¿LES MOLESTA ESTE AMOR?
Hugo Giovanetti Viola
Senel Paz (Fomento, Sancti Spíritus, 1950) llegó a ser apodado “el pequeño Rulfo” en el ambiente intelectual cubano de la década de los ochenta. Su primer cuentario, El niño aquel, fue premiado en la isla y su primera novela, Un rey en el jardín, reditada en España por Alfaguara.
Ya por aquel entonces se vinculó intensamente con el cine y el teatro, y unos colegas que visitaron el Uruguay nos comentaron, enigmáticamente, que siempre andaba en líos.
Después tuve el honor de cartearme con él y me di cuenta que Senel era un hombre nuevo de verdad.
Hasta que en l991 su nouvelle El lobo, el bosque y el hombre nuevo ganó el Premio Rulfo y dos años después fue adaptada para el cine por el propio escritor y se transformó, bajo la dirección de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, en Fresa y chocolate, una película que deslumbró escandalizantemente al mundo.
Porque la censurada y perseguida amistad que construyen los dos personajes centrales de la historia -un cuadro del Partido Comunista y un intelectual homosexual marica y católico- es heroicamente hermosa.
En un artículo titulado Senel Paz: homosexualidad, nacionalismo y utopía, el ensayista cubano Ernesto Bejel señala a propósito de los binomios semánticos opuestos en la trama:
“…en realidad esta narración no se limita a abordar de forma simple el tema homosexual en la sociedad cubana, sino que su texto invita a una interpretación que tiene que tomar en cuenta una tensión muy compleja…”. ( ) “… habría que añadir el binomio religioso / ateo, pues en El lobo… también se trata -aunque no de manera central- el tema de la religiosidad de Diego y el ateísmo de David”.
Hace poco publicamos en el blog de elMontevideano / Laboratorio de Artes, una entrevista realizada en España a Senel Paz con motivo de la promoción de su segunda novela, En el cielo con diamantes. Y allí este autor residente en la isla es terminante acerca del aprendizaje realizado por el personaje heterosexual de Fresa y chocolate:
“Bueno, lo que pasa es que David no se desmonta de la esencia de los ideales revolucionarios y quizás lo que comprende es que la sociedad y las desviaciones que esos ideales van experimentando con el paso del tiempo y el avance de la revolución, en la práctica los convierten en una lucha muy a largo plazo y no como creen muchos en Cuba, que esos objetivos se alcanzarán al doblar la esquina. De modo que el hombre nuevo no es él ni lo serán sus hijos, sino que es una lucha permanente como lo que le pasó a Cristo, a quien no le alcanzó la vida, ni ha alcanzado todo el tiempo que llevamos de cristianismo, para conseguir sus ideales. Porque no se trata sólo de problemas económicos y políticos. Se trata de problemas de conciencia y de que el Hombre se oriente por el camino de la ética y eso, indiscutiblemente, no hay revolución ni líder que lo imponga”.
En nuestro blog también publicamos un relato de Senel Paz, No le digas que la quieres, cuyo tema central se inserta al principio del guión de la película. Y con respecto al binomio semántico sexo-amor este verdadero revolucionario que siempre anda en líos no es menos radical:
“Y la verdad es que yo observo en la actualidad el resurgimiento de un neo-machismo, por llamarlo de alguna forma. A la vez que las relaciones hombre-mujer se han liberado eso no ha servido para dar un salto de calidad en las relaciones espirituales e intelectuales. La liberación sexual le ha facilitado al hombre el consumo de la mujer y viceversa. El sentido de la espiritualidad es algo más complejo que follar sin preocupaciones y donde quiera. Es algo que pertenece al alma interior, a una educación, una cultura y unos valores que sean atendidos de modo que -como dice uno de los personajes del cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo- el sexo sea una parte de la vida, pero no la vida. Así los jóvenes de hoy lo tienen más fácil para practicar el sexo pero cada vez más difícil para encontrar el amor”.
Y recordemos que al final de la historia David se cruza con un niño pionero y le dice con la mirada que al próximo Diego que se atravesara en mi camino lo defendería a capa y espada, aunque nadie me comprendiera, y que no me iba a sentir más lejos de mi Espíritu y de mi Conciencia por eso, sino al contrario, porque si entendía bien las cosas, eso era luchar por un mundo mejor para ti, pionero, y para mí.
