jueves

AUTÓGRAFOS OLVIDADOS DE CÉSAR VALLEJO


DÉCIMA ENTREGA


JUAN FLÓ / INTRODUCCIÓN (7)

Para salir rápidamente del atolladero voy a asumir una premisa que no parece que pueda ser negada ni minimizada: Vallejo siempre produjo su poesía a partir de una motivación vivida de naturaleza afectiva, ya fuera ésta asociada a su vida sentimental o a sus ideas o a ciertos acontecimientos que lo conmovieron o a varias de estas cosas a la vez. En el año 1927 su distancia con la vanguardia se expresa directamente en su muy conocido artículo, publicado en Variedades y titulado Contra el secreto profesional, en la que la emprende contra el vanguardismo hispanoamericano y contra el vanguardismo a secas. Y sus argumentos críticos no están basados en la insensibilidad social de los poetas de América de ese momento, de dar ‘esa emoción, seca, natural, pura, es decir prepotente y eterna’. (25) Unos meses después, el 18 de agosto de ese mismo año, escribe una carta a Luis Alberto Sánchez, en la que le comunica el envío de algunos poemas -que se publicaron en Mundial tres meses después. En dicha carta, Vallejo describe su actitud como poeta en términos que muestran el mismo espíritu que el que se manifiesta en el artículo citado más arriba, pero con mayor claridad. Dice Vallejo: ‘mi voto de conciencia estético ha sido hasta ahora impertérrito: no publicar nada, mientras ello no obedezca a una entrañable necesidad mía, tan entrañable como extraliteraria’. (26)

En esta declaración no solamente se exige una motivación entrañable, efectivamente sentida, genuina, sino que ésta no puede limitarse a la motivación estética, es decir a la pura necesidad de escribir poesía. Aparentemente esta actitud conlleva la idea de que la poesía sólo se justifica como una comunicación emocional auténtica y no como un artificio literario. También sugiere que cuando reclamaba ‘esa emoción, seca, natural, pura’, el término ‘natural’ se contrapone a la emoción estética que puede producir un ‘artificio literario’. ¿Cómo puede Vallejo, el que cuatro años antes publicó Trilce y sigue escribiendo una poesía trílcica, considerar que su poesía es movida esencialmente por una emoción natural y desdeñar los artificios literarios como una forma espúrea de hacer poesía? La única respuesta posible responde también a la pregunta que nos dejó planteado el pasaje citado de la carta a Orrego. Para Vallejo los inauditos versos de Trilce son el ejercicio de la extrema libertad que nos independiza de fórmulas y maneras, libertad que se requiere para poder ser auténtico y transmitir, con una expresión inmediata, no corrompida por ninguna retórica, una experiencia entrañable. La utopía de la aniquilación de la retórica, de la escritura en bruto que no es parte de un mundo intertextual, es la creencia que está implícita en la actitud de Vallejo. Y esa es también la idea que se hacen, para admirarla, pero a veces para explicar su distancia respecto de ella, algunos de sus críticos. (27)

Sin embargo, la utopía de Vallejo es todavía más ambiciosa, porque esa investigación de la palabra, que busca en el lenguaje una manera de decir inédita, mal puede ser vista como una forma natural, inmediata, de comunicación o de expresión. Esa voluntad de originalidad es, por el contrario, el impulso a modificar modos de decir y, en ese sentido, no proviene de una ignorancia edénica de toda retórica, sino que es hija de una historia contra la que lucha, pero para continuarla. Por eso que la voluntad de ser absolutamente libre para poder ser auténtico, supone todavía otra utopía mayor que la de partir de cero.

El impulso por lo nuevo pude corresponder a la idea de que los cambios en el mundo imponen un arte que refleje, en sus contenidos y sus técnicas, las transformaciones de la sociedad. O provenir del gusto por el escándalo y la confrontación. O, como lo creyeron algunos formalistas rusos, de la necesidad de recuperar sobre la realidad una mirada distinta, una mirada ‘extrañada’ que no esté opacada por las formas usuales de representar al mundo. Ninguna de estas intenciones está detrás de la poética de Vallejo, sino que apunta a algo más inalcanzable. Se trata de una vieja utopía que desde siempre frecuenta los sueños humanos: la de una palabra que escapa al uso y a la convención y expresa inmediatamente su sentido, porque ella es una misma con su sentido. Muchos poetas han dicho, de una u otra manera, que la poesía es precisamente eso, pero ninguno tuvo la inocencia de creer tan literalmente en ello como para atacar la empresa con medios tan radicales.

Cuando Vallejo elogia la poesía de Pablo Abril no es seguramente por gratitud, pero, sin duda, que no considera esa poesía equivalente a la suya. La poesía de Pablo le sirve como ejemplo a confrontar la vanguardia latinoamericana, porque no recae en el artificio, efectista y autosuficiente, que desdeña la expresión de los sentimientos. Pero su poesía pretende algo distinto; pretende realizar una empresa que él llama heroica. Y es cierto que se trata de una lucha heroica; tiene la heroicidad de todas las luchas por una utopía, consiguen transformar la realidad y alcanzar por lo menos algo de lo que parece difícil y lejano. Creo que ese es el caso del proyecto utópico de Vallejo.

Todo lo anterior deja cabos sin atar. Por lo pronto, parece una paradoja algo perturbadora, que el proyecto de una comunicación inmediata aparezca unida a la poesía que es considerada como notablemente hermética.


Notas

(25) César Vallejo, ‘Contra el secreto profesional’, Aula Vallejo, I, 34.
(26) Carta a Luis Alberto Sánchez del 18 de agosto de 1927 en Silva-Santisteban, III, 429.
(27) Con distintos sentidos, en un sentido literal e ingenuo, o como una forma figurada de referirse a la pretensión del poeta, varios autores, desde temprano, consideran que la poesía de Vallejo rompe con toda retórica y se expresa de manera que podríamos llamar bárbara: ‘al poner a la vez de lado toda técnica en uso, nos ofrece virgen y pura la expresión emotiva de sus choques con la vida’; Espejo, 125. ‘No hay, en América, poeta más personal que Vallejo, ni más desasido de retórica…’; ‘En Vallejo se realiza el estilo de no tenerlo: el des-estilo’; L. A. Sánchez, en Silva-Santisteban, III, 439. ‘Estilo de vida, de humanidad, al margen de toda retórica, de todo ejercicio de palabras’; Estuardo Núñez., 3, Nro 3 (diciembre 1939), republicado en Silva-Santisteban, III, 450: ‘Su voz es ruda y bárbara, es la voz propia del hombre que, divorciado de toda tradición aparente, encuentra en sí mismo el caos inexpresado de un mundo poético y, así, en el caos, habla y grita’; Emilio Adolfo Westphalen, en Silva-Santisteban, II, 231.

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