sábado

Diario de una Señora - Andrea Moreira


UN ÁNGEL PARA TU SOLEDAD

UN GUIÓN

Escena 1

Dos hombres sentados en una barra. El barman se les acerca.

Barman (saluda a uno de ellos): ¿Todo bien, che?

Mauro: Todo tranquilo. Para mí la de siempre Julio.

Barman: ¿Para usted, señor?

Ángel: Un whisky y maníes.

Mauro: Está bueno este bolichito, ¿verdad?

Ángel: Ajá.

Mauro mira alrededor, a Ángel y se afloja la corbata. El barman sirve a Ángel. En un costado, a media luz, un muchacho rasguea una guitarra y canta.

Mauro: Digo, podés charlar tranquilo ¿viste? No te rompen los huevos ni los pendejos ni la música.

Ángel (sin mirarlo, come maní de un pote y escribe en el celular): Cierto.

Mauro: Además está medio escondidito. Los miércoles y jueves está lleno de gatas (le saca maní del pote y habla medio ahogado): En serio, se pone bárbaro.

Ángel: Ya veo ¿Venís todos los jueves?

Mauro: Casi. Cuando puedo zafar de mi mujer.

Ángel (sonriendo): Complicado.

Mauro: Es que de vez en cuando hay que ponerla un poquito por ahí. Si no resulta INAGUANTABLE, hermano. ¿Sabés lo que es estar quince años con lo mismo?

Ángel: No.

Mauro: ¿Sos casado?

Ángel: No.

Mauro: Entonces tenés cien problemas menos que yo.

Ángel: No creas. Cargo lo mío.

Mauro: Nunca te había visto por acá.

Ángel: ¿Tengo que dar examen para entrar?

Mauro: Epa! Sólo decía porque conozco a todos los que frecuentan lo de Julio.

Escena 2

Dos mujeres sentadas en una peluquería, con las cabezas llenas de tinta.

Alicia (tocándose la cara): Me revienta gastar guita a paladas y que las malditas arrugas estén ahí.

María José: Yo ya tiré la toalla, mi amor. Me rendí. Que vengan si quieren.

Alicia: Pero no podés pensar así. Tenés que hacer LO IMPOSIBLE para verte bien. No sólo para los demás, sino para vos misma. Como dice la Legrand: “Si te ven mal te maltratan”. Pero che, querete un poquito, María.

María José: Mirá, me tiño de asco, que si no tuviera canas ni eso haría.

Alicia: Lamento decirte que estás equivocada, amiga del alma. Con todas las pendejas con esos lomazos que andan por ahí… la humillación es diaria, amor.

María José (riéndose): Hay que aceptarse como uno es, Alicia. Tenés que querer tus rollitos y tus flanes (se toca la papada).

Alicia (se estira los ojos): Antes muerta. Me voy a hacer todo lo que pueda. Nada mejor que mirarse al espejo y verse joven y linda. Después, que me lleve el diablo.

María José: Pero si ya sos linda así! ¿Qué te anda pasando a vos? ¿Querés quedar con esas bocas de pato deformadas que se tropiezan con la lengua cada vez que hablan? Esas minas se chocan con los vasos porque ni ellas saben donde les empieza la trompa.

Alicia: No sé. Me niego totalmente a volverme fea. En la empresa tomaron a una pendeja que alborotó a todo el sector (tocándose los senos). Esa guacha ni siquiera usa copa preformada porque tiene esa redondez siliconada que le devora los escotes. Menos mal que ni me la cruzo.

María José (riéndose): ¿Estás celosa de la nena? Por favor, Ali. Si vos sos preciosa, tenés algún kilito de más, pero es la edad. Acordate cómo se volvió loco aquel compañero tuyo hace años, cuando empezaste a trabajar.

Alicia: Shhhhh, no seas pelotuda, siempre con ese vozarrón. ¿No ves que acá es un hervidero? A ver si llega a los oídos de aquél y tengo un despelote a esta altura. Además eso pasó hace diez años.

María José (susurrando): Bueno, pero tengo razón. Vos ya tuviste tu época de calienta machos y la disfrutaste. ¿Qué dejás para mí? (se mira al espejo y se señala). Esta trucha la cargué siempre, con y sin arrugas.

Alicia: Sí, pero esa época se pasó, y ni siquiera me di cuenta cuando se me terminó exactamente. No soporto que los hombres no me miren como me miraban antes.

María José: Bueno, pero tu marido te mira y todavía te desea, ¿o no?

