una blognovela de
HUGO GIOVANETTI VIOLA
adaptada para el cine por
ÁLVARO MOURE CLOUZET
HUGO GIOVANETTI VIOLA
adaptada para el cine por
ÁLVARO MOURE CLOUZET
QUINCEAVA ENTREGA
57 / ILUSTRE
Federica Finkbein encontró a J.R. esperándola en el bar del Conrad y le pegoteó la barba-cactus de moda con dos besos purpúreos:
-Disculpame. Hoy me atrasé mal, ilustre.
-Entonces haceme una nota bien boluda y me da el tiempo para salir a cenar con la familia y todo -se limpió la cara hastiadamente el conductor de En trozos.
-¿Por qué te importa tanto filmar las fiestas nudistas del Rey?
-¿Ya prendiste el grabador?
-Claro. Aunque yo igual soy capaz de retener las cosas como Capote.
Rigoletto hizo una seña para pedir otro whisky y las entradas del pelo muy blanco empezaron a titilarle con una indefensión adolescente:
-El problema es que cuando digo que los ojos de mis hijas me importan más que el trabajo nadie me cree.
-La gente es mala, Jorge.
-Pero el Rey me conoce.
-Mirá -apagó el grabador la mujer de moño pinchado igual que una brochette. -Ahora la cosa sigue entre nosotros. Off the record total. ¿Sabés que el otro día Johnny me pidió que te invitara a una fiesta nudista?
El hombre se agarró la deformidad del caballete hasta que llegó el segundo vaso:
-Estaría muy merqueado, flaca. Eso nos queda grande.
-Es cuestión de negociar.
-Yo estoy bien como estoy. Y te juro que a En trozos llegué absolutamente de rebote. Era un pobre notero.
-Y le seguís teniendo miedo a Satanás.
-¿Qué querés negociar?
-La Cadáver no te sirve, J.R. Y yo sí.
-Ah. Ya entendí -se le sentimentalizó el congelamiento al flamante ciudadano ilustre de Maldonado. -Se ve que le caíste bomba al Rey. ¿Es por el santo?
-Eso no te interesa. Y el verso de que te importan más los ojos de tus hijas que llegar a ser un directivo del canal no te lo cree ni Cristo.
-¿Y yo para qué mierda puedo servir en una fiesta nudista?
-Todo a su tiempo.
-Pobre Alda. ¿Viste cómo se puso el otro día cuando conté lo de la pendeja que se ahogó oralizando al novio en una playa australiana?
-Fue uno de los papelones del año.
-Y además fue una joda que le inventé a propósito.
-Lo qué.
-Es que cuando me estreso mucho en el canal la única que me la chupa al toque y me deja cero quilómetro es ella. Y la verdadera joda es que está muerta conmigo. ¿Te acordás que aquella noche se desubicó tanto que recitó a un poeta uruguayo?
-Sos un tierno, J.R.
58 / LA CARICIA
Mariana llegó a las ocho del quilombo y después de roncar un rato en la bañera preparó el mate y se acostó a barajar borradores.
-¿Paco quedó más tranquilo? -le rozó un hombro Leonardo recién cuando terminó la segunda de Mendelssohn.
-No. Tenía un pedo negro. Y yo me puse a retocar el final y ahora no entiendo ni quién carajo fue Zitarrosa.
-Son vértigos normales.
-Pero fijate que si en el tercer cuadrante interrumpe el candombe en escena gritándole Solos y juntos a Guitarra Negra es porque ya entendió. Y queda muy descolgado que enseguida aparezca recitando el bajonazo de Silvio y arriba la gente escuche Explicación de mi amor.
-Zitarrosa era loco.
-Pero aquí quedaría demasiado derrumbado. Entonces hago aparecer de nuevo a la negra a provocarlo: Bueno, igual ya decidiste salir a cantar así que no jodas más y afeitate. ¿Qué te vas a afeitar? ¿La cara o la muñeca?
-Perfecto.
-Y entonces él se faja y contesta: Ya soy viejo y sé que vendrá, pero siento que hago falta. Falta mi cara en la gráfica del pueblo, mis ojos en la contemplación del mañana. Y allí se acerca a Guitarra Blanca y la ausculta y encaja el No fim tudo dá certo.
-¿Le agregaste esa frase?
