EL PROBLEMA DEL CONTENIDO
DEL MATERIAL Y DE LA FORMA
EN LA CREACIÓN ARTÍSTICA VERBAL
Primera edición en español de un ensayo escrito en 1924 / Editorial Arte y Literatura, Cuba, 1986 / Traducción del ruso de Alfredo Caballero.
PRIMERA ENTREGA
El presente trabajo constituye un intento de análisis metodológico de los conceptos y problemas fundamentales de la poética sobre la base de la estética sistemática general.
Como punto de partida de nuestra investigación han servido algunos trabajos rusos acerca de la poética, cuyos postulados esenciales sometemos a un análisis crítico en los primeros capítulos; sin embargo, aquí no abordamos las tendencias de las diversas investigaciones en su conjunto y en su definición histórica, ni damos su valoración: en el primer plano aparece para nosotros sólo el valor puramente sistemático de los conceptos y postulados básicos. Tampoco entran en nuestra tarea los resúmenes de obras sobre poética de carácter histórico o informativo: en los estudios donde se plantean objetivos puramente sistemáticos y las magnitudes válidas pueden ser sólo los postulados y las demostraciones teóricas, aquellos no siempre son convenientes. También hemos liberado nuestra labor de un excesivo lastre de citas y remisiones que carecen en absoluto de importancia metodológica directa en investigaciones no históricas, y que resultan completamente sobrantes en una obra condensada de carácter sistemático: son innecesarias para el lector competente e inútiles para el incompetente.
CAPÍTULO I / LA TEORÍA DEL ARTE Y LA ESTÉTICA GENERAL
Actualmente, en Rusia se desarrolla en alto grado un trabajo serio y fructífero en la esfera de la teoría del arte. La literatura científica rusa se ha enriquecido en los últimos años con valiosas obras, particularmente relacionadas con la poética. Incluso puede hablarse abiertamente de un cierto auge de la teoría del arte en Rusia, sobre todo en comparación con el período precedente, cuando la esfera del arte era el principal refugio de todo tipo de palabrería científicamente irresponsable que pretendía la profundidad de pensamiento: todas aquellas ideas y consideraciones presentadas como profundas y vitalmente fructíferas pero que no podían incluirse en ninguna ciencia (o sea, que no podían hallar un lugar en una unidad objetiva del conocimiento), las llamadas “vagas revelaciones”, habitualmente se manifestaban y situaban en un orden externo casual de conformidad con el arte de una u otra obra. El pensamiento semicientífico estetizado, que por un malentendido se llamara a sí mismo alguna vez científico, siempre sintió apego por el arte, percibiendo su parentesco sanguíneo -aunque no totalmente lícito- con él.
Ahora la situación de las cosas cambia: el reconocimiento de los derechos exclusivos del pensamiento científico también en la esfera del estudio del arte se hace patrimonio de círculos amplios; casi puede hablarse ya del otro extremo -la moda de lo científico, del cientificismo superficial, del tono precoz y presuntuoso del carácter científico-, allí donde el tiempo de la verdadera ciencia aún no ha madurado, puesto que la tendencia a construir una ciencia a toda costa y lo antes posible conduce a la extrema disminución del nivel y de la problemática, el empobrecimiento del objeto que se somete a estudio, e incluso a la sustitución de este objeto -en nuestro caso, la creación artística- por alguna otra cosa. Como veremos más adelante, la joven poética rusa tampoco ha sabido evitar esto siempre. El construir una ciencia sobre una u otra esfera de la creación cultural conservando toda la complejidad, plenitud y originalidad del objeto, es un asunto altamente difícil.
A pesar de la indudable productividad e importancia de las obras rusas sobre poética aparecidas en los últimos años, la posición científica general ocupada por la mayoría de ellas no puede ser reconocida como enteramente fidedigna y satisfactoria; esto se refiere, en particular, a los trabajos de los representantes del llamado método formal o morfológico, pero se extiende también a algunas investigaciones que no aceptan este método en absoluto aunque tienen premisas comunes con él: tales son los excelentes trabajos del profesor V. M. Zhirmunski.
Lo insatisfactorio de la posición científica de estas obras sobre poética se condiciona, en definitiva, por una actitud incorrecta o, en el mejor de los casos, metódicamente indefinida de la poética que construyen ante la estética sistemático-filosófica general, en un rechazo intransigente a su dirección. La ciencia acerca del arte a menudo es definida a través de su contraposición a la estética filosófica no científica. Construir un sistema de valoraciones científicas sobre un arte determinado -en el caso dado, el verbal- independientemente de las cuestiones relativas a la esencia del arte en general: tal es la tendencia de los trabajos contemporáneos sobre poética.
