CHARLAS DADAS EN URUGUAY (PUNTA DEL ESTE)
Me gustaría que aprendieras de todas las fuentes, que disfrutaras de cada ser único con el que teencuentres. Pero nunca sigas a nadie ni intentes ser exactamente como otra persona; la Existencia no lo permite. Sólo puedes ser tú mismo.
OSHO
PRIMERA ENTREGA
INTRODUCCIÓN / SWAMI DHYAN YOGI
Estos discursos, los primeros que Osho dio después de ser arrestado en Creta (Grecia), se cuentan entre las “joyas ocultas” del sannyas. Fueron pronunciados ante un grupo muy pequeño de discípulos y por eso son únicos, sin igual, históricos... y casi desconocidos.
El encuentro se produjo en Punta del Este, la meca del juego y del turismo recreativo de Sudamérica, después de que a Osho se le negasen visados de entrada para una estancia de tan sólo dos semanas en los países europeos que más se enorgullecen de su amor a la libertad, de su libertad de prensa y de sus supuestas democracias.
Osho, arriesgándolo todo, nos demostró que estas pretensiones de democracia simplemente no son verdad. Suiza y Suecia le rechazaron, literalmente, a punta de pistola. Fue arrestado y detenido en Inglaterra, y se le obligó a “desaparecer” en la campiña irlandesa durante varias semanas mientras se hacían los preparativos para continuar viaje a otro país. Finalmente, los que estábamos con él entendimos la clave de la situación. Nos estaba mostrando que el mundo “libre” no es libre. Que la libertad de opinión es un eufemismo utilizado por los últimos eslabones de la milenaria cadena de políticos mentirosos y por sus “electorados” esclavizados.
Osho, sin otra elección, accedió a volar desde Irlanda a Uruguay vía África. Aquel viaje fue más que extraño de lo pudiera parecer..., el avión en el que volábamos no tenía autorización oficial para volar la increíble distancia que separa a Senegal, en África, de Recife (Brasil), en Sudamérica. Según la normativa internacional, el vuelo era “ilegal” porque si cualquiera de sus dos grandes motores fallaba, el avión no podría llegar a su destino ni volver, y simplemente caería al océano.
Nunca antes, en toda la historia del control aéreo internacional, se había dado esta limitación de derechos. Pero podía ser empleada con Osho, y a nadie le importaba. La propuesta fue admitida inmediatamente. Aunque el vuelo era peligroso, los pilotos estaban de acuerdo y Osho también. Como Canadá, bajo la presión de los Estados Unidos, se había negado a conceder permiso a Osho para repostar en su suelo, nos vimos obligados a hacer escala en África y atravesar el Atlántico por uno de sus puntos de mayor anchura.
Cuando por fin llegó Osho a Uruguay, yo me preguntaba si volvería a hablar otra vez. Después de recibir un tratamiento así, ¿por qué habría de hacerlo? Pero sin embargo, lo hizo. De repente, después de varias semanas en Uruguay resolviendo los detalles de un posible permiso de residencia, Osho dijo que estaba dispuesto a hablar de nuevo.
Se enviaron equipos de televisión y de audio desde Europa, se preparó una habitación en la elegante casa donde residía, se probó el sistema de luces y las cintas de video fueron enviadas por avión desde Estados Unidos.
Osho, con gafas de sol doradas, se sentaba a diario pacíficamente junto a la piscina; parecía inmóvil, excepto por su respiración casi imperceptible y una mirada ocasional a los vistosos loros verdes que estaban posados en los eucaliptos cercanos. El océano Atlántico tronaba contra las barreras de arena de las legendarias playas de Punta del Este a unos cientos de metros de distancia.
Cuando habló por primera vez, lloré. Apenas unas doce personas escuchábamos aquellas primeras palabras.
Suponía mucho para nosotros oírle otra vez, tan suave y amoroso, perdonando el tratamiento que había recibido, y... había algo más. Una cualidad diferente a la de ocasiones anteriores..., una intimidad, una dirección. No pude entenderlo del todo hasta que me di cuenta de que posiblemente Osho nunca había hablado de tantas cosas con tan poca gente desde que aquellos primeros días, poco después de que se supiera que estaba iluminado.
