SABER DECIR “YO PUEDO”
María Alejandra Américo Chacón (o “Alita”) (Paysandú, 1987) practica el ballet clásico desde hace 20 años, además de participar en ballroom dance de competencia internacional y nivel 1 de docencia, danza árabe, folclore, cursos de jazz, hip-hop, tango y baile contemporáneo.
Es profesora de piano egresada del Conservatorio Vicente Pablo, y ha incursionado en el teatro, el diseño de modas, el modelaje publicitario, la organización de eventos y las relaciones públicas. En 2005 fue elegida Reina de la Belleza del Uruguay.
En marzo de este año se integró a la Escuela de Cineastas del Uruguay, sumándose al elenco de las tertulias que se ofrecen en el ciclo Infierno y fe en la trinchera estrellada.
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María Alejandra Américo Chacón (o “Alita”) (Paysandú, 1987) practica el ballet clásico desde hace 20 años, además de participar en ballroom dance de competencia internacional y nivel 1 de docencia, danza árabe, folclore, cursos de jazz, hip-hop, tango y baile contemporáneo.
Es profesora de piano egresada del Conservatorio Vicente Pablo, y ha incursionado en el teatro, el diseño de modas, el modelaje publicitario, la organización de eventos y las relaciones públicas. En 2005 fue elegida Reina de la Belleza del Uruguay.
En marzo de este año se integró a la Escuela de Cineastas del Uruguay, sumándose al elenco de las tertulias que se ofrecen en el ciclo Infierno y fe en la trinchera estrellada.
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¿En qué momento de tu infancia sentiste que la danza se apoderó de vos?
No sabría decirte en realidad cuándo fue exactamente. No recuerdo mi vida sin danzar, y mi mamá me contaba que cuando estaba en su vientre ya lo hacía.
Comencé a trabajar por este sueño a los 3 años. Y cuando a los 6 años le agregué mis estudios de piano, creció más el amor por la danza, porque no sólo podía expresarme a través de mi cuerpo sino que yo componía lo que quería expresar y todo se volvía más completo, más lleno de alma.
No hay un día en mi vida en el que no baile aunque sea 5 minutos.
No imagino mi vida sin esto. Si bien hacía un par de años que no compartía mi arte, fue muy bonito volver al escenario de las tertulias de la Escuela de Cineastas: esa adrenalina de tener que ensayar, armar algo, pulir y poder mostrar un espectáculo agradable.
¿Cómo vivís la experiencia de formación estética integral que te propone la Escuela de Cineastas del Uruguay?
Realmente estoy comprobando que se trata de una formación integral, que no sólo nos sirve para mejorar nuestra actuación frente a cámaras sino para aprender a insertarnos en el universo cinematográfico. Porque además de cursar materias esenciales que incluyen hasta el inglés, también son fundamentales otras como la elaboración de un guión o la dirección actoral, que nos permiten compenetrarnos con el proceso interno y completo de un rodaje.
Y también me parecen imprescindibles los talleres, donde aprendo algo nuevo en cada segundo y enriquezco mis anteriores experiencias frente a las cámaras. Estoy sumamente contenta con la carrera porque siento que me complementa y me nutre a diario a través de profesores de muy buen nivel.
¿Qué es lo mejor que te dejó el tránsito por el ambiguo mundo de las pasarelas de la belleza glamorosa?
Tanto las producciones fotográficas como la filmación de comerciales y la responsabilidad de viajar llevando un título representativo de mi país me despertaron el gusto a las cámaras y la necesidad de adquirir algún conocimiento de actuación, en una época tan mediática como la que vivimos.
Fue una experiencia que marcó una parte de mi vida y me hizo comprobar que una en la vida puede cumplir sus metas y lograr sus sueños. Es un trabajo arduo, pero sólo la lucha por conquistar lo que una desea te lleva a ese magnífico sentimiento que podríamos definir como el YO PUEDO.
