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LA VITA NOVA DE FREDDY KERBER



TRANSANDO ESPEJOS
(viernes 13 de abril en el Museo del Vino)por J. F.
Luego de más de veinte años de experiencia como percusionista, Freddy Kerber presenta ahora su faceta artística menos conocida de cantautor y guitarrista.

Su capacidad percusiva e imaginación para componer paisajes sonoros, su sabiduría para modular el pulso rítmico de las composiciones, así como su habilitad natural para un “scat” de inspiración étnica, lo llevaron a compartir escenarios y salas de grabación con artistas como Sergio Fernández Cabrera, Esteban Gil, Rodrigo González Pahlen y Mariana Lucía (Proyecto Serafín) Supernova y Popo Romano, entre muchos otros.

En diversas oportunidades la prensa ha destacado su intuición climática en la producción de entornos musicales sugerentes tal como lo ha evidenciado durante años en el colectivo de fusión espontánea Supernova, en distintas formaciones con Popo Romano y su actual banda eléctrica, en espectáculos del Espacio de Desarrollo Armónico dirigidos por Graciela Figueroa o en discos de recuperación del folklore celta como “Inmigrantes” de los hermanos Casal.

Con una amplia formación musical en música afro-americana y buen dominio armónico, Kerber se lanza a esta aventura con una propuesta melódica plurilingüe, original y ecléctica. Se trata de un conjunto de canciones mestizas que fusionan diversos estilos, presentadas por una banda sólida que hace un uso orgánico de lo eléctrico.

Los hermanos Drexler quizás dirán que se trata de otro “templadista” que se integra a la tribu regional y Kevin Johansen probablemente lo reconocerá como otro “desgenerado” del Río de la Plata, capaz de configurar ambientes sonoros fluidos, llenos de matices cambiantes y cauces azarosos que van del rock a la balada y que pasan por climas diversos revisitando citas cultas del folk, el blues, el candombe y otros ritmos afro americanos.

Kerber también propone ocasionalmente alguna interpretación exótica de “Canción para Renacer de Eduardo Mateo en una versión mutante y cálida con nuevos acentos; algo así como si el flaco Luis Alberto Spinetta se decidiese a ensayar una exégesis del maestro uruguayo del “candombe-beat”.

A lo largo de los años ha acunado una serie de canciones que evocan climas y texturas diversas, apuntando al mundo íntimo de las sensaciones atávicas: “Sueño que sueña el centro del mundo / me expando y encuentro sentido profundo / donde sea que voy / soy el beso que da a luz todos los labios / locura agazapada en la lengua de un sabio, dice en “El Loco”, donde rinde tributo al artista y “psicomago” Alejandro Jodorowsky.

Con voz potente y diurna propone un viaje al corazón de las canciones explorando el potencial de sugerencia de cada tema, bordeando sus temperaturas, colores y cadencias, al tiempo que bosqueja las subjetividades de personajes “glocales” (globales y locales a la vez) tan universales como abstractos. En “Transando espejos”, dibuja la piel prosaica de un artista: “Sin maquillaje / sale de su camarín / muda su caparazón / suaviza la mueca hueca / asume su paso chueco / de escorpión / sin muchas luces / se aventura / se apasiona / se ilumina / se ilusiona / se persigna / se abandona / se proyecta / se presenta / como fulano de tal, su infinitud se le olvida, su identidad es esquiva, como una estrella fugaz…”.

Sin repetirse, Freddy Kerber celebra en cada canción detalles íntimos y situaciones en las que fulgura una emoción universal: “salís de la carpa en cuclillas / está todo mojado por el rocío y brilla / abrís los ojos lentamente / no podés encandilarte más / vas a zambullirte en ese mar / vas a ser ola, vas a ser sal” (“Rastreadora”).

En el nuevo horizonte “templado o des-generado” de la música popular uruguaya asoma ahora la vita nova de Freddy Kerber, compositor que explora los detalles minimales de la vida cotidiana esbozando postales de luminosa belleza que merecen ser atendidas.

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