CAPÍTULO 5
TRIGESIMOCTAVA ENTREGA
La caza: Cuando el corazón es un cazador solitario
Las primeras fases del amor
El hallazgo accidental del tesoro
En todos los cuentos hay algún material que se puede considerar un reflejo de las enfermedades o el bienestar de la propia cultura o de la propia vida interior. En los cuentos hay también unos temas míticos que se pueden interpretar como representación de las distintas fases de la conservación del equilibrio de los mundos interior y exterior, y como instrucciones para lograrlo.
Aunque la Mujer Esqueleto se puede considerar la representación de los movimientos del interior de una sola psique, este cuento me parece más interesante si se interpreta como una serie de siete tareas que enseñan a cada alma a amar profunda y satisfactoriamente a otra. Éstas son las tareas: descubrir a otra persona como una especie de tesoro espiritual, aunque al principio uno no se dé cuenta de lo que ha encontrado en casi todas las relaciones amorosas viene a continuación de la persecución y el ocultamiento, un período de esperanzas y temores para ambos componentes de la pareja. Después viene el desenredo y la comprensión de los aspectos de la Vida / Muerte / Vida que contiene la relación y la aparición de un sentimiento de compasión con respecto ala tarea. La siguiente fase es la de la relajación, la confianza y la capacidad de descansar en presencia del otro y con su beneplácito, tras lo cual se inicia un período de participación de ambos en los sueños futuros y las tristezas pasadas, los cuales marcan el comienzo de la curación de las antiguas heridas de amor. Después viene el uso del corazón para entonar un cántico a la nueva vida y, finalmente, la fusión del cuerpo y el alma.
La primera tarea, el hallazgo del tesoro, figura en docenas de cuentos de todo el mundo en los que se narra la pesca de una criatura del fondo del mar. Cuando eso ocurre en una narración, siempre sabemos que muy pronto se producirá una lucha entre lo que vive en el mundo de arriba y lo que vive o se ha reprimido en el mundo subterráneo. En este cuento, el pescador pesca mucho más de lo que esperaba. "Es uno de los gordos", piensa mientras se da la vuelta para recoger la red.
No se da cuenta de que está izando a la superficie el tesoro más terrorífico que pueda imaginar, que está izando a la superficie algo muy superior a sus fuerzas. No sabe que tendrá que llegar a un entendimiento con él y que está a punto de poner a prueba todos sus poderes. Y lo peor es que no sabe que no sabe. Éste es el estado de todos los enamorados al principio: están tan ciegos como los murciélagos.
Los seres humanos que no tienen demasiados conocimientos al respecto muestran una cierta tendencia a acercarse al amor tal como el pescador del cuento se acerca a la caza: "Espero pescar uno muy gordo que me alimente durante mucho tiempo, me llene de emoción y me facilite la vida y del que pueda presumir delante de todos los demás cazadores cuando vuelva a casa." Es el comportamiento natural del cazador ingenuo o muerto de hambre.
Los muy jóvenes, los no iniciados, los hambrientos y los heridos tienen unos valores que giran en torno al hallazgo y la ganancia de trofeos. Los muy jóvenes aún no saben realmente lo que buscan, los hambrientos buscan sustento y los heridos buscan consuelo de sus anteriores pérdidas. Pero a todos les "caerá encima" el tesoro.
Cuando alguien está en compañía de los grandes poderes de la psique, en este caso de la mujer de la Vida / Muerte / Vida, y es muy ingenuo, lo más seguro es que pesque más de lo que esperaba. A menudo acariciamos la fantasía de recibir el alimento de la profunda naturaleza a través de una relación amorosa, un trabajo o el dinero, y esperamos que el alimento nos dure mucho tiempo. Nos gustaría no tener que trabajar más. Hay veces en que incluso nos gustaría que nos dieran de comer sin apenas tener que trabajar. En realidad, sabemos muy bien que, de esta manera, no conseguiremos nada que merezca la pena. Pero, aun así, lo deseamos.