-No. Dejé lo que estaba: Hay un viento que viene del mar. ¿Dónde irá? El aliento del viento parece que crece y calienta, amanece. Y de andar cantando y en el dolor aprendemos a morir. De soledad y rabia. O de algún violento amor. De amor sin duda. Y se escucha La canción y el poema y él termina agregando el discursito que odio: Les agradezco por este viaje. Como soy parte de la humanidad estoy de parte de la humanidad, estoy de parte de la vida. Y por eso voy a morir ahora: para que sepan cómo y cuánto los quiero a todos.
-Y si odiás tanto el discursito no lo pongas y chau.
-Pero en el Laboratorio quieren finales místicos.
-Nadie te pidió nada.
-Pero hoy no sé quién soy. Y lo que me destripó fue la visión que tuvo Ojos de Plata en el ensayo.
-¿Te puedo acariciar?
-No. ¿Te contaron que a la abuela de Lucía se le metió Satanás en el cáncer de la laringe?
-Pero esa vieja nunca va a darse por vencida.
-¿Y por qué yo me mato? ¿Por qué tenés que prenderme como a un yesquero y me apago enseguida?
-A Santa Teresa le costó una barbaridad no apagarse enseguida. Y la vieja se tapa la traqueostomía con el dedo y dice la verdad.
-Y Satanás la destripa.
-Cuando Cristo dijo no usted sabe bien lo que pasó.
59 / EXCLUSIVA
Alda Mazzuchelli entrevistó a Naná en un piso del Conrad donde la dueña del quilombo podía pasarse una tarde entera timbeando contra una pantallita.
-Tengo la mejor exclusiva del mundo para darte -se le dulcificó genuinamente el maquillaje al travesti. -La semana que viene abro un pub cultural con el estreno de un multimedia dedicado a Zitarrosa.
-¿En tu casa?
-Sí. Y la exclusiva total es que en la Casa de Naná ya funciona un Laboratorio dedicado a la formación multidisciplinaria y la difusión por Internet de puro arte uruguayo. ¿Y vos podrás creer que me cambió la vida?
-Perdón -intervino Rigoletto desde el plató. -¿Hay algún protagonista visible del agite cultural de la península dirigiendo el proyecto?
-Leonardo Regusci. Acaba de actuar con Senequilla en Montevideo y ustedes mismos anunciaron la salida de su tercer CD para marzo.
-Me acuerdo -se le arrugó un interés sin pose al conductor de En trozos. -¿Y por qué te cambió la vida el Laboratorio?
-Porque trabajan demostrándote que la muerte no existe.
J.R. torció una mueca de respeto burlón hacia el panelista-partenaire que sustituía a Alda cuando las entrevistas se hacían adentro del Conrad y de golpe carcajeó:
-Entonces Jesús tendría que perdonar a los suicidas porque no saben lo que hacen.
El travesti ni siquiera miró al porteño ilustre y le desatirabuzonó delicadísimamente una crencha a la Cadáver:
-El otro día me di cuenta que admirás a Herrera y Reissig.
-Soy Licenciada en Letras en la Universidad de La Plata.
-Y yo soy Profesora de Literatura. Pero recién entendí a Herrera y Reissig cuando Leonardo Regusci se paraba frente a la estatua de Artigas que hay en la plaza de Maldonado a recitar Oblación abracadabra y la gente lo aplaudía. Tendría cinco años. Y a los cuatro había pintado el Señor de la Paciencia que tengo colgado en mi despacho.
-Los yoruguas son surrealistas -aplaudió Rigoletto, ya borroneado por la cortina publicitaria. -Gracias, Reina del Amor Oculto. Otro día la seguimos.
Y después que el camarógrafo se perdió entre las oleadas del palaciego piso-bunker Naná le alfileró el corazón anoréxico a la locutora:
-¿No sabías que yo también me quise mudar al cementerio cuatro veces?
-No. Soy nueva en la Punta.
-¿Y tampoco sabés que cuando le vino la última taquicardia el divino Julio gritaba que no podía pincharse las venas por respeto a Dios?
-Yo lo que necesito es la nada.
-Pero no existe. ¿Nunca viste pensar al cielo?
-Eso está en La muerte del pastor.
-Yo empecé a verlo recién estos días. Y lo único que les importa a los muchachos del Laboratorio es ayudar a la gente a ver eso.
60 / ABRACADABRA
-Esto sí que fue una carambola a tres bandas de la arquitectura divina -se desorbitó Juana. -¿Te das cuenta lo que es tener propaganda en En trozos una semana antes del estreno y sin haber movido una uña?
