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ALBERTO METHOL FERRÉ - LOS ESTADOS CONTINENTALES Y EL MERCOSUR



DUODÉCIMA ENTREGA

Antología (4)

12. En la mayoría de los países de América Latina —y con gran vigor en los más extensos y poblados— se está realizando ya un proceso de sustitución de importaciones en el campo de la manufactura y de las industrias intermedias; inclusive, en algunos rubros de la industria de bienes de consumo durables y de la producción pesada. Este proceso, sin embargo, por la estrechez de los mercados, se está produciendo en muchos casos a muy alto costo y tales industrias solo pueden mantenerse con altas protecciones tarifarías.
El problema se agudiza si se consideran las grandes inversiones y el alto grado de tecnología que requerirán los grados más avanzados de la producción industrial. La integración de los mercados es una fórmula indispensable para la economicidad de este proceso, mediante el aprovechamiento de los principios de las economías de escala y de especialización. Es obvio que la integración de los mercados actuales no solo facilitará el establecimiento de tales industrias mayores, sino que estimulará la competencia entre las industrias manufactureras e intermedias forzándolas a incrementar su eficiencia. Y evitará además, el antieconómico desperdicio de la capacidad instalada, acabando con la paradoja de que en una región semi-industrializada, muchas de las fábricas, protegidas por tarifas nacionales, trabajan solo a medias (ER, 114).
13. Tecnología e integración. El desarrollo industrial presupone el desarrollo tecnológico. La absorción de conocimientos y experiencias de las regiones más adelantadas es un proceso que los países latinoamericanos sólo pueden cumplir a muy alto costo. Entre tanto, la brecha tecnológica que separa nuestra región en conjunto de los países industrializados sigue haciéndose más profunda.
El atraso tecnológico de América Latina se refleja en la productividad de la mano de obra. La capacidad promedio de producción de un trabajador latinoamericano fluctúa entre escasamente un 15% y 30% de la que registra un trabajador en países donde la ciencia y la tecnología son intensamente aplicadas para incrementar la productividad. Se estima que un 10% de la población económicamente activa de América Latina está empleada en empresas que tienen relativamente altos niveles tecnológicos, y éstas son generalmente empresas extranjeras. Los mejores métodos de producción no tienen nacionalidad y el fenómeno anotado es simplemente el resultado de técnicas concebidas en función de altos mercados en espacios económicos extensos. La absorción, pues, de ese know-how en amplia escala, está ligada en nuestro caso a la expansión del mercado regional. Es evidente, sin embargo, que para un máximo aprovechamiento de esa posibilidad, es imperativa una acción regional coordinada. No solo por el hecho de que la integración facilitará enfrentar los costos de absorción y aplicación de esos conocimientos y los de modernización y especialización de los centros de enseñanza e investigación regionales, sino porque ella ofrece la mejor manera de evitar que la transferencia de tecnología distorsione las características culturales de América Latina (NRI, 116).
14. No hay paso directo del Estado-Nación al internacionalismo. El tránsito son las Naciones-Continente. Un análisis detenido de las relaciones internacionales permite advertir la profundidad de algunos cambios jurídico-internacionales que se han producido en el esquema tradicional de esas relaciones, basadas hasta antes de la Segunda Guerra Mundial en los conceptos ortodoxos del Estado-Nación y en la predominancia política de las metrópolis sobre países dependientes.
En las conferencias posteriores a la terminación del conflicto armado que abarcó prácticamente todas las regiones de la tierra, se adoptó un esquema de organización de las relaciones mundiales —en lo político y en lo económico- en base al concepto de cooperación internacional entre Naciones-Estado teóricamente iguales que, en proporción creciente, incluían a los nuevos pueblos soberanos que surgieron de la quiebra del colonialismo hasta entonces imperante. Una concepción basada en la creencia de la posibilidad de tránsito directo de la ilusión de la autarquía nacional al internacionalismo.
Ha ocurrido que en estos veinte años recientes se ha afirmado una tendencia intermedia: la regionalización, y ésa es la etapa que atravesamos y cuyas manifestaciones advertimos por doquier. El mundo de hoy empieza a organizar sus relaciones en base a grandes esquemas regionales, en que las unidades estaduales se coordinan para equilibrarse con las poderosas Naciones-Continente, que tienen la mayor gravitación político-económica.
Estados Unidos, la Unión Soviética, China, la India, constituyen unidades políticas de dimensión prácticamente continental, y que por ende tienen significación enorme en el contexto de las relaciones mundiales. La integración económica de Europa Occidental es la respuesta que los países de esa región se han dado para desenvolver en un plano de equilibrio sus relaciones con los otros grandes bloques. (NL, 84).

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