Estas charlas iban dirigidas a sus amados, a sus íntimos, a su “familia”, (tal como él solía llamarnos). Y debido a ello, quizá, el sentimiento que producen estos discursos es diferente. Introdujo y puso el énfasis en las nuevas dimensiones de su trabajo, en otros aspectos de su transmisión de sabiduría y luz.
Habló en detalle de las siete capas de la consciencia humana y de cómo el discípulo debe conocerlas, explorarlas y manifestarlas. Introdujo su visión de las técnicas hipnóticas para abrir y acceder a la inmensa mente inconsciente y a sus energías volcánicas. Nos dijo cómo y cuando hacerlo.
Describió técnicas ocultas de autodescubrimiento, habló de su verdadera relación con sus discípulos... y definió lo que significa ser un “amigo” del Maestro.
No existe nada parecido. Dentro del contexto de su guía, es un sorprendente salto vertical dirigido al meditador, al buscador sincero y serio, al auténtico discípulo. Estas charlas señalan el camino hacia el futuro de la humanidad, las posibilidades y la promesa, vistas a través de los ojos del Maestro Viviente, Osho.
Capítulo 1 (I)
La Verdad es la Mayor Ofensa
Amado Osho, en los años de Poona recuerdo que a menudo utilizabas la frase: «Estad en el mercado, pero sin ser del mercado». Pensé que esto significaba que cuando estaba alejado de Ti, tenía que recordarme cons¬tantemente que ya no era parte de la mentalidad del mercado; era un sannyasin.
Recientemente, después de haber caído en la llamada realidad normal de ir a la caza de oportunidades y de encontrar piso, la realidad de los supermercados y de los cabezas rapadas, me di cuenta de que tu gente no somos parte del mercado; que ahora ya no necesitamos recordárnoslo, somos obvia e irrevocablemente una raza aparte.
Hace sólo unas semanas te planteé una pregunta sobre cómo podía ayudar a realizar tu visión. Ahora, tras mi reciente experiencia del mundo y viendo el tratamiento que te ha dado, ni siquiera tengo energía para hablar a la gente de Ti. ¿Significa esto que se encuentran demasiado alejados, o lo estoy yo?
El tratamiento que he recibido del mundo es absolutamente natural, no debería ofenderte. Si hubieran sido respetuosos, comprensivos y amorosos hacia mí, eso habría sido chocante. Su tratamiento es absolutamente esperable.
No eres tú el que te has alejado demasiado, son ellos los que han ido demasiado lejos, y han estado alejándose durante millones de años. La distancia entre el hombre real y hombre tal como existe en el mundo, se ha hecho casi insalvable. Están tan alejados de su propia realidad que han olvidado el camino de vuelta.
Han olvidado cuál era su propósito al venir aquí.
Hay una antigua parábola... Un rey muy sabio quería que su hijo su único hijo y sucesor fuera también muy sabio antes de sucederle y convertirse en rey de su vasto reino. El anciano eligió un camino muy extraño: Envió a su hijo lejos del reino, le dijo que le abandonaba, que debía olvidar completamente que era un príncipe. «Ya no es un príncipe y no voy a hacerle mi sucesor.»
Le fue arrebatado todo, sus hermosos ropajes, sus ornamentos...; le dieron las ropas de un mendigo y de noche le metieron en un carruaje para expulsarle del reino. Había órdenes estrictas de no permitir su regreso al reino bajo ningún concepto.
Pasaron los años; el príncipe se convirtió en un verdadero mendigo y olvidó que había sido príncipe. De hecho no tuvo que hacer esfuerzos para olvidar, porque era un mendigo. Pedía ropa, alimento, abrigo y había ido aceptando lentamente la condición en la que se encontraba.
