sábado

LA ÚLTIMA NOUVELLE PUBLICADA POR J. D. SALINGER


Hapworth 16, 1924

(Traducción: Ghetta Life / Julio, 2005.)

En 1997, J. D. SALINGER (1919-2010) autorizó la reproducción de su última nouvelle publicada en la revista New Yorker 42 años atrás. Es casi seguro que entre 1965 y el año de su muerte el autor de The catcher in the rye haya dejado prontas unas cuantas ficciones destinadas a ser conocidas póstumamente. Dejemos hablar al tiempo. La versión de Hapworth 16, 1924 que iremos entregando a través de nuestro blog es de dominio público.


PRIMERA ENTREGA

Un comentario previo, tan llano y desnudo como es posible: para empezar, mi nombre es Buddy Glass, y muchos años de mi vida, muy posiblemente la totalidad de mis cuarenta y seis años, me he sentido convocado, elaboradamente involucrado, conectado, con la tarea de arrojar alguna luz sobre la corta y reticulada vida y tiempos de mi hermano mayor, Seymour Glass, quien murió, se suicidó, optó por discontinuar su vida, en 1948, cuando tenía treinta y un años.

Intento ahora, muy posiblemente en este mismo pedazo de papel, establecer un punto de partida, tipeando una copia exacta de una carta de Seymour, que, hasta hace cuatro horas, nunca había leído en mi vida. Mi madre, Bessie Glass, me la envió por correo certificado.

Hoy es viernes. El miércoles pasado a la noche, en el teléfono, le conté a Bessie que he estado trabajando hace varios meses en un largo cuento corto sobre una fiesta en particular, una fiesta muy representativa, a la que ella y Seymour y mi padre y yo fuimos una noche de 1926. Este último detalle tiene una pequeña pero maravillosa relevancia, en vistas de la carta en cuestión. No es una palabra amable, se los aseguro, eso de "maravillosa", pero parece encajar.

No voy a agregar más comentario, excepto repetir que mi intención es meramente reproducir una copia exacta de la carta, palabra por palabra, coma por coma. Empezando aquí, Mayo 28, 1965.

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Campamento Simon Hapworth
Lago Hapworth
Hapworth, Maine
Hapworth 16, 1924, o algo así
en la falda de los dioses!!

Queridos Bessie, Les, Beatrice, Walter y Waker:

Voy a escribir por los dos, creo, ya que Buddy está ocupado en otro lugar, por un período indefinido de tiempo. Entre el sesenta y ochenta por ciento del tiempo, para mi eterna diversión y pena, el magnifico, elusivo, cómico muchacho ¡está ocupado en otra parte! Como sabrán en sus entrañas y corazones, los extrañamos terriblemente. Desafortunadamente, tengo muchas esperanzas de que sea recíproco. Esto me causa una desazón cómica, aunque no tan cómica. Es completamente desagradable lograr pequeñas acciones del cuerpo o el corazón y después esperar la reacción. Estoy profundamente convencido de que si el sombrero de A es arrastrado por el viento mientras pasea por la calle, es el amable deber de B recogerlo y devolvérselo, sin examinar la cara de A o escudriñarla en busca de gratitud. ¡Mi Dios, déjame que logre extrañar a mi amada familia sin desear que por su parte me extrañen! Requiere un carácter menos débil que del que dispongo. ¡Dios mío, sin embargo, en la otra columna del balance, es un hecho que siempre se está acechando a las personas en retrospectiva! ¡Como extrañamos vuestras caras de entusiasmo, de emoción! Nací sin demasiado apoyo, en vista de las continuas ausencias de los seres que amo. Es un hecho simple, molestamente convincente y cómico, que mi independencia es profunda, a diferencia de la de mi elusivo hermano menor y compañero de campamento. Mientras tengo presente que mi sentimiento de pérdida respecto a ustedes es muy preciso hoy, difícilmente soportable en un último análisis, también es cierto que estoy aprovechando esta sorprendente oportunidad para usar mi nueva y absolutamente trivial maestría en la construcción escrita y en la correcta formación de oraciones, que he enriquecido levemente gracias a ese pequeño libro -alternativamente invalorable o espantoso- que ustedes me vieron derramar hasta el exceso durante los difíciles días previos a nuestra partida hacia este lugar. ¡A pesar de que esto es terriblemente aburrido para ustedes, queridos Bessie y Les, la magistral o meramente adecuada construcción de oraciones tiene una leve, divertida importancia para un joven tonto como yo! Sería un alivio purgar mi sistema de palabras rimbombantes este año. Me arriesgo a destruir un posible futuro como joven poeta, secreto estudioso y persona sin afectamientos. Les ruego a los dos, y tal vez a la Srta. Overman, si van a la biblioteca o la encuentran cuando les quede bien, que miren fríamente lo escrito y me notifiquen inmediatamente si encuentran errores flagrantes o meros descuidos en la construcción básica, la gramática, puntuación o el buen gusto. Si por accidente o intencionalmente encuentran a la Srta. Overman, por favor pídanle que no tenga misericordia conmigo en este pequeño asunto, asegurándole gentilmente que me enferma la enorme distancia y las diferencias embarazosas -entre otras cosas- que existe entre mi discurso oral y el escrito. Es vicioso y preocupante tener dos voces. Por favor extiéndanle a esa graciosa mujer de valores secretos mi amor y respeto eternos. Le pido a Dios que ustedes, mis seres queridos, dejen de pensar en ella como una persona anticuada. Está muy lejos de serlo. A su modesta y emocionante manera, esa pequeña mujer tiene mucho de la simplicidad y encantadora fortaleza de una secreta heroína de la Guerra Civil o de la Guerra de Crimea, tal vez las guerras más conmovedoras de los últimos siglos. ¡Mi Dios, simplemente recuerden que esta valiosa solterona ni siquiera encuentra un lugar cómodo en este siglo! Desafortunadamente, el presente siglo es para ella vulgarmente embarazoso desde el vamos. En lo profundo de su corazón, ella estaría encantada de vivir los años que le quedan como una amiga íntima de Elizabeth y Jane Bennet, siendo constantemente visitada por las igualmente deliciosas heroínas de "Orgullo y Prejuicio" en busca de un consejo sensible y elocuente. Desafortunadamente, ni siquiera es bibliotecaria por vocación. Por favor, por lo menos muéstrenle una parte generosa de esta carta que no les parezca demasiado personal o vulgar, advirtiéndole al mismo tiempo que no juzgue, una vez más, mi caligrafía con severidad. Francamente, mi caligrafía no merece que agote su paciencia, sus energías y su frágil sentido de la realidad. También francamente, me temo que aunque mi caligrafía mejore con los años, luciendo cada vez menos como la expresión de un demente, es, en su mayor parte, irredimible. Mi inestabilidad personal y el exceso de emoción estarán, por desgracia, por siempre marcadas en cada trazo.

