muchos cuentos de hadas un ser humano es objeto de un encantamiento y se convierte en animal. Pero aquí ocurre lo contrario: una criatura del reino animal es conducida a una vida humana.

El relato nos ofrece una visión de la estructura de la psique femenina. La doncella foca, como la naturaleza salvaje de la psique femenina, es una combinación mística de un animal que al mismo tiempo es capaz de vivir ingeniosamente entre los seres humanos. La piel a que se refiere el cuento no es tanto un objeto cuanto la representación de un estado emocional y un estado del ser, uno que es cohesivo, espiritual y propio de la naturaleza salvaje femenina. Cuando una mujer se encuentra en este estado, se siente enteramente ella misma y englobada en su interior. No se siente fuera de él, preguntándose si obra bien, si se comporta bien, si piensa bien. Aunque a veces pierda el contacto con este estado de encontrarse "en su interior", el tiempo que previamente ha pasado allí la sostiene durante su actuación en el mundo. El periódico regreso al estado salvaje es el que repone las reservas psíquicas que necesita para sus proyectos, su familia, sus relaciones y su vida creativa en el mundo de arriba.

Al final, cualquier mujer que permanezca demasiado tiempo alejada de su hogar espiritual, se cansa. Tal como debe ser. Entonces busca de nuevo su piel para recuperar el sentido del yo y del alma y restaurar su perspicaz y oceánica sabiduría. Este gran ciclo de ir y volver, ir y volver, posee en el interior de la naturaleza instintiva femenina un carácter reflejo y es innato en todas las mujeres a lo largo de toda la vida, desde la infancia, la adolescencia y la edad adulta, pasando por el amor, la maternidad, el arte y la sabiduría hasta llegar a la vejez y más allá de ésta. Estas fases no tienen por qué ser necesariamente cronológicas, pues muchas veces las mujeres de mediana edad son unas recién nacidas, las ancianas son unas amantes apasionadas y las niñas pequeñas saben muchas cosas acerca de los encantamientos de las brujas.

Una y otra vez perdernos esta sensación de encontrarnos por entero en nuestra piel por los motivos ya mencionados y también a causa de un prolongado cautiverio. Las que se esfuerzan demasiado y sin el menor descanso también corren peligro. La piel del alma se desvanece cuando no prestamos atención a lo que estamos haciendo y, sobre todo, a lo que ello nos cuesta.

Perdemos la piel del alma cuando nos dejamos arrastrar demasiado por el ego, cuando somos demasiado exigentes y perfeccionistas, cuando nos dejamos martirizar innecesariamente, nos dejamos arrastrar por la ciega ambición, nos sentimos insatisfechas -a causa de nuestro yo, de la familia, de la comunidad, la cultura, el mundo- y no decimos ni hacemos nada al respecto, cuando fingimos ser una fuente inagotable para los demás o cuando no hacemos todo lo que podemos para ayudarnos. Hay tantas maneras de perder la piel del alma como mujeres hay en el mundo.

El único medio de conservar esta esencial piel del alma consiste en mantener una exquisita y prístina conciencia de su valor y su utilidad. Pero, puesto que nadie puede mantener constantemente una profunda conciencia, nadie puede conservar por entero la piel del alma a cada momento del día y de la noche. Sin embargo, podemos cuidar de que nos la roben lo menos posible. Podernos desarrollar aquel ojo agudo que vigila las condiciones que nos rodean y defiende nuestro territorio psíquico. El cuento "Piel de foca, piel del alma" gira, sin embargo, en torno a un ejemplo de lo que podríamos llamar un robo de especial gravedad.

Este gran robo puede, mediante la conciencia, ser evitado en el futuro si prestamos atención a nuestros ciclos y a la llamada que nos invita a despedirnos y regresar a casa.

Todas las criaturas de la tierra regresan a casa. Es curioso que hayamos creado santuarios de fauna salvaje para el ibis, el pelícano, el airón, el lobo, la grulla, el venado, el ratón, el alce y el oso, pero no para nosotros mismos en los lugares donde vivimos día tras día. Sabemos que la pérdida del hábitat es lo peor que le puede ocurrir a una criatura libre. Censuramos con vehemencia el hecho de que los territorios naturales de otras criaturas estén rodeados de ciudades, fincas, autopistas, ruido y otros elementos discordantes como si nosotros no estuviéramos rodeados y afectados por las mismas cosas. Sabemos que, para que las criaturas puedan seguir viviendo, es necesario que éstas tengan de vez en cuando un hogar en el que se sientan libres y protegidas.

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