martes

LA NEGRA JEFA (Sexo, Momo & Yemanjá) - HUGO GIOVANETTI VIOLA



NOVENA ENTREGA


UNO: LOS BORRACHOS VAN AL CIELO (7)


15 / EL CIELO

TATO VIO alzarse la polvareda del callejón, y clavó los ojos en el espejeo ardiente de los álamos. Los hombres se acercaron respirando muy hondo.

-Traje el Fond de Cave -le dijo el chiquilín a Rabí. -Ayer le ofrecí a tu hermano, pero no quiso.

-Mejor -le dijo el director de Los Super Ratones. -Hoy se precisa mucha virundela. Ayer ganamos, nene. ¿No fuiste?

-Sí: qué golazo de Pelé.

-Pasá la cantimplora, loco.

-Ayer salí a la cancha con Pelé -dijo Tato, enfrentando la mirada color almíbar del médico. -Como cuando íbamos con mi viejo.

Rabí se acarició la papada gredosa y pidió el champagne por señas.

-Anteayer explicaste mal lo que pasó la madrugada que te quisiste ir al cielo -intentó sonreír. -Vos sabías que Tarzán no estaba en ningún otro cielo, hijo.

-Y vos no me digas hijo.

-Bueno -protestó el murguista. -No se van a pelear ahora, muchachos. Anoche fue el récord: hicimos diez tablados. Y hoy quiero des-can-sar. Porque estoy de-sin-fla-do. Y Tarzán está en el África y chau. Se dejan de joder. ¿Son amigos o qué Cristo pasa?

-Tarzán no está en el África, tarado -gritó Tato.

-Ya sé: está en el infierno -dijo el director de Los Super Ratones, chasqueando la lengua. -No es el único, macho.

-El padre de Tato está en una clínica para enfermos mentales incurables -dijo Rabí.

Tato le tiró un pelotazo y el médico lo esquivó apenas.

-A mi padre lo mataron los milicos -gritó el chiquilín. -Lo volvieron loco los milicos. ¿No sabés eso, acaso?

-Sí. Pero vos también sabés que está encerrado y que no puede volver nunca más a tu casa. Por eso tu madre acaba de pedir el divorcio.

-¿Y los médicos para qué sirve, entonces? -aulló el chiquilín, agarrándose la cara. -¿No me dijiste el otro día que con un poco de suerte uno hace lo que quiere? ¿Para qué mierda hizo este mundo, Dios? ¿Para que todo el mundo quiera morirse?

El director de Los Super Ratones se arrodilló a morderle suavemente los pies. Tato vio aterciopelarse el empozamiento azabache de sus ojos cuando dijo:

-Tranquilo, Pelé Carro. Está hecho para que todo el mundo quiera vivir, también. Y para que hagamos que la gente tenga ganas de vivir y reírse.

-Mentira -gritó Tato. -Son unos mentirosos de mierda.

Rabí se incorporó y fue a buscar la pelota para ponérsela abajo del brazo.

-Lo más difícil de este mundo es creer en la verdad -dijo. -Ya lo hablamos varias veces. Y la verdadera verdad es como esta pelota: hasta que no la metés adentro del arco y volás, es como si no hubiera existido nunca.

El murguista vacío la cantimplora y se chupó los dedos.
                                            