¡Bessie! ¡Les! ¡Hermanos! ¡Dios Todopoderoso, como los extraño esta tranquila y ociosa mañana! Un sol pálido brilla a través de la ventana polvorienta, mientras yazgo forzosamente en cama. Sus rostros graciosos, felices y hermosos, están suspendidos ante mí, les aseguro, tan perfectamente como si existieran deliciosas cuerdas pendiendo del techo. Ambos gozamos de muy buena salud, Bessie querida. Buddy está comiendo maravillosamente, cuando las comidas son digeribles. Si bien la comida en sí no es atroz, la preparan sin una pizca de afecto o inspiración, y cada frijol o simple zanahoria, llega al plato de los acampantes despojados de su leve alma vegetal. Esta situación seguramente podría cambiar en un santiamén si el Sr. y la Sra. Nelson, los cocineros y, al parecer, matrimonio infernal, se dignaran a imaginar que cada niño que llega al comedor es su propio hijo, sin preocuparse de qué vientre han nacido en esta encarnación. Sin embargo, si tuvieran la torturante oportunidad de hablar por unos minutos con estas dos personas, sabrían que es pedir lo imposible. Una inercia innominada pende sobre esos dos, alternada con episodios de ira injustificada, despojándolos de cualquier voluntad o deseo de preparar una comida afectuosa o al menos mantener los cubiertos limpios como un silbido. La sola vista de los tenedores hace que Buddy quede hecho una furia. Está tratando de solucionar esa tendencia, sin embargo un tenedor nauseabundo es un tenedor nauseabundo. También es verdad que, hasta cierto punto bastante significativo, carezco de la libertad para incidir en las espléndidas furias del muchacho, considerando su edad y la asombrosa utilidad de éstas para la vida. Pensándolo mejor, por favor no le digan nada a la Srta. Overman sobre mi caligrafía. Es mejor para ella ocuparse de pensar y hablar de mi horrible caligrafía para que su corazón se mantenga contento. ¡Le debo tanto a esa buena señora! Fue entrenada meticulosamente por el Comité de Educación. Desafortunadamente, mi espantosa caligrafía y lo tarde que me voy a dormir, son, muy frecuentemente, los únicos tópicos de discusión con los que se siente confortable y familiarizada. No sé en qué le fallé al respecto. Sospecho que erré cuando era mas joven, permitiéndole pensar que yo era un niño muy serio sólo por ser un lector omnívoro. Tontamente, no le di ninguna pista decente y humana de que el noventa y ocho por ciento de mi vida, gracias a Dios, no tiene nada que ver con la dudosa búsqueda del conocimiento. De tanto en tanto intercambiamos pequeñas bromas en su escritorio o cuando nos tropezamos en los ficheros, pero son bromas falsas, no viscerales. Es muy embarazoso para los dos mantener una comunicación superficial constante, sin que medien tonterías ni el sobreentendido -bastante delicioso en mi opinión- de que todos los demás en la biblioteca tienen vejigas y algunos otros órganos conmovedores bajo la piel. Hay muchas otras cosas respecto a esta cuestión, pero no puedo abundar sobre ellas ahora. Me temo que mis emociones son endemoniadamente crudas hoy. Además, ustedes cinco están a innumerables millas de aquí y siempre es demasiado fácil olvidar lo poco que soporto las separaciones innecesarias. Aunque este lugar es muy conmovedor y estimulante, personalmente sospecho que algunos niños de este mundo, como vuestro magnífico hijo Buddy y yo mismo, disfrutamos más de este privilegio solo en casos de emergencia o de gran discordia en su vida familiar. Pero mejor pasemos rápidamente a tópicos más generales. ¡Oh, mi Dios, cómo estoy disfrutando esta comunicación ociosa! Se alegrarán de saber que la mayoría de los jóvenes que aquí acampan no podrían ser más simpáticos y conmovedores, sobre todo cuando no se hacen fuertes -con sospechosa alegría- en grupos que les aseguren popularidad o dudoso prestigio. Gracias a Dios, algunos niños que hemos conocido no son precisamente la sal de la tierra cuando puedes hablar con ellos un rato, lejos de sus malditos compinches. Desafortunadamente, aquí como en el resto de este conmovedor planeta, la imitación es la regla y el prestigio la ambición más alta. Preocuparse por la situación general no es asunto mío, pero no soy de hierro. Algunos de estos niños, saludables, magníficos y algunas veces muy guapos, madurarán. La mayoría, les doy mi amarga opinión, meramente envejecerán. ¿Es esta una visión que uno puede tolerar en su corazón? Por el contrario, es una visión que destroza el corazón. Los mismos consejeros, lo son solo de nombre. La mayoría de ellos parecen estar condenados a transitar sus vidas enteras, desde su nacimiento hasta su polvorienta muerte, adoptando actitudes mezquinas respecto al universo entero y más allá. Esta afirmación es seguramente cruel y dura. ¡Pero no es lo suficientemente dura! Ustedes creen que soy un muchacho bastante bueno de corazón ¿no es así? ¡Que Dios me castigue con rayos y centellas, no lo soy! ¡No hay un solo día que no escuche las estupideces y la indiferencia sin corazón que sale de los labios de los consejeros, sin desear secretamente poder mejorar las cosas sustancialmente golpeando a un par de bribones en la cabeza con una magnífica pala o un garrote! Sería menos desalmado con ellos, supongo, si los jóvenes acampantes no fueran tan malditamente conmovedores y sorprendentes en su naturaleza básica. Tal vez el muchacho más conmovedor que puedo nombrar con mi ridícula voz es Griffith Hammersmith. ¡Ah, qué muchacho más conmovedor! Su solo nombre trae a mis ojos el fluido usual si no ejerzo un control decente sobre mis emociones. Me aplico diariamente a solucionar esta tendencia emotiva mientras estoy aquí, pero no mejoro mucho. Ojalá los padres esperasen a ver a sus hijos a una edad funcional antes de bautizarlos Griffith o algo similar, que de ninguna manera aligera las pequeñas cargas de la personalidad con las que hay que vivir. Mi propio nombre “Seymour” fue un gigante, inocente error, ya que un atractivo diminutivo como “Chuck” o hasta “Tip” o “Connie” hubiera sido más confortable para que los adultos y maestros me nombren en una conversación informal; y por lo tanto tengo alguna experiencia sobre este pequeño problema. El joven Griffith Hammersmith también tiene siete años; sin embargo soy mayor que él por unas triviales tres semanas. Desde el punto de vista físico, es el niño más pequeño de todo el campamento, más pequeño incluso, para mi asombro y tristeza, que vuestro magnífico hijo Buddy, a pesar de la gran diferencia de edad que significan dos años. La carga que le ha tocado en esta vida, es asombrosa. Consideren por favor las cruces que este excelente, asombroso, conmovedor e inteligente muchacho tiene que cargar. ¡Resígnense a que sus corazones se hagan pedazos hasta lo más hondo!