Si por esencia del arte se entiende la metafísica de éste, entonces en verdad hay que concordar con que el carácter científico es posible sólo donde la investigación se efectúe sin tener en cuenta semejantes problemas. Pero, por suerte, ya no hay que polemizar seriamente con la metafísica, y la independencia que pretende la poética recibe un sentido totalmente distinto, más triste para ella, el cual puede definirse como la pretensión de construir una ciencia sobre un determinado arte independientemente del conocimiento y de la definición sistemática de la peculiaridad de lo estético en la unidad de la cultura humana.
De hecho, semejante pretensión es completamente irrealizable: sin un concepto sistemático de lo estético tanto en su diferencia de lo cognoscitivo y lo ético como su nexo con ellos en la unidad de la cultura, no se puede ni siquiera diferenciar el objeto sometido al estudio de la poética -la obra artística en la palabra- de la masa de obras verbales de otra índole; y este concepto sistemático, claro está, es introducido en cada ocasión por la investigación, pero de una manera totalmente no crítica.
En realidad, lo estético está dado de cierta manera en la obra artística misma -el filósofo no lo inventa-; pero sólo la filosofía sistemática con sus métodos puede comprender de modo científico su peculiaridad, su relación con lo ético y lo cognoscitivo, su lugar en el conjunto de la cultura artística y, por último, las fronteras de su aplicación. El concepto de lo estético no puede extraerse intuitiva o empíricamente de la obra artística, pues entonces sería ingenuo, subjetivo e inestable; para una autodefinición exacta y segura, le es indispensable una interdefinición con las otras esferas en la unidad de la cultura artística.
Ni un solo valor cultural, ni un solo punto de vista creador puede o debe quedarse en el peldaño de la simple existencia, de la desnuda factualidad de orden psicológico o histórico; sólo una definición sistemática en la unidad de sentido de la cultura supera la factualidad del valor cultural. La autonomía del arte se fundamenta y garantiza por su participación en la unidad de la cultura, por el hecho de que aquél ocupa en ésta un lugar no sólo peculiar, sino también imprescindible e insustituible; en el caso contrario, esta autonomía será sencillamente una arbitrariedad. Por otra parte, al arte podrían imponérsele cualesquiera objetivos y finalidades ajenos a su naturaleza desnuda-factual: él nada podría refutar, ya que una naturaleza puede sólo ser explotada; el hecho y la peculiaridad puramente factuales no tienen derecho al voto: para recibirlo, debe devenir sentido. Pero para devenir sentido hay que integrarse a la unidad y aceptar la ley de unidad: un sentido aislado en una contradictio in adjecto (1). Se puede superar la discordancia metodológica en la esfera del estudio del arte o mediante la creación de un método que intervenga en la lucha general de todos los métodos, para explotar sólo a su modo la factualidad del arte, sino únicamente por la vía de la fundamentación sistemático-filosófica del hecho y de la peculiaridad del arte en la unidad de la cultura humana.
La poética, privada de la base de la estética sistemático-filosófica, se vuelve vacilante y casual en sus fundamentos mismos. La poética, definida sistemáticamente, debe ser la estética de la creación artística verbal. Esta definición subraya su dependencia de la estética general.
La ausencia de una orientación estética general sistemático-filosófica, de una observación constante y metodológicamente elaborada de las otras artes, de la unidad del arte como esfera de una cultura humana única, conduce a la actual poética rusa (2) a una extrema simplificación de la tarea científica, a la superficialidad y falta de plenitud del abarcamiento del objeto que se somete a estudio; una investigación se siente segura sólo donde se mueve en la periferia misma de la creación artística verbal; se abstrae de todos los problemas que lleva al arte hacia el gran camino de la cultura humana única y que son irresolubles fuera de una amplia orientación filosófica; la poética se une en estrecho abrazo a la lingüística, temiendo alejarse de ella aunque sea un solo paso (en la mayoría de los lingüistas y en V. M. Zhirmunski), y a veces tratando abiertamente de convertirse sólo en una parte de la lingüística (en V. V. Vinográdov).