Después de muchos años, un día estaba sentado a la puerta de un hotel, pidiendo. Era pleno verano y quería conseguir suficiente dinero para comprarse un par de zapatos de segunda mano, por supuesto ¬porque la tierra le quemaba como el fuego y caminar sin zapatos era imposible. Tenía heridas en los pies y tan sólo pedía que le dieran unas cuantas monedas. En aquel mismo momento un gran carro dorado se detuvo delante del hotel y descendió de él un hombre que le dijo: «Tu padre te llama para que regreses. Es muy anciano, casi está muriendo y desea que seas su sucesor.»
En un segundo el mendigo desapareció. Aquel hombre cambió completamente; se podía ver en su cara, en sus ojos... las ropas seguían siendo las de un mendigo, pero el hombre era totalmente distinto. Se reunió a su alrededor una gran multitud -la misma multitud ante la que había estado poniendo la mano para recibir unas monedas- y todos comenzaron a mostrarle su gran amistad. Pero él ni siquiera les prestaba atención. Subió al carro, se sentó en él y dijo al hombre que había venido a buscarle: «En primer lugar llévame a un lugar hermoso donde pueda darme un buen baño, encontrar ropa adecuada a mi condición, zapatos y ornamentos, porque sólo como príncipe puedo presentarme ante el rey.»
Volvió a casa y lo hizo como príncipe. Dijo a su padre: «Sólo quiero preguntarte una cosa: ¿Por qué he tenido que mendigar durante tantos años? Realmente me había olvidado... Si no me hubieras pedido que regresara, habría muerto como un mendigo, sin recordar jamás que había sido un príncipe.»
El padre dijo: «Es lo que mi padre hizo conmigo. No lo hice para hacerte daño, sino para que pudieras experimentar los extremos de la vida: el mendigo y el rey. Y todo el mundo existe entre estos extremos.
Aquel día te dije que olvidaras que eras un príncipe; ahora quiero decirte que ser príncipe o mendigo son sólo identidades que nos dan los demás. No es tu realidad, no eres tú: no eres el príncipe ni el mendigo. En el momento que te das cuenta de que no eres lo que el mundo piensa de ti, no eres lo que pareces ser sino algo tan profundamente escondido dentro de ti que nadie excepto tú puede verlo, entonces es cuando un hombre se hace sabio. De este conocimiento procede la sabiduría.
Yo me sentí enfadado con mi padre y sé que tú debes sentirte enfadado conmigo. Pero perdóname porque tenía que dejarte una cosa clara: no te identifiques con ser rey, no te identifiques con ser mendigo, porque estas identidades pueden cambiar en un momento. Y aquello que puede cambiarse no eres tú. Tú eres algo eterno, inmutable.»
La gente se ha alejado mucho de su realidad y el hecho de recordársela les hace sufrir. El tratamiento que me han dado no es más que una expresión de su corazón herido. No quieren ver sus heridas; no quieren que se les recuerde lo que han tratado de olvidar y perdonar con tanto esfuerzo.
De alguna forma se las han arreglado para crearse una identidad en el mundo..., y aparece un hombre que la destroza completamente. Es natural que se enfaden conmigo. Es natural que quieran lapidarme. Es natural que quieran hacerme todo lo que siempre han hecho con la gente como yo.
Eso no quiere decir que pierdas la esperanza, que te sientas pesimista, que dejes incluso de hablar de mí. De esa forma no les ayudas ni te ayudas a ti mismo.
No debes tener en cuenta su comportamiento en absoluto. Están completamente dormidos. Estamos intentando hacer algo que no les deja dormir, y naturalmente se sienten alterados y reaccionan. Esto es totalmente aceptable. ¿Pero durante cuánto tiempo van a reaccionar? Esta cuestión plantea un gran desafío.
Si pierdes la esperanza has perdido el juego. Yo no voy a perder el juego.
Yo seguiré haciendo lo mismo hasta mi último aliento, sea cual sea su reacción. Sólo trayendo su reacción a la superficie existe una posibilidad de cambio. Pero es algo que tomará tiempo porque durante miles de años han estado alejados de sí mismos. Debes tener paciencia con ellos porque ellos necesitan tu compasión, necesitan tu paciencia.
Vendrán a casa; quieren venir a casa, pero admitir que aún no están en casa contraría su ego. De la misma forma que va contra su ego reconocer que son falsos, que son farsantes.
