SEPTUAGESIMOQUINTA ENTREGA
CAPÍTULO 8
El instinto de conservación:
La identificación de las trampas, las jaulas y los cebos envenenados
La mujer fiera (5)
Las trampas
Trampa 6: El temor ante lo colectivo, la rebelión de la sombra
La niña se apodera subrepticiamente de los zapatos rojos, se va a la iglesia haciendo caso omiso del revuelo que se arma a su alrededor y es denostada por la comunidad. Los habitantes de la aldea "hablan" de ella. La castigan. Le arrebatan los zapatos. Pero ya es demasiado tarde, está atrapada. Aún no se trata de una obsesión sino más bien de que la comunidad provoca y fortalece su hambre interior exigiéndole capitular ante su estrechez de miras.
Se puede intentar llevar una vida secreta, pero más tarde o más temprano el super-ego, un complejo negativo y / o la propia cultura se nos echarán encima. Es difícil esconder algo que los demás no aprueban y que nosotras deseamos con ansia. Es difícil esconder los placeres robados aunque no nos proporcionen alimento. Lo propio de los complejos y de las culturas negativas es echarse encima de todo lo que se aparta de la conducta aceptable establecida por la sociedad y revela los impulsos divergentes del individuo.
De la misma manera que algunas personas se ponen furiosas cuando ven una simple hoja en el suelo, el juicio negativo saca su sierra para amputar cualquier miembro que no se adapte a la norma. A veces la colectividad ejerce presión sobre una mujer para que sea una "santa", para que sea instruida y políticamente correcta, para que lo tenga todo "bien junto y ordenado" de tal manera que cada uno de sus esfuerzos sea una obra perfecta. Si nos acobardamos ante la colectividad y nos sometemos a las presiones que ésta ejerce para que nos adaptemos estúpidamente a sus normas, nos salvaremos del exilio, pero, al mismo tiempo, pondremos traidoramente en peligro nuestras vidas salvajes.
Algunos piensan que ya pasó la época en que se maldecía a la mujer salvaje y, cuando ésta se comportaba de acuerdo con el yo natural de su alma, se la calificaba de "equivocada" y de "mala". Pero no es así. Lo que ha cambiado son los tipos de conducta que se consideran `incontrolados" en el caso de las mujeres. Por ejemplo, hoy en día en distintos lugares del mundo, si una mujer adopta una postura política, social, espiritual, familiar o medioambiental, si se atreve a decir que el rey va desnudo o si habla en nombre de los que sufren o los que no tienen voz, con demasiada frecuencia se examinan sus motivos para averiguar si se ha "desmadrado", es decir, si se ha vuelto loca.
El destino final de una niña salvaje nacida en el seno de una comunidad rígida es la ignominia de verse esquivada por los demás. Los que la esquivan tratan a la víctima como si no existiera. Le niegan el interés espiritual, el amor y otras necesidades psíquicas. El propósito de todo ello es obligarla a adaptarse a las normas so pena de matarla espiritualmente y / o expulsarla de la aldea para que languidezca hasta morir en el desierto.
Si se esquiva a una mujer, ello se debe casi siempre a que ha hecho o está apunto de hacer algo de carácter salvaje, las más de las veces algo tan sencillo como expresar una opinión ligeramente distinta o vestirse con un color considerado impropio, es decir, se debe tanto a cosas muy pequeñas como a cosas grandes. Hay que recordar que una mujer oprimida no es que se niegue a encajar sino que no puede encajar sin morir al mismo tiempo. Está en juego su integridad espiritual, por lo cual tratará de liberarse por todos los medios a su alcance por muy peligrosos que éstos sean.
Veamos un ejemplo reciente. Según la CNN, al principio de la Guerra del Golfo las mujeres musulmanas de la Arabia Saudí, a las que estaba vedado conducir vehículos por motivos religiosos, subieron a los automóviles y se pusieron al volante. Después de la guerra, las mujeres fueron llevadas ante unos tribunales que condenaron su conducta y, finalmente, después de muchos interrogatorios y reproches, fueron entregadas a la custodia de sus padres, hermanos o maridos, quienes tuvieron que prometer mantenerlas en cintura en el futuro.