Es fácil permanecer tendidos soñando simplemente con el amor perfecto. Es una anestesia de la cual tal vez jamás nos recuperemos como no sea para apropiarnos despiadadamente de algo valioso que se encuentra, sin embargo, fuera de nuestra conciencia. Para los ingenuos y heridos el milagro de la actuación de la psique consiste en que, aunque uno esté desanimado, aunque se muestre irreverente, no quiera hacerlo, no lo espere en realidad, no le apetezca, aunque se sienta indigno o no esté preparado, tropezará accidentalmente y de todos modos con el tesoro. Entonces al alma le corresponde la tarea de no pasar por alto lo que se ha encontrado, reconocer que el tesoro lo es efectivamente y reflexionar cuidadosamente acerca de lo que debe hacer a continuación.
La figura del pescador comparte un poco el arquetípico simbolismo de la del cazador y ambas representan entre otras muchas cosas los elementos psicológicos de los seres humanos que intentan saber y se esfuerzan por alimentar el yo por medio de la fusión con la naturaleza instintiva. En los cuentos como en la vida el cazador y el pescador inician su búsqueda mediante una de estas tres maneras: de una manera sagrada, con mezquindad o a trompicones. En el cuento de la Mujer Esqueleto vemos que el pescador anda un poco a trompicones. No es mezquino, pero tampoco pone de manifiesto una actitud o intención sagrada.
A veces los amantes empiezan también de esta manera. Al principio de una relación sólo intentan pescar un poco de emoción o una especie de antidepresivo del tipo "ayúdame a pasar la noche". Sin darse cuenta entran en una parte de su propia psique y en la de la otra persona en la que habita la Mujer Esqueleto.
Aunque sus egos sólo busquen un poco de diversión, el espacio psíquico es un territorio sagrado para la Mujer Esqueleto. Si navegamos por estas aguas, la pescaremos con toda seguridad.
El pescador cree que sólo anda en busca de un poco de alimento, pero de hecho está sacando a la superficie toda la naturaleza femenina elemental, la olvidada naturaleza de la Vida / Muerte / Vida y ésta no se puede pasar por alto, pues, siempre que empieza una nueva vida y se presenta la Reina de la Muerte. Y cuando eso ocurre, por lo menos en un primer tiempo, la gente le presta una extasiada y temerosa atención.
En el tema inicial -el de la mujer que yace bajo la superficie del mar-, la Mujer Esqueleto se parece a Sedna 3, una figura de la Vida / Muerte / Vida de la mitología inuit. Sedna es la gran diosa deforme de la creación que habita en el mundo subterráneo inuit. Su padre la arrojó por la borda de su kayak, pues, a diferencia de otras obedientes hijas de la tribu, ella se había escapado con un hombre-perro. Como el padre del cuento de hadas "La doncella manca", el padre de Sedna le amputó las manos. Sus dedos y sus miembros se hundieron hasta el fondo del mar, donde se convirtieron en peces y focas y otras formas de vida que a partir de entonces alimentaron a los inuit.
Lo que quedó del cuerpo de Sedna también se hundió hasta el fondo del mar. Allí se convirtió en huesos y en cabello muy largo. En el rito inuit, los chamanes de la tierra descienden nadando hasta ella y llevan comida para apaciguar a su furioso consorte-perro y guardián. Los chamanes le peinan el larguísimo cabello, le cantan y le suplican que sane el alma o el cuerpo de alguna persona de arriba, pues ella es la gran angakok, la maga; es la gran puerta norteña de la Vida y la Muerte.
La Mujer Esqueleto que se pasó siglos bajo el agua también se puede interpretar como la fuerza de la Vida / Muerte / Vida no utilizada y mal utilizada de una mujer. En su forma vital y resucitada, gobierna las facultades intuitivas y emotivas que completan los ciclos vitales de los nacimientos y los finales, de las penas y las celebraciones. Es la que examina las cosas, la que puede decir cuándo es el momento de que muera un lugar, una cosa, un grupo o una relación. Este regalo de la percepción psicológica espera a todos aquellos que la hacen aflorar a la conciencia a través del acto de amar a otra persona.