Pero su misma reacción: tirarme piedras, cuchillos, encarcelarme o crucificarme, les va a hacer cambiar. Ésa es la única manera que tienen de empezar a pensar en lo que están haciendo y en por qué se sienten ofendidos.
Sólo te sientes ofendido cuando se dice una verdad, algo que has estado ocultando. Nunca te ofenden las mentiras.
La verdad es la mayor ofensa.
Su misma inquietud, su miedo a que yo destruya su moralidad, a que destruya su religión, a que destruya su tradición, muestra una cosa: no tienen religión, no tienen moralidad, no tienen ninguna tradición. Se las arreglan para creer que la tienen, pero eso sólo es una creencia que puede ser fácilmente destruida; de otro modo, ¿cómo se explica lo que ocurrió en Grecia? Durante cuatro semanas sólo era un turista más en un país que tiene miles de años de historia. La iglesia ortodoxa rusa es la iglesia más antigua del mundo, ni siquiera el Vaticano es tan antiguo. Las primeras traducciones de las enseñanzas de Jesús se hicieron al griego; por eso se convirtió en «Cristo» y sus seguidores fueron llamados «cristianos». Son palabras griegas.
Bien, pues este país -que durante dos mil años ha estado propagando el cristianismo y condicionando a cada niño- teme a un turista que sólo va a estar allí durante cuatro semanas. El arzobispo estaba tan alterado que amenazó con que mi casa ardería, con que se me lapidaría si no me iba del país, porque mi presencia destruiría la moralidad de aquel país, destruiría la religión, la familia, la iglesia, la tradición -¡en sólo cuatro semanas!
Si puedo arreglármelas para hacer todo eso en sólo cuatro semanas, entonces, sea lo que sea lo que se esté destruyendo, merece ser destruido. Simplemente se trata de algo falso. La gente no está en ello de verdad, sólo están aparentando. Sólo las apariencias pueden destruirse en cuatro semanas, las realidades no pueden ser destruidas. Pero el arzobispo de la iglesia más antigua de la cristiandad tiene mucho miedo y no deja de mentir. Todo esto es lo que os he repetido una y otra vez, que todas vues¬tras religiones están basadas en mentiras y por eso tienen miedo.
El arzobispo envío telegramas al presidente del país, al primer ministro, a los demás ministros, diciendo que yo había sido enviado especialmente desde el infierno para destruir la iglesia cristiana ortodoxa griega. ¿Puedes creer que un hombre en su sano juicio diga algo así? Y él tiene el puesto más alto, hasta el presidente y el primer ministro le temen y tienen que cometer un delito porque aquel hombre puede provocar a las masas contra ellos.
Pero yo disfruté de todo aquello porque demuestra: que la verdad tiene un poder y una fuerza que le son propios. La verdad tiene una autoridad que las mentiras no pueden tener. Puedes haber estado condicionando a la gente con mentiras durante siglos, pero con un solo rayo de luz, tan sólo una pequeña verdad, se puede destruir toda esa estructura.
Por tanto no hay que sentirse desesperanzado. Habla con la gente y, si se ofenden, alégrate. Significa que lo que has dicho ha alterado su condicionamiento y están intentando protegerlo.
No puedes alterar a una persona no condicionada. Puedes decir cualquier cosa de ella, pero no puedes alterarla.
Ahora mis sannyasins están en el mundo y yo les he dicho que se mezclen con el mundo para poder extender la verdad más fácilmente. Sois afortunados: nuestra gente, una pequeña minoría en un mundo de cinco mil millones de personas, es suficiente para crear un fuego salvaje. Pero no tengáis prisa ni estéis impacientes. Y tampoco es necesario perder la esperanza. La verdad es intrínsecamente infatigable, intrínsecamente invencible.
Puede que lleve tiempo, pero no estamos escasos de tiempo. Y tampoco es necesario que la revolución ocurra ante nuestros ojos.
Es suficiente alegría la de saber que vosotros fuisteis parte del movimiento que cambió el mundo, que estuvisteis del lado de la verdad, que seréis parte de la victoria final.
