domingo

GASTÓN CIARLO, "DINO"

UN CAPITÁN DEL VUELO VIVO Y SUELTO

Gastón Ciarlo, “Dino” (ya reconocido internacionalmente como el Bob Dylan uruguayo) acaba de completar su medio siglo de actividad grabando un nuevo CD con el sacrificio, la humildad y la calidad de siempre.

El autor de Milonga de pelo largo -que participó en una de las escenas más importantes de Jesús de Punta del Este, parcialmente reproducida en nuestro blog- no necesita presentaciones.

Pero siempre conviene subrayar que el inventor de la milonga-rock es uno de los capitanes del vuelo constructores de nuestra identidad espiritual popular y matrera: un verdadero mito viviente obsesionado por ensanchar la Purificación de una tierra de libres.

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Los que te escuchamos cantar baladas rockeras con Los Gatos por Radio Ariel -incluso antes que los Beatles coparan nuestro dial- siempre sentimos que tu actitud estética era la de alguien que podía ser muy joven pero que, desde el arranque, ya metía garra hacia el tesoro difícil de encontrar. ¿En qué momento de tu adolescencia sentiste que llegar a arcoirisar tus canciones era cosa de vida o muerte?

Recuerdo que fue a partir de una primera experiencia que hice componiendo una música y una letra deleznables, realmente. Pero por lo menos me sirvió para comenzar a interesarme en el asunto. Y también fue decisivo que ya en la escuela, bajo la batuta de los salesianos, hubiese aprendido a considerar el idioma español como algo muy importante.

Entonces hice una revisión y recordando una definición de André Gide -mi alma es un campo de maniobras- me atreví a relatar algunas experiencias de vida que recogí muy temprano en temas como Hay veces o Autobiografía Nro 1, que poco tiempo después terminaron por ser grabadas.

En cuanto a que creyera que la cosa era de vida o muerte hay mucho de cierto, porque si no te rebelás contra la rutina terminás atrapado por una suerte de embalsamamiento que te hace olvidar dolores y expectativas, te va adormeciendo y te va sacando las ganas de todo.

¿Puede considerarse que esa completud de espesura expresiva que te facciona incanjeablemente hace medio siglo -y con la que ya se nace, como sucede con Osiris, Zitarrosa o Darnauchans- obedece a una necesidad de supervivencia básica?

Bueno, antes que nada te agradezco la comparancia pero te aclaro que, en mi opinión, tanto Osiris como Alfredo y el Darno siempre estuvieron a años de luz de mí, por su excelencia poética y musical. Lo que acaso me identifique con ellos es el sentido de rebelión con el que surge la creatividad, en la medida en que te asomás a la oportunidad de salvarte de esa muerte mental a la que te puede llevar un contexto de repetitividad constante de tus actos. Cuando te decidís a gozar primaveras y cantar te sentís un hombre libre.

En la década del setenta el canto popular se volvió una barricada antifascista que alimentó indoblegablemente al pueblo uruguayo. Y en la tercera estrofa de Tablas, una milonga de esa época, aparece condensada una esperanza humanista más profunda que la cifrada en cualquier causa política puntual: Morir sobre un escenario / estando rodeado de amigos / lograr que lleves en los labios / el último de mis supiros / mi vida, mi alma. ¿Podrías historiar en qué entorno personal compusiste esa especie de credo en la comunicación fraternal y desinteresada con cualquier alma próxima?

La imagen de barricada antifascista es muy elocuente, ya que en esa época y en medio de esa corriente vieron la luz magníficas canciones de grandes artistas latinoamericanos...

En el caso concreto de Tablas, el entorno de mi vida tuvo mucho que ver con el nombre del tema, ya que en aquel tiempo yo trabajaba como utilero en el Teatro Solís y en la Sala Verdi, y Tablas se llamaba el pequeño teatro que había fundado, con gran sacrificio, Alberto Restuccia, apenas a media cuadra de la Jefatura de Policía de Montevideo...

Esa canción fue estrenada durante una función de una serie de espectáculos que hacíamos con Larbanois-Carrero y fue escrita en borrador en casa de una tía y luego completada en el silencio de la utilería del Solís.... Recuerdo que los primeros que la escucharon fueron mis compañeros Domingo Pistone y Carlos Lettieri. Y el texto es una representación de nuestro viaje, sabiendo que el tiempo es corto y que debemos disfrutar la vida... Será por eso que me salió levemente melancólica, aunque tiene elementos de jocundidad....

¿Cómo se cocinó Vivo y suelto, tu último trabajo discográfico?

El puntapié inicial de Vivo y suelto lo dio Tabaré Aguiar, músico y viejo amigo, quien le presentó la idea a don Rafael Abal. Se ensayó muy de a poco, porque durante dos años me fue imposible venir a grabar desde Dolores.

Esta vez hay unas cuantas canciones de autoría ajena: Jaime Roos, Hugo Trova, Hugo Giovanetti Viola, Claudio Rinaldi, Washington y Carlos Benavides. Y además repetí algunos de mis pecados de juventud como Algún día regresará, cuya versión original yace olvidada en un disco de los Moonlight.

Lo divertido fue trabajar bajo la batuta de Gustavo de León, hijo de Willy de León, que trabajaba conmigo en Radio Ariel y fue la persona que grabó mis primeras experiencias como músico. Así es que los de León grabaron mi primer y último disco…

Mario Varela realizó la producción y los instrumentos utilizados fueron dos guitarras españolas (una Takamine y una Miranda en manos de Alexias y Yur), un bajo Fender (Alexias), una Gibson, dos Stratocasters y una Jackson (Yur), un guitarrón de doce cuerdas y otro de seis, ambos con micrófonos Fishman, y una Philpro con micrófonos Fender (yo), además de equipos Carvin, Fender y Lanney.

Teníamos como músicos invitados a Nasser, Bordoni, Ferradás, Tabaré Rivero (por el espíritu kafkarudo) y Heber Rodríguez, y aunque la gripe nos desmoronó un poco los planes y pudieron intervenir nada más que dos de ellos en el trance final de la enfermedad y recién recuperándose, trabajamos durante una semana 10 o 12 horas diarias y quedamos cansados, pero vivos y sueltos…


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