16 / LUZ

DOLOR DE vieja arboleda cantabas maquillándote diez años después en la pieza recién vuelta a encalar y por fin observaste la vejez derrotada de tu rostro y agregaste canción de esquina y prendiste un cigarrillo y te apoyaste en la mesita para espejar desde muy cerca tu boca revestida de rojo fuego: yo siempre me concentraba igual antes de una Llamada y lo mismo me quedaba una hora haciéndome trompas hasta que me olvidaba de todo y ese día canté Naranjo en flor no sé qué cantidad de veces y sentí que el bebé había terminado de dolerme y entonces me patearon la puerta a lo animal y me tapé con un toallón y empalmé una cuchilla antes de abrir: el soldado te reconoció ipso facto y cambió de gesto cuando te pidió para registrar la pieza Aquí no hay nada pa manosear botija ladraste Y además trae yeta que alguien vea las plumas de la reina antes del desfile: y el milico junó a un superior y se quedó en el molde y en ese momento sacan a Garrincha y a Coutiño trincados como si fueran asesinos y yo me hago la boba y grito Así que los que tocan los tambores también están contra las Fuerzas Armadas pero ni me dieron pelota: y después que arrancaron los camiones cruzaste el corredor y encontraste al Fernández chico abrazado de la madre de Alondra y la muchacha ciega levantó sus insolados ojos vidriosos y preguntó si igual iban a desfilar: y entonces miré a Pelé que tendría unos nueve o diez años y berreaba peor que un chanchito degollado contra el delantal de Dalma y retruqué Yo bailo aunque se acabe el mundo comprendiste y aquella noche me sentí vieja por primera vez en mi vida de generala: y la Coca y el bebe Casal te gritaban Arriba Lucecita que tenemos pueblo pa rato pero no hubo manera de que te liberaras de la sombra de plomo de la Muerte persiguiéndote a lo largo de Curuguaty y pensabas Si pudiera volar un poquito se acabaría el problema y a pesar de que la dictadura los había obligado a cambiarle el nombre a la comparsa la gente les gritaba Meta Negros de Artigas: y los milicos repartieron palos hasta que se aburrieron y yo terminé cayéndome de mamada y apenas me despierto veo a venir a Cirilo con un diario y la misma cara que tenía cuando murió Dedé y grité Quién y él dijo La hija de Sixto y yo todavía me asombro de no haberme asombrado: Brigitte había muerto ahogada en una piscina puntaesteña a los veintinco años y el diario sugería elegantemente su suicidio bajo la piel de aquella madrugada que casi te derrumba en pleno Curuguaty : y no lloré ni nada y canté Era más blanda que el agua que el agua blanda y me lavé la cara cantando era más fresca que el río naranjo en flor y le pedí a Cirilo que se fijara dónde la velaban: y empezaste a vestirte de blanco murmurando y en esa calle de frío calle perdida y no te maquillaste y apenas te clavaste los lentes oscuros y saliste del conventillo salmodiando dejó un pedazo de vida y se marchó: la velaban muy cerca pero llegué sudando como un chivo y mientras me acercaba al cajón empujando a la gente me sentí Moby Dick invadiendo Norteamérica para vengarse del Capitán Nemo: y entonces te sacaste los lentes y viste a la muchacha flotando sobre el hedor de las flores y las vidas y supiste maravilladamente que Dedé tampoco estaba muerta y le sonreíste a todos los habitantes de la eternidad: y de golpe siento que me trincan y me empiezan arrastrar entre dos monos y no dije ni pío hasta que se oyó un rugido y los pitucos me dejaron caer de culo y se armó tamaña piñata y el bebé terminó sacándome cargada como a una novia y me llevó al boliche de la esquina: y lo encontraste tan flaco y mal vestido y lóbrego que dijiste Pobrecito y le acariciaste un ojo hinchado y pediste dos whiskys triples para ahogar la resaca del corazón y del estómago: y al rato estábamos en forma y Sixto me contó que después del divorcio había quedado completamente en la llaga y que la única chance que tenía para repechar era conseguir la dirección técnica de las inferiores mirasoles: y me di cuenta que no andaban bien con el mosquetero y dije Ese asunto dejámelo a mí y él bajó la trucha y se frotó los pelos y le pedí que no explicara nada sobre los despelotes del pasado: Lo único que preciso es saber es dónde para D’Artagnan y a qué hora se lo pesca dijiste y aquella misma tarde irrumpiste en el penumbroso piano-bar de Punta Carretas que hizo resplandecer la insaciabilidad de tu última belleza: y lo fiché una sola vez al petiso engominado y me mandó una vuelta y enseguida cayó a sentarse con mamucha porque me tenía ganas desde hacía veinte años: y apenas le rozaste una uña mientras le planteabas lo de Sixto y D’Artagnan sonrió sin alterar la rigidez humeante  y mintió Eso se va a resolver hoy mismo en Directiva así que ni te hubieses gastado: A mí Sixto me importa menos que a vos papito retruqué levantándome y si querés probar un ico ico celestial pasá esta noche por la pieza y él me llevó hasta el conventillo y me dijo Ta luego igual que si escupiera a una cadáver y yo tuve tiempo de adobarme y acordarme bien de todo y esperarlo tranquila: D’Artagnan apareció con otra botella y estuvo a punto de vaciarla él solo  antes de empezar a exigirte que reprodujeras el kama sutra de las humillaciones y entonces comprendiste que Sixto acababa de ser nombrado técnico de las inferiores y cuando me pidió que se la frotara con whisky le acaricié la cicatriz y dije Y esto cómo fue que te lo hicieron papito y él contó con los ojos cerrados y una baba jedionda cayéndosele por el costado del pucho Le meé la cara a una negrita de doce años allá en la frontera y casi me la corta en dos de una mordida aunque la que terminó hecha carne picada fue ella y entonces saqué la cuchilla de abajo de la cama y el diablo se acabó.

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