Me gustaría que aprendieras de todas las fuentes, que disfrutaras de cada ser único con el que teencuentres. Pero nunca sigas a nadie ni intentes ser exactamente como otra persona; la Existencia no lo permite. Sólo puedes ser tú mismo.
OSHO
PRIMERA ENTREGA
INTRODUCCIÓN / SWAMI DHYAN YOGI
Estos discursos, los primeros que Osho dio después de ser arrestado en Creta (Grecia), se cuentan entre las “joyas ocultas” del sannyas. Fueron pronunciados ante un grupo muy pequeño de discípulos y por eso son únicos, sin igual, históricos... y casi desconocidos.
El encuentro se produjo en Punta del Este, la meca del juego y del turismo recreativo de Sudamérica, después de que a Osho se le negasen visados de entrada para una estancia de tan sólo dos semanas en los países europeos que más se enorgullecen de su amor a la libertad, de su libertad de prensa y de sus supuestas democracias.
Osho, arriesgándolo todo, nos demostró que estas pretensiones de democracia simplemente no son verdad. Suiza y Suecia le rechazaron, literalmente, a punta de pistola. Fue arrestado y detenido en Inglaterra, y se le obligó a “desaparecer” en la campiña irlandesa durante varias semanas mientras se hacían los preparativos para continuar viaje a otro país. Finalmente, los que estábamos con él entendimos la clave de la situación. Nos estaba mostrando que el mundo “libre” no es libre. Que la libertad de opinión es un eufemismo utilizado por los últimos eslabones de la milenaria cadena de políticos mentirosos y por sus “electorados” esclavizados.
Osho, sin otra elección, accedió a volar desde Irlanda a Uruguay vía África. Aquel viaje fue más que extraño de lo pudiera parecer..., el avión en el que volábamos no tenía autorización oficial para volar la increíble distancia que separa a Senegal, en África, de Recife (Brasil), en Sudamérica. Según la normativa internacional, el vuelo era “ilegal” porque si cualquiera de sus dos grandes motores fallaba, el avión no podría llegar a su destino ni volver, y simplemente caería al océano.
Nunca antes, en toda la historia del control aéreo internacional, se había dado esta limitación de derechos. Pero podía ser empleada con Osho, y a nadie le importaba. La propuesta fue admitida inmediatamente. Aunque el vuelo era peligroso, los pilotos estaban de acuerdo y Osho también. Como Canadá, bajo la presión de los Estados Unidos, se había negado a conceder permiso a Osho para repostar en su suelo, nos vimos obligados a hacer escala en África y atravesar el Atlántico por uno de sus puntos de mayor anchura.
Cuando por fin llegó Osho a Uruguay, yo me preguntaba si volvería a hablar otra vez. Después de recibir un tratamiento así, ¿por qué habría de hacerlo? Pero sin embargo, lo hizo. De repente, después de varias semanas en Uruguay resolviendo los detalles de un posible permiso de residencia, Osho dijo que estaba dispuesto a hablar de nuevo.
Se enviaron equipos de televisión y de audio desde Europa, se preparó una habitación en la elegante casa donde residía, se probó el sistema de luces y las cintas de video fueron enviadas por avión desde Estados Unidos.
Osho, con gafas de sol doradas, se sentaba a diario pacíficamente junto a la piscina; parecía inmóvil, excepto por su respiración casi imperceptible y una mirada ocasional a los vistosos loros verdes que estaban posados en los eucaliptos cercanos. El océano Atlántico tronaba contra las barreras de arena de las legendarias playas de Punta del Este a unos cientos de metros de distancia.
Cuando habló por primera vez, lloré. Apenas unas doce personas escuchábamos aquellas primeras palabras.
Suponía mucho para nosotros oírle otra vez, tan suave y amoroso, perdonando el tratamiento que había recibido, y... había algo más. Una cualidad diferente a la de ocasiones anteriores..., una intimidad, una dirección. No pude entenderlo del todo hasta que me di cuenta de que posiblemente Osho nunca había hablado de tantas cosas con tan poca gente desde que aquellos primeros días, poco después de que se supiera que estaba iluminado.