Éste es un ejemplo de la huella de vida y prosperidad que deja una mujer en un mundo enloquecido que la tacha de escandalosa, insensata e incontrolada. A diferencia de la niña del cuento que se deja dominar por el reseco mundo que la rodea, a veces la única alternativa que le queda a una mujer si no quiere acobardarse ante una comunidad apergaminada consiste en llevar a cabo un acto de valentía. Este acto no tiene por qué ser necesariamente un terremoto. Valentía significa seguir los impulsos del corazón. Hay millones de mujeres que cada día llevan a cabo actos de gran valentía. No se trata sólo del acto individual que transforma una reseca comunidad sino de la repetición de los actos. Tal como me dijo una vez una joven monja budista "Las 90 gotas de agua traspasan la piedra".
Además, hay en casi todas las comunidades un aspecto oculto que fomenta la opresión de las vidas salvajes, espirituales y creativas de mujeres. Dicha opresión consiste en animar a las mujeres a "delatarse" mutuamente y a someter a sus hermanas (o hermanos) a unas restricciones que no reflejan la capacidad de relación presente en los valores familiares de la naturaleza femenina. La presión de la sociedad obliga no sólo a que una mujer delate a otra y la exponga por tanto a un castigo por comportarse de una manera femenina integral, por horrorizarse o manifestar su disconformidad ante las injusticias, sino también a que las mujeres de más edad colaboren en la opresión física, mental y espiritual de las más jóvenes, las menos poderosas o las más desvalidas, y a que las más jóvenes se nieguen a atender las necesidades de las que son mucho mayores que ellas.
Cuando una mujer se niega a apoyar a una comunidad reseca, se niega a abandonar sus pensamientos salvajes y actúa de acuerdo con ellos. El cuento de "Las zapatillas rojas" nos enseña esencialmente que tenemos que proteger debidamente la psique salvaje, valorándola inequívocamente nosotras mismas, hablando en su nombre, negándonos a someternos a la enfermedad psíquica.
También nos enseña que lo salvaje, por su belleza y energía, siempre es visto por alguien, por algún grupo o comunidad, como un trofeo o como algo que se tiene que reducir, modificar, ser sometido a normas, asesinado, rediseñado o controlado. Lo salvaje siempre necesita un vigilante en la puerta so pena de que no se utilice como es debido.
Cuando una comunidad es hostil a la vida natural de una mujer, en lugar de aceptar las etiquetas peyorativas o irrespetuosas que se le aplican la mujer puede y debe -como el patito feo- resistir y aguantar buscando el lugar que le corresponde y, a ser posible, vivir más y superar la prosperidad y la creatividad de aquellos que la habían denigrado.
El problema de la niña de las zapatillas rojas consiste en que, en lugar de adquirir fuerza para la lucha, se pierde en bobadas, seducida por el romanticismo de aquellos zapatos rojos. Lo importante de la rebelión es que la forma que asuma sea eficaz. La atracción que ejercen en la niña los zapatos rojos le impide, en realidad, protagonizar una rebelión significativa, capaz de promover un cambio, de transmitir un mensaje y provocar un despertar.
Ojalá pudiera decir que hoy en día las trampas para mujeres ya no existen o que las mujeres son tan listas que ven las trampas desde lejos. Pero no es así. El depredador está todavía presente en la cultura y sigue tratando de socavar y destruir toda conciencia y todos los intentos de alcanzar la plenitud. El dicho según el cual las libertades tienen que reconquistarse cada veinte años encierra una gran verdad. A veces, parece que hay que conquistarlas cada cinco minutos.
Sin embargo, la naturaleza salvaje nos enseña que tenemos que enfrentarnos a los desafíos a medida que se van produciendo. Cuando los lobos son acosados no dicen "¡Oh, no! ¡Ya estamos otra vez!". Saltan, brincan, corren, se lanzan, se echan a la garganta, hacen lo que tienen que hacer. Por consiguiente, no debemos escandalizarnos por el hecho de que se produzca una entropía y un deterioro y de que haya que pasar por momentos difíciles. Las cuestiones que tienden una trampa a la alegría de las mujeres siempre cambiarán de forma y de aspecto, pero, en nuestra naturaleza esencial, encontraremos toda la fuerza y la libido necesarias para llevar a cabo los actos imprescindibles del corazón.
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