PECADOS EN LA CAPITAL
(Monólogos de sátira religiosa)
SEGUNDA ENTREGA
ANGÉLICA SANTA OLAYA
SIN PECADO CONCEBIDA
Se escucha voz en off del sacerdote que dice “Ave María Purísima”…
-Sin pecado concebida padre. (Se persigna) Soy Virginia padre… le aviso para no agarrarlo desprevenido… Como un día me dijo que cada vez que vengo se queda usté temblando mejor le aviso… No padre, hoy no voy a contarle mis sueños… sino una inquietud que traigo clavada aquí… (Se pone la mano en el seno izquierdo y se acaricia, pone voz libidinosa) aquí en el mero corazón… (Con voz seria) Padre, acúsome de querer, (Se abraza los pechos) con toda mi alma, hacer feliz a mi marido. (Pausa) Sí, padre… yo también pensaba que no, pero creo que sí es pecado… y no sólo pecado sino también delito… por eso vine, para que usté me saque de dudas porque yo ya no sé padre… ayer pasaron en el radio una noticia que me espantó… anoche no pude ni pegar el ojo… sí, ya sé, que tenía mucho tiempo de no venir… pero es que la última vez que vine usté me dejó cien padres nuestros y la verdad a mí ya me andaba por irme a mi casa a seguir pecando… no, perdón… quise decir a seguir tratando de no pecar… Y le digo tratando porque, de verdad padre, se lo juro que trato y trato… pero por más que trato no puedo dejar de pensar en eso… ¿cómo en qué padre? En eso… en hacer feliz a mi marido. Diosito sabe que, desde que me casé, es mi mayor preocupación. A eso me he dedicado en cuerpo y alma… sobre todo en cuerpo… pero, para conseguirlo, pues he tenido que hacer algunas cositas… Ay padre… no se haga que ya se las he contado… ya no se acuerda que por eso me dejó los cien padres nuestros la otra vez… ¿No me dijo que rezara un padrenuestro por cada una de las veces que me acosté con un hombre que no era mi marido este año? Pues sí, ya sé que apenas estábamos en febrero, celebrando la Candelaria… pero mi marido nomás aguanta una vez al día y pues una tiene que buscar la especialidad en otros lados… Si no fuera por esas dos veces más que le robo al día, mi marido no sería tan feliz, ni podría gozar de esos minutos interminables que yo le doy… Ay, padre, perdón que le hable así, pero si no ¿cómo se lo digo? No creo que quiera que hablemos de la abejita que fecunda la flor… ¿o sí? Ese cuento está muy aburrido… No, no me estoy desviando y tampoco me estoy burlando… ¡Dios me libre! Lo que pasa es que usté luego luego se me alebresta… y luego luego me reclama que no vengo a confesarme… ¿Cómo va una a venir si nomás se la pasan regañándola? Le decía que esto de hacer feliz al marido no es fácil… hay que investigar… aprender… hacer… porque, como dice el dicho, hechos son amores y no buenas razones… de palabras y promesas está lleno este mundo… y si no me cree pregúntele a los polìticos… a mí me gusta cumplir lo que prometo… y yo le prometí a Diosito, aquí, frente al altar, hacer feliz a mi marido… y lo he cumplido… Pero investigar y aprender no son cosas fáciles… hay que arriesgarse… pero, la mera verdad, es bien emocionante padre… pero sobre todo sabroso… sí padre… sabroso… no me diga que no se lo imagina… ya sé que usté dice que no le hace a eso, pero si quiere que le sea sincera… yo creo que usté sabe muy bien de estas cosas porque siempre me perdona… Sí, ya sé que el que nos perdona es Dios… Por eso mismo, también, es que no me resisto mucho al pecado padre… ¿Cómo que por qué? Pues porque si no pecamos ¿de qué nos va a perdonar Dios? Si fuéramos blancos angelitos el pobre no tendría chamba… Y yo no soy quien para quitársela… Eso sí no quiero que quede en mi epitafio… ¿Se imagina? “Perdónala, Señor, si es que puedes…” Por eso hago uso de lo que él me dio… Este cuerpo con el que puedo ver, tocar, lamer… (Con voz libidinosa) Porque usté me va a perdonar padre, pero a mí no me va a pasar lo que a San Agustín… que tenía remordimientos de conciencia hasta porque le gustaba oír cantar a los pajaritos… o ver los colores de las flores… No padre… Si Dios nos dio los ojitos fue para