Tabaré Cardozo, el hombre que le puso rock a la murga uruguaya
Tabaré Cardozo camina por la zona del bajo Retiro silbando "El pibe de los astilleros", de los Redonditos de Ricota, y mirando cómo se mueve el paisaje de autos y personas, con cierto anonimato. Parece que está buscando su próxima historia. "Siempre es más importante el ojo y la oreja del poeta que la pluma; porque es más importante lo que ves y escuchás, que lo que uno escriba o la estilística que tengas."
Con sus 41 años, Tabaré parece un rolinga de Mataderos, pero es un murguero oriental criado en las calles rocanroleras de barrio Buceo de Montevideo. "Salí en las murgas desde los cuatro años hasta la adolescencia. Después armé mis bandas de rocanrol con mis compañeros de secundaria y, a los 20, entré profesionalmente en los grupos de murga." Tabaré pasó por las más "grosas": Curtidores de Hongos, Contrafarsa, Falta y Resto, y Agarrate Catalina. "Con mi hermano Yamandú, decimos que vivimos la mitad de la vida arriba de un tablado y la otra mitad arriba de un camión yendo al tablado. Ahora cambió el tablado del barrio por los mejores teatros del mundo, y el camión por aviones, motorhome , barcos y trenes, pero sigue siendo la misma filosofía de vida."
Un pibe se le acerca a darle la mano. Reconoce a Tabaré sin el maquillaje a lo Tim Burton que llevaba en Agarrate Catalina, banda con la que hizo cincuenta funciones en La Trastienda y con la que llenó el estadio Luna Park hace apenas unos meses.
El artista uruguayo parece sorprendido por el gesto, pero en un futuro cercano sus canciones pueden despertar el mismo fenómeno que despertó Jaime Roos entre los porteños. Es que su pluma montevideana tiene ese gancho de los himnos murgueros, la mística del mostrador del Canario Luna, el pulso rock de La Vela Puerca y el olfato para construir canciones con alma de estadio.
"Jaime fue uno de los primeros en incorporar la murga a la canción -dice Tabaré-. Yo soy de otra generación, entonces cuento un cuento parecido, pero desde otra óptica. Le incorporé el sonido de guitarras podridas, los vientos del rock latino, el violín, el acordeón y la influencia de otras culturas. Pero hay conexiones. El Canario Luna grabó con Jaime y también grabó conmigo en el tema «Murguero oriental». El Canario todo lo que tocaba lo convertía en oro. Era un tipo muy sabio, con mucho arrabal, con mucha cultura callejera, y con una gran capacidad para pintar la realidad en sus glosas, que sintetizaban mejor el paisaje que la propia canción. Creo que yo sigo esa gran tradición uruguaya de cantarles a sus cosas."
Ahora, que los últimos discos solistas de Tabaré Cardozo son editados de este lado de la orilla y viene más seguido, canciones de antología como "Murguero oriental", "Lo que el tiempo me enseñó", "Montevideo" o "El zoológico de mi cabeza" (disco que vino a presentar dos veces con meses de diferencia), empiezan a darle chapa de ídolo rioplatense. En las calles de Montevideo, Tabaré Cardozo es un viejo conocido, cabeza visible de una movida emergente que lo transformó en el nuevo ícono de la canción uruguaya, capaz de combinar con estilo dos pasiones: la murga y el rock.
"Al principio, estábamos medio solos con Jaime Roos. En los últimos años se incorporó toda la movida del MPU con Alejandro Balbis, Pitufo Lombardo, Emiliano y El Zurdo. Entonces, se armó algo con gente de la murga que se acercó a la cancionística popular y gente del rock que se acercó a la murga como La Vela Puerca y NTVG, que han cantado con nosotros y han grabado cosas de murgas. Como yo vengo del palo del rock, soy amigo de cantidad de rockeros y es como que se armó una en la que yo estoy parado en el medio. No sé si soy un rockero que hace murga, o un murguero que hace rock; por suerte, me toca oficiar de puente. Y está bueno porque somos muy amigos en la barra de Uruguay", cuenta el artista, que en 2010 coronó su historia en la escena uruguaya con un registro en DVD de su show en el Teatro Solís.
-¿Qué condiciones se dieron para que emerja este nuevo movimiento de murga y rock?
-Creo que tiene que ver con la identidad uruguaya. La murga es como la banda sonora nuestra y habla de ese arrabal que está muy metido hasta en el rock. Cuando florece el rock uruguayo a finales de los años noventa, aparece la impronta murguera. Si pensás en el Enano Teseyra, de La Vela Puerca, ves que está muy vinculado a Falta y Resto, y, por otro lado, tenés a Emiliano Brancciari, cantante de NTVG, que salía en la murga La Mojigata, es decir, que la murga está en el ADN montevideano.
-¿Qué te enseñó la murga?
-En un carnaval de 40 días, tenés 150 funciones, y vas de un barrio a otro, desde el barrio más cajetilla hasta el más pobre. Entonces eso te enseña mucho porque te sitúa en medio de una realidad que hace que tu mensaje tenga que ser entendido por todos. Y vos tenés que tratar de no bajar el nivel del contenido, pero que sea codificable porque quizás hay gente que no tiene acceso a cierta información. Entonces eso va modificando tu pluma, tu manera de escribir y mirar la realidad
-¿En los últimos años se dieron cambios en las murgas?
-Creo que con los años las murgas se volvieron más rockeras en su lenguaje. El hecho de cautivar a una cantidad de público más rockero y hippie hace que la movida crezca. Tenés las barras que van con sus trapos y se hacen tatuajes de las murgas que siguen, y eso tiene como una actitud rocker que empieza a vincular estos mundos. Nosotros con la Catalina o con la banda solista participé en una cantidad de festivales de rock con una gran aceptación popular. Que algo medio murguero se mezclara en un festival de rock era algo impensado en años anteriores. y ahora es de lo más natural.
claves de autor
Influencias: un músico que me influyó mucho en mi manera de componer y escribir es el El Sabalero, que era un costumbrista, tenía canciones que hablaban de su barrio y de su entorno con calidad y precisión, daba en el blanco siempre. Lo admiro y aprendí de él esa cosa del compositor uruguayo que tiene una raigambre hacia su comarca. Uno trata de tomar ese ejemplo y seguir por ese trillo.
Eclecticismo: con Agarrate Catalina nos cruzamos con gente de todas partes del mundo. Estuvimos en El Zócalo frente a 100.000 personas, mezclados con unos tiroleses que cantaban junto con unos indios de Estados Unidos, unos chinos que tocaban como un berimbau chino y la murga metida en el medio. Todo eso te abre la cabeza, en el sentido de que la música no importa de dónde viene, sino pa' dónde va.
Cuplé de la violencia: "El cuplé de la violencia" generó un impacto social fuerte en Uruguay. No es una apología del delito, es simplemente un diagnóstico social. Quizás alguno lo mal interpretó, pero explica con una poética arrabalera lo que nosotros creemos que es una consecuencia de lo que la sociedad produjo. Es como la canción de Serrat, «Disculpe el señor». Queríamos despertar la polémica y eso se logró: "Voy a salir de caño/ ya estoy re duro, estoy re pasado/ como ya estoy jugado/ me chupa un huevo matarte o no./ Mi vida es un infierno/ mi padre es chorro, mi madre es puta./ Vos me mandas la yuta/ y yo te mando para el cajón"
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Fuente y más información: www.lanacion.com.ar
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