Para la poética, al igual que para toda la estética especializada, donde además de los principios estético-generales hay que tener en cuenta la naturaleza del material -en el caso dado, el verbal-, la lingüística es indispensable como disciplina auxiliar; pero aquí ésta empieza a ocupar un lugar dirigente que no le resulta nada conveniente, pues es casi el mismo lugar que debiera ocupar la estética general.
El fenómeno señalado es altamente característico de las ciencias sobre las artes que se autocontraponen a la estética: en la mayoría de los casos, ellas valoran de forma incorrecta la significación del material de la creación artística, y esta sobrestimación del elemento material se condiciona por algunas condiciones fundamentales.
En su tiempo, fue proclamada una consigna clásica: no hay arte, sólo hay diversas artes. Este postulado planteaba de hecho la primacía del material en la creación artística, ya que el material es precisamente eso que distingue al arte y -si se promueve metódicamente a primer plano en la conciencia del estético- aísla las distintas artes. Pero, ¿qué condiciona esta primacía material? ¿Es legítima desde el punto de vista metódico?
En su tendencia a construir los juicios científicos sobre el arte, independientemente de la estética filosófica general, la teoría del arte encuentra el material como la base más sólida para el enjuiciamiento científico, pues la orientación al material encuentra una atrayente proximidad a la ciencia empírica positiva. En realidad, el espacio, la masa, el color, el sonido, etcétera, todo esto lo obtiene el teórico de la literatura y el arte (y el artista) de las ramas correspondientes de las ciencias naturales matemáticas, y la palabra la obtiene de la lingüística. Y he aquí que en el terreno de la teoría del arte nace la tendencia a entender la forma artística como una forma del material en cuestión, no mayor que una combinación dentro de los límites del material en su definición y regularidad científico-natural y lingüística; esto daría a los juicios de la teoría del arte la posibilidad de ser positivo-científicos y, en otros casos, demostrables directamente mediante las matemáticas.
Por esta vía, la teoría del arte llega a la creación de la premisa del carácter estético general, la cual es psicológica e históricamente comprensible por entero sobre la base de lo dicho por nosotros, pero a duras penas legítima y factible de ser demostrada de modo sistemático. Esta premisa, desarrollando un poco lo expresado antes, la formulamos del siguiente modo: la actividad estética está orientada a un material, sólo le da forma; una forma estéticamente válida es una forma del material, comprendida desde el punto de vista de las ciencias naturales o de la lingüística; las afirmaciones de los artistas acerca de que su creación es valiosa, está dirigida al mundo y a la realidad y tiene que ver con las personas, las relaciones sociales y los valores éticos, religiosos y de otra índole, no son más que metáforas, ya que en realidad al artista se le ofrece sólo el material: el espacio físico-matemático, la masa, el sonido de la acústica o la palabra de la lingüística, y puede ocupar una posición artística sólo respecto del material dado.
Esta premisa de carácter estético general, que yace silenciosa o manifiestamente sobre la base de muchos trabajos y de corrientes enteras en la esfera de las ciencias acerca de las diversas artes, nos da derecho a hablar de una concepción estética general especial que ellos plantean en forma no crítica y que nosotros llamaremos estética material.
DEL MATERIAL Y DE LA FORMA
EN LA CREACIÓN ARTÍSTICA VERBAL
Primera edición en español de un ensayo escrito en 1924 / Editorial Arte y Literatura, Cuba, 1986 / Traducción del ruso de Alfredo Caballero.
PRIMERA ENTREGA
El presente trabajo constituye un intento de análisis metodológico de los conceptos y problemas fundamentales de la poética sobre la base de la estética sistemática general.
Como punto de partida de nuestra investigación han servido algunos trabajos rusos acerca de la poética, cuyos postulados esenciales sometemos a un análisis crítico en los primeros capítulos; sin embargo, aquí no abordamos las tendencias de las diversas investigaciones en su conjunto y en su definición histórica, ni damos su valoración: en el primer plano aparece para nosotros sólo el valor puramente sistemático de los conceptos y postulados básicos. Tampoco entran en nuestra tarea los resúmenes de obras sobre poética de carácter histórico o informativo: en los estudios donde se plantean objetivos puramente sistemáticos y las magnitudes válidas pueden ser sólo los postulados y las demostraciones teóricas, aquellos no siempre son convenientes. También hemos liberado nuestra labor de un excesivo lastre de citas y remisiones que carecen en absoluto de importancia metodológica directa en investigaciones no históricas, y que resultan completamente sobrantes en una obra condensada de carácter sistemático: son innecesarias para el lector competente e inútiles para el incompetente.
