martes

HOMBRE CON TETAS / webnovela de Hugo Giovanetti Viola

TERCERA ENTREGA

5

El muchacho cruzó ingrávidamente el estacionamiento y entró en la policlínica del SUAT. Mi padre escucha Bach tomando mate frente a un paisaje de la vieja quinta Mendizábal que pintó Giovanetti.
-La paz contigo -le brilló menos el sudor que la sonrisa al médico uniformado con una ancha blancura.
Y me doy cuenta que el Cordero es más lampiño que él, todavía.
-Qué carajo le pasa a mamá.
-Brenda no me toca desde que se fue Poli. Un año y tres meses. A lo sumo me puede saludar con un beso o cosas así. Pero ya no me toca. Sentate, pajarito. Y abrí del todo la ventana y fumá, si querés.
Senel prendió un Nevada y lo usó para señalar el equipo de audio:
-No me interesa comprobarlo, pero la melodía de ese Allegro es de Vivaldi. Una vez le aposté un CD a tío Jerónimo y nunca llegamos a saber quién ganó.
-Dame un cigarro.
Eso me asusta en serio.
-Acabo de cumplir cincuenta años y por primera vez en la vida me siento completamente feliz -sopló un aro dorado el doctor Rabí. -Ese paisaje tiene mucha paz, pero lo que yo siento es una especie de felicidad blindada. Y cuando tu madre llora o se tapa la cabeza con la sábana cierro los ojos y le rezo a un resplandor. Lo único que le pido es que Brenda se cure. Hay veces que no pido ni siquiera por ustedes, te juro.
-Es una gran noticia -se sacó las chancletas Senel.
-Comer mierda humillarse comer mierda humillarse comer mierda humillarse comer mierda humilarse y seguir siendo feliz. Eso es lo que hay que hacer.
-Yo no pienso ir a Valizas. Capaz que sirve.
Mi padre se pellizca la papada con desesperación y el violín solista sigue flameando como una especie de verga celestial.
-¿Y yo cómo puedo saber si nosotros veraneamos? -terminó de fumar el médico. -Ojo que ahí cayó gente.
-Preciso guita para comprarle un MacCombo y un helado al cuidacoches.
-A qué hora chateás con Poli.
-A las cuatro.
-¿Y ella está al tanto de todo el bajón?
-Ellas siempre saben todo.
Mi padre apaga el equipo y me da doscientos pesos con pan en los ojos.

6

El Cordero terminó las papas fritas y destapó el helado con cauta devoción:
-Acaban de empatar los 21. Vámonos para abajo o la quedo en cualquier momento.
-Pero por qué no dejás de mirar las chapas.
-No puedo no mirar.
Y cuando llegamos al box sin canillas ni enchufes se tira en el colchón y yo fumo para espantar el jedor a grasera humana y de golpe desembucha:
-Los 21 también suman menos miedo a que se siga muriendo mi padre. ¿Conocés Explicación de mi amor de Zitarrosa?
-Creo que la escuché.
-Mirá que a primera vista parece una canción de amor cualquiera. Pero es el poema de Estrázulas Carta a mi padre completamente rehecho sobre una melodía que no puede más. Y allí le pide: Por favor no te sigas muriendo.
-Yo a veces siento lo mismo con mi tío Jerónimo.
-Pero vos sos un guacho -se atoró devorando el helado ya semilíquido el Cordero. -Yo tenía 13 y él 42: dos veces 21. Dicen que me rayé allí.
Después se limpia la boca con el trapo color pus pero deja que las moscas le chupen la crema de la camisola:
-13 13 13 13 13 13 13 13 13 13 13 13 13 y 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21 21. Y si no encuentro a Quequeeg antes que me enchalequen voy a reventar solo.
-No entiendo.
-¿Vos no querés ser cura? Te tenés que casar con el Esposo del Alma.
-Ah. Eso sí.
-Eso sí. Eso sí. ¿Y vos te creés que estás casado, guachito? ¿Vos sabés si el que te jedi es Esposo o Esposa?
-Debe ser las dos cosas.
-Pero yo no tengo nada que ver con la cosa nostra. ¿Sabés lo que soy yo? Soy el templo bombardeado por el padre George W. Gus. El imperio y la izquierda y los curas de mierda viven atacando todo y los burgueses y los mercaderes se forran vendiendo culos y droga y tetas y escocés. ¿Y vos cómo querés que se salven las mujeres?
Entonces el muchacho de ojos floralmente azules soltó el cigarrillo para agarrarse la entrepierna.
-Bueno -se me empieza a desenrollar un Padrenuestro muy tartamudo en el cerebelo y miento: -Ya es la hora del chateo.
-Hace un rato le escribí una canción al padre Gush. Una onda media Redondos. Creo que se va a llamar Sermoncito.
-Y dónde la tenés.
-Acá -se frotó los rulos escamosos el gordo. -Cuando vuelvas te la digo. Si me seguís queriendo.

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