Alicia: Yo que sé. Me parece que ya es mero trámite, más que deseo. A veces pierdo la cuenta del tiempo que pasamos sin tocarnos. ¡Que vida de mierda!

Escena 3

Mauro y Ángel en el mismo boliche, tomando y comiendo maní.

Mauro: Están que se parten. Así como te digo, para darle a cualquiera de las dos (risotadas) o a las dos parejo.

Ángel: En mi trabajo hay poca mujer.

Mauro: Me traté de levantar a una, pero ni mierda. Las pendejas vienen con una caja registradora allá abajo. Me conocen el puesto, saben lo que gano. Chau, Mauro: cero posibilidad. Qué hijas de puta.

Ángel: No seas pelotudo, Mauro. ¿Qué pasa con tu mujer?

Mauro: Yo que sé. Es buena la gordita, y yo la quiero pero a veces tengo que cerrar los ojos y pensar… yo que sé, en la de la oficina por ejemplo, o no se me para.

Ángel: Eso es un problema.

Mauro (revuelve los hielos del whisky con los dedos y después se los chupa): Decime algo, Ángel, ¿vos te volteás lo que querés, no?

Ángel: De vez en cuando.

Mauro: Dale, no te me hagas el modesto. Facha y billetera. Dos palabritas y pum.

Ángel: Lo necesario. No me desvive el tema. Tengo otras prioridades.

Mauro: En cambio yo me vuelvo loco. Si pasan muchos días me desquicio.

Ángel: Entonces sos como un perrito alzado, Mauro.

Mauro: Y bueno, alguna revolcada semanal (toma un trago) y ando tranquilito, de buen humor, ¿viste? Encaro la vuelta a casa distinto, me fumo la falta de guita, las peleas de los nenes y todo lo demás.

Ángel: Te voy a proponer algo.

Mauro: ¿A mí? No siendo que te la chupe, cualquier cosa, dale (risas).

Ángel: ¿Cualquier cosa?

Mauro: Me estás poniendo ansioso (le mira el culo a una que pasa). ¿Viste eso?

Ángel (sin mirar): Algo puntual, pero tenés que estar dispuesto.

Mauro: Soy todo oídos, papá.

Escena 4

En un baño están Ángel y Alicia. Alicia está recostada contra las piletas y Ángel tiene una mano metida debajo de la pollera y otra en una nalga. Se besan.

Alicia: Ta, basta, basta por favor, que van a abrir.

Ángel: A este baño no sube nadie. ¿Nunca te dije que sos lo más hermoso que hay en este edificio?

Alicia: Me calienta que me lo digas.

Ángel: Estás divina hoy. ¿Te hiciste algo en el pelo?

Alicia: Me enloquece que te des cuenta. Sí, me hice, me lo aclaré.

Ángel: ¿Cuándo vas a tener una noche para mí? Meté alguna excusita, dale.

Alicia: Dame tiempo, tengo que coordinar muchas cosas. Los chiquilines, mi marido. Nunca estoy afuera de noche (besándolo) pero ya lo voy a arreglar, te prometo.

Ángel: Es que no te puedo esperar más, mami.

Escena 5

Las dos mujeres aparecen conversando por teléfono. Alicia está sentada en un sillón, pintándose las uñas. María José en la cocina haciéndose un té.

María José: Vos tenés que estar loca. Decime que lo vas a cortar.

Alicia: ¿Y por qué no? No lastimo a nadie, una vez y nada más. Para sacarme las ganas y chau.

María José: Seguís con lo de sentirte joven, deseada y toda esa mierda, ¿verdad?

Alicia (soplándose la mano): Vos no te hacés una idea de lo que es que ese bombonazo te tire un lance. Es el más lindo de la oficina, boluda, y lo tengo muerto.

María José: Pero Alicia, ¡estás casada, carajo! No te hagas esto. ¿Vas a poder seguir igual después?

Alicia: Es que no puedo más. Hace un mes que me agarra por los pasillos, en el ascensor, me hace llamar al pedo. Me dice las cosas más impresionantes, que nunca nadie me dijo. Además tiene un olor… ese olor a macho, ¿viste?

María José: Alicia, es una calentura. Manejala, por favor, pero no la alargues más.

Alicia: María, estoy paspada de que siempre me cortes el mambo. ¿Por qué no me ayudás un poquito? Entendé que se fijó EN MÍ. De todas las mujeres de la oficina se fijó en mí. ESTOY VIGENTE, ESTOY VIVA y no llevo pelotas de siliconas.

