jueves

La América Latina del Siglo XXI

DECIMOSÉPTIMA ENTREGA

CAPÍTULO 4: EL MOSAICO SE COMPONE (III)

Hace un momento mencionó al Islam. En el origen de América Latina hay un conflicto religioso: el de la cristiandad europea y el Islam.

En los orígenes de la aventura oceánica de Portugal y Castilla está el asedio musulmán a Europa que comenzaba con Rusia, vasalla de los Tártaros, hasta el Imperio Otomano que se asomaba al Mediterráneo y se extendía hasta Marruecos. Este estado de cosas empuja a los dos países ibéricos a lanzarse en busca de las especias, que llegaban a Europa a través de la mediación musulmana. La incursión por el mar les permite aprovisionarse directamente de la materia prima a espaldas de los reinos musulmanes, como pensaba Enrique el Navegante. Allí comienza la decadencia del Islam, que es envuelto por un gigantesco movimiento de pinzas oceánico.

¿Cómo ve América Latina el conflicto entre Occidente y el extremismo islámico?

América Latina no tiene experiencia del Islam. En algunos de nuestros países se evocan, a lo sumo, algunas páginas de historia en las que los conquistadores hacían representar a los indios algunas obras con protagonistas moros y cristianos. Fuera de estas lejanas reminiscencias literarias, el mundo latinoamericano no ha tenido una realidad de contactos sistemáticos con el mundo musulmán, salvo algunas poblaciones negras traídas de áreas africanas musulmanizadas, que se establecieron en el norte de Brasil, como los Yoruba. Los Bantúes que llegaron a nuestras tierras eran paganos, no musulmanes.

Más recientemente, existen comunidades árabes dispersas en varios puntos del continente, pero esto no modifica la sustancia del juicio. América Latina, por su conexión con el Océano Pacífico, es mucho más sensible a la presencia directa del Extremo Oriente que a una presencia del mundo musulmán en cuanto tal.

¿Cómo se ve el supuesto conflicto Occidente-Islam desde esta lejanía cultural?

Volvemos al tema anterior, la integración. Una de las cosas que más sorprenden a un latinoamericano pensante -justamente por la sufrida similitud- es ver la incapacidad del mundo árabe para promover una política de unificación interna. En una era de estados-continentes, Irak, Arabia Saudita, Siria, El Líbano, etc., son pequeños países enriquecidos -algunos- por el petróleo y divididos, que no saben poner en marcha dinámicas asociativas. La atomización del mundo árabe condena a sus integrantes a una irremediable impotencia histórica.

No es casualidad la táctica de los ataque suicidas, sin precedentes en el mundo musulmán y que ahora se ha vuelto cotidiana. Es un indicador terrible de la frustración, de la ausencia de una vía política de salida y, al mismo tiempo, pone en duda la llegada de un renacimiento del Islam a la altura de los tiempos. Hay una pasmosa miseria en su pensamiento político.

El terrorismo de los musulmanes es el signo de su impotencia en el mundo contemporáneo.

¿Usted cree que en el futuro de Europa existe nuevamente el escenario de un conflicto epocal con el Islam, como muchos pronostican? ¿Le parece que el Islam, por cómo es hoy, con esta acentuada incapacidad para realizar procesos de unificación, representa el peligro más grande para Occidente?

El Islam de hoy es un mundo replegado sobre sí mismo, compuesto por pueblos con petróleo y países petrolíferos sin pueblo. Los primeros están endeudados y no tienen más futuro que la dependencia, los segundos están en las manos de sultanes de las mil y una noches, esclavos ricos de Estados Unidos.

Todos están a la defensiva, y los mundos a la defensiva son peligrosos pero perdedores.

¿No encuentra usted que el occidente actual, el descrito por Brezinski, Fukuyama, Huntington, Del Noce, está indefenso frente al avance del Islam?

El Islam tiene formas arcaicas de agresión y destrucción. La más eficaz no es bélica, es demográfica. Occidente retrocede, el mundo musulmán tiene tasas de natalidad altísimas. Es Islam es un peligro para las sociedades que no generan hijos y si Europa ha anulado el crecimiento demográfico es por razones culturales. Ella misma constituye el mayor peligro para sí misma. Pero el mismo proceso se está dando en Estados Unidos. Son víctimas del hedonismo barato y egoísta que generan sus propias sociedades de consumo dominantes.



(continúa próximo jueves)

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