domingo

FERNANDO CABRERA EN PLENITUD



(Entrevista de los periodistas Joel Rosenberg y Miguel Ángel Dobrich con Fernando Cabrera, en No toquen nada, de Océano FM.)


SEGUNDA ENTREGA


Un oyente dice que sabe que está por salir un DVD. ¿Para cuándo?”


Para el próximo otoño. En realidad es un libro con formato de CD con unos 50 o 60 poemas míos, no letras de canciones sino otra línea poética, y en la solapa interna va a venir un DVD con un concierto filmado el año pasado en Argentina en los Estudios ION, legendarios estudios ION, muy bien hecho, tres cámaras, realmente una línea casi cinematográfica, precioso, con canciones mías de todas las épocas. DVD y poesía. Va a salir, se llama Intro el proyecto y va a salir aproximadamente en abril.


Miguel Ángel Dobrich: Yo imagino que como artista quizás mucho de lo que consumís en tu tiempo libre de algún modo repercute en tu trabajo. Yo quiero saber, como fan, ¿qué leés, qué escuchás, qué mirás?


Bueno, yo tuve un gran aprovechamiento del tiempo libre desde mis 14 o 15 años hasta hace unos pocos años de una manera enfermiza, como lector, como consumidor de una cantidad de manifestaciones culturales, artísticas. Cine, teatro, prosa, poesía, música por supuesto, muy variada gama. Nunca me ajusté a un estilo, un gusto en particular, un género. Eso lo hice aproximadamente 40 años y en la actualidad no lo hago para nada. Busco el silencio, busco la nada, busco descansar, estoy muy saturado. Quizá tenga un poco, para utilizar una metáfora contemporánea, el disco duro bastante sin espacio.


Necesitás un disco duro externo.


Para almacenar. Espero que se me vaya esto, pero lo he perdido un poco, estoy cansado de la música, estoy cansado de leer, preciso mucho más la vieja y querida introspección, el silencio y la nada.


Joel Rosenberg: Así que tu obra se está nutriendo más de Fernando Cabrera o de los múltiples Fernandos Cabreras que de estímulos ajenos a ti.


Aparte que los estímulos igual siempre están. No hay posibilidad de aislarse o de meterse en una burbuja. Yo soy una persona que vive, y permanentemente tenés contacto con un televisor prendido o con la radio o con los medios gráficos de periodismo, las relaciones, las amistades, los contactos. Soy una persona que por mi profesión también, o no sé si por características de mi personalidad, tengo infinidad de contactos humanos todo el tiempo, todo el tiempo. Conozco a millones de gentes, de barras, de todo tipo, la colectividad artística uruguaya, yo soy amigo de todo el mundo, contacto con los pintores, con los escritores, con los bailarines, con los poetas. Siempre fue así. Entonces no estoy aislado, mentira.


No te encerraste.


No estoy encerrado pero sí busco un poco más el silencio, la tranquilidad. No estoy escuchando discos en mi casa, no estoy poniendo un disco o escuchando la radio o leyendo la última novela. Francamente en este momento no.


Miguel Ángel Dobrich: ¿Y qué te lleva a componer?


A componer me lleva lo de siempre, que es una especia de misterio, una especie de no saber qué, que me ha llevado por experiencia a la actitud de estar a la expectativa, de estar a la espera, de no buscar. Porque las experiencias que he tenido de buscar, de proponerme hacer cosas no han sido buenas nunca, siempre los mejores resultados son cuando llega, cuando te sorprende una idea, cuando te agarra una idea, y eso puede pasar en cualquier lugar, en cualquier momento, a cualquier hora, estés contento, estés triste. Es un misterio. Llega una idea. Una idea puede ser una frase, una linda idea, apenas un verso, puede ser un título, puede ser una pequeña línea melódica. Nunca alcanza para algo completo. Siempre es un cinco por ciento, con suerte. Pero cuando llega esa idea se despiertan cosas, se destapan cosas, o se encadenan cosas que hacen que a vos te motive, porque por lo general tengo poca motivación en los últimos tiempos, me siento un poco alicaído del entusiasmo creativo. Pero cuando aparece una idea se despeja todo eso y el encadenamiento comienza, que es una especie de misteriosa responsabilidad o misterioso sentido del deber de continuar esa idea. ¿Continuarla cómo? Continuarla con el oficio, con el trabajo, con la cosa ya más racional, no tan intuitiva como fue como apareció esa idea, que fue de orden intuitivo, entonces me vuelven las ganas.