¿Les molesta este amor?
Hugo Giovanetti Viola
Senel Paz (Fomento, Sancti Spíritus, 1950) llegó a ser apodado “el pequeño Rulfo” en el ambiente intelectual cubano de la década de los ochenta. Su primer cuentario, El niño aquel, fue premiado en la isla y su primera novela, Un rey en el jardín, reditada en España por Alfaguara.
Ya por aquel entonces se vinculó intensamente con el cine y el teatro, y unos colegas que visitaron el Uruguay nos comentaron, enigmáticamente, que siempre andaba en líos.
Después tuve el honor de cartearme con él y me di cuenta que Senel era un hombre nuevo de verdad.
Hasta que en l991 su nouvelle El lobo, el bosque y el hombre nuevo ganó el Premio Rulfo y dos años después fue adaptada para el cine por el propio escritor y se transformó, bajo la dirección de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, en Fresa y chocolate, una película que deslumbró escandalizantemente al mundo.
Porque la censurada y perseguida amistad que construyen los dos personajes centrales de la historia -un cuadro del Partido Comunista y un intelectual homosexual marica y católico- es heroicamente hermosa.
En un artículo titulado Senel Paz: homosexualidad, nacionalismo y utopía, el ensayista cubano Ernesto Bejel señala a propósito de los binomios semánticos opuestos en la trama:
“…en realidad esta narración no se limita a abordar de forma simple el tema homosexual en la sociedad cubana, sino que su texto invita a una interpretación que tiene que tomar en cuenta una tensión muy compleja…”. ( ) “… habría que añadir el binomio religioso / ateo, pues en El lobo… también se trata -aunque no de manera central- el tema de la religiosidad de Diego y el ateísmo de David”.
Hace poco publicamos en el blog de elMontevideano / Laboratorio de Artes, una entrevista realizada en España a Senel Paz con motivo de la promoción de su segunda novela, En el cielo con diamantes. Y allí este autor residente en la isla es terminante acerca del aprendizaje realizado por el personaje heterosexual de Fresa y chocolate:
“Bueno, lo que pasa es que David no se desmonta de la esencia de los ideales revolucionarios y quizás lo que comprende es que la sociedad y las desviaciones que esos ideales van experimentando con el paso del tiempo y el avance de la revolución, en la práctica los convierten en una lucha muy a largo plazo y no como creen muchos en Cuba, que esos objetivos se alcanzarán al doblar la esquina. De modo que el hombre nuevo no es él ni lo serán sus hijos, sino que es una lucha permanente como lo que le pasó a Cristo, a quien no le alcanzó la vida, ni ha alcanzado todo el tiempo que llevamos de cristianismo, para conseguir sus ideales. Porque no se trata sólo de problemas económicos y políticos. Se trata de problemas de conciencia y de que el Hombre se oriente por el camino de la ética y eso, indiscutiblemente, no hay revolución ni líder que lo imponga”.
En nuestro blog también publicamos un relato de Senel Paz, No le digas que la quieres, cuyo tema central se inserta al principio del guión de la película. Y con respecto al binomio semántico sexo-amor este verdadero revolucionario que siempre anda en líos no es menos radical:
“Y la verdad es que yo observo en la actualidad el resurgimiento de un neo-machismo, por llamarlo de alguna forma. A la vez que las relaciones hombre-mujer se han liberado eso no ha servido para dar un salto de calidad en las relaciones espirituales e intelectuales. La liberación sexual le ha facilitado al hombre el consumo de la mujer y viceversa. El sentido de la espiritualidad es algo más complejo que follar sin preocupaciones y donde quiera. Es algo que pertenece al alma interior, a una educación, una cultura y unos valores que sean atendidos de modo que -como dice uno de los personajes del cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo- el sexo sea una parte de la vida, pero no la vida. Así los jóvenes de hoy lo tienen más fácil para practicar el sexo pero cada vez más difícil para encontrar el amor”.
Y recordemos que al final de la historia David se cruza con un niño pionero y le dice con la mirada que al próximo Diego que se atravesara en mi camino lo defendería a capa y espada, aunque nadie me comprendiera, y que no me iba a sentir más lejos de mi Espíritu y de mi Conciencia por eso, sino al contrario, porque si entendía bien las cosas, eso era luchar por un mundo mejor para ti, pionero, y para mí.
¿Les molesta este amor?
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