martes

PAN EN LOS OJOS / webnouvelle de Hugo Giovanetti Viola

ÚLTIMA ENTREGA

13 / RABÍ y Senel oyen al dúo Presti-Lagoya mientras Coto hace el asado: Rabí toma whisky y Senel echa humo hacia el oro del fresno que se recorta montañosamente sobre el estrellerío.
-Qué dúo -pensé en voz alta. -Una conversación de rezos enamoradísimos. Tendríamos que poner la danza española en el móvil de emergencia. Te puedo asegurar que esta música le reactiva el velamen a cualquier alma, viejo. Y pensar que Granados murió en un naufragio.
-Che, Senel -le hace una seña pícara Coto al doctor. -¿Y vos pensás que en el convento te dejarán fumar así?
-Ahora ya es cuestión de días -miré hacia la cocina, donde las mujeres seguían preparando las ensaladas.
-Sí -confirma el muchacho de rigidez sedosa. -El postulantado empieza después de Semana Santa. Y en el convento pienso fumarme alguno con Beethoven, nomás. O viendo Emergency Room o el Polideportivo. O algún video de Meg Ryan. En fin. Pero lo fundamental es que no va a haber nadie junándome todo el día como si estuviera pirado, Coto. ¿La cazás? No voy a precisar morder un pucho a cada momento para no desbocarme.
Entonces el panadero sirvió más caballito y cabeceó:
-Che, doctor: ¿sabe que cuando este botija se me apareció una mañana con el libro de Rimpoché -y yo tuve que atrasarme una barbaridad para atenderlo sin parecer grosero- traía pan en los ojos? De verdad: ¿eh? Lo traía.

14 / BRENDA explica:
-A mí me costó años lograr que fuéramos en familia al cementerio. Al principio acompañaba nada más que a Senel. Y el gordo y Poli se entrompaban y todo.
Marti se secó las manos:
-Es como tocar fondo. Yo en el grupo Revivir toqué fondo, también. Ahora voy a pedir veinte días de licencia para viajar a las termas con Coto.
La mujer de largo pelo azabache mira las fotos de sus hijos y agrega:
-El paisaje está hermoso.
Nos quedamos calladas, hasta que Poli terminó de pelar un durazno y contó:
-El primer día que acompañamos a mamá al cementerio me acordé totalmente de Sabrina. Fue demás. Igual que cuando intercalan escenas del pasado en una película. Yo no podía tener ni cuatro años y papá nos llevaba de la mano a Senel y a mí. Y al lado iba ella en el cochecito y atrás estaba la Plaza Virgilio, con el monumento y los aloes. Pero lo raro es que ahora empecé a verla. Tal cual. No es que sueñe o me acuerde.
-A quién ves -se crispa Brenda.
-A Sabrina. De repente estoy tocando o escuchando a Sviatoslav y pin: la veo como un relámpago.
-¿Y la ves en el cochecito?
-No. Es de luz. Totalmente. Y no tiene una edad. Aunque tiene el pelo del mismo color que vos.
-Y eso se lo contaste al psicólogo -demora en sondear Brenda.
-No. Porque eso empezó ahora. Y no sé si no fue ella la que me terminó de sacar el pánico antes de los conciertos.

15 / SENEL observa la caridad chorreante del pulpón que sobró y chista:
-Flor de asado.
Entonces mamá fue hasta la hamaca y al pasar me frotó la cabeza.
-Bueno -termina de servir la segunda botella de Tannat Coto. -Yo quisiera explicarles a los Rabí por qué nos decidimos a armar esta fiestita.
Marti le hizo una guiñada a Poli y recién ahí sentí que compartían mucho más que un parecido físico.
-Doctor -sigue el panadero, eufórico: -Hoy te voy a tutear de verdad porque usted me lo pidió de verdad. Y mirá: cada cual cree en sus cosas. Pero los tibetanos piensan que hay un día especial de la semana para comunicarse con los que se fueron. Y yo sé que Jerónimo y Rodrigo y Ariel nos visitan los domingos. No me pregunten cómo.
-Dale vos, ahora -le señaló el estuche de la guitarra Marti a Poli.
-Y empezá con la danza española. Por favor -sonríe Rabí.

16 / POLI se acomoda bajo el fresno y demora mucho en comprobar la afinación. Pero fue por junar a mamá, que se había tirado boca arriba en la hamaca.
-Va -jadea la muchacha.
Y mientras yo tocaba los demás también la miraban y ella parecía la Venus de Botticelli casándose con el universo.

1999

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