ver, si nos dio las manitas fue para tentar… si nos dio aquellito fue para usarlo padre… y para gozarlo… Sí, padre, para gozarlo… Si no, no nos los hubiera dado… Si Diosito hizo a Adán como lo hizo y a Eva también… fue para usar todo el equipo… no para embodegarlo y dejarlo pudrir antes de tiempo… Sí padre… yo sé que me voy a morir algún día… eso lo tengo muy clarito… pero no me voy a morir con lo que Dios me dio empolvado y enmohecido… eso sí que no… que no se diga que Virginia no supo de la vida… Porque… A ver, dígame la verdad, aquí entre nos… ¿A poco de veras usté se cree ese cuento de que María no pecó? Yo, la verdad, no me lo creo… Nada más hay que ver los ojitos de borrego a medio morir que tiene en todas esas fotos donde el espíritu santo le vuela por encima de la cabeza… Que espíritu santo ni qué ojo de hacha… esos ojitos en blanco son de puro placer… a mí que no me vengan con cuentos… yo sé muy bien lo que una mujer siente cuando pone esos ojitos de oveja en el matadero… En esa historia hay mano negra… o blanca… no sé… con eso de que a San José siempre lo pintan como un hombre blanco… El otro día vi una pintura bien bonita de San José en su taller, trabajando, vestido de carpintero, como Pepe el Toro, con su martillo en la mano y su mandil de cuero, y una barba bien tupidita… y se ve bien guapo… y musculoso… ¿como no iba a caer la Mariquita con él? No padre, no se enoje… yo sólo digo la verdad… ¿o quiere que venga aquí a contarle mentiras? ¿No, verdad? Mejor déjeme seguir… porque si no, no me va a dar tiempo de contarle todo lo que tengo que contarle… Y ahora sí viene lo bueno… Fíjese que el otro día, queriendo hacer más feliz a mi marido, me metí a una página de internet que decía: “Veinte consejos para romper con la rutina sexual”… Ay padre… nomás viera la de cosas que hay ahí… hasta la dirección de una escuela de tubo me encontré… y me dije: Virginia, es hora de que, ahora sí, hagas con tu cuerpo algo de provecho… y que anoto la dirección y que me lanzo para allá… está por el centro… ahí cerquita de la estación Salto del Agua… por donde está el cine Teresa… ¿Lo conoce padre? Pasan unas películas bien buenas… “El plomero cumplidor”… “Tócamela otra vez”… “Star Warras”… (Suspira) Ahí recibí mis primeras lecciones… Enfrentito hay unas tiendas donde se encuentra de todo… En la más grande me compré el disfraz de Sor Juana que tanto excita a mi marido… Hasta unos versitos me aprendí para hacer más real el show: (Engola la voz) “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si la incitáis al mal?” Porque la Sor Juana, la chica de la Cruz, como dice el hijo de la Verónica Castro, sería muy monja, pero bien que sabía de amores… Para mí que esto de los hábitos es nomás una pantalla pa’ taparle el ojo al macho… (Con suspicacia) Usté me dirá… Había de ver padre el éxito de ese disfraz… A mi marido le gusta más que el de tigresa… y eso que está bien bonito… es un traje de baño negro con rayas anaranjadas, así… bien aterciopelado… hasta mis bigotes y mis colmillos tengo… pero a mi marido le gusta más pensar que está con una monja… Yo creo que es por tanta tapadera… Destapar lo tapado es algo que les encanta a los hombres… Pues le decía que me subí al metro para ir a la escuela de tubo… y ¿qué cree? Justo en la estación Pino Suárez… ¿Se ha subido usté a la estación Pino Suárez? Es como una lata de sardinas, pero con manos… hay manos por todas partes… donde una menos se lo espera… Nomás hay que ver las caras de todos para saber quien es el agasajado y quien el que agasaja… El agasajado pone una carita así como de estar chiflando en la loma y mirando al techo… El que agasaja está viéndose en el cristal de la ventana y tiene una sonrisita de gato relamiéndose los bigotes… Pues en esas estaba yo… mirando al techo… cuando, de pronto, se me ocurrió una gran idea… que el metro también podía ser un lugar de aprendizaje… y entonces bajé una de mis manitas y busqué… busqué… y busqué… hasta que encontré… ¿Cómo qué