SEXTA ENTREGA
3
Brenda recién había llegado de la embajada checa, donde daba clases de gimnasia rítmica.
-Hablé veinte minutos con Poli -corta la pascualina en cuatro, como cuando vivíamos todos en casa. -David encontró un programa de internet baratísimo. Manda decir tu hermana que va a tratar de chatear hoy a la misma hora. Hoy o mañana. No la noté muy bien. Me parece que esa escala de Aranjuez va a terminar en pánico.
-Que se ponga el pasamontaña nuevo y chau. Y además mirá quién habla de pánico.
-Basta, Senel. ¿Te contó lo de la Canción del ladrón?
-Me contó. Anoche traté de localizar a Ana Inés, pero se queda unos días en Aguas Dulces.
La mujer de belleza encandilante terminó de servir la ensalada y sonrió:
-Voy a contarte algo que no sabe ni siquiera tu padre. La tarde que rodamos el desnudo de Casiopea tuve que llamar a Jerónimo a Atlántida. Perá, Senel: no soporto que fumes comiendo. En serio. Apuesto a que en el convento no fumás comiendo.
-Oka -le hago la venia. -Siempre pensé que Casiopea se había filmado después que murió Jerónimo.
-La escena de la playa se filmó al principio porque si no salía bien no había película. Eso se lo pedí yo a Rosso. Y esa tarde me entró un pánico tan brutal que tuve que llamar a tu tío para que me dijera cualquier cosa.
-Y te mandó un pasamontaña rojo y verde.
Ahora Brenda carcajeó brevemente y se apoyó el vaso de agua en la cara:
-Me dijo que mirara a Jesús con los pezones. Y que los ojos se me iban a volver magnolias de la más dimensión. Como las de Fontefrida.
-Mirá vos.
-Anoche volví a ver el final de Casiopea después de dos años -se le nubla de golpe la transfiguración a mi madre. -Y me di cuenta que jamás voy a volver a sentirme más eterna que una estrella.
-Ta. Yo no fumo pero vos no te pongas obscena a la hora de comer. Parecés Benedetti en una conferencia de prensa.
-Por qué decís obscena.
-Porque estamos hechos para ser felices. Y santos. Lo demás son trapos sucios y fantasías neuróticas.
-Algunos fracasamos.
-Los que aceptan que el Espíritu es inmortal no fracasan.
-Bueno, te felicito. Llamó tu padre para avisar que cambió la guardia y esta noche viene a hacer un asado.
-Levantarse de la mesa sin comer también es obsceno.
-Vas a ser un cura bárbaro, mijito. Comprensivo como mi suegra. Y tratá de no suicidarte como tu tío Jerónimo o la Violeta Parra. Primero el Gracias a la vida y de postre Maldigo del alto cielo.
Senel prendió un cigarro y se puso a comer con la mano izquierda.
-Y te aviso que a Valizas voy sola -me remata ofídicamente desde la cocina. -Poli ya sabe. Hoy fue la última sesión con los checos y me pienso pasar una semana sin dueños del mundo en el rancho. Así que comunicáselo a tu padre.
4
Senel fue al cyber a las cuatro pero no pudo conectarse con Poli y bajó pesadamente hasta el estacionamiento. Mientras busco al Cordero sumo un 13 capicúa y espero que aparezca un 21 de tres cifras para meterme en el garage.
-Cualquiera sangra, doctor Sanguijuela -se oyó gritar al gordo. -Es la regla de Venus.
Y recién me doy cuenta que hay una especie de constelación granate viboreando entre el box y la puerta del cagadero.
-Permiso, Ismael.
-Hola, Queequeg. Acaba de venir el Judas a joderme.
-Y qué es toda esta sangre.
-Una ulcerita.
-Querés que vaya a buscar a mi padre.
-Si me querés quedate y nada más. Son vómitos de amor. Se me pasa enseguida. ¿Sabés lo que me dijo el Sanguijuela en la primera sesión de la terapia? Bueno, si creés en Dios no hay problema ninguno. Pero primero demostrame que existe. Yo tenía trece años y acabábamos de enterrar a mi padre.
El muchacho se ovilló de espaldas a la bermuda pantanosa:
-No puedo quedarme aquí sin hacer nada, loco.
-Portate como un buen novio, carajo. Hacé de cuenta que tengo la menstruación y chau.
-¿Hace mucho que vomitás así?
-Una vez por mes. Desde los trece años.
Y chilla una carcajada que me calma como un cuarteto del sordo.
-No pasa fanta, en serio. Hoy agarré unos chanchos y me zampé tres MacCombos al toque. Mañana estoy nuevito. ¿Y tu madre?
Senel miró al hombre-batracio-cordillera con suave adoración:
-Cada vez peor. Ahora se quiere ir sola a Valizas.
-Dejenlá. No se enojen.
-No me jodas, Cordero. Cuando se pone así es capaz de calentar a Cristo.
-El Señor nunca se calentó con ninguna mujer. Las conocía de veras. Le tiene que haber pasado algo bravo de veras a tu vieja. Y si te falta Dios kaput.
-Ella creía en Jerónimo.
-¿Pero qué fue lo bravo que le pasó?
-Se nos murió mi hermana más chica, Sabrina. Antes de cumplir un año. Y cuando repechó y empezó a filmar Casiopea se nos murió Jerónimo.
-Pero se va a curar. Está escrito.
-¿Con mi padre o sin mi padre?
