DECIMOSEXTA ENTREGA
9 / Que los pensamientos más sublimes son más obstáculo que ayuda durante el tiempo de la oración contemplativa
Así, pues, has de rechazar toda conceptualización clara tan pronto como surja, ya que surgirá inevitablemente, durante la actividad ciega del amor contemplativo. Si no las vences, ellas ciertamente te dominarán a ti. Pues cuando más desees estar solo con Dios, más se deslizaran a tu mente con tal cautela que sólo una constante vigilancia las podrá detectar. Puedes estar seguro de que si estás ocupado con algo inferior a Dios, lo colocas por encima de ti mientras piensas en ello y creas una barrera entre ti y Dios. Has de rechazar, por tanto, con firmeza todas las ideas claras por piadosas o placenteras que sean. Créeme lo que te digo: un amoroso y ciego deseo hacia Dios sólo es más valioso en sí mismo, más grato a Dios y a los santos, más provechoso a tu crecimiento y de más ayuda a tus amigos, tanto vivos como difuntos, que cualquier otra cosa que pudieras hacer. Y resulta mayor bendición para ti experimentar el movimiento interior de este amor dentro de la oscuridad de la nube del no-saber que contemplar a los ángeles y santos u oír el regocijo y la melodía de su fiesta en el cielo.
¿Te sorprende esto? Se debe solamente a que no lo has experimentado por ti mismo. Pero cuando lo experimentes, como creo firmemente que lo harás con la gracia de Dios, entonces podrás entenderlo. Por supuesto que en esta vida es imposible ver y poseer plenamente a Dios; pero, con su gracia y a su tiempo, es posible gustar algo de Él como es en sí mismo. Así, pues, entra en esta nube con una gran ansia de Él. O más bien, diría yo, deja que Dios despierte en ti esta ansia y arrójate a Él en esa nube, mientras con la ayuda de su gracia te esfuerzas por olvidar todo lo demás.
Recuerda que si las ideas claras que surgen sin querer y que tú rechazas pueden molestarte y apartarte del Señor, privándote de la experiencia de su amor, mucho más lo harán aquellas que tú cultivas voluntariamente. Y si el pensamiento de un santo particular o de alguna realidad puramente espiritual crea un obstáculo a esa actividad, cuánto más el pensamiento del hombre mortal o de cualquier otro interés material o mundano. No digo que estos pensamientos, deliberados o indeliberados, sean malos en sí mismos. Dios me libre de que me entiendas mal. No, lo que he querido decir es que son un obstáculo más que una ayuda. Pues si buscas de verdad a Dios solo, nunca encontrarás descanso ni contento en algo inferior a Dios.
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