María José: ¿No se habrá fijado para ganar puntos en la empresa? SOS LA JEFA, naba. Te ayudaría pero te juro que no comparto lo que vas a hacer. Pobre tu esposo.

Alicia: No lo nombres. Me lo nombrás a propósito. Yo lo quiero, y es el padre de los chiquilines. Él no tiene nada que ver en esto. Es que hace tanto que no me mira, que no me dice que me quiere.

María José: Conmigo no cuentes. Hace un mes que empezaste con el jueguito y no te dije nada. Pero ya en esto no cuentes. No te apoyo, definitivamente paso.

Alicia: Tá. Andá a cagar, María. Pensé que éramos amigas.

María José: Somos. Pero en esto no voy con vos. Se te está yendo de las manos, Alicia.

Alicia (cuelga el teléfono con furia y se sigue pintando): Andá a cagar, ¿quién te necesita?

Escena 6

Mauro sentado en la barra. Llega Ángel.

Ángel: (palmeándole un hombro): ¿Qué hay, valor?

Mauro: Todo bien. ¿Vos?

Ángel: Genial.

Mauro: ¿Cómo te lleva el asunto de la mina?

Ángel: Ya casi la tengo.

Mauro: ¿Seguimos con el plan?

Ángel: Definitivamente. Yo te aviso, porque todo depende de cuándo ella pueda arreglar en la casa y todo eso.

Mauro: Volás alto, hermano. Mirá que ganarte a una de tus jefas, yo sabía que eras un capo, tenés pinta de ganador. Pero esto te pasaste, che.

Ángel: La pobre se piensa que me tiene enfermo de amor. No es que esté mal la veterana, pero he comido cosas mejores. A ver cómo te lo grafico: no es jamón crudo pero tampoco una mortadela. Es un salamito milán (se ríe).

Mauro (riéndose): Epa! Y yo que pensé que eras tranquilito. Incluso al principio pensé (hace gesto con la mano) que se te fruncía también. Sos de los míos, hermano.

Ángel (después de terminarse la bebida de un trago y tirar unos billetes): Bueno, che, yo te aviso.

Mauro: Dale.

Ángel se va y Mauro, bailoteando con el vaso en la mano, se cambia de mesa para escuchar al guitarrista.

Escena 7

Alicia y María José mirando una vidriera.

Alicia: No seas soreta, dale, ayudame a elegir la ropa. Nunca me compro nada y hoy quiero algo hipersexy. De esos con portaligas y agujeritos.

María José: Me hacés cómplice de algo que no estoy ni ahí. Y no quiero.

Alicia: ¿Vos sos la misma que me juró amistad eterna en la escuela?

María José: No seas yegua. No sé, esto no me cae, ¿sabés?

Alicia: Ayudame a elegir ropa que el resto lo encaro solita.

María José: Dale, entremos de una vez, así me voy para mi casa y me olvido de todo.

Alicia (dándole un beso, apretujado): Yo sabía. Por eso te quiero tanto.

Escena 8

Mauro sentado en el escritorio. Le suena el celular.

Mauro: ¿Qué hacés, titán? No me digas que armaste para hoy.

Ángel: Sí. Tengo todo arreglado.

Mauro: Pa. Me parece que se me complica. Porque aquella tiene reunión y llega tarde. Hoy me tocaban los nenes.

Ángel: Bueno. Es hoy. Manejate.

Mauro: Yo veo cómo arreglo ¿Tenés la guita?

Ángel: Claro.

Mauro: ¡Qué hijo de puta que sos! (carcajadas). Mirá que sos un maestro, querido. Hay tipos mala leche pero como vos… qué genio, que genio. MASTEEER.

Ángel: Dejá de hacer tanta alharaca y escuchame. Arreglé con el pistero. Primero entrás vos y te metés en el baño. Te quedás quietito hasta que yo entre y te dé la señal.

Mauro: Sos un genio. La gorda va a quedar retratada, pobre mina. ¡Qué imbécil!

Ángel: Es que las maduras son las más pelotuditas ¿viste? Nada como hacerles creer que todavía están vigentes. Les pegás en el centro de la crisis de los cuarenta y son tuyas.

Mauro: Pero chantajear a tu jefa con colgar las fotos en youtube si no firma la renuncia… Eso es muy malo. Casi de nazi, te diría (risotadas). Y yo que pensé que eras medio cagoncito cuando te vi por primera vez en el boliche, che.

Ángel: Bueno. Dejate de hablar. Después que saqués las fotos te rajás y me esperás en el bar. El pistero, el Coco, te deja la puerta abierta.

