SEXAGESIMOPRIMERA ENTREGA
CAPÍTULO 7
El júbilo del cuerpo
El lenguaje corporal (3)
El cuerpo en los cuentos de hadas
Hay muchos mitos y cuentos de hadas que describen las debilidades y el carácter salvaje del cuerpo. Tenemos al griego Hefesto, el tullido trabajador de metales preciosos; al mexicano Hartar, el del doble cuerpo; a Venus nacida de la espuma del mar; a las mujeres de la Montaña Gigante, cortejadas por su fuerza; a Pulgarcita, que puede viajar por arte de magia por doquier; y a muchos más.
En los cuentos de hadas ciertos objetos mágicos tienen unos poderes de transporte y percepción que constituyen unas metáforas muy acertadas del cuerpo, como, por ejemplo, la hoja mágica, la alfombra mágica, la nube. A veces, las capas, los zapatos, los escudos, los sombreros y los yelmos confieren el poder de la invisibilidad, de una fuerza superior, de la previsión, etc. Son parientes arquetípicos. Cada uno de ellos permite que el cuerpo físico disfrute de una mayor perspicacia, de un oído más fino, de la capacidad de volar o de una mayor protección para la psique y el alma.
Antes del invento de los carruajes, los coches y los carros, antes de la domesticación de los animales de tiro y de monta, parece ser que el elemento que representaba el cuerpo sagrado era el objeto mágico. Las prendas de vestir, los amuletos, los talismanes y otros objetos, cuando se utilizaban de una cierta manera, transportaban a la persona al otro lado del río o del mundo.
La alfombra mágica es un espléndido símbolo del valor sensorial y psíquico del cuerpo natural. Los cuentos de hadas en los que aparece el elemento de la alfombra mágica son un remedo de la actitud no demasiado conciente de nuestra cultura con respecto al cuerpo. En un primer tiempo, la alfombra mágica se considera un objeto sin excesivo valor. Pero cuando los que se sientan en su aterciopelada superficie le dicen "Levántate", la alfombra tiembla inmediatamente, se eleva un poco, permanece en suspenso en el aire y después, ¡zas!, se aleja volando y traslada a su ocupante a otro lugar, centro, punto de vista, a otra sabiduría (10).
El cuerpo, por medio de su estado de excitación, de su conciencia y sus experiencias sensoriales -como, por ejemplo, escuchar música, oír la voz de un ser querido o aspirar los efluvios de un aroma determinado- tiene el poder de trasladarnos a otro lugar.
En los cuentos de hadas, como en los mitos, la alfombra constituye un medio de locomoción, pero de una clase especial... de una clase que nos permite ver el mundo por dentro y también la vida subterránea. En los cuentos de Oriente Medio es el vehículo que utilizan los chamanes en sus vuelos espirituales. El cuerpo no es un objeto mudo del que pugnamos por librarnos. Visto en su adecuada perspectiva es una nave espacial, una serie de hojas de trébol atómicas, un revoltijo de ombligos neurológicos que conducen a otros mundos y otras experiencias.
Aparte de la alfombra mágica, el cuerpo está representado también por otros símbolos. Hay un cuento en el que aparecen tres; me lo proporcionó Fatah Kelly. Se titula simplemente "El cuento de la alfombra mágica" (11). En él un sultán envía a tres hermanos en busca del "objeto más bello de la tierra". Aquel de los hermanos que encuentre el mayor tesoro ganará todo un reino. Un hermano busca y trae una varita mágica de marfil por medio de la cual se puede ver cualquier cosa que uno desee. Otro hermano trae una manzana cuyo aroma es capaz de curar cualquier dolencia. El tercer hermano trae una alfombra mágica que puede trasladar a cualquier persona a cualquier lugar simplemente pensando en él.
-Bien pues, ¿qué es lo mejor? -pregunta el sultán-. ¿El poder de ver lo que uno quiera, el poder de sanar y restablecer o el poder de hacer volar el espíritu?
Uno a uno los hermanos ensalzan los objetos que han encontrado, Pero, al final, el sultán levanta la mano y sentencia: "Ninguno de ellos es mejor que el otro, pues, si faltara uno de ellos, los demás no servirían de nada." Y el reino se reparte a partes iguales entre los hermanos.