CAPÍTULO I / LA TEORÍA DEL ARTE Y LA ESTÉTICA GENERAL
Actualmente, en Rusia se desarrolla en alto grado un trabajo serio y fructífero en la esfera de la teoría del arte. La literatura científica rusa se ha enriquecido en los últimos años con valiosas obras, particularmente relacionadas con la poética. Incluso puede hablarse abiertamente de un cierto auge de la teoría del arte en Rusia, sobre todo en comparación con el período precedente, cuando la esfera del arte era el principal refugio de todo tipo de palabrería científicamente irresponsable que pretendía la profundidad de pensamiento: todas aquellas ideas y consideraciones presentadas como profundas y vitalmente fructíferas pero que no podían incluirse en ninguna ciencia (o sea, que no podían hallar un lugar en una unidad objetiva del conocimiento), las llamadas “vagas revelaciones”, habitualmente se manifestaban y situaban en un orden externo casual de conformidad con el arte de una u otra obra. El pensamiento semicientífico estetizado, que por un malentendido se llamara a sí mismo alguna vez científico, siempre sintió apego por el arte, percibiendo su parentesco sanguíneo -aunque no totalmente lícito- con él.
Ahora la situación de las cosas cambia: el reconocimiento de los derechos exclusivos del pensamiento científico también en la esfera del estudio del arte se hace patrimonio de círculos amplios; casi puede hablarse ya del otro extremo -la moda de lo científico, del cientificismo superficial, del tono precoz y presuntuoso del carácter científico-, allí donde el tiempo de la verdadera ciencia aún no ha madurado, puesto que la tendencia a construir una ciencia a toda costa y lo antes posible conduce a la extrema disminución del nivel y de la problemática, el empobrecimiento del objeto que se somete a estudio, e incluso a la sustitución de este objeto -en nuestro caso, la creación artística- por alguna otra cosa. Como veremos más adelante, la joven poética rusa tampoco ha sabido evitar esto siempre. El construir una ciencia sobre una u otra esfera de la creación cultural conservando toda la complejidad, plenitud y originalidad del objeto, es un asunto altamente difícil.
A pesar de la indudable productividad e importancia de las obras rusas sobre poética aparecidas en los últimos años, la posición científica general ocupada por la mayoría de ellas no puede ser reconocida como enteramente fidedigna y satisfactoria; esto se refiere, en particular, a los trabajos de los representantes del llamado método formal o morfológico, pero se extiende también a algunas investigaciones que no aceptan este método en absoluto aunque tienen premisas comunes con él: tales son los excelentes trabajos del profesor V. M. Zhirmunski.
Lo insatisfactorio de la posición científica de estas obras sobre poética se condiciona, en definitiva, por una actitud incorrecta o, en el mejor de los casos, metódicamente indefinida de la poética que construyen ante la estética sistemático-filosófica general, en un rechazo intransigente a su dirección. La ciencia acerca del arte a menudo es definida a través de su contraposición a la estética filosófica no científica. Construir un sistema de valoraciones científicas sobre un arte determinado -en el caso dado, el verbal- independientemente de las cuestiones relativas a la esencia del arte en general: tal es la tendencia de los trabajos contemporáneos sobre poética.
Si por esencia del arte se entiende la metafísica de éste, entonces en verdad hay que concordar con que el carácter científico es posible sólo donde la investigación se efectúe sin tener en cuenta semejantes problemas. Pero, por suerte, ya no hay que polemizar seriamente con la metafísica, y la independencia que pretende la poética recibe un sentido totalmente distinto, más triste para ella, el cual puede definirse como la pretensión de construir una ciencia sobre un determinado arte independientemente del conocimiento y de la definición sistemática de la peculiaridad de lo estético en la unidad de la cultura humana.
De hecho, semejante pretensión es completamente irrealizable: sin un concepto sistemático de lo estético tanto en su diferencia de lo cognoscitivo y lo ético como su nexo con ellos en la unidad de la cultura, no se puede ni siquiera diferenciar el objeto sometido al estudio de la poética -la obra artística en la palabra- de la masa de obras verbales de otra índole; y este concepto sistemático, claro está, es introducido en cada ocasión por la investigación, pero de una manera totalmente no crítica.
