jueves

AUTÓGRAFOS OLVIDADOS DE CÉSAR VALLEJO



OCTAVA ENTREGA


JUAN FLÓ / INTRODUCCIÓN (5)

Ahora bien, ¿es por estos rasgos que parece tan inexplicable Vallejo? O simplemente indican que es un ejemplo más dentro de un largo proceso que, cuando aparece Trilce, ya tiene por lo menos un siglo y cuarto? Es cierto que en las reflexiones de los poetas desde fines del siglo XVIII, dentro de un movimiento que busca la especificidad de lo poético, es posible encontrar formulaciones que coinciden en afirmar la preeminencia de los poderes poéticos implícitos en el lenguaje y de los efectos reveladores del encuentro imprevisto entre dos vocablos. Por otra parte va de suyo que la práctica poética de Vallejo no puede ser ajena a ese movimiento y que es posible encontrar, en su larga historia, formulaciones muy rotundas acerca de esta autonomía de la palabra poética. Una de las más precoces, pero también de las más radicales concepciones, con una notable capacidad de predecir la poesía del futuro, es la de Novalis que, en sus momentos de mayor osadía, considera la poesía como una producción que ocurre sólo cuando no se pretende decir nada, cuando las palabras son usadas como teclas para una producción aleatoria, en las que ellas juegan consigo mismas y constituyen un mundo propio al igual que lo hacen las matemáticas y también como en ellas, las palabras, aunque sólo se expresan ellas mismas, muestran las relaciones con las cosas. Si queremos hablar de algo determinado, el travieso lenguaje nos hace decir las cosas más irrisorias y disparatadas (‘Will er aber von etwas Bestimmtem sprechen, so läst ihn die launige Sprache das lächerlichste und verkehrteste Zeug sagen’). (19) Unas cuantas décadas después, los simbolistas, en particular Mallarmé, y luego Valéry, también insistieron en el efecto revelador que puede tener el encuentro inaudito de las palabras  (y en el caso de Valéry, menos temeroso del azar, encuentro también fortuito). (20) Y no es necesario recordar en qué medida los surrealistas celebraron los contactos inesperados entre palabras que deparaba el azar.

Ahora bien, es cierto que las declaraciones de Novalis, no así las de los simbolistas, pueden ser leídas como una formulación muy adecuada de, por lo menos, una parte de la poética vallejiana. Pero Novalis no hizo por cierto la poesía que correspondiera a su programa. Ni todos sus numerosos fragmentos sobre la poesía tienen el mismo tenor. Y Mallarmé no solamente no hizo la poesía de la que puede provenir Vallejo (tesis de Xavier Abril que ya no tiene sentido discutir y que Coyné rebatió en su momento), (21), sino que tampoco la propone en sus numerosos escritos en los cuales la invención poética es una operación autosuficiente cuyos efectos nada tienen que ver con emociones que no sean específicamente poéticas.

Y tampoco proviene de las vanguardias, o, en particular del dadaísmo, con el que es filiado tan tempranamente como en 1921 por su amigo Juan José Lora. Sobre la influencia de las vanguardias existe una amplia literatura que ha discutido la posibilidad y el grado de conocimiento que pudo haber tenido el joven Vallejo de la poesía de la vanguardia europea y la naturaleza de esa posible influencia. (22) En realidad el problema no es tanto la existencia o no de una influencia sino en qué consiste. Y planteado de esa manera el problema no se resuelve con documentos sino con análisis de los textos. La relación que existe entre Los heraldos negros Trilce es la clave de la aparición de lo que podemos llamar lo específico de Vallejo y creo que en su primer libro están presentes formas inequívocas de esa especificidad. Respecto de la relación entre ambos libros la tesis que podemos llamar ‘rupturista’ y la tesis ‘continuista’ pueden ser ambas admitidas como válidas. (23) No cabe duda que frente al modernismo tardío, y a la vez algo teñido de un cierto tardorromanticismo, que se le puede imputar al primero de los libros, y la absoluta ruptura que representa el otro, sería una afirmación descabellada la que sostuviera que el segundo es simplemente algo así como la maduración o el desarrollo del primero. Pero una vez reconocido este hecho, como algo que sensatamente no puede ponerse en discusión, cabe hacer otra pregunta. Una pregunta que no tiene nada que ver con el contraste brutal que existe entre los dos libros, sino sobre la presencia en el primero de algunos indicios que muestran que algo del sistema poético que se manifiesta en Trilce está ya allí ‘in nuce’. En mi opinión, ese algo de la poética de Trilce que está presente en Los heraldos negros, no es tanto lo que nos recuerda los versos de Trilce, sino algo que nos muestra una curiosa actitud que consiste en arriesgarse a inventar imágenes, adjetivaciones y expresiones, ásperas, exageradas e ingenuas que, legítimamente pueden resultar torpes, como si esa renuncia a todo buen gusto fuera el precio que tiene que pagar para no sofocar su propia voz. Es difícil, en ese primer libro, discernir los peores amaneramientos de la retórica modernista imitados con torpe ingenuidad, de las irrupciones de un lenguaje propio. Los lectores de la obra posterior de Vallejo pueden seguramente reconocer esa voz en algunos ejemplos: los ‘Cristos del alma’; ‘mi no ser antiguo’; ‘cegueras de Longinos’; ‘balarán mis versos’; ‘el labio al encresparse para el beso’; ‘y sus quince años dándole el seno a una hora’; ‘cuando abra su gran O de burla el ataúd’; ‘la abuela amargura’; ‘ladra el río’; maya en mi Pacífico / un náufrago ataúd’; ‘nominal como Dios’; ‘en la doncella plenitud del 1’; ‘el Jesús aún mejor de otra gran Yema’; ‘y eche a volar Verbos plurales’; ‘y que no me vaya / sin llevar diciembres / sin dejar eneros’. Lo importante es que Vallejo ya en esos momentos comienza a distinguir entre el forzamiento de la retórica conocida y el hallazgo de algunas expresiones personales. Recordemos que prefiere en una versión final: ‘…son las crepitaciones / de algún pan que en la puerta del horno se nos quema’ a un verso que decía: ‘las explosiones súbitas / de alguna almohada de oro que funde un sol maligno’. Y también prefirió ‘Balarán mis versos en tu predio entonces’ a un verso que en un borrador figura como ‘repicando en tu alma mis versos’.