padre? Pues la lección… dije lección padre… lec-ción… para aprender a tocar a mi marido… hay que aprovechar las oportunidades para practicar… ¡Ay padre! Lo primero que aprendí fue que hay lecciones bieeen grandes, nomás hay que saberlas agarrar… No había yo conocido una lección como esa padre… valía como doscientos padres nuestros… ¡Ay, para qué le doy ideas…! Con decirle que el dueño de la lección en vez de chiflar y mirar el techo… se relamió los bigotes… y yo me quedé mirando el techo para despistar… Ahí aprendí que chiflar y relamerse los bigotes son cosas que no pueden hacerse al mismo tiempo… o como decía mi abuelita, no se puede chiflar y comer pinole… Total, que al final ni encontré la escuela de tubo… pero sí un hotelito muy bueno y barato a la vuelta de la sex shop… Sí, padre, puede apuntarme desde ahorita trescientos padres nuestros porque me soplé la lección completita… Por cierto, le recomiendo esa tienda que está por el hotel, hay de todo para aprender… Digo… con eso de que dizque no sabe nada… No sería malo que un día de estos fuera aprendiendo… (Insinuante) Cuando quiera lo acompaño… Bueno, le cuento que desde ese día le agarré más gusto al metro… Pino Suárez, Balderas, Hidalgo, Pantitlán… Ah… como decía mi mamá… todo tiene su parte bonita… nomás hay que sabérsela encontrar… La ventaja de mi nueva actividad es que puedo saber el tamaño de la lección antes de tragármela entera… si es chiquita, le doy su pasón y la dejo ir… contenta para que no haya disgustos… a menos que sea una lección de gran envergadura… entonces sí me lo pienso dos veces… si es medianita también la dejo ir… para medianeces en mi casa… pero si la lección es de doscientos padres nuestros… o más… me la llevo al San Juan… así se llama el hotel porque está en la calle San Juan de Letrán… ¿Ve como hasta los santos acompañan mis aprendizajes? Cuando vi el nombre del hotel, me dije: Virginia, es una señal del Señor… Tu labor es noble… No sólo haces feliz a tu marido, a él más que a nadie, Dios lo sabe, pero también a estos hombres del Señor… El caso, padre, es que ayer me llevé un susto marca diablo… Estaba preparándole a mi marido unos ostiones con mucha cebolla, porque es afrodisiaca padre, ¿lo sabía? Le paso el tip... nomás no hay que picarla muy finita para que no pierda sus jugos… los jugos son muy importantes… (En secreto) le dan sabor al asunto… pues estaba picando la cebolla cuando escuché en la radio una noticia que me puso los pelos de punta… todos padre… todos los pelos… dijeron que a partir de hoy van a meter a la cárcel a los tocadores del metro… “prisión por tocar el trasero de las mujeres en el metro”… dijo la locutora… y yo lo que digo es que, en primer lugar, yo no soy hombre, y esta noticia se refiere, claramente, (Enfatiza) a los tocadores, y, en segundo lugar, yo no toco traseros, sino… lecciones… Ay padre… dígame usté que dice ser tan amigo de don Marcelo… ¿Serán capaces de meter a la cárcel a una mujer inocente cuyo único pecado es querer aprender a hacer feliz a su marido? Porque yo amo a mi marido… Lo único que quiero es hacerlo feliz para que me ame… Dios dice ama a tu prójimo como a ti mismo… y yo lo único que hago es seguir los preceptos del Señor… Por eso me pregunto… ¿Serán capaces de meter a la cárcel a esta hija de María? ¿A esta hija de la santa madre de Dios -como quien dice su hermana- que fue, como usté dice, porque conste que lo dice usté y no yo eh… sin pecado concebida? (Pausa) Ay padre… ahora sí se mandó… ¿Quinientos padres nuestros? ¿Y a qué hora voy a ir a mi clase en el metro? ¿Qué no piensa cerrar hoy la parroquia? Está bien… está bien… ya no digo nada… déjemelo en quinientos… me lo voy a meter en la cabeza… (Por lo bajo hacia el público) aunque no lo crea… (Se va yendo hacia la salida) Sin pecado concebida… sin pecado concebida… sin pecado concebida… Y a ver si se me va antojando volver por los mil eh…? (Entusiasmada) Y apúrate Virginia porque hoy te toca la línea roja… tu preferida…