En realidad, lo estético está dado de cierta manera en la obra artística misma -el filósofo no lo inventa-; pero sólo la filosofía sistemática con sus métodos puede comprender de modo científico su peculiaridad, su relación con lo ético y lo cognoscitivo, su lugar en el conjunto de la cultura artística y, por último, las fronteras de su aplicación. El concepto de lo estético no puede extraerse intuitiva o empíricamente de la obra artística, pues entonces sería ingenuo, subjetivo e inestable; para una autodefinición exacta y segura, le es indispensable una interdefinición con las otras esferas en la unidad de la cultura artística.
Ni un solo valor cultural, ni un solo punto de vista creador puede o debe quedarse en el peldaño de la simple existencia, de la desnuda factualidad de orden psicológico o histórico; sólo una definición sistemática en la unidad de sentido de la cultura supera la factualidad del valor cultural. La autonomía del arte se fundamenta y garantiza por su participación en la unidad de la cultura, por el hecho de que aquél ocupa en ésta un lugar no sólo peculiar, sino también imprescindible e insustituible; en el caso contrario, esta autonomía será sencillamente una arbitrariedad. Por otra parte, al arte podrían imponérsele cualesquiera objetivos y finalidades ajenos a su naturaleza desnuda-factual: él nada podría refutar, ya que una naturaleza puede sólo ser explotada; el hecho y la peculiaridad puramente factuales no tienen derecho al voto: para recibirlo, debe devenir sentido. Pero para devenir sentido hay que integrarse a la unidad y aceptar la ley de unidad: un sentido aislado en una contradictio in adjecto (1). Se puede superar la discordancia metodológica en la esfera del estudio del arte o mediante la creación de un método que intervenga en la lucha general de todos los métodos, para explotar sólo a su modo la factualidad del arte, sino únicamente por la vía de la fundamentación sistemático-filosófica del hecho y de la peculiaridad del arte en la unidad de la cultura humana.
La poética, privada de la base de la estética sistemático-filosófica, se vuelve vacilante y casual en sus fundamentos mismos. La poética, definida sistemáticamente, debe ser la estética de la creación artística verbal. Esta definición subraya su dependencia de la estética general.
La ausencia de una orientación estética general sistemático-filosófica, de una observación constante y metodológicamente elaborada de las otras artes, de la unidad del arte como esfera de una cultura humana única, conduce a la actual poética rusa (2) a una extrema simplificación de la tarea científica, a la superficialidad y falta de plenitud del abarcamiento del objeto que se somete a estudio; una investigación se siente segura sólo donde se mueve en la periferia misma de la creación artística verbal; se abstrae de todos los problemas que lleva al arte hacia el gran camino de la cultura humana única y que son irresolubles fuera de una amplia orientación filosófica; la poética se une en estrecho abrazo a la lingüística, temiendo alejarse de ella aunque sea un solo paso (en la mayoría de los lingüistas y en V. M. Zhirmunski), y a veces tratando abiertamente de convertirse sólo en una parte de la lingüística (en V. V. Vinográdov).
Para la poética, al igual que para toda la estética especializada, donde además de los principios estético-generales hay que tener en cuenta la naturaleza del material -en el caso dado, el verbal-, la lingüística es indispensable como disciplina auxiliar; pero aquí ésta empieza a ocupar un lugar dirigente que no le resulta nada conveniente, pues es casi el mismo lugar que debiera ocupar la estética general.
El fenómeno señalado es altamente característico de las ciencias sobre las artes que se autocontraponen a la estética: en la mayoría de los casos, ellas valoran de forma incorrecta la significación del material de la creación artística, y esta sobrestimación del elemento material se condiciona por algunas condiciones fundamentales.
En su tiempo, fue proclamada una consigna clásica: no hay arte, sólo hay diversas artes. Este postulado planteaba de hecho la primacía del material en la creación artística, ya que el material es precisamente eso que distingue al arte y -si se promueve metódicamente a primer plano en la conciencia del estético- aísla las distintas artes. Pero, ¿qué condiciona esta primacía material? ¿Es legítima desde el punto de vista metódico?