¿Creés que la humanidad va a zafar de la amenaza del vacío existencial que aplasta a tanta gente?
Personalmente creo que el vacío existencial lo genera cada uno y es responsabilidad de cada persona salir de esa sensación de que todo es totalmente “negro” para arribar al “nada es imposible”. Si se tienen la necesidad y las ganas de cumplir con los objetivos, solamente hay que trabajar mucho para lograrlo en el plano que sea. Nada es fácil ni se regala, pero tampoco nada es totalmente “negro”. Creo que deberíamos ser más optimistas y creer que sí podemos ser quienes realmente queremos ser.
Y si no es suficiente con la voluntad de uno mismo siempre hay alguien que nos quiere y nos extiende su mano.
Nuevamente regalo la frase que mi papá me regalo a mí: “YO PUEDO”.
No sabría decirte en realidad cuándo fue exactamente. No recuerdo mi vida sin danzar, y mi mamá me contaba que cuando estaba en su vientre ya lo hacía.
Comencé a trabajar por este sueño a los 3 años. Y cuando a los 6 años le agregué mis estudios de piano, creció más el amor por la danza, porque no sólo podía expresarme a través de mi cuerpo sino que yo componía lo que quería expresar y todo se volvía más completo, más lleno de alma.
No hay un día en mi vida en el que no baile aunque sea 5 minutos.
No imagino mi vida sin esto. Si bien hacía un par de años que no compartía mi arte, fue muy bonito volver al escenario de las tertulias de la Escuela de Cineastas: esa adrenalina de tener que ensayar, armar algo, pulir y poder mostrar un espectáculo agradable.
¿Cómo vivís la experiencia de formación estética integral que te propone la Escuela de Cineastas del Uruguay?
Realmente estoy comprobando que se trata de una formación integral, que no sólo nos sirve para mejorar nuestra actuación frente a cámaras sino para aprender a insertarnos en el universo cinematográfico. Porque además de cursar materias esenciales que incluyen hasta el inglés, también son fundamentales otras como la elaboración de un guión o la dirección actoral, que nos permiten compenetrarnos con el proceso interno y completo de un rodaje.
Y también me parecen imprescindibles los talleres, donde aprendo algo nuevo en cada segundo y enriquezco mis anteriores experiencias frente a las cámaras. Estoy sumamente contenta con la carrera porque siento que me complementa y me nutre a diario a través de profesores de muy buen nivel.
¿Qué es lo mejor que te dejó el tránsito por el ambiguo mundo de las pasarelas de la belleza glamorosa?
Tanto las producciones fotográficas como la filmación de comerciales y la responsabilidad de viajar llevando un título representativo de mi país me despertaron el gusto a las cámaras y la necesidad de adquirir algún conocimiento de actuación, en una época tan mediática como la que vivimos.
Fue una experiencia que marcó una parte de mi vida y me hizo comprobar que una en la vida puede cumplir sus metas y lograr sus sueños. Es un trabajo arduo, pero sólo la lucha por conquistar lo que una desea te lleva a ese magnífico sentimiento que podríamos definir como el YO PUEDO.
¿Creés que la humanidad va a zafar de la amenaza del vacío existencial que aplasta a tanta gente?
Personalmente creo que el vacío existencial lo genera cada uno y es responsabilidad de cada persona salir de esa sensación de que todo es totalmente “negro” para arribar al “nada es imposible”. Si se tienen la necesidad y las ganas de cumplir con los objetivos, solamente hay que trabajar mucho para lograrlo en el plano que sea. Nada es fácil ni se regala, pero tampoco nada es totalmente “negro”. Creo que deberíamos ser más optimistas y creer que sí podemos ser quienes realmente queremos ser.
Y si no es suficiente con la voluntad de uno mismo siempre hay alguien que nos quiere y nos extiende su mano.
Nuevamente regalo la frase que mi papá me regalo a mí: “YO PUEDO”.
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