¿Y cómo se vincula la música con la palabra en ese proceso?


En mi caso hay dos maneras de hacer canciones, que son cuando hay primero una música la cual vos luego le ponés letra. Esa música ya te determina una métrica, una acentuación, no es tan sencillo embocarle a las palabras porque vos ya tenés una melodía. Esa es una forma. La otra, que en mi caso es la mayoría de las veces, un 80 por ciento te diría, es hacer primero el texto. Puede llevar largos meses o años. Y esa continuidad del tiempo que uno está manejando ese texto y vos en tu cabeza lo repetís o lo ves en el papel y lo corregís, estás con él mucho tiempo, hace que la métrica del texto, la métrica del verso, lentamente en mi cabeza, en mi mente, en mi inconsciente, vaya ya formulando la pauta melódica. La melodía se va haciendo sola, lógicamente basada en esos acentos y en esa métrica que ya tiene el verso. Se va haciendo sola, cuando quiero acordar ya está hecha la melodía. Y en los últimos años también he modificado un poco el sistema de componer con música que antiguamente era muy atado a lo armónico, a la sucesión de acordes, a un circuito armónico que uno inventa y luego le pone la melodía a eso para hacer al revés, tratar de inventar la melodía pelada, inventar una melodía sin pensar en los acordes. Yo vengo de un enviciamiento armónico muy fuerte que es mi herencia de la música brasileña, y una cantidad de cosas, de armonías cargadas, de considerar que el acorde cuanto más raro es, es más interesante o más rico, lo cual descubrí lamentablemente tarde que era una cosa para nada verificable. ¿Por qué lo más complejo tiene que ser lo más interesante? Es una especie de vicio que muchos cargamos. Los que venimos de los años 60 y 70, épocas mucho más experimentales en la música popular, épocas donde dominaban los Piazzolla, los Hendrix, los Beatles. Entonces, claro, era muy compleja esa música. Los que nos criamos en esa época un poco nos comimos la pastilla esa de que había que ser complejo y extraño.


Yo comprendí con los años que más bien era una traba, una traba de comunicación, que lo mejor siempre es ser sencillo, buscar la simpleza. La belleza y la profundidad pueden perfectamente venir en la simpleza. Aparte en la canción uruguaya, donde yo me muevo, hay sobrados ejemplos de esto. Yo siempre digo: simple y hondo. Y tenemos a Dino, a Ruben Lena, tantos ejemplos de eso.


Miguel Ángel Dobrich: Ya que hablamos de la canción uruguaya. En Argentina se dice que Charly es el padre, que Fito es el hijo, y que Spinetta es el Espíritu Santo. ¿Cómo sería la Divina Trinidad uruguaya?


No hay una trinidad, es más colectiva, me parece. Es más como un Parlamento. Yo lo veo como un Olimpo de varios dioses, no de tres. Pero ta, la lista es larga porque arranca a mediados de la década de 1950, con los pioneros-pioneros, que son Aníbal Sampayo, y también sin estar muy en contacto entre ellos… También venía Amalia De La Vega, de antes, también era autora, y fue un poco la que pautó un camino que luego tomó Zitarrosa. En los 50 aparecen Sampayo, un poquito después Osiris Rodríguez Castillos, también ya Ruben Lena y Víctor Lima venían trabajando. Luego ellos dos nutrieron todo el repertorio de Los Olimareños. Marcos Velázquez, Anselmo Grau, ambos estos últimos estuvieron muy estrechamente en contacto con el estudioso Lauro Ayestarán, musicólogo, o sea que sabían bien de lo que hablaban. Había profundizado nuestros géneros, géneros de acá, de la Banda Oriental, del Uruguay. Daniel Viglietti después, Los Olimareños luego. Un poco después, ya a mediados de los 60, fijate que aparecen juntos Zitarrosa, Rada, Mateo y Dino. Los cuatro prácticamente en el mismo año comienzan su trabajo. Ya te nombré unos cuantos y puedo seguir con El Sabalero y con Numa… La canción uruguaya realmente es una cosa formidable. Es reciente porque estamos hablando de 50 años, a pesar de que nos parece que fuera remoto. Uno dice Aníbal Sampayo, pero Aníbal Sampayo empezó a componer a fines de los 50, a mediados de los 50, no hace tanto.


