SEGUNDA ENTREGA
3
Senel encontró a su madre tirada en la hamaca del jardín, con un vaso en la mano. Es como si el estrellerío fuera su corazón de quince años y ella revoloteara entre guirnaldas que jamás existieron.
-¿Pudiste chatear con tu hermana? -se ordenó el pelo la mujer esplendorosamente mal defendida por un bikini blanco.
-El chateo es mañana -le saco el vaso creyendo que es Coca pero se lo devuelvo enseguida, asqueado.
-Tenés un omelette y panchos en el microondas. ¿Cómo tocó la nena?
-Divino.
-¿Sabés que esta mañana fui a llevar a tu padre a la policlínica y ligué con el cuidacoches? Voy a tener que jugarle al Cinco de Oro.
-Qué te cantó.
-Cuando acabe este verso que canto / yo no sé yo no sé madre mía / si me espera la paz o el espanto / si el ahora o si el todavía. ¿Se me notará tanto el bajón?
-El que te ve en esa hamaca piensa que te estás sintiendo más eterna que una estrella.
-Eso fue en Casiopea, Senel -se le abrujó el perfil leonado a la mujer. -Y películas de esas no voy a encontrar nunca más. Vos sabés.
-¿Y para qué querés sacar el Cinco de Oro? ¿Para comprar un pasaje al paraíso interior?
-Yo lo que quisiera es poder ir a Viena y recorrer Europa con Poli -vacía el Torres que le regalaron a mi padre y tengo que aguantar una arcada. -París, Roma. Venecia. Europa existe.
-El paraíso también.
-A mí no me tocó, entonces. ¿Sabés a qué me hace acordar Valizas, últimamente? A todo lo que no hice. A lo que no me dejaron hacer. A lo que me robaron.
-Quién te robó. Qué cosa.
-Cómo puedo saber.
Entonces las estrellas parecieron gotear sobre un cadáver botticelliano y el muchacho sacó un cigarro pero no lo prendió. Vomitaría en el acto.
-A lo mejor el mensaje del gordo es que tarde o temprano tenemos que elegir entre una cosa y la otra.
-Hijo: tenés veinte años.
-Y vos cuarenta y cuatro.
-Pero yo no te canchereo.
-Yo tampoco.
-Vos te creés que sos Jesucristo y tu tío y tu padre juntos y me hablás de películas.
-Andá a cagar, mamá.
-Que se vayan a cagar los curas que se casan con estatuas y después nos dan consejos desde los altares -siguió llorando la mujer cuando se quedó sola.
4
El Cordero le devolvió al mate a Senel y le hizo señas a un 4 por 4 con altura de yate. La muchacha que estaciona tiene look de modelo porteña estúpida, pero el gordo le adapta un estribillo desplegando un fervor reverencial:
-El problema vital es el alma / el problema es de resurrección / el problema señora / será siempre sembrar amor.
La muchacha y Senel se miraron soleadamente. Después ella camina hasta el super y yo no puedo dejar de imaginármela en la cama.
-Kaput. Yo sabía que podía ser un 13 -aceptó otro mate el gordo, empapado por la resolana del asfalto. -Tendrían que darse dos 21 de tres cifras para quedar arriba en la numeración general. O tres de cuatro cifras. Tomátelas de una vez, escaramujito. Me parece que hoy ya vi a alguien de la pesada. ¿Empezaste Moby Dick?
-Todavía no.
-Apurate. Te lo pide el que va a ser tu gemelo corazón de esas tardes. Pero el que habrá partido seré yo. ¿Habrá o habré? Tomátelas, pez-rosa.
-Tranquilo, Bird. De acá nos sacan juntos.
-Pero vos no sos Bruno. Vos tenés que ser santo como tu tío.
-Mientras exista tanta teta en la vuelta va a ser dificilísimo. No las puedo adorar sin hambre, ¿me entendés?
-El que no tiene problemas con las ubres es Gus. A él siempre le gustaron los traseros de potro. Desde que iba a la escuela.
Eso me hace erizar, pero sigo buscando veintiunos como si tal cosa:
-Allá volvió la camioneta del panadero. ¿Si la mirás por adelante y por atrás vale doble?
-Por supuesto. Todas las veces que puedas mirarlas suman.
-Pero qué es lo que suman.
-Menos miedo al Dios vivo. Los cuerdos con minúscula no lo soportan, pero los locos con mayúscula le tenemos miedo. ¿Cómo está tu madre?
-Horrible.
La miradita del hombre-batracio rieló aceitosamente mientras Senel se sacaba la gorra para aplastarse el sudor.
-La cosa es que por mis tetas no sentís adoración ni hambre -empieza a macaquear. -Y eso que no hay soutien que me calce. Anoche salí a ver el chivito que largaste: era un canadiense al plato.
-Ta bien. Me voy.
-No te chupes, Di Caprio. Tu madre va a curarse. Pero la mía me manda enchalecar antes de fin de mes. Doble contra sencillo.
Y en ese momento apareció la dueña del 4 por 4 y el cuidacoches recibió la propina roncando:
-¿Quién sabe de un agua que cubra el dolor? / ¿Quién sabe de un sitio que guarde el amor?
