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HUGO BUREL Y EL MECANISMO INSACIABLE

HUGO BUREL (Uruguay, 1951) es escritor, periodista, publicitario, diseñador gráfico y Licenciado en Letras. Ha publicado catorce libros de narrativa entre cuentos y novelas y ha ganado varios premios internacionales entre los que se destacan el Premio Juan Rulfo (Radio Francia Internacional,1995), el Premio Lengua de Trapo de narrativa (Madrid, 2001) y el Premio Bartolomé Hidalgo 2004. Recientemente conquistó dos veces el Primer premio de narrativa del MEC con El corredor nocturno (2007) y El desfile salvaje (2009).

El corredor nocturno fue adaptado para el cine y acaba de ser estrenado en la Argentina. Se trata de una coproducción argentino-española que cuenta con la dirección de Gerardo Herrero y las actuaciones de Leonardo Sbaraglia y Miguel Ángel Solá.

Por otra parte, la editorial Estuario presentó este mes en el Museo Nacional de Artes Visuales, Un día en la vida (Qué cantaron Los Beatles), donde el autor arma un álbum de papel seleccionando y analizando catorce canciones de los liverpoolenses.

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Me gustaría que le hablaras a los nuevos narradores sobre el proceso de llegada, diseño y construcción de tus historias. ¿Vigilás durante mucho tiempo el crecimiento pre-escritural de esas plantas casi autónomas y con hojas de poesías, como las definió Felisberto?

La escritura siempre me ha parecido algo misterioso, inexplicable. En ese misterio general, una historia siempre me maravilla desde lo particular. Escribimos para nosotros, no para los demás. Resolvemos un problema al escribir sobre tal o cual situación en la que están involucrados tales y cuales personajes. Los escritores quieren vivir varias vidas y para eso escriben. No hay otra posible explicación. Es un mecanismo insaciable. Es un asunto solitario y en el cual ponemos todo en juego. Todo lo que sucede después: publicación, crítica, lectores, ya es ajeno. No nos pertenece. El texto se realiza x veces en x lectores. Pero la escritura termina una vez que sabemos sobre qué vamos a escribir cuando empezamos de nuevo.

Una vez le pregunté a Onetti qué me convenía leer de Scott Fitzgerald y me contestó: El Gatsby, aunque en la cuarta (lectura, obviamente) palidece. ¿Cuáles de los considerados maestros del siglo XX (según la siempre caprichosa crítica del establishment) sentís que se amontañan? ¿Cuáles se enanizan?

Te cambio el enfoque: prefiero a los que crecen cada vez que los releemos. La clave está en releer. Releo a Faulkner, Onetti, Borges, Chandler, Conrad, Kafka, Hemingway, Graham Greene, Patricia Highsmith, Cortázar, Virginia Woolf, Joyce, Salinger, Scott Fitzgerald y con eso tengo de sobra. No me preocupan los que se caen de las manos: que los recoja el camión de los rezagados.

Acabás de publicar un libro sobre Los Beatles. ¿Cómo viviste aquella explosión de narrativa juglaresca que puso más azul al planeta? ¿Qué nos enseña hoy aquella orfebrería minimalista capaz de vender más que el entertainment frívolo?

Los Beatles representan una de las rupturas más importantes del Siglo XX. Siguen vigentes porque eran buenos y a veces geniales. Yesterday tiene 3000 versiones registradas. Eso necesariamente significa algo. Por suerte los disfruté cuando estaban en plena faena. Por ellos aprendí a tocar la guitarra, formé un grupo de rock y me divertí como loco en años muy difíciles. Los escucho hoy y siguen asombrándome. Me enseñaron que todo es posible si uno se lo propone y que a partir de la música se puede llegar a la literatura y a la creación.

Tu reciente adaptación al cine profundo parece confirmar que la humanidad sigue necesitando calados arquetípicos a los que no se llega desde la postura exitista oportunista. ¿Qué mitos-guías te apuntalaron la fe en tratar de alquimizar todos los días hacia la belleza este infierno tan querido?

Lo de la película sobre El corredor nocturno fue un caso fortuito que por suerte culminó muy bien. Soy cinéfilo desde que era muy niño y la sintaxis narrativa del cine se me contagió por matiné y ósmosis. Si escribo películas a través de mis novelas es algo que no puedo evitar. La imagen me facilita todo y el cine americano me enseñó a contar. Amo el cine y literatura y cine siempre han marchado juntos. Vi la película y me reconocí en ella: están mis diálogos, mis personajes y el clima. ¿Qué más puedo pedir?

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