Una parte de todas las mujeres y de todos los hombres se niega a saber que en todas las relaciones amorosas la Muerte también tiene que intervenir. Fingimos poder amar sin que mueran nuestras ilusiones acerca del amor, fingimos poder avanzar sin que jamás tengan que morir nuestros vehementes arrebatos de emoción. Pero en el amor, desde un punto de vista psíquico, todo, absolutamente todo se desmenuza. El ego no lo quisiera, pero así tiene que ser y toda persona dotada de una profunda naturaleza salvaje se muestra inclinada a aceptarlo.
¿Qué es lo que muere? La ilusión, las expectativas, el ansia de tenerlo todo, de querer tan sólo lo bello, todo muere. Puesto que el amor siempre da lugar a un descenso a la naturaleza de la Muerte, se comprende por qué razón es necesario tanto dominio sobre uno mismo y tanta fuerza espiritual para entregarse a este compromiso. Cuando uno se compromete con el amor, se compromete también con la resurrección de la esencia de la Mujer Esqueleto y de todas sus enseñanzas.
El pescador del cuento tarda en comprender la naturaleza de lo que ha pescado. Es lo que le ocurre a todo el mundo al principio. Si uno es inexperto, no sabe que allí abajo habita la naturaleza de la Muerte. En cuanto el sujeto averigua qué es lo que tiene delante, su impulso es intentar rechazarlo. Nos convertimos en unos seres semejantes a los padres mitológicos que arrojan al mar a sus hijas salvajes por la borda del kayak.
Sabemos que a veces las relaciones fallan cuando pasan de la fase de anticipación a la fase de enfrentamiento con lo que hay realmente en el extremo del anzuelo. Ocurre en la relación de una madre con su hijo de dieciocho meses lo mismo que entre los padres y su hijo adolescente, entre los amigos y entre los amantes de toda la vida y los que llevan muy poco tiempo juntos. Una relación iniciada con la mejor voluntad vacila, se agita y a veces se tambalea cuando termina la fase del enamoramiento. Entonces, en lugar de llevar a la práctica una fantasía, empieza en serio el desafío de la relación y uno tiene que echar mano de toda su habilidad y prudencia.
La Mujer Esqueleto que habita bajo el agua representa una forma inerte de una profunda vida instintiva que se conoce de memoria la creación de la Vida y la creación de la Muerte. Si los amantes insisten en llevar una vida de forzada alegría, perpetuos placeres y otras formas de nefasta intensidad, si se empeñan en que haya constantes Donner und Blitz, truenos y relámpagos sexuales, o un torrente de cosas agradables y ningún conflicto, arrojarán por el acantilado la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida y ésta se volverá a ahogar en el mar.
El hecho de excluir de la relación amorosa todos los ciclos de la vida y la muerte da lugar a que la naturaleza de la Mujer Esqueleto sea arrancada de su alojamiento psíquico y se ahogue. Entonces la relación amorosa adopta una forzada expresión de "no nos pongamos tristes, procuremos divertirnos todo lo que podamos" que se esfuerza en mantener a toda costa. El alma de la relación desaparece y se hunde en el agua, inútil y sin sentido.
Siempre se arroja por el acantilado a la Mujer Esqueleto cuando uno o los dos componentes de la pareja no la soportan o no la entienden. La arrojarnos por el acantilado cuando no aprendernos bien el uso de los ciclos transformativos: cuando las cosas tienen que morir Y ser sustituidas por otras. Si los amantes no pueden soportar estos procesos de la Vida / Muerte / Vida, tampoco se pueden amar el uno al otro más allá de las aspiraciones hormonales.