A) Tiene un severo impedimento del habla. Es mucho más que un seseo divertido: todo su cuerpo tropieza y estremece en cualquier intento de conversación, de modo que los consejeros y demás adultos no pueden dejar de prestarle atención.
B) Este pequeño niño tiene que dormir con una sábana impermeable, por razones obvias, similares a las de nuestro querido Waker, pero algo diferentes, pensándolo bien. La vejiga del joven Hammersmith ha renunciado a cualquier esperanza de generar algún interés o simpatía.
C) Ha tenido nueve (9) cepillos de dientes diferentes desde que comenzó el campamento. Los entierra o esconde en el bosque, como un niño de tres o cuatro años, o los mete bajo las hojas y la mugre bajo su cabaña. Hace esto sin ningún sentido del humor ni por venganza o satisfacción privada. Tal vez haya algo de venganza en ello, pero no tiene la libertad de disfrutar plenamente su revancha o de extraer alguna satisfacción de ella, de tanto que han asordinado o suavizado su espíritu sus padres. La situación es totalmente sutil y enferma, se los aseguro.

El joven Griffith Hammersmith, sigue constantemente a vuestros dos hijos mayores, a menudo persiguiéndonos hasta cualquier escondrijo. Es una compañía excelente, conmovedora e inteligente cuando no lo acosan los fantasmas de su pasado y presente. Su futuro, lamento horriblemente decirlo, parece abominable. Lo traería a casa con nosotros luego de finalizado el campamento sin pensarlo un minuto, con total confianza, alegría y abandono si fuera huérfano. Sin embargo, tiene madre, una joven divorciada con un rostro exquisito y refinado, levemente arruinado por la vanidad, exceso de autoestima y unos pocos desengaños en la vida, aunque no achacables a ella, podemos estar seguros. Mi corazón y sensualidad pura se sintieron atraídos por ella, a pesar de su espantosa e histérica labor como madre y mujer. El domingo pasado, una tarde increíble y sin una nube, apareció y nos invitó a acompañarla a ella y a Griffith a dar una vuelta en su imponente, lujoso Pierce-Arrow y luego comer unos bocadillos en Elms antes de retornar. Declinamos amablemente su invitación. ¡Jesús, fue una invitación tan frívola! He oído invitaciones increíblemente frívolas, ¡pero esta se lleva el premio! Supongo que a ti te hubiese divertido su gesto amigablemente falso, Bessie, aunque lo dudo; no eres lo suficientemente vieja, mi querida. En la superficie, el transparente y levemente cómico corazón de la Sra. Hammersmith, se sentía totalmente desilusionado de que fuéramos los mejores amigos de Griffith en el campamento; su mente y su ojo admirablemente rápido, instantáneamente prefirieron a Richard Mace y Donald Weigmuller, dos compañeros de cabaña de Griffith, más acordes con su gusto. Las razones son bastante obvias, pero no abundaré en ellas en una carta común y corriente a mi familia. Con el paso del tiempo, me voy acostumbrando a estas cosas; y vuestro hijo Buddy, como podrán imaginar, no es el tonto de nadie, a pesar de que su encantadora y tierna edad esté a la vista de todos. Sin embargo, para una joven, atractiva, amargada y solitaria madre, con todas las ventajas municipales de un rostro de rasgos elegantes y patricios, mucha riqueza material, acceso ilimitado y dedos enjoyados, mostrar ese tipo de frustración social a la vista de su joven hijo, un niño desvalido y afligido por una vejiga nerviosa y solitaria, es inexcusable y sin esperanzas. Sin esperanzas es una expresión muy amplia, pero no veo una solución en el horizonte para cuestiones deplorables y sutiles de este tipo. Estoy tratando de mejorar, pero necesariamente hay que tomar en cuenta mi juventud y limitada experiencia en esta vida.

