viernes

MEFISTÓFELA DIVINA


(el caso de las brujas siamesas)
folletín policial y de magia negra de

HUGO GIOVANETTI VIOLA

TRECEAVA ENTREGA

25 POEMAS

Había una sola foto de los ojos de la Nena invadidos insondablemente por la Más Dimensión y Rosa la acariciaba como si fuera una estampita, hasta que Nanda le pegó un grito desde la escalera y la elfa se las tomó prometiendo hacerme una copia. Y de golpe decidí escribirle un mail a mi ahijada y empecé a sudar mucho en el entrepiso donde la había ayudado a disfrazarse de monja pervertidísima:
-Hola, Magui. ¿Sabés que con los líos que hubo el domingo no tuve tiempo para decirte lo orgulloso que me siento de ser tu padrino? Y, para hablarlo en Vallejo, no te podés imaginar lo que volé cuando te vi tan ala, tan salida, tan amor. Y creo que la humildad de ese muchacho que apareció a buscarte es digna de tu radiante hermosura, aunque confieso que yo también me puse bastante celoso. Estoy escuchando el Paulus de Mendelsohnn y Rosa acaba de mostrarme una foto donde tenés los ojos tan llenos de galaxias que mi despedazado corazón es el de un Hombre Nuevo. Y entonces se me ocurrió contar esta historia con poemas y ya tengo el primero: En aquel tiempo las garcitas blancas / anunciaban milagros del poniente. / Hasta que una muchacha de diecinueve años / abandonó mi celda / con flores en los huesos. / Eran alas secretas. / Y aquello sosegó mi soledad de perro. Cuando quieras empezamos a preparar la performance con las pirujas. Hoy quiero a todo el mundo. Hay veces que se puede. Dale, Nena: no hagas como tu prima y contestame rápido. ¿Cómo podía pensar, para hablarlo en Delmira, que después de tantas vidas iba a poder tener entre las manos la Cabeza de Nuestra Señora?
Y bajé a hacerme el mate entre la polvareda lila que parecía manar directamente desde la Torre de las Panoramas y esperé que terminara el oratorio para cantar Aquellos ojos verdes a lo Nat King Cole y corregirme enseguida:
-Los de ella son castaños. Y cuando la pupila izquierda se le estrabiza me pide más amor que aquella niña rota que me abrazó llorando abajo de la lluvia.
Y entonces pasé en limpio el poema bautizándolo Alas y me cayeron otros tres enteros quién sabe desde dónde:
Ver. La garza se transformó en la Venus del pesebre / cuando le abrí un espejo en mi heredad azul. / Si no existiesen ciegos que nacen conociéndose / se caerían las montañas. / Nunca supimos cómo. / Pero quisimos vernos.
Confirmación. Fui elegido el guardián / de la paz minusválida de Nuestra Señorita. / Y un mediodía clavé mi húmero en su clavícula / y ella me atenazó las yemas para siempre. / El altar sonrió. / Ya estábamos cazados.
Espejos. Fue durante un rodaje / que pude atravesar el espejo de la infanta. / Su semidesnudez me activó el bermellón / de una piedad gravísima. / Declaré fluoreciendo que me sentía su padre. / Y ella corrió a besarme como si fuese su Hijo.

Y después de imprimirlos no tuve más remedio que retomar el rosario, aunque al terminar cada Misterio abría el mail congelado por el miedo de que la Nena me mandara a la mierda y al final irrumpió el amarillo milagroso y casi me voy de culo. Porque el mensaje que me había llegado era de Shirley MacLaine Rodríguez.


26 CORAZONES


-La paz contigo, septuagenario verde -empezaba enchastrando la cancha a lo Materazzi la mantarraya de convento. -No te puedo culpar por haber abandonado a Magui en la sierra, aunque te aviso que no te rescindo el contrato porque al Onetti disfrazado de Papá Noel lo encontraste muerto vos. Y ya es mucho. Ella por lo menos sigue loca de la vida con el adorador que va a terminar haciéndole tragar pedos pero yo me agarré una terrible tripa triste porque el 30 de octubre me confesé con Fidel en Maldonado y le regalé la botella que usó para entrar en coma alcohólico al otro día. Y hoy sufro solamente.
Entonces me apoyé a descascararme la gomina contra el ventanuco que daba a la Torre de los Panoramas agradeciendo que la Nena hubiese tenido la prestancia de no contarle a Shirley la escenografía armada por los carroñeros, aunque la culpa edípica me obligó a terminar cantando como una roncadera amurada en la orilla:
-Y otras veces salí seco / a chamuyar con la luna / por las calles misteriosas / del sensiblero arrabal.
-¿Sabés lo que volví a soñar ayer? -seguí leyendo mientras me arrancaba toda la ropa menos los calzoncillos y me acordaba de Michelangelo chorreando humillación en el andamio de la Sixtina. -Que me salían corazoncitos por los pezones y tenía que plantarlos para que no se pudrieran y después que los ponía en un cantero del fondo Papá Noel me avisaba que allí estaba enterrada una nena de mi escuela. ¿Entendés? Sueño la misma mierda desde que estaba en el Laboratorio, aunque mirá que esto no se lo conté ni a Baguette de Chocolate. ¿Vos viste lo que tiene tatuado Magui en el pescuezo? ¿No da vergüenza ajena? Y el negro todavía quería taparme el pescadito rojo que me tatuó un padrastro divino que me garchaba sentada cuando tenía once años y después se dejaba acariciar la nuca como si fuera Jesús. ¿No viste la última versión de Lolita hecha por Jeremy Irons? Bueno, con haber leído la novela alcanza para entender que mi prima ya te está embrujando saladísimamente.
-No te conozco, Satanás -aullé. -Y no leí la novela ni vi la película y a la única que conozco es a la Inmaculada que vive adentro de ustedes. Como Papá Noel y San Luis María de Monfort y Juan Carlos Onetti.
-Ella misma me contó que en el pub te corrió para abrazarte y eso es Lolita tal cual -me remató floreándose la mantarraya. -Son conductas arquetípicas de las magas negras. Y ahora va a enloquecerte por correo, igual que a Jeremy Irons. No te dejes joder. Y aceptá que Delmira se maquilló el corazón a los tres años, gil. Beso. Yo.
Y cuando vi prenderse otro minúsculo cubículo amarillo me pareció clickear sobre un salvoconducto al cielo y leí:
-Hola, padrino. Gracias por los ma-ra-vi-llo-sos poemas que me mandaste. Y mirá que demoré en contestarte porque recién abrí. Me cayeron Nanda y Rosa de visita toda la tarde. Te mando un haiku que escribí pensando en la confirmación: sueño contigo / mi locura encontró / a su otra mano. Ya soy otra, Maestro. ¿Cuándo salen unos mates en el cucho? Te necesito. Magui.

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