Estas charlas iban dirigidas a sus amados, a sus íntimos, a su “familia”, (tal como él solía llamarnos). Y debido a ello, quizá, el sentimiento que producen estos discursos es diferente. Introdujo y puso el énfasis en las nuevas dimensiones de su trabajo, en otros aspectos de su transmisión de sabiduría y luz.
Habló en detalle de las siete capas de la consciencia humana y de cómo el discípulo debe conocerlas, explorarlas y manifestarlas. Introdujo su visión de las técnicas hipnóticas para abrir y acceder a la inmensa mente inconsciente y a sus energías volcánicas. Nos dijo cómo y cuando hacerlo.
Describió técnicas ocultas de autodescubrimiento, habló de su verdadera relación con sus discípulos... y definió lo que significa ser un “amigo” del Maestro.
No existe nada parecido. Dentro del contexto de su guía, es un sorprendente salto vertical dirigido al meditador, al buscador sincero y serio, al auténtico discípulo. Estas charlas señalan el camino hacia el futuro de la humanidad, las posibilidades y la promesa, vistas a través de los ojos del Maestro Viviente, Osho.
Capítulo 1 (I)
La Verdad es la Mayor Ofensa
Amado Osho, en los años de Poona recuerdo que a menudo utilizabas la frase: «Estad en el mercado, pero sin ser del mercado». Pensé que esto significaba que cuando estaba alejado de Ti, tenía que recordarme cons¬tantemente que ya no era parte de la mentalidad del mercado; era un sannyasin.
Recientemente, después de haber caído en la llamada realidad normal de ir a la caza de oportunidades y de encontrar piso, la realidad de los supermercados y de los cabezas rapadas, me di cuenta de que tu gente no somos parte del mercado; que ahora ya no necesitamos recordárnoslo, somos obvia e irrevocablemente una raza aparte.
Hace sólo unas semanas te planteé una pregunta sobre cómo podía ayudar a realizar tu visión. Ahora, tras mi reciente experiencia del mundo y viendo el tratamiento que te ha dado, ni siquiera tengo energía para hablar a la gente de Ti. ¿Significa esto que se encuentran demasiado alejados, o lo estoy yo?
El tratamiento que he recibido del mundo es absolutamente natural, no debería ofenderte. Si hubieran sido respetuosos, comprensivos y amorosos hacia mí, eso habría sido chocante. Su tratamiento es absolutamente esperable.
No eres tú el que te has alejado demasiado, son ellos los que han ido demasiado lejos, y han estado alejándose durante millones de años. La distancia entre el hombre real y hombre tal como existe en el mundo, se ha hecho casi insalvable. Están tan alejados de su propia realidad que han olvidado el camino de vuelta.
Han olvidado cuál era su propósito al venir aquí.
Hay una antigua parábola... Un rey muy sabio quería que su hijo su único hijo y sucesor fuera también muy sabio antes de sucederle y convertirse en rey de su vasto reino. El anciano eligió un camino muy extraño: Envió a su hijo lejos del reino, le dijo que le abandonaba, que debía olvidar completamente que era un príncipe. «Ya no es un príncipe y no voy a hacerle mi sucesor.»
Le fue arrebatado todo, sus hermosos ropajes, sus ornamentos...; le dieron las ropas de un mendigo y de noche le metieron en un carruaje para expulsarle del reino. Había órdenes estrictas de no permitir su regreso al reino bajo ningún concepto.
Pasaron los años; el príncipe se convirtió en un verdadero mendigo y olvidó que había sido príncipe. De hecho no tuvo que hacer esfuerzos para olvidar, porque era un mendigo. Pedía ropa, alimento, abrigo y había ido aceptando lentamente la condición en la que se encontraba.