SEGUNDA ENTREGA
ANGÉLICA SANTA OLAYA
SIN PECADO CONCEBIDA
Se escucha voz en off del sacerdote que dice “Ave María Purísima”…
-Sin pecado concebida padre. (Se persigna) Soy Virginia padre… le aviso para no agarrarlo desprevenido… Como un día me dijo que cada vez que vengo se queda usté temblando mejor le aviso… No padre, hoy no voy a contarle mis sueños… sino una inquietud que traigo clavada aquí… (Se pone la mano en el seno izquierdo y se acaricia, pone voz libidinosa) aquí en el mero corazón… (Con voz seria) Padre, acúsome de querer, (Se abraza los pechos) con toda mi alma, hacer feliz a mi marido. (Pausa) Sí, padre… yo también pensaba que no, pero creo que sí es pecado… y no sólo pecado sino también delito… por eso vine, para que usté me saque de dudas porque yo ya no sé padre… ayer pasaron en el radio una noticia que me espantó… anoche no pude ni pegar el ojo… sí, ya sé, que tenía mucho tiempo de no venir… pero es que la última vez que vine usté me dejó cien padres nuestros y la verdad a mí ya me andaba por irme a mi casa a seguir pecando… no, perdón… quise decir a seguir tratando de no pecar… Y le digo tratando porque, de verdad padre, se lo juro que trato y trato… pero por más que trato no puedo dejar de pensar en eso… ¿cómo en qué padre? En eso… en hacer feliz a mi marido. Diosito sabe que, desde que me casé, es mi mayor preocupación. A eso me he dedicado en cuerpo y alma… sobre todo en cuerpo… pero, para conseguirlo, pues he tenido que hacer algunas cositas… Ay padre… no se haga que ya se las he contado… ya no se acuerda que por eso me dejó los cien padres nuestros la otra vez… ¿No me dijo que rezara un padrenuestro por cada una de las veces que me acosté con un hombre que no era mi marido este año? Pues sí, ya sé que apenas estábamos en febrero, celebrando la Candelaria… pero mi marido nomás aguanta una vez al día y pues una tiene que buscar la especialidad en otros lados… Si no fuera por esas dos veces más que le robo al día, mi marido no sería tan feliz, ni podría gozar de esos minutos interminables que yo le doy… Ay, padre, perdón que le hable así, pero si no ¿cómo se lo digo? No creo que quiera que hablemos de la abejita que fecunda la flor… ¿o sí? Ese cuento está muy aburrido… No, no me estoy desviando y tampoco me estoy burlando… ¡Dios me libre! Lo que pasa es que usté luego luego se me alebresta… y luego luego me reclama que no vengo a confesarme… ¿Cómo va una a venir si nomás se la pasan regañándola? Le decía que esto de hacer feliz al marido no es fácil… hay que investigar… aprender… hacer… porque, como dice el dicho, hechos son amores y no buenas razones… de palabras y promesas está lleno este mundo… y si no me cree pregúntele a los polìticos… a mí me gusta cumplir lo que prometo… y yo le prometí a Diosito, aquí, frente al altar, hacer feliz a mi marido… y lo he cumplido… Pero investigar y aprender no son cosas fáciles… hay que arriesgarse… pero, la mera verdad, es bien emocionante padre… pero sobre todo sabroso… sí padre… sabroso… no me diga que no se lo imagina… ya sé que usté dice que no le hace a eso, pero si quiere que le sea sincera… yo creo que usté sabe muy bien de estas cosas porque siempre me perdona… Sí, ya sé que el que nos perdona es Dios… Por eso mismo, también, es que no me resisto mucho al pecado padre… ¿Cómo que por qué? Pues porque si no pecamos ¿de qué nos va a perdonar Dios? Si fuéramos blancos angelitos el pobre no tendría chamba… Y yo no soy quien para quitársela… Eso sí no quiero que quede en mi epitafio… ¿Se imagina? “Perdónala, Señor, si es que puedes…” Por eso hago uso de lo que él me dio… Este cuerpo con el que puedo ver, tocar, lamer… (Con voz libidinosa) Porque usté me va a perdonar padre, pero a mí no me va a pasar lo que a San Agustín… que tenía remordimientos de conciencia hasta porque le gustaba oír cantar a los pajaritos… o ver los colores de las flores… No padre… Si Dios nos dio los ojitos fue para ver, si nos dio las manitas fue para tentar… si nos dio