LA CULPA ES DEL ESPEJISMO
Lucy Muela
Escena 1
Cafetería de la ciudad. Helena sentada en una mesa lee un libro mientras toma café y mira su reloj a cada momento. De repente llega Ignacio, sonriendo con displicencia.
Lucy Muela
Escena 1
Cafetería de la ciudad. Helena sentada en una mesa lee un libro mientras toma café y mira su reloj a cada momento. De repente llega Ignacio, sonriendo con displicencia.
Ignacio (dándole un beso): ¿Cómo estás, mi amor? ¿Llegué muy tarde?
Helena (cerrando el libro): Quedamos a las cinco y son las seis menos veinte. Si no llegabas en diez minutos me iba.
Ignacio: Bueno, no te enojes. Agradecé que vine. ¿Te pasa algo?
Helena: Pasa que me cansé. No te aguanto más, Nacho.
Ignacio (agarrándole el brazo): ¿Vos estás con otro, hija de puta?
Helena: ¿Ves cómo me tratás, malcriadito de mierda? Vos te creés que sos el hombre perfecto para cualquier mujer pero conmigo se acabó.
Ignacio: ¿Y a quién vas a encontrar que te adore más que yo?
Helena: Yo no soy una tapa de revista.
Ignacio: Pero te vino bárbaro tenerme en tu colección de macacos. Fui el macaco number one, ¿no es cierto? Plata y facha. Salado.
Helena: Salado fue el aborto.
Ignacio: La que pidió para sacárselo fuiste vos. Dijiste que te querías sacar esa mierda de adentro.
Helena (llorando): Porque vos no lo querías. Un ego como el tuyo no puede querer a nadie. Adoran tapas de revistas. Nada más. ¿Sabés lo que soñé? Que eras un maniquí lleno de mierda, Nacho.
Ignacio (parándose para irse): Ta. Ahora piraste mal.
Helena: Borrate, nene fashion.
Ignacio (parándose para irse): Ta. Ahora piraste mal.
Helena: Borrate, nene fashion.
Escena 2
Mario en la puerta de su cuarto vigilando cada movimiento de Julia, que saca ropa del armario.
Julia (metiendo ropa en un bolso que hay arriba de la cama): En unos días va a venir Isabel a llevarse las otras cosas.
Mario: Igual estás a tiempo de arrepentirte.
Julia (agarrando el bolso para salir de la habitación): No lo hagas más difícil, Mario.
Mario (siguiendo a Julia): Es que no quiero que te vayas.
Julia (cortándolo): Esto ya no tiene vuelta atrás.
Mario: No tenés que recordármelo a cada momento!!
Julia (agarrando unos adornos del mueble que esté en la sala): Entonces no insistas.
Mario: Cuando nos casamos dijiste que me ibas a adorar para siempre. Eso te lo puedo recordar yo a vos.
Julia (agarrando un portarretratos que tiene la foto de los dos): Pero no le prestaste atención a tu princesa. Hace años que para vos yo no existo. Ahora es tarde.
Mario (sacándole el portarretratos): No!! Esto no te lo lleves.
Julia: A vos lo único que te importa es no estar solo, Mario.
Mario: No quiero que te vayas!
Julia (gritando): La culpa es tuya, carajo. Entendé la realidad de una vez.
Mario (gritando): Entonces yo tengo la culpa de que vos te vayas con otro hombre.
Julia (llorando): Sí. Porque hace años que ya no sé quién sos. ¿Entendés? Yo lo único que siento es a un fantasma que me da un beso al irse o al llegar a casa por obligación, nomás.
Mario: Basta, Julia. Basta!!
Julia: Ojalá que te animes a mostrarle a alguien qué carajo sentís antes de que te quedes solo el resto de tu vida.
Julia agarra el bolso y se va. Mario camina por la sala y de golpe va hasta el mueble para arrastrar las cosas y tirarlas al suelo. Lo único que queda en su lugar es el portarretratos con la foto de él y Julia juntos.
Escena 3
Sala de la casa con el piso lleno de adornos rotos.
Mario (con el portarretratos en la mano): ¿Cuándo dejaste de sentirte Julia Roberts en los brazos de Richard Gere, pretty woman? Y todavía sos vos la que hablás de fantasmas.
Se oye el timbre y Mario coloca el portarretratos arriba del mueble y va abrir la puerta, donde aparece Helena.
Mario (sorprendido): Hoy no tenemos clase. ¿Qué pasó?
Helena (entrando): Nada. Vine a cambiar la hora para el jueves porque me salió un parcial.
Mario: Bueno, dale. A la misma hora pero el jueves.
Helena (haciendo un gesto intrigado): Aquí pasó algo groso.
Mario: Sí. El infierno está encantador esta noche.
Helena (acercándosele): Conozco esos ojos, profe. Ya está, dejala ir. ¿Por qué no te la jugás de una vez?
Mario: No sé de qué me hablás.
Helena: Te estoy hablando de lo que nos pasa a nosotros dos.
Mario: No entiendo.
Helena (dando un golpe fuerte en la mesa y casi gritando): Claro que me entendés! Hace tiempo que ya no me mirás como a una nena!
Mario: Pero si te llevo veinticinco años, Helena! Podés ser mi hija!
Helena: Pero no soy tu hija. Ni te veo como a un príncipe azul que me va a salvar la vida. A lo mejor fue eso lo que le pasó a tu mujer. ¿No se te ocurrió pensarlo?
Mario: Prefiero no hablar de ella.
Helena: Entonces hablá de mí! Yo te quiero de verdad! Me pudrí de los macacos que me miran igual que si fuera un espejismo!
Mario: ¿Y cómo no te van a mirar así?
Helena: Pero no soy un espejismo, Mario. Mirá.
Le agarra la mano para metérsela adentro del escote y él la saca enseguida.
Mario: Estoy deshecho, Helena.
Helena (pateando las cosas rotas que hay en el piso y agarrando el portarretratos del mueble): ¿Y yo cómo te creés que estoy? A vos te encanta sufrir. ¿No? Rompé esta pesadilla y chau.
Mario: No puedo. Es lo único que me quedó después de veinte años.
Helena: ¿Ah, no? Entonces yo te ayudo.
Y hace pedazos el portarretratos contra el piso.
Helena (agarrándole la cara): ¿Sabes cómo se hace para saber cuándo querés de verdad? Así.
Mario se deja besar sorprendido, pero después responde y la abraza hasta que ella lo suelta y se va sonriendo. Después de unos segundos él se toca los labios y también sonríe.
Escena 4
Helena y Mario desnudos en una cama, abrazados.
Mario (besándole la frente): ¿Y así desnudo te sigo gustando igual?
Helena (acariciándole el pecho y riéndose fuerte): Sí, pero mucho más. ¿Sabés lo que pasó?
Mario: Se acabó la película.
Helena: Sí. Ya no hay más espejismos.
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