En su tendencia a construir los juicios científicos sobre el arte, independientemente de la estética filosófica general, la teoría del arte encuentra el material como la base más sólida para el enjuiciamiento científico, pues la orientación al material encuentra una atrayente proximidad a la ciencia empírica positiva. En realidad, el espacio, la masa, el color, el sonido, etcétera, todo esto lo obtiene el teórico de la literatura y el arte (y el artista) de las ramas correspondientes de las ciencias naturales matemáticas, y la palabra la obtiene de la lingüística. Y he aquí que en el terreno de la teoría del arte nace la tendencia a entender la forma artística como una forma del material en cuestión, no mayor que una combinación dentro de los límites del material en su definición y regularidad científico-natural y lingüística; esto daría a los juicios de la teoría del arte la posibilidad de ser positivo-científicos y, en otros casos, demostrables directamente mediante las matemáticas.
Por esta vía, la teoría del arte llega a la creación de la premisa del carácter estético general, la cual es psicológica e históricamente comprensible por entero sobre la base de lo dicho por nosotros, pero a duras penas legítima y factible de ser demostrada de modo sistemático. Esta premisa, desarrollando un poco lo expresado antes, la formulamos del siguiente modo: la actividad estética está orientada a un material, sólo le da forma; una forma estéticamente válida es una forma del material, comprendida desde el punto de vista de las ciencias naturales o de la lingüística; las afirmaciones de los artistas acerca de que su creación es valiosa, está dirigida al mundo y a la realidad y tiene que ver con las personas, las relaciones sociales y los valores éticos, religiosos y de otra índole, no son más que metáforas, ya que en realidad al artista se le ofrece sólo el material: el espacio físico-matemático, la masa, el sonido de la acústica o la palabra de la lingüística, y puede ocupar una posición artística sólo respecto del material dado.
Esta premisa de carácter estético general, que yace silenciosa o manifiestamente sobre la base de muchos trabajos y de corrientes enteras en la esfera de las ciencias acerca de las diversas artes, nos da derecho a hablar de una concepción estética general especial que ellos plantean en forma no crítica y que nosotros llamaremos estética material.
La estética material es como la hipótesis de trabajo de las direcciones de la teoría del arte, que pretenden ser independientes de la estética general; en ella se apoyan tanto los formalistas como V. M. Zhirmunski: es justamente la premisa que los une (3).
Es bueno señalar aquí que el llamado método formal no está ligado en modo alguno ni histórica ni sistemáticamente con la estética formal -Kant, Herbart y otros, a diferencia de la estética de contenido: Schelling, Hegel y otros- y no se encuentra en su camino. En el plano estético-general, se le debe definir como una de las variantes -a decir verdad, un poco simplificada y primitiva- de la ya mencionada estética material, cuya historia es la de las Kunstwissenschaften (4) en su lucha por la independencia de la filosofía sistemática.
Al valorar los trabajos sobre teoría del arte, es indispensable delimitar con rigurosidad esta concepción general de la estética material, completamente inaceptable -como confiamos poder demostrar más adelante-, de esas afirmaciones puramente particulares y concretas que pueden tener, sin embargo, un valor científico, independientemente de la falsa concepción general, pero sólo en aquella esfera donde la creación artística está condicionada por la naturaleza del material dado (5).
Se puede decir que la estética material, como hipótesis de trabajo, no es perjudicial y, con un reconocimiento metódicamente claro de los límites de su aplicación, puede ser incluso productiva en el estudio sólo de la técnica de la creación artística y se hace incondicionalmente nociva e inaccesible allí donde sobre su base se trata de comprender y estudiar la creación artística en general, en su peculiaridad y significación estéticas.
La estética material, que no se limita en sus pretensiones sólo al aspecto técnico de la creación artística, conduce a diferentes errores cardinales y dificultades insuperables para ella. Vamos a analizar los principales problemas; en lo sucesivo consideraremos la estética material y aisladamente sobre las ciencias sobre las diversas artes, y como concepción estética general independiente, como lo es en realidad; en calidad de tal debe someterse a enjuiciamiento y crítica: ¿podrá satisfacer aquellas exigencias que son totalmente obligatorias respecto de toda teoría estética general?
Notas
(1) Contradicción lógico-formal entre lo que determina y lo que se determina (en latín en el original).
(2) Entre las obras rusas sobre poética y metodología de historia de la literatura, de los últimos tiempos, hay algunas que, claro está, han ocupado una posición metodológica más correcta desde nuestro punto de vista. Merece especial atención el notable artículo de A. A. Smirnov “Vías y tareas de la ciencia sobre la literatura” (en Literatúrnaya misl, nro 11, 1923). Nosotros nos adherimos a muchos de sus postulados y conclusiones.