La madre de Ojos de Plata bajó la televisión y acarició al gatito:
-La vida es así, Alfredo.
-A Leonardo lo escuchábamos recitar el soneto cuando salíamos de la misa -usó un jazmín para taparse el hoyo de la traqueostomía la vieja. -Lucía no había nacido.
-Y yo nunca vi el Señor de la Paciencia que tiene colgado Naná -cabeceó con más culpabilidad que asombro la historiadora. -Y además nunca entendí Oblación abracadabra.
-Cuidado porque voy a destapar a Satanás.
-Te juro que si seguís avisándonos que vas a destaparlo me da un ataque de nervios, mamá.
-Lo increíble es que Leonardo analiza Oblación abracadabra como una metáfora paisajística que sirve para entender la entrada de Artigas en los blandengues -señaló la mole esquinera del cuartel centenariamente ocre la muchacha.
-Eso ya me supera.
-Claro: el trueno de la tercera estrofa sería el Verbo o la revelación enamorada que le ahoga la mística salvaje al propio Artigas. Y empieza a concebir la purificación de un arquetipo celeste.
-Hay que escribir sobre eso.
-Ya está escrito en el blog.
-Justo Regusci murió en Paso del Parque comiéndose un jazmín que le dio Magdalena -se tiró un pedo aviborado la vieja. -¿Escuchaste, Matilde? Ese fue el trueno de Judas en la televisión.
Ahora Juana y la historiadora se amordazaron la risa corcoveando, hasta que la mujer-pasa se apelotonó una corolita en la traqueostomía y eructó:
-A don Hugo lo van a hacer llorar pronto en el paraíso.
-Sacate esa porquería de allí que te llegás a agarrar una infección y Dios nos libre, mamá.
-Es que tengo que avisarle a don Hugo que Satanás entró en Franco.
-Bueno, a mí ya se me hizo tarde para el ensayo -guardó demasiado rápido los libros la muchacha. -Cuidesé, doña Flor.
-El que tiene que cuidarse es Leonardo.
Y al llegar al jardín Matilde sondeó la capilla del Cuartel de Dragones ferozmente raspada por el último púrpura y comentó:
-Pensar que con el padre de Franco fuimos novios un tiempo en el liceo.
-¿Usted sabe que a veces pienso que el verdadero fundador del Laboratorio fue don Hugo?
-Y lo peor es que el cáncer de la vieja no miente.
57 / ILUSTRE
Federica Finkbein encontró a J.R. esperándola en el bar del Conrad y le pegoteó la barba-cactus de moda con dos besos purpúreos:
-Disculpame. Hoy me atrasé mal, ilustre.
-Entonces haceme una nota bien boluda y me da el tiempo para salir a cenar con la familia y todo -se limpió la cara hastiadamente el conductor de En trozos.
-¿Por qué te importa tanto filmar las fiestas nudistas del Rey?
-¿Ya prendiste el grabador?
-Claro. Aunque yo igual soy capaz de retener las cosas como Capote.
Rigoletto hizo una seña para pedir otro whisky y las entradas del pelo muy blanco empezaron a titilarle con una indefensión adolescente:
-El problema es que cuando digo que los ojos de mis hijas me importan más que el trabajo nadie me cree.
-La gente es mala, Jorge.
-Pero el Rey me conoce.
-Mirá -apagó el grabador la mujer de moño pinchado igual que una brochette. -Ahora la cosa sigue entre nosotros. Off the record total. ¿Sabés que el otro día Johnny me pidió que te invitara a una fiesta nudista?
El hombre se agarró la deformidad del caballete hasta que llegó el segundo vaso:
-Estaría muy merqueado, flaca. Eso nos queda grande.
-Es cuestión de negociar.
-Yo estoy bien como estoy. Y te juro que a En trozos llegué absolutamente de rebote. Era un pobre notero.
-Y le seguís teniendo miedo a Satanás.
-¿Qué querés negociar?
-La Cadáver no te sirve, J.R. Y yo sí.
-Ah. Ya entendí -se le sentimentalizó el congelamiento al flamante ciudadano ilustre de Maldonado. -Se ve que le caíste bomba al Rey. ¿Es por el santo?
-Eso no te interesa. Y el verso de que te importan más los ojos de tus hijas que llegar a ser un directivo del canal no te lo cree ni Cristo.
-¿Y yo para qué mierda puedo servir en una fiesta nudista?
-Todo a su tiempo.