aquellito fue para usarlo padre… y para gozarlo… Sí, padre, para gozarlo… Si no, no nos los hubiera dado… Si Diosito hizo a Adán como lo hizo y a Eva también… fue para usar todo el equipo… no para embodegarlo y dejarlo pudrir antes de tiempo… Sí padre… yo sé que me voy a morir algún día… eso lo tengo muy clarito… pero no me voy a morir con lo que Dios me dio empolvado y enmohecido… eso sí que no… que no se diga que Virginia no supo de la vida… Porque… A ver, dígame la verdad, aquí entre nos… ¿A poco de veras usté se cree ese cuento de que María no pecó? Yo, la verdad, no me lo creo… Nada más hay que ver los ojitos de borrego a medio morir que tiene en todas esas fotos donde el espíritu santo le vuela por encima de la cabeza… Que espíritu santo ni qué ojo de hacha… esos ojitos en blanco son de puro placer… a mí que no me vengan con cuentos… yo sé muy bien lo que una mujer siente cuando pone esos ojitos de oveja en el matadero… En esa historia hay mano negra… o blanca… no sé… con eso de que a San José siempre lo pintan como un hombre blanco… El otro día vi una pintura bien bonita de San José en su taller, trabajando, vestido de carpintero, como Pepe el Toro, con su martillo en la mano y su mandil de cuero, y una barba bien tupidita… y se ve bien guapo… y musculoso… ¿como no iba a caer la Mariquita con él? No padre, no se enoje… yo sólo digo la verdad… ¿o quiere que venga aquí a contarle mentiras? ¿No, verdad? Mejor déjeme seguir… porque si no, no me va a dar tiempo de contarle todo lo que tengo que contarle… Y ahora sí viene lo bueno… Fíjese que el otro día, queriendo hacer más feliz a mi marido, me metí a una página de internet que decía: “Veinte consejos para romper con la rutina sexual”… Ay padre… nomás viera la de cosas que hay ahí… hasta la dirección de una escuela de tubo me encontré… y me dije: Virginia, es hora de que, ahora sí, hagas con tu cuerpo algo de provecho… y que anoto la dirección y que me lanzo para allá… está por el centro… ahí cerquita de la estación Salto del Agua… por donde está el cine Teresa… ¿Lo conoce padre? Pasan unas películas bien buenas… “El plomero cumplidor”… “Tócamela otra vez”… “Star Warras”… (Suspira) Ahí recibí mis primeras lecciones… Enfrentito hay unas tiendas donde se encuentra de todo… En la más grande me compré el disfraz de Sor Juana que tanto excita a mi marido… Hasta unos versitos me aprendí para hacer más real el show: (Engola la voz) “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si la incitáis al mal?” Porque la Sor Juana, la chica de la Cruz, como dice el hijo de la Verónica Castro, sería muy monja, pero bien que sabía de amores… Para mí que esto de los hábitos es nomás una pantalla pa’ taparle el ojo al macho… (Con suspicacia) Usté me dirá… Había de ver padre el éxito de ese disfraz… A mi marido le gusta más que el de tigresa… y eso que está bien bonito… es un traje de baño negro con rayas anaranjadas, así… bien aterciopelado… hasta mis bigotes y mis colmillos tengo… pero a mi marido le gusta más pensar que está con una monja… Yo creo que es por tanta tapadera… Destapar lo tapado es algo que les encanta a los hombres… Pues le decía que me subí al metro para ir a la escuela de tubo… y ¿qué cree? Justo en la estación Pino Suárez… ¿Se ha subido usté a la estación Pino Suárez? Es como una lata de sardinas, pero con manos… hay manos por todas partes… donde una menos se lo espera… Nomás hay que ver las caras de todos para saber quien es el agasajado y quien el que agasaja… El agasajado pone una carita así como de estar chiflando en la loma y mirando al techo… El que agasaja está viéndose en el cristal de la ventana y tiene una sonrisita de gato relamiéndose los bigotes… Pues en esas estaba yo… mirando al techo… cuando, de pronto, se me ocurrió una gran idea… que el metro también podía ser un lugar de aprendizaje… y entonces bajé una de mis manitas y busqué… busqué… y busqué… hasta que encontré… ¿Cómo qué padre? Pues la lección… dije lección padre… lec-ción… para