viernes

JESÚS DE PUNTA DEL ESTE (¿TE MOLESTA MI AMOR?)


una blognovela de
HUGO GIOVANETTI VIOLA
adaptada para el cine por
ÁLVARO MOURE CLOUZET

QUINTA ENTREGA

17 / LA LUCHA

Federica terminó de escuchar la toma definitiva del funk y les sopló un beso eufórico a Leonardo y a Juana:
-Imponente. Es muchísimo más fuerte que salir tomando pichí en la tele o cualquier bardo de esos.
-¿Sabés que allá en la Punta decidí no grabarlo? -se desató las rastas empapadas el muchacho para sacar unos papeles y una foto de la mochila. -Pero me acordé que en el blog tomografié la Tertulia lunática analizando el monumento de la plaza Virgilio y pensé que los uruguayos ya están en condiciones de entender que el divino Julio no fue un pajero pedante. ¿Sabés cuál es el verdadero nombre del monumento de Yepes?
-No. Lo que reconozco es que vos también sos un divino, León. Aunque a veces a uno le vengan tantas ganas de matarte.
-Se llama La lucha. Y el imperator vivió trenzado desde chico contra una taquicardia paroxística congénita irreversible y una cultura más idiota que la que nos venden hoy.
-Sí, eso lo di en el liceo. Me acuerdo que a mí me enloquecía la foto que se hizo sacar pinchándose con morfina. Ese loco tenía más huevos que cualquier travesti porteño de los que salen en la tele vestidos de novia.
-Zen me filmó cantando el funk a capella en la Torre de los Panoramas.
-Ta. Hacemos terrible clip.
-Y al final le hablé directamente a Julio y justo en ese momento se abrió y se cerró sola la puerta-ventana que da a la azotea. Dos veces.
-Uau -le rozó el bigotito con una uña violeta la productora a Franco. -Recién estábamos hablando de El salmón y de Sueiro.
-Y de que la mayoría de nosotros quisiera no haber nacido.
-Pero la estrella que resuelve la lucha contra el triperío significa la recuperación del paraíso original -señaló la foto del monumento Juana. -Y por eso le agregamos el corito de Porchia: Vengo de morirme / no de haber nacido / de haber nacido me voy.
-Y eso lo decidí anteayer resfriándome sentado contra la Torre mientras amanecía, Federica. De chico hacía lo mismo. Me imaginaba a los fernandinos atrincherados en la catedral a medio terminar cuando invadieron los ingleses y a Artigas dándose baños de estrellas y entendía.
-Y se te ponían canosas las alas. A mí me parece bárbaro. Y si la gente no entiende la tomografía escultórica me importa un caramelo. Tampoco estaría mal tirarlo en una conferencia de prensa para enganchar un publiquito onda Facultad de Artes.
-El problema es que siguen sin llegarme cuatro arreglos bravísimos y necesitaría acampar allá esta noche mismo.
-Acampar.
-Sentarme en el Vigía.
-Okey. Producción paga el pasaje pero a los reyes magos les escribís vos.
-Los reyes deben estar entrando al blog hace tiempo, boluda.
-Sí. Más bien. Tengo que averiguar dónde compra los suspensores Florencia de la Vega.

18 / NOVIA EN LA LLUVIA

Mariana Ventura se bajó de un taxi y caminó hacia la Torre del Vigía con la sombra culebreantemente charolada.
-Mucho gusto -mantuvo un momento prendido el yesquero frente a Leonardo Regusci, que sondeaba el relente verdoso sentado entre una mochila y una guitarra. -Tu amigo el Judas acaba de contarme en lo de Naná que ahora te encachilaste con inspirarte junando mi casa.
Entonces el muchacho ronqueó entre las solapas de un sobretodo de tweed muy perchento:
-Estaba pensando en escribir algo sobre una novia que espera la lluvia completamente sola, acá en el mirador.
-Y odia a Dios. Y el bocón de mi hijo todavía se cree que no me di cuenta que ayer ya te metió el peso como si fueras el guardián de la Torre y le dieras consejos a la humanidad. Me imagino que ahora empezó a joderte con las clases de piano.
-Podríamos empezar este domingo con las dos cosas: visitar al Negro Piedra y de tarde dar la clase de piano.
-¿Cuánto cobrás?
-Mil por mes.
-¿Y con almuerzo?
-Ochocientos. El pasaje lo paga producción.
-Mirá que el Negro Piedra podrá ser medio genio le van a embagayar por lo menos dos años.
-Le traje una guitarra.
-Pa. Un rey mago. Y por qué.
-Porque me dijo Pablo que tiene fe.
-No tendrías que meterte.
-Lo que pasa es que yo acabo de nacer de nuevo.
-Ta. Reventá de nuevo, entonces. Y a este paso con neumonia. Miren que este cuerpito no piensa acompañarlos a Las Rosas.
-Yo no te pedí nada.
-Pero yo te conozco desde antes que las estrellas se volvieran el mundo. ¿Me podrías hacer un favorcito, coboy? Irte ya.
-Todo bien.
-Y mirá que a las diez ya tendrían que estar tomando el ómnibus.
-Yo no duermo más de dos o tres horas seguidas.
-Naná me mostró el blog del Laboratorio. Está bueno. Y no vayas a olvidarte de Marosa o sos boleta.
-Puedo no mirar las flores. Pero no cuando nadie las mira.
-Tené cuidado, coboy. Mirá que Juan Luis Guerra se agarró el cáncer en el ojo cuando se tiró a lo más hondo.
-¿Te molesta mi amor?