-Pobre Alda. ¿Viste cómo se puso el otro día cuando conté lo de la pendeja que se ahogó oralizando al novio en una playa australiana?
-Fue uno de los papelones del año.
-Y además fue una joda que le inventé a propósito.
-Lo qué.
-Es que cuando me estreso mucho en el canal la única que me la chupa al toque y me deja cero quilómetro es ella. Y la verdadera joda es que está muerta conmigo. ¿Te acordás que aquella noche se desubicó tanto que recitó a un poeta uruguayo?
-Sos un tierno, J.R.
58 / LA CARICIA
Mariana llegó a las ocho del quilombo y después de roncar un rato en la bañera preparó el mate y se acostó a barajar borradores.
-¿Paco quedó más tranquilo? -le rozó un hombro Leonardo recién cuando terminó la segunda de Mendelssohn.
-No. Tenía un pedo negro. Y yo me puse a retocar el final y ahora no entiendo ni quién carajo fue Zitarrosa.
-Son vértigos normales.
-Pero fijate que si en el tercer cuadrante interrumpe el candombe en escena gritándole Solos y juntos a Guitarra Negra es porque ya entendió. Y queda muy descolgado que enseguida aparezca recitando el bajonazo de Silvio y arriba la gente escuche Explicación de mi amor.
-Zitarrosa era loco.
-Pero aquí quedaría demasiado derrumbado. Entonces hago aparecer de nuevo a la negra a provocarlo: Bueno, igual ya decidiste salir a cantar así que no jodas más y afeitate. ¿Qué te vas a afeitar? ¿La cara o la muñeca?
-Perfecto.
-Y entonces él se faja y contesta: Ya soy viejo y sé que vendrá, pero siento que hago falta. Falta mi cara en la gráfica del pueblo, mis ojos en la contemplación del mañana. Y allí se acerca a Guitarra Blanca y la ausculta y encaja el No fim tudo dá certo.
-¿Le agregaste esa frase?
-No. Dejé lo que estaba: Hay un viento que viene del mar. ¿Dónde irá? El aliento del viento parece que crece y calienta, amanece. Y de andar cantando y en el dolor aprendemos a morir. De soledad y rabia. O de algún violento amor. De amor sin duda. Y se escucha La canción y el poema y él termina agregando el discursito que odio: Les agradezco por este viaje. Como soy parte de la humanidad estoy de parte de la humanidad, estoy de parte de la vida. Y por eso voy a morir ahora: para que sepan cómo y cuánto los quiero a todos.
-Y si odiás tanto el discursito no lo pongas y chau.
-Pero en el Laboratorio quieren finales místicos.
-Nadie te pidió nada.
-Pero hoy no sé quién soy. Y lo que me destripó fue la visión que tuvo Ojos de Plata en el ensayo.
-¿Te puedo acariciar?
-No. ¿Te contaron que a la abuela de Lucía se le metió Satanás en el cáncer de la laringe?
-Pero esa vieja nunca va a darse por vencida.
-¿Y por qué yo me mato? ¿Por qué tenés que prenderme como a un yesquero y me apago enseguida?
-A Santa Teresa le costó una barbaridad no apagarse enseguida. Y la vieja se tapa la traqueostomía con el dedo y dice la verdad.
-Y Satanás la destripa.
-Cuando Cristo dijo no usted sabe bien lo que pasó.
59 / EXCLUSIVA
Alda Mazzuchelli entrevistó a Naná en un piso del Conrad donde la dueña del quilombo podía pasarse una tarde entera timbeando contra una pantallita.
-Tengo la mejor exclusiva del mundo para darte -se le dulcificó genuinamente el maquillaje al travesti. -La semana que viene abro un pub cultural con el estreno de un multimedia dedicado a Zitarrosa.
-¿En tu casa?
-Sí. Y la exclusiva total es que en la Casa de Naná ya funciona un Laboratorio dedicado a la formación multidisciplinaria y la difusión por Internet de puro arte uruguayo. ¿Y vos podrás creer que me cambió la vida?
-Perdón -intervino Rigoletto desde el plató. -¿Hay algún protagonista visible del agite cultural de la península dirigiendo el proyecto?
-Leonardo Regusci. Acaba de actuar con Senequilla en Montevideo y ustedes mismos anunciaron la salida de su tercer CD para marzo.
-Me acuerdo -se le arrugó un interés sin pose al conductor de En trozos. -¿Y por qué te cambió la vida el Laboratorio?
