sábado

IMAGINERÍAS / RUTH PASEYRO


DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE DAR

Me apruebo en el espejo. Llevo bien mis cincuenta años y hoy pienso soltarle el hilo a la cometa. Me siento viva y llena de expectativas.

Trigo añublado mi matrimonio con José Luis. Simple comodidad, hábitos y falta de un viento que conmueva esta construcción endeble. La excusa fueron los hijos que hoy ya no están con nosotros. La soledad de a dos cristalizó con la desaparición del diálogo, con el mirar sin vernos, con la carne sin amor. Dos sombras que se alargan entre ladrillos.

Me rediseño con la barra de carmín. Redescubro una boca borrada por ojos sin deseo.

Los días de la semana: colada que se arrastra por la ladera del volcán. Entre el trabajo y el club cada uno desvive sus horas y a la noche escarceo entre las sábanas con resaca de deber cumplido. Los fines de semana los ahogamos en reuniones con amigos, idas al cine o cenas interminables.

Tengo mal delineada la ceja izquierda. La corrijo y contemplo una iluminación.

No recuerdo cuándo terminó la tortura de los fines de semana. ¿Acaso al desnudarse los plátanos? Un viernes de mañana José Luis me dijo que no volvería a casa hasta el lunes. Asombro y desconcierto en la marisma. No pregunté, porque entre nosotros no había respuestas.

Busco la sombra de párpados. Elijo la beige porque resalta las boyas esperanzadas de mis ojos.

Las ausencias de José Luis primero me sorprendieron y luego me intrigaron. Se lo conté a mi mejor amiga y me contestó que sin duda tenía otra mujer. Me di por convencida.

Si él tiene otra mujer yo puedo tener otra pareja. Por eso ahora estoy esperando a Julio.

Julio descorchó mi vida por segunda vez y cuando nos reencontramos después de veinticinco años en el cumpleaños de una colega, el géiser empezó a humear.
-¡Qué linda que estás!
La invitación al teatro germinó en la broza.


Me falta rimmel y un poco de hervor en las mejillas. Suena el timbre y encuentro a Julio impecablemente envasado en un traje azul.
-Vamos -sonríe.
Entibia mi cintura y besa mi cuello con la audacia naif que tenía en el liceo.

Las estrellas de la velada saltaron en pavesas.

El viernes José Luis me avisa que al día siguiente iremos a Punta del Este. No le contesto, pero ya siento avanzar la bruma que opacará el fin de semana.
Al llegar al Hotel San Rafael dejamos la rambla y nos internamos dos cuadras. Este es mi lugar soñado, pienso mientras nos detenemos frente a un chalé.
-¿Te gusta? -lo señala sin mirarme.
-Hermosísimo.
-Es tuyo -agrega monocordemente. -Creo que no le falta ninguno de tus detalles preferidos. Se llama Findesemana por el trabajo que me dio pasarme todos estos meses vigilando la obra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Otro mas que me atrapo. Adelante Sra. Ruth usted es muy buena en escribir. Nora

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