aprender a tocar a mi marido… hay que aprovechar las oportunidades para practicar… ¡Ay padre! Lo primero que aprendí fue que hay lecciones bieeen grandes, nomás hay que saberlas agarrar… No había yo conocido una lección como esa padre… valía como doscientos padres nuestros… ¡Ay, para qué le doy ideas…! Con decirle que el dueño de la lección en vez de chiflar y mirar el techo… se relamió los bigotes… y yo me quedé mirando el techo para despistar… Ahí aprendí que chiflar y relamerse los bigotes son cosas que no pueden hacerse al mismo tiempo… o como decía mi abuelita, no se puede chiflar y comer pinole… Total, que al final ni encontré la escuela de tubo… pero sí un hotelito muy bueno y barato a la vuelta de la sex shop… Sí, padre, puede apuntarme desde ahorita trescientos padres nuestros porque me soplé la lección completita… Por cierto, le recomiendo esa tienda que está por el hotel, hay de todo para aprender… Digo… con eso de que dizque no sabe nada… No sería malo que un día de estos fuera aprendiendo… (Insinuante) Cuando quiera lo acompaño… Bueno, le cuento que desde ese día le agarré más gusto al metro… Pino Suárez, Balderas, Hidalgo, Pantitlán… Ah… como decía mi mamá… todo tiene su parte bonita… nomás hay que sabérsela encontrar… La ventaja de mi nueva actividad es que puedo saber el tamaño de la lección antes de tragármela entera… si es chiquita, le doy su pasón y la dejo ir… contenta para que no haya disgustos… a menos que sea una lección de gran envergadura… entonces sí me lo pienso dos veces… si es medianita también la dejo ir… para medianeces en mi casa… pero si la lección es de doscientos padres nuestros… o más… me la llevo al San Juan… así se llama el hotel porque está en la calle San Juan de Letrán… ¿Ve como hasta los santos acompañan mis aprendizajes? Cuando vi el nombre del hotel, me dije: Virginia, es una señal del Señor… Tu labor es noble… No sólo haces feliz a tu marido, a él más que a nadie, Dios lo sabe, pero también a estos hombres del Señor… El caso, padre, es que ayer me llevé un susto marca diablo… Estaba preparándole a mi marido unos ostiones con mucha cebolla, porque es afrodisiaca padre, ¿lo sabía? Le paso el tip... nomás no hay que picarla muy finita para que no pierda sus jugos… los jugos son muy importantes… (En secreto) le dan sabor al asunto… pues estaba picando la cebolla cuando escuché en la radio una noticia que me puso los pelos de punta… todos padre… todos los pelos… dijeron que a partir de hoy van a meter a la cárcel a los tocadores del metro… “prisión por tocar el trasero de las mujeres en el metro”… dijo la locutora… y yo lo que digo es que, en primer lugar, yo no soy hombre, y esta noticia se refiere, claramente, (Enfatiza) a los tocadores, y, en segundo lugar, yo no toco traseros, sino… lecciones… Ay padre… dígame usté que dice ser tan amigo de don Marcelo… ¿Serán capaces de meter a la cárcel a una mujer inocente cuyo único pecado es querer aprender a hacer feliz a su marido? Porque yo amo a mi marido… Lo único que quiero es hacerlo feliz para que me ame… Dios dice ama a tu prójimo como a ti mismo… y yo lo único que hago es seguir los preceptos del Señor… Por eso me pregunto… ¿Serán capaces de meter a la cárcel a esta hija de María? ¿A esta hija de la santa madre de Dios -como quien dice su hermana- que fue, como usté dice, porque conste que lo dice usté y no yo eh… sin pecado concebida? (Pausa) Ay padre… ahora sí se mandó… ¿Quinientos padres nuestros? ¿Y a qué hora voy a ir a mi clase en el metro? ¿Qué no piensa cerrar hoy la parroquia? Está bien… está bien… ya no digo nada… déjemelo en quinientos… me lo voy a meter en la cabeza… (Por lo bajo hacia el público) aunque no lo crea… (Se va yendo hacia la salida) Sin pecado concebida… sin pecado concebida… sin pecado concebida… Y a ver si se me va antojando volver por los mil eh…? (Entusiasmada) Y apúrate Virginia porque hoy te toca la línea roja… tu preferida…
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