Joel Rosenberg: Hay una frase tuya, Fernando, en una entrevista que me llamó la atención, a propósito de tu tarea de lo que has hecho durante más de 35 años. Decís: “Lo he hecho con el máximo nivel de entrega que vos te puedas imaginar de un ser humano hacia una profesión o una actividad. Es enamoramiento que ya no pasa ni por el análisis, es como caminar, como respirar”. ¿Qué dejaste de lado por ser este artista de tiempo completo? ¿Qué has dejado de lado ahora con 55 años y cuando mirás atrás?


Bueno, no formé una familia, por ejemplo. No tuve hijos. Tal vez no hubiera podido tenerlos. O si hubiera tenido hijos y hubiera tenido una familia no hubiera sido músico. Eso es algo que tuve claro de bastante joven. Es muy difícil acá sobrevivir de esta profesión. Yo pasé penurias económicas siempre hasta hace muy poco tiempo. Y después no sé qué mas dejé de lado, creo que eso es lo más importante.


Vos decís que eran incompatibles las dos cosas.


Para mí. No digo que lo sean en general porque está lleno de ejemplos de lo contrario. Para mí no hubiera sido. Yo creo que si me hubiera casado, hubiera tenido una pareja estable a los 20 o 25 años, yo hubiera tenido hijos, hubiera tenido que necesariamente abandonar la música porque no hubiera podido mantener a mi familia con la música. Yo viendo eso ya en aquella época preferí relegar un poco este asunto, porque tenía una profunda vocación y me alcanzaba con ser pobre yo.


¿Tuviste momentos en que te arrepentiste del camino elegido?


Sí, no sé si arrepentido pero sí tuve muchas dudas, muchas broncas. Periodos de una profunda depresión, porque los resultados, no artísticos, los resultados profesionales no se daban de la manera suficiente. Eso me deprimía mucho en una época porque no comprendía las claves de por qué sucedía. Yo tenía un error de apreciación o un error de análisis de por qué sucedía eso, entonces caía en un uruguayismo muy típico que es echarle la culpa a los demás y pensar que las causas están en otro lado y no en uno.


¿Cómo estás hoy con respecto a tu carrera y lo que has logrado? ¿Cómo te sentís hoy en una madurez en la que la gente te quiere, la gente del espectáculo, cuál es la sensación que tenés hoy?


Me siento en un momento de gran plenitud, de gran felicidad, porque me suceden de forma permanente cosas muy hermosas desde todo punto de vista. Con la gente, con los colegas, con los resultados mismos de mi trabajo, con la evolución que yo pienso y pretendo que se vea en mi trabajo. Me siento muy feliz, recibo toda clase de elogios, de halagos, no solo de acá, de otros países también, de gente muy importante, de gente que está en la cosa. O sea que en los últimos años eso se ha modificado mucho en mi vida, me ha dado mucha felicidad. Me estimula mucho también, y a la par que me estimula también me pone nervioso.


¿Por qué?


Porque siento que se espera mucho de mí también, y yo también lo espero. Hay una doble circunstancia de presión, mía y del entorno. Entonces te pone un poco en un lugar de nerviosismo, de no fallar, de no hacer una cosa floja, de que tu próximo disco no vaya a ser inferior al anterior, que los estrenos que siempre hago, canciones nuevas que no defrauden, un poco nervioso te pone eso.

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PARA IR A LA PRIMER ENTREGA DE LA ENTREVISTA CLICK AQUÍ

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