
(el caso de las brujas siamesas)
folletín y de magia negra de
HUGO GIOVANETTI VIOLA
folletín y de magia negra de
HUGO GIOVANETTI VIOLA
SEXTA ENTREGA
11 PESADILLA
Pude dormirme recién cuando amanecía y soñé que estábamos tomando whisky con el Tucho y Guillermo Fernández, justo el Día de los Muertos.
-A mí la teoría del doble suicidio de Delmira no me importa en absoluto -se trancó larguísimamente en la sílaba ab mi amigo el historiador. -Lo único que interesa es el deseo profundo. Y cuando ella escribió que quería tener entre las manos la cabeza de Dios ya tocó la resurrección.
-Un segundo de puro amor te vuelve todo amor -le sonreí a los huevos celestes que se hincharon satinando los lentes de Guillermo. -Lástima que yo dejé el alcohol el 18 de Nisán en Jerusalén y ahora me acabo de zampar el segundo whisky.
-¿Soñás mucho son eso?
-Siempre. Ni a Fausto le costó tanto exiliarse del país de las madres.
-Bueno, esa sería la inversión del deseo profundo -tartamudeó resoplando como un ferrocarril en la sílaba in el Tucho. -Serían las caídas hondas de los Cristos del alma. No hay que dramatizar. Las Delmiras son loquitas, nomás.
Y en ese momento empezaron a ametrallarme la puerta a piñazos y me abalancé a abrir sintiéndome el gusano loco y encontré a Nanda extendiéndome el celular con un fastidio jadeante:
-Te llama tu nena, papi.
-¿Magui?
-Sí. Hablen tranquilos y yo me quedo aquí sentada en la escalera. ¿Dale?
-Qué pasa -me caí de culo y no atiné ni a cerrar. -Me parece que estaba soñando con vos. No: con Delmira.
-Es que vos me conocés demasiado, Maestro.
Y me escalofrió otra vez el gemido del malvón deshecho aunque ahora era imposible concebirle belleza:
-Necesito confesarme.
-Pero yo no soy un cura, hijita.
-Pero sos el único hombre que me hizo salir alas. Y Shirley ya no sería capaz de venir ni a mi velorio.
-¿Precisa un cura? -volvió a aparecer Nanda, ahora ya completamente transfigurada por un horror piadoso. -Decile que yo la paso a buscar y la llevo a ver a Noel. Me tomo un taxi ya.
-Todo bien -la oyó Magui.
-Después llamame. ¿Okey?
-Okey, Maestro. Perdoname la joda.
Y entregué el teléfono y me volví a dormir entelarañado en otra interminable pesadilla donde Guillermo Fernández sentenciaba sonriendo con tristeza:
-El dicho No hay peor desprecio que no hacer aprecio lo deben haber inventado cuando la mayoría de los discípulos de Jesús lo dejaron morir solo.
Entonces Rosa me ametralló la puerta avisándome que acababan de internar a la Nena.
12 GRAPAMIEL
Rosa me explicó que la Nena se había querido envenenar y se ofreció a llevarme a la emergencia, pero apenas arrancamos chirriando Encías Negras le mandó un mensaje avisándole que fuéramos directamente a la casa del cura porque ya estaba todo bien.
-Le deben haber hecho un lavaje y encontraron poca harina -clarinó la tercera parte de la risa del Pájaro Loco la elfa mientras estacionábamos frente al Seminario. -Ayer nos robó el veneno para hormigas y esta mañana se lo empezó a zampar con grapamiel casera.
-¿Y qué es lo que te hace gracia?
-Que haya zafado, tío.
-No me hables en gallego.
Nanda nos esperaba terminando un porro muy jediondo en la vereda del caserón que le alquilaban los jesuitas al padre Noel para que rebañara carroña posmo egresada del instituto.
-Gusto de verte, papi -se le amarilló el estuche dental a la flaca dulcemente apoyada contra un plátano que parecía enmedallado por el mediodía.
-¿Y Magui?
-Confesándose. ¿Vos sabés que hoy cuando tomé el taxi para ir a salvar a tu Nena sentí que me empujaba la Virgen? Fue increíble. Y me decía sin parar: Ser olor de vida eterna para nuestro prójimo.
-Ese hasch te pegó fatal, tía.
-Magui debía estar tomando la grapamiel que prepara Shirley -me rasqué a dos manos la cara pinchuda para aguantar las ganas de aplastarle el moño a Rosa de un culatazo. -Ese show fue demasiado.
-Pero el veneno me lo robó antes de que fuéramos al pub. Y además al volver a la pensión se puso a chatear con el ex-novio de la prima y el loco le comentó que en Maldonado ya era voz corrida que Fidel se había suicidado.
-Y pa pior el ex-novio de la monja se echa leches arriba por la Nena y se viene a vivir a la pensión -tiró el puchito color pus la elfa. -Va a dedicarse a cantar en los ómnibus, aunque allá hace tatuajes. Este país es de coña, Carvalhito.
-Este país es divino -se le aterciopeló una resolana infantil a Encías Negras. -Nunca pensé que iba encontrar vivo a Papá Noel, te juro. Y sigue viviendo solo, con ochenta y dos pirulos y un parkinson que no da más. Hay días que demora media hora en bajar de la cama.
-¿Conocés el Tratado de la Verdadera Devoción de Monfort? -me apuntó con un índice-clítoris Rosa.
-Nunca pude conseguirlo.
-Ah. Papá te va a embolar salado con ese jeroglífico. Y con la Paralipómena de Los demonios de Dostoievski, donde el padre Tijón le dice a Stavroguin que se puede creer en el diablo sin creer en Dios. A mí me pasa eso.
