CATORCEAVA ENTREGA
3
Ese domingo se cumplían dos años de la muerte de Jerónimo Rabí. Mamá se puso una solera negra y una pañoleta rusa plateada: está tan linda que duele.
-Precisaba que habláramos tranquilos -sonrió Brenda después que visitaron los dos nichos y buscaron un banco con sombra. -En Valizas pensé mucho y tomé la decisión de irme a vivir sola. Allá en verano aguanto dando clases. Ya puse cartelitos y formé un grupo enseguida.
-Y para largar ese comunicado precisabas arrearnos al parque de la nada -me pide que no fume con un ojo-cuchillo mi padre.
-Ves que ya te enojaste -se encorvó ella entre las palideces chorreadas de los dos hombres altos. -Acá se puede hablar sin gritar, por lo menos.
-Y después qué vas a hacer.
-No sé. Aguantar. Veremos.
-Ta. Como quieras, Brenda.
-Yo a vos te quiero, gordo. Pero esto se acabó hace tiempo. Y ahora me toca irme a vivir sin dueños. Me parece.
-Y qué vendría a ser lo que se acabó.
-Lo que teníamos hasta que sentí que me habían vuelto a encajar arriba todos los ceniceros del mundo. Pero ustedes no pueden entender.
Entonces siento que hay miles de pájaros llorando y ni siquiera nos miramos con mi padre hasta que ella se suena varias veces y desembucha:
-Yo tenía un raso guardado para mis quince años y lo quería como si fuera un traje de comunión y uno de novia juntos. Me lo había regalado mi tía en Navidad. Y en casa el neumólogo grado 5 no dejaba fumar ni a palos pero una vez que hicimos engrudo en el garage para una pegatina nadie se la bancó y terminamos tan muertos que yo no barrí nada y al otro día encontré todos los puchos engrasados arriba de mi raso.
-Eso nunca me lo contaste.
-Se lo conté a Jerónimo.
-¿Fue tu vieja o tu viejo?
-Da igual. Viste que hoy siguen creyendo nada más que en la buena salud y en la guerrilla utópica. Lo que no pudieron fue obligarme a festejar los quince. Bueno, yo ahora tengo que pasar por lo de Ana Inés y por la embajada.
-Te llevamos.
-No, gracias. Lo que les pido en nombre de Poli y Sabrina y Jerónimo es que tratemos de no herirnos más. Ya saqué pasaje para esta noche y voy a volver a buscar algunas cosas. Hay pescado en el freezer.
4
-Claro: necesitaba quebrar al marido, por lo menos -se contorsionó el Cordero hasta perder de vista un 777. -Anda / vete donde debas ir / anda / que te espera el porvenir / vuela / que los cisnes están vivos / mi canto está conmigo / no tengo soledad. Y cómo está tu viejo.
-Se quedó a esperarla tomando whisky y prendiendo un cigarro con otro. Van a terminar mal.
-Si uno fuera a llorar cuanto termina / no alcanzaran las lágrimas a tanto / nuestras horas de amor casi divinas / es mejor despedirlas con un canto -se echa un poco de Coca en la cabeza el gordo. -¿Sabés que preferiría no hablar de Queequeg? Quedate con el libro, nomás. Y acordate de Ismael. Tu Ismael.
-Muchas gracias.
-Y acordate que la palabra perseverancia es preciosa pero significa cruz. Y que para los castrati como el Sanguijuela o el Langa no significa nada.
-¿Y para el padre Gus?
-No mire hombre: mire prelado. El arte se hace con baba de abeja. Y lo santo también. ¿Vas a chatear?
-A las cuatro.
-Yo sé que te complico, pero acepto que me prestes un rato la magnolia de la más dimensión que quedó en la guitarrita de Poli.
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Ese domingo se cumplían dos años de la muerte de Jerónimo Rabí. Mamá se puso una solera negra y una pañoleta rusa plateada: está tan linda que duele.
-Precisaba que habláramos tranquilos -sonrió Brenda después que visitaron los dos nichos y buscaron un banco con sombra. -En Valizas pensé mucho y tomé la decisión de irme a vivir sola. Allá en verano aguanto dando clases. Ya puse cartelitos y formé un grupo enseguida.
-Y para largar ese comunicado precisabas arrearnos al parque de la nada -me pide que no fume con un ojo-cuchillo mi padre.
-Ves que ya te enojaste -se encorvó ella entre las palideces chorreadas de los dos hombres altos. -Acá se puede hablar sin gritar, por lo menos.
-Y después qué vas a hacer.
-No sé. Aguantar. Veremos.
-Ta. Como quieras, Brenda.
-Yo a vos te quiero, gordo. Pero esto se acabó hace tiempo. Y ahora me toca irme a vivir sin dueños. Me parece.
-Y qué vendría a ser lo que se acabó.
-Lo que teníamos hasta que sentí que me habían vuelto a encajar arriba todos los ceniceros del mundo. Pero ustedes no pueden entender.
Entonces siento que hay miles de pájaros llorando y ni siquiera nos miramos con mi padre hasta que ella se suena varias veces y desembucha:
-Yo tenía un raso guardado para mis quince años y lo quería como si fuera un traje de comunión y uno de novia juntos. Me lo había regalado mi tía en Navidad. Y en casa el neumólogo grado 5 no dejaba fumar ni a palos pero una vez que hicimos engrudo en el garage para una pegatina nadie se la bancó y terminamos tan muertos que yo no barrí nada y al otro día encontré todos los puchos engrasados arriba de mi raso.
-Eso nunca me lo contaste.
-Se lo conté a Jerónimo.
-¿Fue tu vieja o tu viejo?
-Da igual. Viste que hoy siguen creyendo nada más que en la buena salud y en la guerrilla utópica. Lo que no pudieron fue obligarme a festejar los quince. Bueno, yo ahora tengo que pasar por lo de Ana Inés y por la embajada.
-Te llevamos.
-No, gracias. Lo que les pido en nombre de Poli y Sabrina y Jerónimo es que tratemos de no herirnos más. Ya saqué pasaje para esta noche y voy a volver a buscar algunas cosas. Hay pescado en el freezer.
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-Claro: necesitaba quebrar al marido, por lo menos -se contorsionó el Cordero hasta perder de vista un 777. -Anda / vete donde debas ir / anda / que te espera el porvenir / vuela / que los cisnes están vivos / mi canto está conmigo / no tengo soledad. Y cómo está tu viejo.
-Se quedó a esperarla tomando whisky y prendiendo un cigarro con otro. Van a terminar mal.
-Si uno fuera a llorar cuanto termina / no alcanzaran las lágrimas a tanto / nuestras horas de amor casi divinas / es mejor despedirlas con un canto -se echa un poco de Coca en la cabeza el gordo. -¿Sabés que preferiría no hablar de Queequeg? Quedate con el libro, nomás. Y acordate de Ismael. Tu Ismael.
-Muchas gracias.
-Y acordate que la palabra perseverancia es preciosa pero significa cruz. Y que para los castrati como el Sanguijuela o el Langa no significa nada.
-¿Y para el padre Gus?
-No mire hombre: mire prelado. El arte se hace con baba de abeja. Y lo santo también. ¿Vas a chatear?
-A las cuatro.
-Yo sé que te complico, pero acepto que me prestes un rato la magnolia de la más dimensión que quedó en la guitarrita de Poli.
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