martes

MEFISTÓFELA DIVINA


(el caso de las brujas siamesas)
folletín policial y de magia negra de


HUGO GIOVANETTI VIOLA
DECIMOSEXTA ENTREGA

31 CAMPANAS

Y ella me contestó mientras los ocho campanazos de la catedral volaban hacia el río y ahora parecía llover como si la Inmaculada nos curara con nácar:
-Maestro: la vida es trilce. Y la Nena sabe que su altura va por el cielo que le fuiste mostrando. Hoy abrí muy temprano porque estos días ni duermo y tu carta me hizo escribir un haiku doble que es más tuyo que mío: Labios dorados / imitan el acento / de los árboles. / Es tu poesía / transpirando colores / que se me pegan. Me acuerdo que cuando Shirley entró al convento un psicólogo le escribió algo que ella me reenvió nada más que por soberbia y es la descripción exacta de lo que me está pasando contigo. Me lo sé de memoria: Lo que no termino de entender es por dónde entraste tan hasta el fondo de este hueserío triste y dorado que algún día mutará hacia una comprensión más justa. Y sin embargo la cruz es maravillosa. Bueno, voy a tratar de dormir unas horitas porque Nanda y la enana me citaron para ensayar a las tres en el pub. Pero desde ya te aviso que no me desnudo más: it’s over. Ah, y ayer bajé de Internet cuatro discos de Oïstrakh para que Santa Shirley sepa que no es la dueña de los introuvables. La cara I del CD 3 tiene la sonata para violín de Franck, y una sonata en Si Bemol Mayor y el concierto Nro 3 de Mozart. Me gusta más que Kremer. Hoy mismo te los llevo al asqueroso infierno tan querido. Y preparate a perdonarme por todo lo que se me ocurra inventar para lastimarte en cualquier momento porque soy mucho más mala que Shirley. Pero te adoro. Magui.
Entonces me acordé enloquecidamente de Saura y casi me revienta la cabeza pero mentalicé tres poemas de la serie La garza que me habita en media hora y cuando los pasé en limpio decidí no mandarle el tercero a la Nena. Y como me estaba mecanizando abrí el mail por las dudas y encontré iluminado el cubículo de Shirley MacLaine Rodríguez:
-La paz contigo, poeta. Magui me reenvió tus versos nada más que por soberbia y me coparon. Y creo que ya te puedo adelantar el pago por la preciosa protección que le estás ofreciendo a mi siamesa, aunque un detalle clave lo tendríamos que hablar aquí en Florida, pero sin que ella sepa que venís. O se pudriría todo. Primero ensayen y filmen y después arreglamos para que te pegues una escapadita. Todavía hay mucho hielo frágil en esta historia. Lo que voy a adelantarte es posible que lo tengas recontramasticado pero de vez en cuando no viene mal reventarse la trompa contra la tapa del libro. El enamoramiento surge del deseo de posesión y no hay Romeo y Julieta que valgan: el amor de pareja jamás debe pasar por la adoración espejismal o está condenado a muerte. Y el enganche recíproco y espejismal de un ánima y un ánimus que genera adoración se apoya en la piedad, el encantamiento (provocado por hipnosis o seducción diabólica) o la fe. Y no puede haber pareja carnal porque eso mata la aparición del Hombre Nuevo y la Mujer Nueva que fueron Jesús y María Magdalena resucitando juntos. Cuidado con tu hambre o con tu sed, septuagenario crucificado por la miseria de amor. Capaz que te las arreglás solo, aunque sería mucho mejor que lo charláramos mateando en el convento. Yo.


32 ERROR


Y cuando relampagueó el sobrecito de Magui en la pantalla sin darme tiempo a repasar el magisterio conventual sentí que estaba entrampado en una floración carnívora y que Jesús y Satanás siempre van a tener tiempo para pelearse por el alma de cualquier solitario donde haya PAX-LUX en juego:
-Me olvidé de decirte, Maestro, que mientras yo esté viva nunca vas a estar solo en este mundo. Pero no te olvides que lo nuestro es una relación más propia del Reino que del mundo. ¿No querés que te pase a buscar esta tarde para ir al pub? Lamentablemente se lo voy a tener que esconder a mi novio porque los lobos no entienden las relaciones puras y siempre están esperando que aparezca el momento feliz para despedazarse. Y si nosotras somos unas locas suicidas es porque el machaje siempre va a zamparnos el podrido último verso que guillotina el poema. Me enferma pensar cómo reaccionaría este negro degenerado si leyera tus cartas. Y yo a vos te quiero como a mi verdadero padre y por eso te llamé cuando estuve en el pozo. Porque sos el único macho que me miró dormir sin hambre. Y de eso no te olvidás ni en el medio de un tsunami. Me hiciste sentir Beatrice: ¿entendés? Y Beatrice, con nueve años, terminó resplandeciendo al lado de la Virgen. Y otra cosa que tenía que aclararte es que tus cartas son preciosas pero me conmueven demasiado, y hace tiempo que me prometí no dejar que los hombres me siguieran haciendo llorar. Y además preferiría que no hablaras de bodas. Je je. Bueno, paso a eso de las dos y tomamos unos mates inventando a mi Sulamita. ¿Okey?
Entonces me senté en el suelo sintiéndome la gárgola más monstruosa de Notre Dame y el entrepiso pareció electrificarse y empezar a picanearme con un ensañamiento fascista hasta que grité:
-Hermano Alighieri. Recién ahora te entiendo.
Y cuando volvió a dorarse el cubículo de Magui apenas pude arrodillarme a manotear el mouse y en el momento de penetrar el sobrecito con la flecha se me desenfrenó una erección espantosa y hasta chorreante:
-Error -se titulaba la postdata. -Recién me equivoqué mal, Maestro: porque me olvidé de decirte que si llego a faltar antes que vos nunca vas a estar solo, tampoco. Yo te voy a seguir dando la mano desde el Reino.
-Sorry, Nena -contesté con el mecanicismo de quien devuelve un paletazo de ping-pong: -Te iba a mandar dos de los tres poemas que eyaculé anoche, pero van todos. Ella. La maja de Jesús / apareció en la celda lunar del padre Juan. / Pero había que aprender / a chupar la blancura inasible de sus higos. / Soñar con la gran boda. / Y cantarle a la noche. Truenos. La maja de Jesús le hizo entender a Juan / que nunca estaría solo en la celda del trueno. / Fue la esposa final / del perro que cantaba herido entre la nieve. / Porque se habían cazado. / Y parieron blancura. Pulmón. Ahora ella una garza de diecinueve años / que vivía entre caranchos y juntaba cadáveres. / Hasta que un trueno trilce la hizo llegar en oro / a mi pulmón derecho. / Entonces nos abrigó el perfume de María. / Llovía un mar de jazmines.

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