
(el caso de las brujas siamesas)
folletín policial y de magia negra de
HUGO GIOVANETTI VIOLA
QUINTA ENTREGA
9 MISERIA
La Nena ya no estaba en la esquina de la Torre de los Panoramas y me sentí sudorosamente en misión, aunque me fue imposible no perder media hora contestándole enseguida el mail a Shirley MacLaine Rodríguez:
-Querida monja que llegaste de vuelo igual que una garcita: te escribe un perdedor. Estoy seguro que conocés el tango Maquillaje, así que te aclaro de entrada que yo nunca voy a pensar que son mentiras tu virtud / tu amor y tu bondad / y al fin tu juventud, ni que te maquillaste el corazón. La desconfianza envenenada es cosa del predator.
Ahora el entrepiso fermentado por el atardecer de noviembre parecía un sauna-biblioteca y me arranqué la casaca del piyama negriazul y decidí completar el strip-tease pasándome evangélicamente en limpio:
-El verdadero don que me concedió el Padre a través de su Hija fue el de ser un meado con vocación de eternidad, y que ladren los que ladran. Mirá, Nena Shirley: desde que me enterraron en el Buceo el 28 de noviembre de 1983 sigo renaciendo en cada libro y en tiempos paralelos y viviendo al revés que la mayoría de ustedes. Más o menos como Gidon Kremer. Pero esta es la primera vez que me siento digno de parir una heroicidad santa, y acabo de darme cuenta que es gracias a las primas siamesas. Y además te aseguro que antes de esta aventura nunca había podido entender mi destino, aunque parezca joda.
Después me tranqué tanto y aerofagicé tantos mates seguidos que tuve que bajar a desagotarme y al volver en calzoncillos definí con los lentes muy empañados:
-El dicho popular preferido por mi madre siempre fue No hay peor desprecio que no hacer aprecio, y de alguna manera perrunamente tácita mi esposa y mi hija también ignoraron y descategorizaron mi monástico amor al arte con prolijidad de establishment. Y fue justo y necesario. Porque era la única manera de hacer que mi enanismo congénito eligiera la misericordia de los ojos de Nuestra Señora como única salvación.
Entonces di vuelta el mate entusiasmado y agregué:
-Pienso cobrarte algo por esta changa, Shirley. Y es que me enseñes bien el mito de la Magdalena, cuando tengas tiempo y ganas. La monja trucha dice que lo inventaste vos en el convento, y me interesa con voracidad de ex-borracho compulsivo. ¿Puedo mandarte una caricia invisible en el pelo como si fueras una esposa y sin que te vengan ganas de asesinarme? I.P.
Ya era noche total. Me afeité chiflando Maquillaje y me puse un traje blanco estilo Bogart y un panamá impecable para salir a localizar El infierno tan querido, y cuando me choqué con Magui en la escalera se me amariposó el estómago:
-Preferiría que no vinieras, Maestro. Shirley no me contestó el mail y cambié mucho el show. Tengo el alma podrida.
-No puedo abandonarte, garcita -traté de no mentir: -Me lo pidió la Virgen.
10 INFIERNO
El infierno tan querido quedaba frente al lago del Parque Rodó y era una vieja whiskería con mostradores lustrosos, apartados en desnivel y un escenario fluorescente donde Magui se presentó como una monja encinchada por un consolador que usó para masturbarse rezando Padrenuestros y Avemarías hasta que la tribu gay se desenfrenó del todo.
-Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño -no tuve más remedio que salmodiar con una mano escondida a lo Napoleón para agarrotar el nácar de la 32 mientras la Nena repartía piquitos y Nanda y Rosa filmaban y fotografiaban aquel espanto hasta la saciedad: -Esto es el mundo, amigo, agonía, agonía. / Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades, / la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises, / los ricos dan a sus queridas / pequeños moribundos iluminados, / y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada. / Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo / por vena de coral o celeste desnudo. / Mañana los amores serán rocas y el Tiempo / una brisa que viene dormida por las ramas.
Después Magui se encerró a vestirse y mientras hacíamos guardia en la puerta del camarín la enana que usaba una aguja china ensartada en el infaltable moño de albóndiga le comentó a Encías Negras:
-Recién se le rajó el pantalón a un troleuco que se quedó gateando en el escenario y le chupé el culo al toque.
-Infernal -festejó la ocurrencia Nanda a lo hiena y rebobinó la cámara para chequear la secuencia del aquelarre: -Pa, loca. Con este clip ganamos el Oso de Plata. Te juro que nunca vi una chanchada tan divina.
-Pero no se lo vayas a comentar mañana a Papá Noel, que anda bajoneadísimo porque dicen que el cura de Maldonado se suicidó y no le hicieron autopsia para tapar el escándalo.
-¿Y la prima de Magui sabe?
-Me parece que ni ahí. Ella lo adoraba mal.
-Perdón: ¿qué es adorar mal? -empecé a hacerme aire con el sombrero entelarañado por el sudor y la gomina. -Espero que sepan disculparle el atraso lingüístico a los gliptodontes.
-Todo bien, Carvalhito. Vendría a ser una fe zarpada: como cuando soñás con Dios y te despertás pensando lástima que no sea verdad tanta belleza.
-La belleza es verdad.
Y metí la cabeza sin permiso en el camarín y alcancé a distinguir a la Nena sentada en el duchero y me acerqué a secretearle:
-No te olvides que yo te quiero igual que a mi hija.