Como ya saben, al principio y en su tontería, nos pusieron en cabañas diferentes, bajo la premisa de que es sano y una muestra de amplitud de criterio separar a los hermanos y miembros de una misma familia. Sin embargo, aprovechando un comentario cómico y casual de vuestro incomparable hijo Buddy, con el cual estuve de acuerdo de todo corazón, tuvimos una apacible charla con la Sra. Happy en el tercer o cuarto ridículo día, señalándole lo fácil que es no tomar en consideración la absurda edad de Buddy y su deliciosa necesidad de conversación humana y de respuestas rápidas, con el aliviante resultado de que, el sábado siguiente luego de la inspección, obtuvo permiso de mudar sus efectos personales y su propio cuerpo para aquí. Todavía continuamos sintiendo el alivio, placer y simple justicia de este giro en los acontecimientos. Estoy deseando que tengan la oportunidad de conocer a la Sra. Happy más íntimamente cuando tengan o si tienen oportunidad de venir o si se las ingenian para tenerla. ¡Imaginen a una morena esplendorosa, erguida, bastante musical y con un gran sentido del humor! Requiere todo el poder de autocontrol de que uno dispone evitar abrazarla cuando pasea por el pasto en una de sus preciosas batas. Su aprecio y amor espontáneo por vuestro hijo Buddy es un hermoso aditamento para mí, provocando que las lágrimas broten de mis ojos cuando menos lo espero. Una de las maravillas de mi existencia es ver a una joven, espléndida muchacha o mujer, reconocer instintivamente cuánto vale ese niño luego de quince minutos de conversación informal junto a un encantador arroyo que se está secando. Jesús, la vida depara una honrosa cantidad de maravillas si uno mantiene los ojos abiertos. La Sra. Happy les admira mucho a ustedes, Bessie y Les, ya que los ha visto muchas veces bajo las candilejas en Gotham, por lo general en el Riverside, cerca de su casa. Ella, sin saberlo, comparte contigo, Bessie, una conmovedora herencia de piernas y tobillos perfectos, pechos atrevidos, unas muy lindas, frescas caderas, y pies llamativamente pequeños con primorosos deditos. Como ustedes bien saben, es una recompensa inesperada encontrar a un adulto con dedos espléndidos, o al menos presentables, pensándolo bien; estarán de acuerdo que, usualmente, a los dedos de los pies les suceden cosas desastrosas luego que abandonan el querido cuerpo del niño. ¡Dios bendiga a esta maravillosa muchacha con corazón de niño! A veces me resulta imposible creer que esta arrebatadora belleza me lleva quince (15) años! Dejo a vuestro querido y sabio juicio, Bessie y Les, el permitir o no a nuestros hermanos pequeños leer esto, pero si la total franqueza entre padres e hijos debiera mantenerse tan libremente en la correspondencia como en persona -que es el tipo de relacionamiento que he deseado toda mi vida y cada vez con menos éxito- entonces, debo admitir, con toda jovialidad, que esta hermosa mujer, la Sra. Happy, inadvertidamente enciende mi ilimitada sensualidad.