-Hay que saber quererla.
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Brenda recién había llegado de la embajada checa, donde daba clases de gimnasia rítmica.
-Hablé veinte minutos con Poli -corta la pascualina en cuatro, como cuando vivíamos todos en casa. -David encontró un programa de internet baratísimo. Manda decir tu hermana que va a tratar de chatear hoy a la misma hora. Hoy o mañana. No la noté muy bien. Me parece que esa escala de Aranjuez va a terminar en pánico.
-Que se ponga el pasamontaña nuevo y chau. Y además mirá quién habla de pánico.
-Basta, Senel. ¿Te contó lo de la Canción del ladrón?
-Me contó. Anoche traté de localizar a Ana Inés, pero se queda unos días en Aguas Dulces.
La mujer de belleza encandilante terminó de servir la ensalada y sonrió:
-Voy a contarte algo que no sabe ni siquiera tu padre. La tarde que rodamos el desnudo de Casiopea tuve que llamar a Jerónimo a Atlántida. Perá, Senel: no soporto que fumes comiendo. En serio. Apuesto a que en el convento no fumás comiendo.
-Oka -le hago la venia. -Siempre pensé que Casiopea se había filmado después que murió Jerónimo.
-La escena de la playa se filmó al principio porque si no salía bien no había película. Eso se lo pedí yo a Rosso. Y esa tarde me entró un pánico tan brutal que tuve que llamar a tu tío para que me dijera cualquier cosa.
-Y te mandó un pasamontaña rojo y verde.
Ahora Brenda carcajeó brevemente y se apoyó el vaso de agua en la cara:
-Me dijo que mirara a Jesús con los pezones. Y que los ojos se me iban a volver magnolias de la más dimensión. Como las de Fontefrida.
-Mirá vos.
-Anoche volví a ver el final de Casiopea después de dos años -se le nubla de golpe la transfiguración a mi madre. -Y me di cuenta que jamás voy a volver a sentirme más eterna que una estrella.
-Ta. Yo no fumo pero vos no te pongas obscena a la hora de comer. Parecés Benedetti en una conferencia de prensa.
-Por qué decís obscena.
-Porque estamos hechos para ser felices. Y santos. Lo demás son trapos sucios y fantasías neuróticas.
-Algunos fracasamos.
-Los que aceptan que el Espíritu es inmortal no fracasan.
-Bueno, te felicito. Llamó tu padre para avisar que cambió la guardia y esta noche viene a hacer un asado.
-Levantarse de la mesa sin comer también es obsceno.
-Vas a ser un cura bárbaro, mijito. Comprensivo como mi suegra. Y tratá de no suicidarte como tu tío Jerónimo o la Violeta Parra. Primero el Gracias a la vida y de postre Maldigo del alto cielo.
Senel prendió un cigarro y se puso a comer con la mano izquierda.
-Y te aviso que a Valizas voy sola -me remata ofídicamente desde la cocina. -Poli ya sabe. Hoy fue la última sesión con los checos y me pienso pasar una semana sin dueños del mundo en el rancho. Así que comunicáselo a tu padre.
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Senel fue al cyber a las cuatro pero no pudo conectarse con Poli y bajó pesadamente hasta el estacionamiento. Mientras busco al Cordero sumo un 13 capicúa y espero que aparezca un 21 de tres cifras para meterme en el garage.
-Cualquiera sangra, doctor Sanguijuela -se oyó gritar al gordo. -Es la regla de Venus.
Y recién me doy cuenta que hay una especie de constelación granate viboreando entre el box y la puerta del cagadero.
-Permiso, Ismael.
-Hola, Queequeg. Acaba de venir el Judas a joderme.
-Y qué es toda esta sangre.
-Una ulcerita.
-Querés que vaya a buscar a mi padre.
-Si me querés quedate y nada más. Son vómitos de amor. Se me pasa enseguida. ¿Sabés lo que me dijo el Sanguijuela en la primera sesión de la terapia? Bueno, si creés en Dios no hay problema ninguno. Pero primero demostrame que existe. Yo tenía trece años y acabábamos de enterrar a mi padre.
El muchacho se ovilló de espaldas a la bermuda pantanosa:
-No puedo quedarme aquí sin hacer nada, loco.
-Portate como un buen novio, carajo. Hacé de cuenta que tengo la menstruación y chau.
-¿Hace mucho que vomitás así?
-Una vez por mes. Desde los trece años.
Y chilla una carcajada que me calma como un cuarteto del sordo.
-No pasa fanta, en serio. Hoy agarré unos chanchos y me zampé tres MacCombos al toque. Mañana estoy nuevito. ¿Y tu madre?
Senel miró al hombre-batracio-cordillera con suave adoración:
-Cada vez peor. Ahora se quiere ir sola a Valizas.
-Dejenlá. No se enojen.
-No me jodas, Cordero. Cuando se pone así es capaz de calentar a Cristo.
-El Señor nunca se calentó con ninguna mujer. Las conocía de veras. Le tiene que haber pasado algo bravo de veras a tu vieja. Y si te falta Dios kaput.
-Ella creía en Jerónimo.
-¿Pero qué fue lo bravo que le pasó?
-Se nos murió mi hermana más chica, Sabrina. Antes de cumplir un año. Y cuando repechó y empezó a filmar Casiopea se nos murió Jerónimo.
-Pero se va a curar. Está escrito.
-¿Con mi padre o sin mi padre?
-Hay que saber quererla.
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