Notas

(19) Resumo algunas ideas que corresponden al fragmento 1228 y a uno de sus dos breves y notables Monologen; a éste también corresponde la cita.
(20) Transcribo dos textos ejemplares: ‘Le vers qui de plusieurs vocables refait un mot total, neuf, étranger à la langue et comme incantatoire, achève cet isolement de la parole : nian d’un trait souverain, le hasard demeuré aux termes malgré l’artifice de leur retrempe alternée en le sens et la sonorité, et vous cause cette surprise de n’avoir ouï tel fragment ordinaire d’élocution, et en même temps que la réminiscence de l’objet nommé baigne dans une neuve atmosphère’; Mallarmé, ‘Le crise des vers’. Œuvres (Paris, NRF, 1945), 368. ‘Poète est aussi celui qui cherche le système intelligible et imaginable, de l’expression duquel ferait partir un bel accident de langage: tel mot, tel accord de mots, tel mouvement syntaxique, -telle entrée- qu’il a rencontrés, éveillés, heurtés par hasard, et remarqués, -de par sa nature de poète’ ; P. Valéry, Littérature (Paris: NRF, 1930), 23-24.
21) André Coyné, César Vallejo (Buenos Aires, Nueva Visión, 1968), 144.
22) Desde que Lora filió a Vallejo en el dadaísmo, pasando por las discusiones entre Coyné y Larrea acerca de su relación con el surrealismo (Aula Vallejo, Nro VIII-IX-X, 1971), el tema ha sido muy debatido. Más reciente es el trabajo de Jorge Cornejo Polar, ‘Vallejo y la vanguardia, una relación problemática’, Apuntes, 28 (1991), 73-85, que investiga el acceso que pudo tener Vallejo, antes de Trilce, de los textos de las vanguardias europeas y su posible influencia.
23) En general la crítica ha reconocido en Los heraldos negros señales que anuncian la poesía de Trilce. Ver entre otros: Alcides Spelucín, en el debate posterior a la presentación de su ‘Contribución al conocimiento de César Vallejo y de las primeras etapas de su evolución poética’, Aula Vallejo (Córdoba: Universidad Nacional, Facultad de Filosofía y Humanidades, 1961-62), II-III-IV, 105. Roberto Paoli dice de modo elocuente: ‘Ma, per quanto sembri paradossale, è su questo terreno dissodato (el de Los heraldos negros) che si coltiverá la pianta convulsa di Trilce, la cui ricchezza, complessitá e anomalía non derivano da moltici influenzi, ma da un violento gettito interiore di materie fuse; Poesie, di César Vallejo, traduzione, studi introduttivi e bibiliografia de Roberto Paoli (Milán: Lerici Editori, 1964), L. Por su parte subraya la marcada originalidad de Los heraldos negros, Coyné; César Vallejo, 42. Y Américo Ferrari señala que en su primer libro Vallejo muestra dos maneras, una que rinde vasallaje al modernismo y ‘la otra, seca y desnuda, anuncia ya el Vallejo de Trilce y de Poemas humanos’; El universo poético de César Vallejo (Caracas, Monte Ávila Editores, 1972), 21.

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