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Senel encontró a su madre tirada en la hamaca del jardín, con un vaso en la mano. Es como si el estrellerío fuera su corazón de quince años y ella revoloteara entre guirnaldas que jamás existieron.
-¿Pudiste chatear con tu hermana? -se ordenó el pelo la mujer esplendorosamente mal defendida por un bikini blanco.
-El chateo es mañana -le saco el vaso creyendo que es Coca pero se lo devuelvo enseguida, asqueado.
-Tenés un omelette y panchos en el microondas. ¿Cómo tocó la nena?
-Divino.
-¿Sabés que esta mañana fui a llevar a tu padre a la policlínica y ligué con el cuidacoches? Voy a tener que jugarle al Cinco de Oro.
-Qué te cantó.
-Cuando acabe este verso que canto / yo no sé yo no sé madre mía / si me espera la paz o el espanto / si el ahora o si el todavía. ¿Se me notará tanto el bajón?
-El que te ve en esa hamaca piensa que te estás sintiendo más eterna que una estrella.
-Eso fue en Casiopea, Senel -se le abrujó el perfil leonado a la mujer. -Y películas de esas no voy a encontrar nunca más. Vos sabés.
-¿Y para qué querés sacar el Cinco de Oro? ¿Para comprar un pasaje al paraíso interior?
-Yo lo que quisiera es poder ir a Viena y recorrer Europa con Poli -vacía el Torres que le regalaron a mi padre y tengo que aguantar una arcada. -París, Roma. Venecia. Europa existe.
-El paraíso también.
-A mí no me tocó, entonces. ¿Sabés a qué me hace acordar Valizas, últimamente? A todo lo que no hice. A lo que no me dejaron hacer. A lo que me robaron.
-Quién te robó. Qué cosa.
-Cómo puedo saber.
Entonces las estrellas parecieron gotear sobre un cadáver botticelliano y el muchacho sacó un cigarro pero no lo prendió. Vomitaría en el acto.
-A lo mejor el mensaje del gordo es que tarde o temprano tenemos que elegir entre una cosa y la otra.
-Hijo: tenés veinte años.
-Y vos cuarenta y cuatro.
-Pero yo no te canchereo.
-Yo tampoco.
-Vos te creés que sos Jesucristo y tu tío y tu padre juntos y me hablás de películas.
-Andá a cagar, mamá.
-Que se vayan a cagar los curas que se casan con estatuas y después nos dan consejos desde los altares -siguió llorando la mujer cuando se quedó sola.
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El Cordero le devolvió al mate a Senel y le hizo señas a un 4 por 4 con altura de yate. La muchacha que estaciona tiene look de modelo porteña estúpida, pero el gordo le adapta un estribillo desplegando un fervor reverencial:
-El problema vital es el alma / el problema es de resurrección / el problema señora / será siempre sembrar amor.
La muchacha y Senel se miraron soleadamente. Después ella camina hasta el super y yo no puedo dejar de imaginármela en la cama.
-Kaput. Yo sabía que podía ser un 13 -aceptó otro mate el gordo, empapado por la resolana del asfalto. -Tendrían que darse dos 21 de tres cifras para quedar arriba en la numeración general. O tres de cuatro cifras. Tomátelas de una vez, escaramujito. Me parece que hoy ya vi a alguien de la pesada. ¿Empezaste Moby Dick?
-Todavía no.
-Apurate. Te lo pide el que va a ser tu gemelo corazón de esas tardes. Pero el que habrá partido seré yo. ¿Habrá o habré? Tomátelas, pez-rosa.
-Tranquilo, Bird. De acá nos sacan juntos.
-Pero vos no sos Bruno. Vos tenés que ser santo como tu tío.
-Mientras exista tanta teta en la vuelta va a ser dificilísimo. No las puedo adorar sin hambre, ¿me entendés?
-El que no tiene problemas con las ubres es Gus. A él siempre le gustaron los traseros de potro. Desde que iba a la escuela.
Eso me hace erizar, pero sigo buscando veintiunos como si tal cosa:
-Allá volvió la camioneta del panadero. ¿Si la mirás por adelante y por atrás vale doble?
-Por supuesto. Todas las veces que puedas mirarlas suman.
-Pero qué es lo que suman.
-Menos miedo al Dios vivo. Los cuerdos con minúscula no lo soportan, pero los locos con mayúscula le tenemos miedo. ¿Cómo está tu madre?
-Horrible.
La miradita del hombre-batracio rieló aceitosamente mientras Senel se sacaba la gorra para aplastarse el sudor.
-La cosa es que por mis tetas no sentís adoración ni hambre -empieza a macaquear. -Y eso que no hay soutien que me calce. Anoche salí a ver el chivito que largaste: era un canadiense al plato.
-Ta bien. Me voy.
-No te chupes, Di Caprio. Tu madre va a curarse. Pero la mía me manda enchalecar antes de fin de mes. Doble contra sencillo.
Y en ese momento apareció la dueña del 4 por 4 y el cuidacoches recibió la propina roncando:
-¿Quién sabe de un agua que cubra el dolor? / ¿Quién sabe de un sitio que guarde el amor?
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