jueves

EL LIBRO OCULTO DE NIETZSCHE / MI HERMANAY YO

DECIMOCTAVA ENTREGA

CAPÍTULO SEXTO (II)

21

Profundas son las aguas en las que las ballenas nadan en procura de los pececillos de los que se alimentan. Para los prusianos, cuyo cebo son los judíos, Alemania representa dicho mar

22

La reflexión más triste que sugiere la cultura griega es que aunque Atenas triunfa sobre los primitivos pueblos que la rodean, comporta, sobre todo, una completa bancarrota espiritual. No es la vida superándose hacia lo alto, sino hundiéndose en sus propias raíces; y se puede definir cruelmente como un cascarón que se colma de los explosivos suficientes para provocar su total aniquilamiento.

23

No espero que ningún contemporáneo piense como yo, ni encuentre refugio en mi estilo particular de escribir y pensar. Pero, así como estoy seguro que cuando venga el médico me tomará el pulso y me sonreirá sin motivo con su acostumbrada idiotez, también lo estoy de que todos los sabios de hoy y de mañana tendrán este mismo fin: mi fin.

24

¿Cómo te llevas con las personas de esta casa?, me preguntó Elisabeth el otro día.

Le contesté que me llevaba muy bien con los huéspedes, pero no sucedía lo mismo con los médicos, que eran un fastidio no sólo para mí, sino para el resto de los que la habitan.

Pero debes tener médicos, me dijo Elisabeth.

Así es. Es necesario tener médicos, escribanos y abogados, y Dios nos asista a todos.

25

Después que Elisabeth abandonó ayer el sanatorio, entró un hombre tan inteligente y encantador que me estremecí de terror al pensar que pudiera ser otro médico. No me interpeló con la clásica osadía de los médicos, sino que pidió que nos presentaran y cuando estuvimos solos, me preguntó si todavía creía estar en lo cierto al pensar que la benevolencia y el poder eran palabras intercambiables. Cuando le contesté que siempre tenía esa idea, me preguntó si no pensaba que la interpretación de la palabra era una corrupción de lo que en los evangelios cristianos se entiende por benevolencia. Jesús y sus discípulos eran gente de buen corazón, le dije, pero eran malos economistas. Se debe fomentar la bondad entre los hombres, tanto en los ricos como en los pobres, pero el hecho es que sólo los ricos tienen los medios para ser buenos.

26

En la órbita de las ideas los filósofos actúan muy noblemente. Las paradojas provocan las canas prematuras a sus menguados cabellos. ¿No son, sin embargo, esas paradojas las que ponen a prueba la estabilidad a la que deben exponerse todas las ideas si pretenden subsistir y tener algún significado? He concebido todas las ideas y he luchado con todas las paradojas. Hubiera sido mejor que diera lecciones de música y encontrar una mujer para tener un hogar lleno de hijos.

27

Anhelar un ideal, sabiendo el precio de sangre que la gente debe pagar para introducirlo en la existencia práctica; invocar la fuerza sabiendo el precio que ella pide por el más insignificante de los favores; desear el bien, sabiendo que el bien proviene del mal y que, por sí mismo, sin ningún aviso previo, puede volver a su naturaleza primitiva: he aquí los inconvenientes que debe sobrellevar el hombre que desee ser un filósofo en lugar de carnicero o boticario.

28

He tratado de vivir como Schumann, de pensar como Schopenhauer y de escribir como Platón. Sólo muy breves momentos he gozado la bendita tranquilidad de Schumann. Schopenhauer es una fortaleza; más fácil es volar por encima de ella que conquistarla. Se puede aprender a escribir como Platón pero, al lograrlo, ¿es posible soportar de ver a Platón leyéndonos, si por un milagro él reviviera?

29

En algún lugar de mi espíritu hay un altar secreto, escondido tras el espinoso matorral de mi vanidad personal. Con la ayuda de rojizas hojas de otoño que arranqué del bosque vecino, he deletreado el nombre Wilamowitz. De vez en cuando vengo a este altar y ofrezco un sacrificio de gratitud. Es mi deuda con un sincero aunque en cierta forma infortunado erudito, sino principalmente con el hombre que puso un fin ignominioso a mi carrera de filólogo.

30

Si algún talento tengo es el de hacer enojar la gente. Echo una lluvia de orina sobre el mundo, y en tales casos, el mundo nunca tarda en ofrecer reciprocidad.

31

El primer gran estafador y asesino del mundo fue el primer historiador.

¿Debemos entregarnos por completo a carnicería tras carnicería para mantener sus extraordinarias pretensiones, sus incomparables mentiras, sus injustas calumnias? Una vez dividí a los historiadores en monumentales, anticuarios y críticos. Los únicos historiadores monumentales que puedo concebir son los monumentales mentirosos.

32

No dejemos que haya más grandes hombres. Dejemos que los pequeños permanezcan tranquilamente en sus inalienables estercoleros.

33

No podemos liberarnos más de la historia, así como no podemos despojarnos de nuestra animalidad fundamental. Ha llegado a ser tan natural para un hombre recordar a Alejandro, como atravesar el agua. Es tan lógico pensar en Napoleón, como buscar la letrina más próxima después de una comida pesada.

34

Si tuviera el medio de hacerlo, no sólo quemaría todos los libros de historia, sino que arrancaría todas las pinturas famosas de las paredes de los museos, sacaría todos los libros de los anaqueles de las librerías y los archivaría todos en sótanos donde no entrara el aire durante aproximadamente un siglo. De este modo quizá nuestro pequeño mundo tendría un nuevo gran comienzo. Dejaría en su lugar a las estatuas. Sin ellas probablemente volveríamos a nuestra posición cuadrúpeda.

35

Si el mundo era tan malo como lo dejó Schopenhauer, yo Federico Nietzsche, hice muy poco para mejorarlo.

36

Una vez enuncié que nuestro mayor mal en la naturaleza es la eterna incapacidad de encontrar lo que buscamos. Pero ¿cuándo accedió la naturaleza a hacernos partícipes de sus secretos? ¡Y cuánto peor serían las cosas si encontráramos los objetivos que anhelamos!

37

Era muy joven e inocente de los oscuros significados de la vida cuando oí por primera vez a Wagner. Cuando comencé a pensar en serio en el wagnerianismo, su música removió mis regiones más sensibles mediante abundantes disenterías, difterias y jaquecas. Me preguntó qué oí realmente en esos días.

38

He amado a Wagner durante algún tiempo. Nunca cesé de amar a Cósima. Mi viaje de Tribsehen a Bayreuth osciló de Cósima a Wagner y de Wagner a Cósima. La primera vez que Wagner me invitó a Bayreuth, decidí no aceptar la invitación y no fui. Nunca hubiera ido, si no hubiese recordado súbitamente que Cósima también estaba allí. Eso constituía una gran diferencia.

39

El primer cisma entre Wagner y yo resultó de la impaciencia inconsciente de Wagner conmigo durante mi primera visita a Bayreuth. Fui a hablar de la tragedia griega y me encontré que lo único que Wagner tenía en la cabeza era su propia persona, y el deseo de tener al mundo de rodillas ante él.

40

Si Wagner no hubiera sido un mal músico se habría destacado, sin duda, como actor. En tal caso, Wagner jamás hubiera condescendido a aceptar ninguno de los papeles que él mismo creó.

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