El hecho de arrojar por el acantilado esta misteriosa naturaleza siempre da lugar a que la amante y la fuerza espiritual del amante se conviertan en unos esqueletos privados de auténtico amor y alimento, puesto que la mujer suele vigilar muy de cerca los ciclos biológicos y emocionales, los ciclos de la vida y la muerte constituyen el centro de su interés. Y, puesto que no puede haber mucha vida si no se produce un declive de lo que antes había, los amantes que se empeñan en mantenerlo todo al máximo nivel de esplendor psíquico vivirán una relación cada vez más osificada. El deseo de obligar al amor a vivir sólo en su forma más positiva es la causa de que, al final, el amor muera definitivamente.
El desafío del pescador es el de enfrentarse con la Dama de la Muerte, su abrazo y sus ciclos de vida y muerte. A diferencia de otros cuentos en los que se captura una criatura subacuática a la que después se deja en libertad y el pescador recibe en prenda de gratitud el cumplimiento de un deseo, a la Dama de la Muerte no se la puede soltar y ésta no accede amablemente a ningún deseo.
Emerge a la superficie tanto si uno quiere como si no, pues sin ella no puede haber ningún auténtico conocimiento de la vida y, sin este conocimiento, no puede haber lealtad ni verdadero amor o afecto. El amor cuesta caro. Cuesta el precio de la valentía. Cuesta tomarse una molestia, tal como veremos más adelante.
Una y otra vez observo en los amantes, cualquiera que sea su sexo, un fenómeno de este tipo: dos personas inician una danza para ver si les interesa amarse. De repente, pescan accidentalmente a la Mujer Esqueleto. Algo en la relación empieza a disminuir y resbala hacia la entropía. A menudo se reduce el doloroso placer de la excitación sexual o uno de los componentes de la pareja ve la frágil y herida parte oculta del otro o ve al otro como algo que "no es precisamente un trofeo" y es entonces cuando emerge a la superficie la vieja con su calva y sus amarillentos dientes.
Parece espantoso y, sin embargo, es el momento privilegiado en que existe una auténtica oportunidad de dar muestras de valentía y conocer el amor. Amar significa permanecer al lado de alguien. Significa salir de un mundo de fantasía y entrar en un mundo en el que es posible el amor duradero, cara a cara, hueso a hueso, un amor hecho de afecto. Amar significa quedarse cuando todas las células gritan: "¡Echa a correr!"
Cuando los amantes son capaces de soportar la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida y de entenderla como un continuo -como una noche entre dos días- y como la fuerza capaz de crear un amor para toda la vida, pueden enfrentarse con la presencia de la Mujer Esqueleto en su relación. Entonces se fortalecen juntos y ambos se sienten llamados a una comprensión más profunda de los dos mundos en los que viven, el mundo material y el mundo del espíritu.
A lo largo de mis veintitantos años de práctica, los hombres y las mujeres se han tendido en mi sofá diciendo con emocionado terror: "He conocido a alguien... yo no quería, estaba ocupado en mis propios asuntos y ni siquiera miraba y, ¡de pronto!, conozco a alguien con A mayúscula. ¿Qué hago ahora?" Mientras alimentan la nueva relación, empiezan a acobardarse. Se echan para atrás y se preocupan. ¿Temen perder el amor de esta persona? No. Tienen miedo porque están empezando a vislumbrar una calva calavera por debajo de las olas de su pasión. ¡Ay! ¿Y ahora qué hacen?
Yo les digo que es un momento mágico, pero no logro tranquilizarlos. Les digo que ahora veremos algo maravilloso. Pero les falta la fe. Les digo que resistan y eso sí lo hacen, aunque con gran esfuerzo. Sin que yo me dé cuenta desde la óptica de mi análisis, la barquita de su relación amorosa se va alejando cada vez más rápido. Alcanza la orilla y, en un santiamén, sus ocupantes echan a correr como alma que lleva el diablo y yo en mi papel de analista corro a su lado e intento decirles algo mientras a nuestra espalda nos sigue a trompicones quien ya sabemos.
La mayoría de la gente cuando se enfrenta por primera vez con la Mujer Esqueleto experimenta el impulso de echar a correr y alejarse al máximo. Correr forma parte del proceso. Hacerlo es humano, pero no durante el tiempo y no para siempre.
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