Y mientras cruzaba el pub ensartándome la fluorescencia viscosa del panamá se escuchó una carrera de pies desnudos y Magui apareció radiantemente envuelta en un toallón para abrazarme y besarme murmurando:
-Yo también te adoro, Maestro.
folletín policial y de magia negra de
HUGO GIOVANETTI VIOLA
QUINTA ENTREGA
9 MISERIA
La Nena ya no estaba en la esquina de la Torre de los Panoramas y me sentí sudorosamente en misión, aunque me fue imposible no perder media hora contestándole enseguida el mail a Shirley MacLaine Rodríguez:
-Querida monja que llegaste de vuelo igual que una garcita: te escribe un perdedor. Estoy seguro que conocés el tango Maquillaje, así que te aclaro de entrada que yo nunca voy a pensar que son mentiras tu virtud / tu amor y tu bondad / y al fin tu juventud, ni que te maquillaste el corazón. La desconfianza envenenada es cosa del predator.
Ahora el entrepiso fermentado por el atardecer de noviembre parecía un sauna-biblioteca y me arranqué la casaca del piyama negriazul y decidí completar el strip-tease pasándome evangélicamente en limpio:
-El verdadero don que me concedió el Padre a través de su Hija fue el de ser un meado con vocación de eternidad, y que ladren los que ladran. Mirá, Nena Shirley: desde que me enterraron en el Buceo el 28 de noviembre de 1983 sigo renaciendo en cada libro y en tiempos paralelos y viviendo al revés que la mayoría de ustedes. Más o menos como Gidon Kremer. Pero esta es la primera vez que me siento digno de parir una heroicidad santa, y acabo de darme cuenta que es gracias a las primas siamesas. Y además te aseguro que antes de esta aventura nunca había podido entender mi destino, aunque parezca joda.
Después me tranqué tanto y aerofagicé tantos mates seguidos que tuve que bajar a desagotarme y al volver en calzoncillos definí con los lentes muy empañados:
-El dicho popular preferido por mi madre siempre fue No hay peor desprecio que no hacer aprecio, y de alguna manera perrunamente tácita mi esposa y mi hija también ignoraron y descategorizaron mi monástico amor al arte con prolijidad de establishment. Y fue justo y necesario. Porque era la única manera de hacer que mi enanismo congénito eligiera la misericordia de los ojos de Nuestra Señora como única salvación.
Entonces di vuelta el mate entusiasmado y agregué:
-Pienso cobrarte algo por esta changa, Shirley. Y es que me enseñes bien el mito de la Magdalena, cuando tengas tiempo y ganas. La monja trucha dice que lo inventaste vos en el convento, y me interesa con voracidad de ex-borracho compulsivo. ¿Puedo mandarte una caricia invisible en el pelo como si fueras una esposa y sin que te vengan ganas de asesinarme? I.P.
Ya era noche total. Me afeité chiflando Maquillaje y me puse un traje blanco estilo Bogart y un panamá impecable para salir a localizar El infierno tan querido, y cuando me choqué con Magui en la escalera se me amariposó el estómago:
-Preferiría que no vinieras, Maestro. Shirley no me contestó el mail y cambié mucho el show. Tengo el alma podrida.
-No puedo abandonarte, garcita -traté de no mentir: -Me lo pidió la Virgen.
10 INFIERNO
El infierno tan querido quedaba frente al lago del Parque Rodó y era una vieja whiskería con mostradores lustrosos, apartados en desnivel y un escenario fluorescente donde Magui se presentó como una monja encinchada por un consolador que usó para masturbarse rezando Padrenuestros y Avemarías hasta que la tribu gay se desenfrenó del todo.
-Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño -no tuve más remedio que salmodiar con una mano escondida a lo Napoleón para agarrotar el nácar de la 32 mientras la Nena repartía piquitos y Nanda y Rosa filmaban y fotografiaban aquel espanto hasta la saciedad: -Esto es el mundo, amigo, agonía, agonía. / Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades, / la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises, / los ricos dan a sus queridas / pequeños moribundos iluminados, / y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada. / Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo / por vena de coral o celeste desnudo. / Mañana los amores serán rocas y el Tiempo / una brisa que viene dormida por las ramas.
Después Magui se encerró a vestirse y mientras hacíamos guardia en la puerta del camarín la enana que usaba una aguja china ensartada en el infaltable moño de albóndiga le comentó a Encías Negras:
-Recién se le rajó el pantalón a un troleuco que se quedó gateando en el escenario y le chupé el culo al toque.
-Infernal -festejó la ocurrencia Nanda a lo hiena y rebobinó la cámara para chequear la secuencia del aquelarre: -Pa, loca. Con este clip ganamos el Oso de Plata. Te juro que nunca vi una chanchada tan divina.
-Pero no se lo vayas a comentar mañana a Papá Noel, que anda bajoneadísimo porque dicen que el cura de Maldonado se suicidó y no le hicieron autopsia para tapar el escándalo.
-¿Y la prima de Magui sabe?
-Me parece que ni ahí. Ella lo adoraba mal.
-Perdón: ¿qué es adorar mal? -empecé a hacerme aire con el sombrero entelarañado por el sudor y la gomina. -Espero que sepan disculparle el atraso lingüístico a los gliptodontes.
-Todo bien, Carvalhito. Vendría a ser una fe zarpada: como cuando soñás con Dios y te despertás pensando lástima que no sea verdad tanta belleza.
-La belleza es verdad.
Y metí la cabeza sin permiso en el camarín y alcancé a distinguir a la Nena sentada en el duchero y me acerqué a secretearle:
-No te olvides que yo te quiero igual que a mi hija.
Y mientras cruzaba el pub ensartándome la fluorescencia viscosa del panamá se escuchó una carrera de pies desnudos y Magui apareció radiantemente envuelta en un toallón para abrazarme y besarme murmurando:
-Yo también te adoro, Maestro.
























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