(3) Esta premisa, formulada por nosotros con toda claridad y rigor, a menudo adopta formas más suavizadas que poseen una variante característica: la concepción de V. M. Zhirmunski, la cual promueve el momento temático. Sin embargo, también el tema es introducido por él como momento del material (el significado de la palabra), mientras que en algunas artes cuyo material carece de este momento, el tema está ausente.
(4) Las ciencias sobre las artes (en alemán en el original).
(5) En los trabajos de los formalistas, junto a afirmaciones totalmente ilícitas -sobre todo de carácter general- se encuentran muchas observaciones valiosas desde el punto de vista científico. Un alto valor científico poseen en plena medida obras tales como La rima, su teoría e historia, de V. M. Zhirmunski, y Métrica rusa, de B. V. Tomashevski. El estudio de la técnica de las obras del arte verbal comenzó, inicialmente, en el terreno de la estética material, tanto en la literatura estética de Europa occidental como en la rusa.
Es bueno señalar aquí que el llamado método formal no está ligado en modo alguno ni histórica ni sistemáticamente con la estética formal -Kant, Herbart y otros, a diferencia de la estética de contenido: Schelling, Hegel y otros- y no se encuentra en su camino. En el plano estético-general, se le debe definir como una de las variantes -a decir verdad, un poco simplificada y primitiva- de la ya mencionada estética material, cuya historia es la de las Kunstwissenschaften (4) en su lucha por la independencia de la filosofía sistemática.
Al valorar los trabajos sobre teoría del arte, es indispensable delimitar con rigurosidad esta concepción general de la estética material, completamente inaceptable -como confiamos poder demostrar más adelante-, de esas afirmaciones puramente particulares y concretas que pueden tener, sin embargo, un valor científico, independientemente de la falsa concepción general, pero sólo en aquella esfera donde la creación artística está condicionada por la naturaleza del material dado (5).
Se puede decir que la estética material, como hipótesis de trabajo, no es perjudicial y, con un reconocimiento metódicamente claro de los límites de su aplicación, puede ser incluso productiva en el estudio sólo de la técnica de la creación artística y se hace incondicionalmente nociva e inaccesible allí donde sobre su base se trata de comprender y estudiar la creación artística en general, en su peculiaridad y significación estéticas.
La estética material, que no se limita en sus pretensiones sólo al aspecto técnico de la creación artística, conduce a diferentes errores cardinales y dificultades insuperables para ella. Vamos a analizar los principales problemas; en lo sucesivo consideraremos la estética material y aisladamente sobre las ciencias sobre las diversas artes, y como concepción estética general independiente, como lo es en realidad; en calidad de tal debe someterse a enjuiciamiento y crítica: ¿podrá satisfacer aquellas exigencias que son totalmente obligatorias respecto de toda teoría estética general?
Notas
(1) Contradicción lógico-formal entre lo que determina y lo que se determina (en latín en el original).
(2) Entre las obras rusas sobre poética y metodología de historia de la literatura, de los últimos tiempos, hay algunas que, claro está, han ocupado una posición metodológica más correcta desde nuestro punto de vista. Merece especial atención el notable artículo de A. A. Smirnov “Vías y tareas de la ciencia sobre la literatura” (en Literatúrnaya misl, nro 11, 1923). Nosotros nos adherimos a muchos de sus postulados y conclusiones.
(3) Esta premisa, formulada por nosotros con toda claridad y rigor, a menudo adopta formas más suavizadas que poseen una variante característica: la concepción de V. M. Zhirmunski, la cual promueve el momento temático. Sin embargo, también el tema es introducido por él como momento del material (el significado de la palabra), mientras que en algunas artes cuyo material carece de este momento, el tema está ausente.
(4) Las ciencias sobre las artes (en alemán en el original).
(5) En los trabajos de los formalistas, junto a afirmaciones totalmente ilícitas -sobre todo de carácter general- se encuentran muchas observaciones valiosas desde el punto de vista científico. Un alto valor científico poseen en plena medida obras tales como La rima, su teoría e historia, de V. M. Zhirmunski, y Métrica rusa, de B. V. Tomashevski. El estudio de la técnica de las obras del arte verbal comenzó, inicialmente, en el terreno de la estética material, tanto en la literatura estética de Europa occidental como en la rusa.
























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