Después de muchos años, un día estaba sentado a la puerta de un hotel, pidiendo. Era pleno verano y quería conseguir suficiente dinero para comprarse un par de zapatos de segunda mano, por supuesto ¬porque la tierra le quemaba como el fuego y caminar sin zapatos era imposible. Tenía heridas en los pies y tan sólo pedía que le dieran unas cuantas monedas. En aquel mismo momento un gran carro dorado se detuvo delante del hotel y descendió de él un hombre que le dijo: «Tu padre te llama para que regreses. Es muy anciano, casi está muriendo y desea que seas su sucesor.»
En un segundo el mendigo desapareció. Aquel hombre cambió completamente; se podía ver en su cara, en sus ojos... las ropas seguían siendo las de un mendigo, pero el hombre era totalmente distinto. Se reunió a su alrededor una gran multitud -la misma multitud ante la que había estado poniendo la mano para recibir unas monedas- y todos comenzaron a mostrarle su gran amistad. Pero él ni siquiera les prestaba atención. Subió al carro, se sentó en él y dijo al hombre que había venido a buscarle: «En primer lugar llévame a un lugar hermoso donde pueda darme un buen baño, encontrar ropa adecuada a mi condición, zapatos y ornamentos, porque sólo como príncipe puedo presentarme ante el rey.»
Volvió a casa y lo hizo como príncipe. Dijo a su padre: «Sólo quiero preguntarte una cosa: ¿Por qué he tenido que mendigar durante tantos años? Realmente me había olvidado... Si no me hubieras pedido que regresara, habría muerto como un mendigo, sin recordar jamás que había sido un príncipe.»
El padre dijo: «Es lo que mi padre hizo conmigo. No lo hice para hacerte daño, sino para que pudieras experimentar los extremos de la vida: el mendigo y el rey. Y todo el mundo existe entre estos extremos.
Aquel día te dije que olvidaras que eras un príncipe; ahora quiero decirte que ser príncipe o mendigo son sólo identidades que nos dan los demás. No es tu realidad, no eres tú: no eres el príncipe ni el mendigo. En el momento que te das cuenta de que no eres lo que el mundo piensa de ti, no eres lo que pareces ser sino algo tan profundamente escondido dentro de ti que nadie excepto tú puede verlo, entonces es cuando un hombre se hace sabio. De este conocimiento procede la sabiduría.
Yo me sentí enfadado con mi padre y sé que tú debes sentirte enfadado conmigo. Pero perdóname porque tenía que dejarte una cosa clara: no te identifiques con ser rey, no te identifiques con ser mendigo, porque estas identidades pueden cambiar en un momento. Y aquello que puede cambiarse no eres tú. Tú eres algo eterno, inmutable.»
La gente se ha alejado mucho de su realidad y el hecho de recordársela les hace sufrir. El tratamiento que me han dado no es más que una expresión de su corazón herido. No quieren ver sus heridas; no quieren que se les recuerde lo que han tratado de olvidar y perdonar con tanto esfuerzo.
De alguna forma se las han arreglado para crearse una identidad en el mundo..., y aparece un hombre que la destroza completamente. Es natural que se enfaden conmigo. Es natural que quieran lapidarme. Es natural que quieran hacerme todo lo que siempre han hecho con la gente como yo.
Eso no quiere decir que pierdas la esperanza, que te sientas pesimista, que dejes incluso de hablar de mí. De esa forma no les ayudas ni te ayudas a ti mismo.
No debes tener en cuenta su comportamiento en absoluto. Están completamente dormidos. Estamos intentando hacer algo que no les deja dormir, y naturalmente se sienten alterados y reaccionan. Esto es totalmente aceptable. ¿Pero durante cuánto tiempo van a reaccionar? Esta cuestión plantea un gran desafío.
Si pierdes la esperanza has perdido el juego. Yo no voy a perder el juego.
Yo seguiré haciendo lo mismo hasta mi último aliento, sea cual sea su reacción. Sólo trayendo su reacción a la superficie existe una posibilidad de cambio. Pero es algo que tomará tiempo porque durante miles de años han estado alejados de sí mismos. Debes tener paciencia con ellos porque ellos necesitan tu compasión, necesitan tu paciencia.
Vendrán a casa; quieren venir a casa, pero admitir que aún no están en casa contraría su ego. De la misma forma que va contra su ego reconocer que son falsos, que son farsantes.