Teniendo en cuenta mi absurda edad, la situación tiene su lado cómico, por cierto, pero lamento reconocer que solo considerada en retrospectiva. En dos o tres ocasiones en que acepté su amable invitación a pasar por la cabaña principal a tomar una cocoa o un refresco después del Período Acuático, esperé con placer la posibilidad, demasiado tenue para ser realista, de que abriera la puerta inadvertidamente desnuda. Mientras está sucediendo no es precisamente un tumulto de emociones, sino, lo repito, cuando lo considero en retrospectiva. Todavía no he discutido este escabroso asunto con Buddy, cuya sensualidad está comenzando a florecer a la misma tierna y levemente prematura edad en que lo hizo la mía, pero él ya ha adivinado que esta criatura encantadora me tiene sensualmente cautivo y ha hecho algunos comentarios humorísticos al respecto. ¡Oh, mi Dios, es un privilegio y un honor estar en contacto con este arrebatador muchacho y genio secreto que no acepta mis triquiñuelas conversacionales como verdades! El problema de la Sra. Happy pasará al olvido tan pronto como termine el verano, pero sería muy útil, querido Les, si reconocieras que compartimos tu herencia de sensualidad, incluyendo el acusador rasgo de carnalidad que aparece justo debajo de tu propio sensual y pesado labio inferior, al igual que en el de nuestro maravilloso y juvenil hermano, el espléndido Walter F. Glass, mientras que en los jóvenes Beatrice y Waker Glass, esos personajes inigualables, el acusador rasgo en cuestión está relativamente ausente. Por lo general, y creo que estarán de acuerdo conmigo, desestimo con total libertad los signos del rostro humano, debido a que no se puede confiar en ellos o pueden ser obliterados o alterados por el Padre Tiempo, pero nunca desestimo la carnosidad bajo el labio inferior, usualmente de un rojo más oscuro que el resto de los labios. No voy a hablar del asunto del karma, sabiendo e incluso simpatizando con vuestro desdén por mi absorbente y accidental interés en este asunto, pero les doy mi palabra de honor que el rasgo en cuestión es poco más que responsabilidad kármica; uno lo tiene, uno lo honra, o si uno no lo honra, entra en honorable batalla contra él, sin dar ni recibir tregua. No deseo distraerme con las encantadoras urgencias del cuerpo un día sí y un día no, los pocos y felices días que me quedan en esta encarnación. Tengo un monumental trabajo que hacer en esta vida, cuya naturaleza permanece sin revelar, y preferiría alegremente morir como un perro antes de distraerme en los momentos cruciales con un magnífico aeroplano o el contorno ondulado de la placentera y abundante carne. Mi tiempo es muy limitado, para mi tristeza y asombro. Mientras intento estudiar sin cesar este problema sensual, sería de gran ayuda si tú, querido Les, siendo mi querido padre y amigo de corazón, fueras franco y sin tapujos respecto a tu propia pujante sensualidad cuando tenías nuestra edad. He tenido oportunidad de leer uno o dos libros que trataban sobre la sensualidad, pero estaban escritos o bien inflamada o inhumanamente, rindiendo pocos frutos al pensamiento. No te estoy preguntando que actos sensuales realizaste cuando tenías nuestra edad; te estoy preguntando algo peor; te estoy preguntando qué actos sensuales imaginarios le dieron vital, inefable entretenimiento a tu mente. ¡Sin la mente, la sensualidad casi no tiene órganos que reclamar como propios! Fervientemente te urjo a no tener vergüenza en este asunto. Somos niños humanos y no te amaremos o respetaremos menos, al contrario, si nos presentas tus peores y más tempranos pensamientos sensuales al desnudo; estoy seguro que los consideraremos muy tiernos y conmovedores. Un criterio franco, decente, es siempre espléndido y útil para una persona joven. Además, no está en la naturaleza de vuestro hijo Buddy, ni en la mía propia o en la de Walter el sentirnos mínimamente afectados o disgustados por los aspectos dulces y terrenales del ser humano. En realidad, todas las formas de locura y bestialidad humanas, tocan una cuerda muy sensible en nuestro pecho.

¡Ustedes, Dioses y pequeños peces! ¡Cuán inmensamente gratificante tener un rato de ocio para comunicarse con la familia durante esta ocupada vida de campamento! No se imaginan el bendito tiempo que tengo hoy disponible para dedicar a las necesidades de la mente y el corazón; la explicación completa se las daré más adelante.

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