-Ya me di cuenta, mija.
11 PESADILLA
Pude dormirme recién cuando amanecía y soñé que estábamos tomando whisky con el Tucho y Guillermo Fernández, justo el Día de los Muertos.
-A mí la teoría del doble suicidio de Delmira no me importa en absoluto -se trancó larguísimamente en la sílaba ab mi amigo el historiador. -Lo único que interesa es el deseo profundo. Y cuando ella escribió que quería tener entre las manos la cabeza de Dios ya tocó la resurrección.
-Un segundo de puro amor te vuelve todo amor -le sonreí a los huevos celestes que se hincharon satinando los lentes de Guillermo. -Lástima que yo dejé el alcohol el 18 de Nisán en Jerusalén y ahora me acabo de zampar el segundo whisky.
-¿Soñás mucho son eso?
-Siempre. Ni a Fausto le costó tanto exiliarse del país de las madres.
-Bueno, esa sería la inversión del deseo profundo -tartamudeó resoplando como un ferrocarril en la sílaba in el Tucho. -Serían las caídas hondas de los Cristos del alma. No hay que dramatizar. Las Delmiras son loquitas, nomás.
Y en ese momento empezaron a ametrallarme la puerta a piñazos y me abalancé a abrir sintiéndome el gusano loco y encontré a Nanda extendiéndome el celular con un fastidio jadeante:
-Te llama tu nena, papi.
-¿Magui?
-Sí. Hablen tranquilos y yo me quedo aquí sentada en la escalera. ¿Dale?
-Qué pasa -me caí de culo y no atiné ni a cerrar. -Me parece que estaba soñando con vos. No: con Delmira.
-Es que vos me conocés demasiado, Maestro.
Y me escalofrió otra vez el gemido del malvón deshecho aunque ahora era imposible concebirle belleza:
-Necesito confesarme.
-Pero yo no soy un cura, hijita.
-Pero sos el único hombre que me hizo salir alas. Y Shirley ya no sería capaz de venir ni a mi velorio.
-¿Precisa un cura? -volvió a aparecer Nanda, ahora ya completamente transfigurada por un horror piadoso. -Decile que yo la paso a buscar y la llevo a ver a Noel. Me tomo un taxi ya.
-Todo bien -la oyó Magui.
-Después llamame. ¿Okey?
-Okey, Maestro. Perdoname la joda.
Y entregué el teléfono y me volví a dormir entelarañado en otra interminable pesadilla donde Guillermo Fernández sentenciaba sonriendo con tristeza:
-El dicho No hay peor desprecio que no hacer aprecio lo deben haber inventado cuando la mayoría de los discípulos de Jesús lo dejaron morir solo.
Entonces Rosa me ametralló la puerta avisándome que acababan de internar a la Nena.
12 GRAPAMIEL
Rosa me explicó que la Nena se había querido envenenar y se ofreció a llevarme a la emergencia, pero apenas arrancamos chirriando Encías Negras le mandó un mensaje avisándole que fuéramos directamente a la casa del cura porque ya estaba todo bien.
-Le deben haber hecho un lavaje y encontraron poca harina -clarinó la tercera parte de la risa del Pájaro Loco la elfa mientras estacionábamos frente al Seminario. -Ayer nos robó el veneno para hormigas y esta mañana se lo empezó a zampar con grapamiel casera.
-¿Y qué es lo que te hace gracia?
-Que haya zafado, tío.
-No me hables en gallego.
Nanda nos esperaba terminando un porro muy jediondo en la vereda del caserón que le alquilaban los jesuitas al padre Noel para que rebañara carroña posmo egresada del instituto.
-Gusto de verte, papi -se le amarilló el estuche dental a la flaca dulcemente apoyada contra un plátano que parecía enmedallado por el mediodía.
-¿Y Magui?
-Confesándose. ¿Vos sabés que hoy cuando tomé el taxi para ir a salvar a tu Nena sentí que me empujaba la Virgen? Fue increíble. Y me decía sin parar: Ser olor de vida eterna para nuestro prójimo.
-Ese hasch te pegó fatal, tía.
-Magui debía estar tomando la grapamiel que prepara Shirley -me rasqué a dos manos la cara pinchuda para aguantar las ganas de aplastarle el moño a Rosa de un culatazo. -Ese show fue demasiado.
-Pero el veneno me lo robó antes de que fuéramos al pub. Y además al volver a la pensión se puso a chatear con el ex-novio de la prima y el loco le comentó que en Maldonado ya era voz corrida que Fidel se había suicidado.
-Y pa pior el ex-novio de la monja se echa leches arriba por la Nena y se viene a vivir a la pensión -tiró el puchito color pus la elfa. -Va a dedicarse a cantar en los ómnibus, aunque allá hace tatuajes. Este país es de coña, Carvalhito.
-Este país es divino -se le aterciopeló una resolana infantil a Encías Negras. -Nunca pensé que iba encontrar vivo a Papá Noel, te juro. Y sigue viviendo solo, con ochenta y dos pirulos y un parkinson que no da más. Hay días que demora media hora en bajar de la cama.
-¿Conocés el Tratado de la Verdadera Devoción de Monfort? -me apuntó con un índice-clítoris Rosa.
-Nunca pude conseguirlo.
-Ah. Papá te va a embolar salado con ese jeroglífico. Y con la Paralipómena de Los demonios de Dostoievski, donde el padre Tijón le dice a Stavroguin que se puede creer en el diablo sin creer en Dios. A mí me pasa eso.
-Ya me di cuenta, mija.

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