Mauro (riéndose): Entendido, cabo. Mil quinientos, ¿no?

Ángel: A las ocho.

Mauro: OK, master. A las ocho.

Escena 9

Ángel entra en la oficina de Alicia.

Ángel: ¿Arreglaste, mi reina?

Alicia (abriéndole los brazos): Sí. Coloqué a los nenes con mis viejos.

Ángel (se inclina sobre ella): No aguanto más, ¿sabes? Estás divina hoy. Te voy a hacer el amor toda la noche, mami.

Alicia (besándolo): Vos estás divino hoy.

Ángel (acariciándole en círculos un pezón con dos dedos): Falta poco, princesa. Te espero siete y media en el estacionamiento. Conseguí un lugar digno para una belleza como vos.

Alicia (empujándolo): Dale, andate, que van a entrar y se arma.

Ángel: Hoy te hago mía y sólo mía, bombonazo. Nunca más te vas a olvidar de mí (sale).

Alicia queda arreglándose la blusa y el pelo. Cuando se pone a trabajar mira un portarretratos que tiene sobre el escritorio.

Escena 10

Mauro estaciona y camina hasta un motel. El pistero le hace seña de la habitación. Entra y mira por todos lados, sonriendo. Abre el frigobar y saca dos petacas de whisky importado.

Mauro: Que pague este hijo de puta, si tiene mil quinientos dólares para pagarme estas fotitos, que banque el whisky, pendejo.

Se mete al baño, se sienta en el piso de la ducha y toma de las botellitas mientras prueba la cámara de fotos.

Escena 11

Mauro, desde el piso de la ducha donde hay varias botellitas vacías, escucha un motor que se apaga abajo.

Mauro: Ahí llegaron. Puta madre (se refriega la cara). Estoy medio en pedo, la concha de mi madre. Mirá si no le enfoco a la mina, chau guita.

Pasan unos segundos y escucha la puerta del baño.

Ángel: Salí, pelotudo.

Mauro: ¿Qué pasó?

Ángel: Se cagó todo. Vine a pagarle la habitación al Coco.

Mauro: ¿Por?

Ángel: No viene. ¿Podrás creer? La gorda se cagó. Bajó hasta el estacionamiento y me dijo que se iba para la casa. Gorda de mierda y la putísima madre que la parió.

Mauro: No jodas. ¡Qué cagada, hermano! Después de trabajártela un mes y pico.

Ángel: Gorda franela, hija de puta. Voy a morirme enterrado en esa empresa.

Mauro: Y bue, ¿hay algo igual para mí por las molestias? Tuve que armar tremendo cuento con mi jermu para venir.

Ángel: ¿Qué mierda querés cobrar? No se hizo el laburo (señala la ducha). Lo máximo que te doy es para un taxi y los whiskies que te acabás de clavar.

Mauro: Qué hijo de puta. Yo te dije que eras mala leche. Dale, aunque sea la mitad y quedo a las órdenes, gil.

Ángel: Rajate de acá antes que te rompa la cara. Bastante calentura tengo.

Mauro se incorpora y sale del baño, tambaleante.

Mauro: Bueno, pero a mí no me jodás más. No tenés palabra, man. La puta que te parió.

Ángel: Andá a la concha de tu madre.

Escena 12

Mauro sale y camina hasta el auto. Se sienta al volante y destapa una botella de agua que empina hasta vaciarla. Se refriega la cara y enciende el coche. Mientras maneja le suena el celular.

Mauro: ¿Qué hacés, amor? Toy yendo para casa. ¿Paso a buscar a los nenes por lo de tus viejos?

Alicia: No. Se canceló mi reunión y los traje conmigo. Ya estamos en casa. ¿Te esperamos a cenar?

Mauro: Sí, mami. Estoy en veinte minutos.

Alicia: Mauro.

Mauro: ¿Qué?

Alicia: Hoy quiero que nos hagamos el amor toda la noche.

Mauro: ¿En serio me decís?

Alicia: En serio. Me compré una ropita como las guachas de Tinelli que te va a encantar.

Mauro: Qué bueno, mamita. Ya me estás calentando.

Alicia: Mauro.

Mauro: Toy acá.

Alicia: Te amo mucho ¿sabés?

Mauro: Ya lo sé. Yo también te amo.

Mauro (después que cuelga): Menos mal que siendo tan bocón nunca me animé a meterte cuernos, mi vida. Nos seguimos salvando.

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