Pero su misma reacción: tirarme piedras, cuchillos, encarcelarme o crucificarme, les va a hacer cambiar. Ésa es la única manera que tienen de empezar a pensar en lo que están haciendo y en por qué se sienten ofendidos.
Sólo te sientes ofendido cuando se dice una verdad, algo que has estado ocultando. Nunca te ofenden las mentiras.
La verdad es la mayor ofensa.
Su misma inquietud, su miedo a que yo destruya su moralidad, a que destruya su religión, a que destruya su tradición, muestra una cosa: no tienen religión, no tienen moralidad, no tienen ninguna tradición. Se las arreglan para creer que la tienen, pero eso sólo es una creencia que puede ser fácilmente destruida; de otro modo, ¿cómo se explica lo que ocurrió en Grecia? Durante cuatro semanas sólo era un turista más en un país que tiene miles de años de historia. La iglesia ortodoxa rusa es la iglesia más antigua del mundo, ni siquiera el Vaticano es tan antiguo. Las primeras traducciones de las enseñanzas de Jesús se hicieron al griego; por eso se convirtió en «Cristo» y sus seguidores fueron llamados «cristianos». Son palabras griegas.
Bien, pues este país -que durante dos mil años ha estado propagando el cristianismo y condicionando a cada niño- teme a un turista que sólo va a estar allí durante cuatro semanas. El arzobispo estaba tan alterado que amenazó con que mi casa ardería, con que se me lapidaría si no me iba del país, porque mi presencia destruiría la moralidad de aquel país, destruiría la religión, la familia, la iglesia, la tradición -¡en sólo cuatro semanas!
Si puedo arreglármelas para hacer todo eso en sólo cuatro semanas, entonces, sea lo que sea lo que se esté destruyendo, merece ser destruido. Simplemente se trata de algo falso. La gente no está en ello de verdad, sólo están aparentando. Sólo las apariencias pueden destruirse en cuatro semanas, las realidades no pueden ser destruidas. Pero el arzobispo de la iglesia más antigua de la cristiandad tiene mucho miedo y no deja de mentir. Todo esto es lo que os he repetido una y otra vez, que todas vues¬tras religiones están basadas en mentiras y por eso tienen miedo.
El arzobispo envío telegramas al presidente del país, al primer ministro, a los demás ministros, diciendo que yo había sido enviado especialmente desde el infierno para destruir la iglesia cristiana ortodoxa griega. ¿Puedes creer que un hombre en su sano juicio diga algo así? Y él tiene el puesto más alto, hasta el presidente y el primer ministro le temen y tienen que cometer un delito porque aquel hombre puede provocar a las masas contra ellos.
Pero yo disfruté de todo aquello porque demuestra: que la verdad tiene un poder y una fuerza que le son propios. La verdad tiene una autoridad que las mentiras no pueden tener. Puedes haber estado condicionando a la gente con mentiras durante siglos, pero con un solo rayo de luz, tan sólo una pequeña verdad, se puede destruir toda esa estructura.
Por tanto no hay que sentirse desesperanzado. Habla con la gente y, si se ofenden, alégrate. Significa que lo que has dicho ha alterado su condicionamiento y están intentando protegerlo.
No puedes alterar a una persona no condicionada. Puedes decir cualquier cosa de ella, pero no puedes alterarla.
Ahora mis sannyasins están en el mundo y yo les he dicho que se mezclen con el mundo para poder extender la verdad más fácilmente. Sois afortunados: nuestra gente, una pequeña minoría en un mundo de cinco mil millones de personas, es suficiente para crear un fuego salvaje. Pero no tengáis prisa ni estéis impacientes. Y tampoco es necesario perder la esperanza. La verdad es intrínsecamente infatigable, intrínsecamente invencible.
Puede que lleve tiempo, pero no estamos escasos de tiempo. Y tampoco es necesario que la revolución ocurra ante nuestros ojos.
Es suficiente alegría la de saber que vosotros fuisteis parte del movimiento que cambió el mundo, que estuvisteis del lado de la verdad, que seréis parte de la victoria final.
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