“LA POESÍA ES UNA SOLA Y QUIZÁS LA MÁS TERRIBLE DE LAS AMANTES”
por Lina Zerón
(entrevista inédita realizada en 2005 en México)
Jorge Meretta nació en Montevideo en 1940. Ha publicado más de una treintena de títulos de poesía entre los que destacan: Última Voluntad (1989, Premio Angaro, Sevilla), Todo el Adiós (1992, Primer Premio Poesía Édita, Ministerio de Educación y Cultura, Montevideo), Laberinto Clave (1993, Primer Premio Poesía Inédita, Ministerio de Educación y Cultura, Montevideo), Seis Poemas (1998, Premio Internacional La Porte de Poètes, edición bilingüe, París), El Sobrante del Humo (2000, Antología Poética, Montevideo), Cambios de Sitio (2001, Antología de Sonetos, Buenos Aires), Emboscada de Piedra (2002, Buenos Aires), Ávese (2003, Buenos Aires) y El Cazador de Lluvias (2004, Montevideo).
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Esta es su primera “salida poética” del Uruguay, a pesar de contar con una obra sólida y numerosos premios. ¿Qué opinión le merece la participación en este encuentro de Poetas del Mundo?
Los encuentros, el diálogo, la convivencia aunque no sea más que por pocos días, enriquecen. El encuentro de Poetas del Mundo apunta a lo que algunos olvidan: los destinatarios de un libro somos todos, esto es, el escolar, el universitario, el obrero, la ama de casa. Un sindicato que sea consciente de su función social va más allá de la lucha por la dignificación de sus salarios. El Sindicato de Maestros del Estado de México al parecer así lo entiende y es más que digno señalarlo y una señal para el futuro: no sólo de pan vive el hombre sino también de sueños.
¿Cómo ve el panorama de la poesía contemporánea?
El sano intento de despojarse de protocolos más o menos frecuentes de códigos poéticos y la incesante búsqueda de nuevos espacios en el lenguaje por un discurso nuevo, desemboca muchas veces en lo frívolo y snob donde pugnan fuerzas rivales, opiniones encontradas, en una lucha por el poder y afán de institucionalizar, desde los medios de difusión que se controlan, un concepto de poesía para ser acatado y aplaudido. La polifonía de la poesía contemporánea no concluye siempre en la armonía deseada. Pero bienvenido sea, pues la búsqueda no debería concluir nunca, más allá de aquellos experimentalismos que nos enseñan a no seguir perdiendo el tiempo con ellos.
Las vanguardias de hoy, como siempre pasó, serán las retaguardias del mañana porque la poesía es una sola y quizás la más terrible de las amantes: muchos creen poseerla pero se entrega a muy pocos. De ahí que yo tiemble por desconocer hasta la fecha cuál ha sido mi suerte.
¿Cómo fue encontrando el camino hacia la poesía?
Hurgando en la biblioteca de un tío solterón me crucé con la obra completa de Julio Herrera y Reissig. Tenía catorce años. La música del verso hizo que me deslumbrara por el idioma hasta entender que estaba en todas partes, hasta en el silencio. Y decidí no callarme, así que comencé a escribir, a la par que cultivarme.
Ahora bien, la tentativa de teorizar sobre la poesía ha sido múltiple y variada a través del tiempo; concepciones providencialistas ya en Platón y naturalmente en los místicos; sicoanalíticas freudianas en torno a sus nódulos patológicos; tecnológicas a la manera de Poe; descubridoras de las imágenes primigenias de los pueblos con Jung, etc. Todas podrán llevar algo de razón pero no creo puedan explicar el fenómeno poético, que la poesía resista la meditación y transmisión oral de su esencia.
Si para el civilizado la manera de aprehender al mundo sería a través de conexiones que tienen relación con la ciencia, para el primitivo esto estaría urgido por una red de vínculos suprasensibles: el problema no es nada fácil. El nudo de la poesía arrastra el de la creación. El poeta es un descubridor y un creador si descubrir es encontrar nuevas conexiones entre los objetos de que se trata y crear, hacer nuevos objetos con las conexiones ya conocidas. Un aborigen de Borneo definía el vino diciendo que “debe ser una mezcla de lenguas y de corazones, porque cuando bebo nada temo y hablo maravillosamente”. Si leyendo a Frazer concluyéramos que el hombre es originalmente mágico, sería la poesía una magia evolucionada y su esencia: lo indecible.
Por otro lado, la inspiración es un cuento de niños escrito para adultos pues se ha pretendido vincularlo con clarividencias, hadas, gnomos y madrinas. Para mí se resume al impulso personal e inconsciente de expresarse y esto es lo mismo para la poesía, pintura o música. La niñez fue para mí, entre otras cosas, la fantasía y el estupor de los primeros años; en mi madurez, una metáfora del tiempo. Así es que llego a escribir en mi último libro, Cierre de Cuentas, lo siguiente: “la infancia es un error de ortografía / y cuando aprendemos a escribir ya es tarde”.
No me programé para ser poeta. La única corazonada es que estoy vivo y ser escritor o artista nunca estuvo entre mis fantasías. La más cara de ellas es querer ser feliz.
¿Qué opina sobre la poesía de sus colegas generacionales?
Nací en 1940 y prefiero no ser quien haga una lista de poetas de mi generación, correría el riesgo de alguna omisión involuntaria, lo que podría ser tomado como un juicio crítico. Ya me he echado suficientes enemigos como para admitir nuevos postulantes.
¿Cómo le llega un poema?
Soy compulsivo. El libro que he tardado más en escribir me ha llevado veinte días. Después viene el silencio que bien puede durar un año o más. En cuanto a la forma, es el estado de ánimo quien la dicta tal como sucede por ejemplo en la música: concluye en una ranchera, un blues, o un bolero. De mi obra, no tengo libros favoritos sino poemas pero de tener que elegirlos me inclinaría por Escrito en Casa, Cambios de Sitio, El Casco y la Espada y Código Mayor.
¿Un balance sobre el entorno cultural mexicano?
Sin duda alguna México posee un peso cultural y editorial envidiables: pero asistimos a una suerte de realismo capitalista y México también, faltaba más, no queda afuera. El significado de la nueva estética es el mercado y su sello, el código de barras. Se edita lo que se vende: no es otro valor el que decide que una obra pase a la categoría de texto impreso. Todo está en venta, hasta el autor del libro que le han pedido. Por eso es que lo escribe. Esto compromete el futuro cultural de los pueblos, al poder de los gobiernos y las leyes que deberían generar y asegurar los espacios para la difusión de la poesía en particular y del arte en general y tanto en México como en el resto del mundo, los medios de comunicación son vitales: sólo depende que estén dispuestos a hacer difusión.
¿Un mensaje para los jóvenes escritores?
Vivir mucho, leer más y escribir menos. Lo aconsejo por experiencia propia.
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