19 / EL ALMANAQUE

-Todavía no puedo creer que el Negro Piedra se haya aprendido una canción entera del Darno -repitió el primer ejercicio de Hanon en el piano Pablo Ventura mientras su madre secaba los cubiertos.
-¿Te das cuenta que yo lo voy a tener que aguantar una semana contándome la visita a Las Rosas? -se puso bizca la negra. -El vikingo era igual. ¿A qué horas toman el ómnibus, coboy?
-Primero voy a pasar a saludar a Naná.
-Esperate que me cambio y te muestro una cosa.
-Y yo me voy a poner el equipo porque tenemos campeonato a las seis en la cancha del Jagüel -empezó a reverberar anaranjadamente el chiquilín.
-De qué jugás.
-En San Carlos era punta, pero acá recién me prueban hoy. ¿Estás triste?
-Me gustaría quedarme a vivir en el Vigía.
-El domingo jugamos acá y te apuesto a que me ponen. ¿No te lo sacás nunca el sobretodo?
-¿Y vos no podrás callarte nunca, Pato? -irrumpió Mariana, florecida por una perfumadísima solera color grafión.
Y preparó un café y esperó que se fuera el chiquilín para mostrarle el revés garabateado de un almanaque a Leonardo Regusci:

Abuela aguantá las esquinas de tus maderas hipotecadas / de tus lentejas / que quiero cruzar ahora que mamá duerme / vestida de novia / que no me acuerdo de mi padre / ni de la tortuga del aljibe / ni de la vieja Josefina con pasta de dientes en los ojos / cómo era yo con mis doce años / con todo mi esqueleto clavado al vértice de este árbol / árbol que se hace escalera / y escalera que me lleva hasta la vejez de mi madre / aguantá madre la agonía de los senos celestes contra el abdomen / a la bestia apretándote contra el muro de malvones / que hace una eternidad / se levantaban como hoy tal cual en un abrazo con las alegrías.

-Son apuntes, nomás. Pero me hiciste ganas de volver a escribir, degenerado.
-¿No me los das para una musiquita?
-Dale. Aunque no me importa. Tengo dos libros terminados y me da asco hasta verlos.
-¿Fuiste a algún taller?
-Al taller de un borracho que daba Dylan Thomas y Vallejo y García Lorca y después ya entendías todo. Una tarde nos visitó Jorge Boccanera.
-Me gustaría publicar algo tuyo en el blog.
-Calmate. Y otra cosa: ¿por qué te dejás llenar el container por ese ortito que dice que es tu manager y les chupa el roquefort a los trolos del Conrad?
-Con Franco somos familia. Me crié en la casa.
-Bueno, entonces explicale que yo no fío ni el corazón. Que invente ratoneos con las gatúbelas. Porque a Naná le gustan las cosas claras y esta vez pienso ahorrar antes que se me jubilen las tripas. ¿Me entendiste?

20 / CUCHARITA

Leonardo y Franco subieron a despedirse de Naná y encontraron a Mariana Ventura enloqueciendo al clienterío con una tanga-raja color relámpago que hamacaba acostada de espaldas a su puerta.
-¿Y vos qué hacés aquí a esta hora? -fulminó aterciopeladamente en el espejo la lubola a Leonardo Regusci.
-Me quedé musicalizando tu tema.
-Entonces quiero escucharlo ya -saltó la negra para arrastrar de un brazo al muchacho y escrachar un portazo que hizo aullar a la majuga.
-Perdieron, pibes -se embutió la gorra el hombre-gnomo con una mueca sucia. -Esto se llama ciudad ocupada toda la noche.
-¿Y esa guitarra? -revolvió en un estante lleno de peluches Mariana para sacar dos vasos, un JB y una carpeta con fotos pegadas de Silvio Rodríguez.
-Es una catramina que usaba el padre de Franco.
-Sacate el sobretodo.
-No.
-¿Un whiskycito?
-Dale.
-Por lo menos sentate acá en la cama, carajo.
Y mientras Leonardo cantaba una especie de bossa-bachata inconclusa ella se desnudó y terminó por apezonar la trompa bermellón en lugar de aplaudirlo:
-Me encantó. ¿Conocés el candomblé de la Virgen del Mar?
-¿Qué tenés en esa carpeta?
-Qué te importa. Mirá, coboy: esto lo aprendí a bailar en una procesión por Yemanjá que hacen en la Laguna de los Patos. Cuando era una guachita. No toques esa carpeta, carajo.
-Si no me decís lo que hay adentro voy a tener que abrirla.
-Calmate, dueño del mundo -gateó por la moquette la mujer montañosa para prensarle la entrepierna al muchacho, que hizo fondo blanco y carcajeó atorándose. -Uy, qué alivio. Pensé que no te funcionaban las bielas. ¿Sabés que me hiciste releer mis poemas, degenerado?
-Entonces me los llevo y te los traigo el domingo.
-Pero nada de blog.
-Okey, Negra Jefa.
-Y no muestres los poemas en el Laboratorio.
-Okey, Costilla Celeste.
-Che: te podrías quedar a dormir, por lo menos. ¿O te molesta mi amor?
-Me gustaría dormir muchas horas atrás tuyo, los dos en cucharita. Nada más que cuidándote.
-¿Pero no te pensás sacar ni el sobretodo?
-No. Y quiero que vos te quedes así, Virgen del Mar.

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