-Porque trabajan demostrándote que la muerte no existe.
J.R. torció una mueca de respeto burlón hacia el panelista-partenaire que sustituía a Alda cuando las entrevistas se hacían adentro del Conrad y de golpe carcajeó:
-Entonces Jesús tendría que perdonar a los suicidas porque no saben lo que hacen.
El travesti ni siquiera miró al porteño ilustre y le desatirabuzonó delicadísimamente una crencha a la Cadáver:
-El otro día me di cuenta que admirás a Herrera y Reissig.
-Soy Licenciada en Letras en la Universidad de La Plata.
-Y yo soy Profesora de Literatura. Pero recién entendí a Herrera y Reissig cuando Leonardo Regusci se paraba frente a la estatua de Artigas que hay en la plaza de Maldonado a recitar Oblación abracadabra y la gente lo aplaudía. Tendría cinco años. Y a los cuatro había pintado el Señor de la Paciencia que tengo colgado en mi despacho.
-Los yoruguas son surrealistas -aplaudió Rigoletto, ya borroneado por la cortina publicitaria. -Gracias, Reina del Amor Oculto. Otro día la seguimos.
Y después que el camarógrafo se perdió entre las oleadas del palaciego piso-bunker Naná le alfileró el corazón anoréxico a la locutora:
-¿No sabías que yo también me quise mudar al cementerio cuatro veces?
-No. Soy nueva en la Punta.
-¿Y tampoco sabés que cuando le vino la última taquicardia el divino Julio gritaba que no podía pincharse las venas por respeto a Dios?
-Yo lo que necesito es la nada.
-Pero no existe. ¿Nunca viste pensar al cielo?
-Eso está en La muerte del pastor.
-Yo empecé a verlo recién estos días. Y lo único que les importa a los muchachos del Laboratorio es ayudar a la gente a ver eso.
60 / ABRACADABRA
-Esto sí que fue una carambola a tres bandas de la arquitectura divina -se desorbitó Juana. -¿Te das cuenta lo que es tener propaganda en En trozos una semana antes del estreno y sin haber movido una uña?
La madre de Ojos de Plata bajó la televisión y acarició al gatito:
-La vida es así, Alfredo.
-A Leonardo lo escuchábamos recitar el soneto cuando salíamos de la misa -usó un jazmín para taparse el hoyo de la traqueostomía la vieja. -Lucía no había nacido.
-Y yo nunca vi el Señor de la Paciencia que tiene colgado Naná -cabeceó con más culpabilidad que asombro la historiadora. -Y además nunca entendí Oblación abracadabra.
-Cuidado porque voy a destapar a Satanás.
-Te juro que si seguís avisándonos que vas a destaparlo me da un ataque de nervios, mamá.
-Lo increíble es que Leonardo analiza Oblación abracadabra como una metáfora paisajística que sirve para entender la entrada de Artigas en los blandengues -señaló la mole esquinera del cuartel centenariamente ocre la muchacha.
-Eso ya me supera.
-Claro: el trueno de la tercera estrofa sería el Verbo o la revelación enamorada que le ahoga la mística salvaje al propio Artigas. Y empieza a concebir la purificación de un arquetipo celeste.
-Hay que escribir sobre eso.
-Ya está escrito en el blog.
-Justo Regusci murió en Paso del Parque comiéndose un jazmín que le dio Magdalena -se tiró un pedo aviborado la vieja. -¿Escuchaste, Matilde? Ese fue el trueno de Judas en la televisión.
Ahora Juana y la historiadora se amordazaron la risa corcoveando, hasta que la mujer-pasa se apelotonó una corolita en la traqueostomía y eructó:
-A don Hugo lo van a hacer llorar pronto en el paraíso.
-Sacate esa porquería de allí que te llegás a agarrar una infección y Dios nos libre, mamá.
-Es que tengo que avisarle a don Hugo que Satanás entró en Franco.
-Bueno, a mí ya se me hizo tarde para el ensayo -guardó demasiado rápido los libros la muchacha. -Cuidesé, doña Flor.
-El que tiene que cuidarse es Leonardo.
Y al llegar al jardín Matilde sondeó la capilla del Cuartel de Dragones ferozmente raspada por el último púrpura y comentó:
-Pensar que con el padre de Franco fuimos novios un tiempo en el liceo.
-¿Usted sabe que a veces pienso que el verdadero fundador del Laboratorio fue don Hugo?
-Y lo peor es que el cáncer de la vieja no miente.
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