VIGESIMOTERCERA ENTREGA
La integración de América en el pensamiento de Perón (1)
(Conferencia del 22-VIII-1996)
Para mí este ha sido uno de los temas esenciales, si no el esencial de mi vida intelectual y personal. Y tengo un vínculo personal con un discurso de Perón del año 1953 que definió todas mis perspectivas político-intelectuales. Por eso para mí el tema de la integración no es una mera reflexión académica, sino que involucra mi percepción y mi comprensión de mi propio país. En el fondo uno es hijo de sus primeros amores; los primeros amores no se dejan nunca y en la vida política, ocurre lo mismo. Mis primeros amores fueron dos: el doctor Luis Alberto Herrera en el Uruguay y el coronel Juan Domingo Perón en la Argentina, allí por el año 1945 cuando me empezaba a asomar a la vida pública. Y fue allí donde comencé el aprendizaje de la historia rioplatense, más que del Uruguay solo o de la Argentina sola.
En octubre de 1995, en el quincuagésimo aniversario, tuve el honor que se me invitara a dar una conferencia sobre ese discurso de Perón de noviembre del '53 donde él definía las ideas fundamentales de su política exterior y de su comprensión de la Argentina y Brasil, en relación a su importancia en América Latina. Esa conferencia, que es una conferencia producida por Perón bajo una enorme angustia, una conferencia atravesada por una sensación de fracaso, en una tarea esencial que él se había propuesto y que era la unidad argentino-brasileña como condición de la dinámica unificadora de América del Sur. Esta ha sido para mí la originalidad fundamental de Perón, al punto que he escrito sobre este aspecto: con Perón se ha iniciado la política latinoamericana. Es decir, es el primer creador de lo que se podría llamar una política latinoamericana.
Pocas veces hubo una política latinoamericana. América Latina está dividida en dos ámbitos:
1º - el extremo norte que es México, Caribe y Centro América. Allí está la potencia hispanoamericana más importante: México, con una población actual de casi cien millones de habitantes. Y era ya lo más importante desde los comienzos de la conquista y en la génesis de América Latina.
2º - el núcleo básico de América Latina es la Isla Sudamericana, el enorme bloque de la Isla Sudamericana. Esta isla es lo más importante de América Latina. Y México, en consecuencia, está relativamente excéntrico de la zona de decisión de América Latina. Esta unidad se juega en América del Sur, no en el conjunto. Sólo en América del Sur es donde hay dos componentes básicos; el luso americano y el hispanoamericano. Cuando hablo de América Latina estoy integrando los dos componentes: el lusoamericano o brasileño y el hispanoamericano. Son los dos constituyentes principales de América Latina.
Hubo intentos de política hispanoamericana. Por ejemplo, por las circunstancias históricas San Martín y Bolívar no hicieron política latinoamericana; es decir, no incluían en sus perspectivas unificadoras a Brasil.
El único antecedente de política latinoamericana en América del Sur fue el lapso de la monarquía de los Habsburgo de 1580 a 1640. Hubo sesenta años de un solo rey para toda la América Latina o hispano-lusitana. Felipe II de España fue Felipe I de Portugal. Hubo tres Felipes que gobernaron en las coronas de Portugal y de Castilla y en las Indias Occidentales en su conjunto. Fue un momento fugaz de sesenta años, en él existió una política latinoamericana de la monarquía, unificadora de todo el conjunto. Hubo un momento en que todos estuvimos envueltos en una política común.
El eje del Imperio Español en América del Sur era el mundo peruano, que iba por el Océano Pacífico y se orientaba a través de Panamá al Caribe y el Atlántico Norte, mientras que Brasil nace ocupando casi todo el litoral Atlántico, en el Atlántico Sur.
Buenos Aires era la única puerta atlántica española. Fundada en 1536, tras haberla debido abandonar durante casi cuatro décadas –dejando sueltos unos caballos, cuya copiosa descendencia cambió las pampas– se refundó en 1580, el mismo año de la unidad castellano-lusitana. La segunda Buenos Aires nació con una altísima proporción de portugueses. Era una ciudad casi portuguesa, porque el Atlántico estaba dominado por el asentamiento litoral de los portugueses, miembros de una sola unidad imperial castellano-lusitana.
La línea divisoria de Tordesillas fue una línea astronómica, abstracta, anterior a saber qué diablos realmente iba a dividir. Existió la frontera ideal antes que el mundo real. Esa línea abstracta no pasaba por las bocas del Amazonas y llegaba un poco más abajo de Santos y es donde se instala Portugal. Pero para defender las bocas del Amazonas, de los franceses, los holandeses, etc., la monarquía unificada le dio la jurisdicción al Portugal. Era imposible ir a defender toda la Amazonia que pertenecía a Castilla, desde Quito o desde Lima o desde Potosí; ni siquiera desde Asunción o Buenos Aires. Era infinitamente más accesible hacerlo desde los puertos portugueses y es así que naturalmente sobre los espacios vacíos del interior, se generó la expansión de los puertos atlánticos portugueses y con esto el proceso de expansión de Brasil inicial, con el consentimiento de la monarquía unificada que actuó simplemente con sentido común. No tuvo nada de genial ni de perverso; fue una expansión que geopolíticamente era inevitable y necesaria. La flota española por ejemplo recuperó a Bahía y Lope de Vega escribió una de sus célebres obras Brasil liberado; todo el imperio festejó la recuperación de Bahía porque era toda parte de una gran unidad. Esa unidad se rompe desde 1640 y comienza una era conflictiva, donde de alguna forma España y Portugal son secundarias y se ajustan éste a la política inglesa y aquél al francés pacto borbónico de familia.
Pasan a ser potencias en distintas formas y grados ya secundarios. Pero hubo antes una alianza peninsular que es la gestora de la América Latina inicial y que culmina en esa unidad de la monarquía que tanto hemos olvidado.
La segunda instancia en que se empieza a recuperar esa política de unidad es en el siglo XX con Perón. De alguna forma se retoma la vieja alianza peninsular de los “Trastamara” y los “Habsburgo”, entre Castilla y Portugal, y se intenta recrear en una alianza continental sudamericana, desde la Argentina y Brasil. Es el recomienzo verdadero de una política latinoamericana. En el intermedio hubo hostilidad, indiferencia, acercamientos. No más; y hubo idealidades latinoamericanas, nostalgias, recuperaciones históricas culturales, pero no políticas. Políticas reales que discernieron lo principal de lo secundario, que señalaran cuál era el camino efectivo de una unidad de América Latina, no la hubo hasta los planteos de Perón a la altura de los años '51, que es cuando él lo hace, en forma pública y oficial. Habría que interrogarse cómo y por qué llega Perón a esta situación. Porque no era un intelectual, era un político intelectual. Los políticos de épocas difíciles son siempre políticos políticos para poder inventar grandes novedades. Los políticos del statu quo, conformados por lo habitual, no tienen necesidades intelectuales como Lenin, Napoleón, Haya de la Torre. Tienen que ser intelectuales y de invención intelectual.
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