El cuento lleva incrustadas unas imágenes poderosas que nos permiten entrever cómo es la verdadera vitalidad del cuerpo. Este cuento (y otros del mismo estilo) describe los fabulosos poderes de intuición, perspicacia y curación sensorial, y también el arrobamiento que encierra el cuerpo (12). Tendemos a pensar que el cuerpo es una especie de "otro" que cumple en cierto modo su función sin nuestra participación y que, si lo "tratamos" bien, nos hará "sentir a gusto". Muchas personas tratan su cuerpo como si fuera su esclavo o quizá lo tratan bien pero le exigen que cumpla sus deseos y caprichos como si en el fondo fuera su esclavo.
Algunos dicen que el alma facilita información al cuerpo. Pero imaginemos por un instante qué ocurriría si el cuerpo facilitara información al alma, la ayudara a adaptarse a la vida material, la analizara, la tradujera, le facilitara una hoja en blanco, tinta y una pluma con la cual pudiera escribir sobre nuestras vidas.
¿Y si, como en los cuentos de hadas de las formas cambiantes, el cuerpo fuera un dios por derecho propio, un maestro, un mentor, un guía oficial? ¿Qué ocurriría entonces? ¿Es sensato pasarse toda la vida castigando a este maestro que tiene tantas cosas que dar y enseñar? ¿Queremos pasarnos toda la vida dejando que otros quiten el mérito a nuestro cuerpo, lo juzguen y lo consideren defectuoso? ¿Somos lo bastante fuertes como para rechazar la línea telefónica compartida y escuchar con verdadero interés lo que dice el cuerpo como si éste fuera un ser poderoso y sagrado? (13)
La idea que en nuestra cultura se tiene del cuerpo como simple escultura es errónea. El cuerpo no es de mármol. No es ésa su finalidad. Su finalidad es proteger, contener, apoyar y encender el espíritu y el alma que lleva dentro, ser un receptáculo de la memoria, llenarnos de sentimiento, ése es el supremo alimento psíquico. Es elevarnos y propulsarnos, llenarnos de sentimiento para demostrar que existimos, que estamos aquí, darnos un fundamento, una fuerza y un peso. Es erróneo considerarlo un lugar que abandonamos para poder elevarnos hacia el espíritu. El cuerpo es el promotor de estas experiencias. Sin el cuerpo no existirían las sensaciones del cruce de los umbrales, no existiría la sensación de elevación ni la de altura e ingravidez. Todo eso procede del cuerpo. El cuerpo es la plataforma de lanzamiento del cohete. En su cápsula el alma contempla a través de la ventanilla la misteriosa noche estrellada y se queda deslumbrada.
Notas
(10) En los cuentos de la alfombra mágica hay muchas descripciones distintas del estado de la alfombra: Era roja, azul, vieja, nueva, persa, de las Indias Orientales, procedía de Estambul, pertenecía a una menuda anciana que sólo la sacaba en... etc.
(11) La alfombra mágica es un tema arquetípico fundamental en los cuentos prodigiosos del Oriente Medio. Uno de ellos se titula "La alfombra del príncipe Husein" y se parece mucho al "Cuento del príncipe Ahmed" de Las mil y una noches.
(12) Hay en el cuerpo ciertas sustancias naturales, algunas de ellas muy bien documentadas como, por ejemplo, la serotonina, que, al parecer, producen una sensación de bienestar e incluso de euforia. Tradicionalmente los individuos alcanzan dichos estados por medio de la oración, la meditación, la contemplación, la perspicacia, el uso de la intuición, el trance hipnótico, la danza, ciertas actividades físicas, el canto y otros profundos estados del locus del alma.
(13) En las investigaciones interculturales me han llamado la atención los grupos que son expulsados de la corriente principal y que, sin embargo, conservan e incluso refuerzan su integridad. Resulta fascinante observar cómo una y otra vez el grupo expulsado que conserva su dignidad suele ser admirado y buscado finalmente por parte de la misma corriente dominante que inicialmente lo había echado.
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