TODAS SOMOS LA MAGDALENA (II)
SEXTA ENTREGA
MALENA 2
-Bueno, entonces me largo con la segunda cefalea centelleante -carcajeó hasta atorarse Malena y leyó lagrimeando: -Se llama Aquellos. Cuando en la noche de mis ojos clausurados / sus bostezos me devuelvan la hermosura / hablaré / de aquellos titanes adolescentes / que esperando el engrose de mis piernas / me chorrearon noctilucas / negros cometas de la arena / que escondidos en mi espalda acobardada / hundieron su médano en mi luna / falsos héroes de las islas / que nadaron en mi roca vaginal / agotando la belleza de su espuma / hablaré / de aquellos ídolos de tierra / que expectantes de mi boca alcoholizada / me llenaron de racimos y monedas / tristes desechos de pájaros / que en su vuelo hipnotizado / anidaron en mi planta / falsos caminantes de la playa / que ahogaron su voz entre mis nalgas / navegando en la torpeza de sus curvas / hablaré / cuando en la noche de mi alma clausurada / su aliento me penetre las mañanas / y se vacíen sus ríos en mi pecho / hablaré / cuando en la noche de mis ojos clausurados / su alquimia me empape de blancura / y se vuelque serpenteándome la frente.
-¿Traigo un mate? -murmuró Jean-Paul, pálido. -Las consultas con las artistas del Laboratorio casi no son consultas.
-¿Y lo del porrito sale?
-Más tarde.
Y al volver de la cocina el psicólogo cebó los dos primeros mates y se puso los lentes de leer como si los necesitara nada más que para enfocar sobrevoladoramente a la ex-prostituta:
-Odio esquematizar, Malena. Pero me parece que lo que estás viviendo es el duelo por tu madre.
-¿Duelo? -demoró medio Nevada en hacer chirriar una ronquera flemosa la mujer color tierra: -Te parecerá joda, pero yo creo que nunca supe lo que significa esa palabra. En serio.
-Significaría el tsunami de horrores que nos trae aceptar una pérdida. Hay muchas definiciones.
Entonces ella se levantó aplastándose el rulerío y recién al arquearse sobre el sillón de Jean-Paul pareció preguntar con los pezones todavía muy erectos:
-Y qué quiere decir aceptar. No te estoy jodiendo, loco.
-Bueno -sostuvo los lentes con la mano izquierda el hombrecito-juglar y estiró el otro brazo en dirección a la ventana: -En este caso sería como pensar: Ella se fue por allá y yo no me voy con ella.
-Ah. Gracias.
-Sentate, por favor. ¿Saco el porro?
-Sí. Pero aquí hay otro problema, además.
-¿Otro?
-Sí. Estoy metida hasta la perdición con tu hermano. Pero dice la Shirley que es nada más que el enganche de la Magdalena. Y eso no se lo entiendo.
CANDELA 2
Candela tiró la almohada al piso y le sonrió giocondescamente al cielorraso recién encalado:
-Me parece que cuando nos conocimos en la facultad yo nunca te hice sentir que para mí fuiste el Maestro con mayúscula desde el primer momento.
-El Maestro con mayúscula en qué sentido -dejó de sorber el mate Jean-Paul, aunque después se quedó mordiendo la bombilla como si fuera un chupete.
-Jesús, mi amor. Ayer me confesé con el padre Fidel y el domingo me voy a bautizar y a tomar la comunión a los treinta pirulos pero a Jesús lo conozco desde que me obligaron a llorar.
Entonces el psicólogo y ex-docente junguiano se acomodó a lo Buda en el suelo y chistó:
-Pobrecita.
-Y nunca te diste cuenta.
-Nunca me lo dijiste.
-Esas cosas no se dicen, Jean-Paul. O a lo mejor las podés explicar por escrito. Pero hubiéramos sido como los personajes de Dostoievski que se mandaban cartas adentro de la misma casa.
-Y después que me empecé a emborrachar se acabó el espejismo.
-Te transformaste en Judas. De a poco. Pero el día que te esperé con la noticia de que estaba embarazada pasó algo muy espantoso.
Ahora el hombrecito de short y camiseta Hering se tiró a fumar en el suelo y sonrió giocondescamente:
-Tiene que haber sido muy espantoso para que me dejaras y abortaras y terminaras emputeciéndote.
-Dijiste que me querías más que a la otra.
-¿Qué otra?
-El que sabe sos vos.
Jean-Paul prendió un cigarrillo con otro y de golpe contó con los ojos prensados:
-Yo tuve que dejar del todo el alcohol inventando un ritual en el water.
-Eso no me interesa.
-Me parece que sí. Porque cagué un apelotonamiento púrpura de tannat y me arrodillé a limpiar las manchas que quedaron con la mano y decía: Te vas, Satanás. Y tiraba de la cisterna y las manchas de más abajo no salían y las volvía a despegar y decía: ¿No entendiste que te vas, Satanás? Hasta que al final quedó todo limpio y tiré por última vez de la cisterna y dije: Te vas, mamá.
-Ah. La otra era tu mamá.
-Nunca hubo ninguna mina.
-¿Ni en los enganches?
-Tuve alguna contratransferencia igual que vos, Candela. Gajes profesionales.
-Bueno. Pero te aviso que el jardín todavía no está zero killed. El noticiero sigue.
SEXTA ENTREGA
MALENA 2
-Bueno, entonces me largo con la segunda cefalea centelleante -carcajeó hasta atorarse Malena y leyó lagrimeando: -Se llama Aquellos. Cuando en la noche de mis ojos clausurados / sus bostezos me devuelvan la hermosura / hablaré / de aquellos titanes adolescentes / que esperando el engrose de mis piernas / me chorrearon noctilucas / negros cometas de la arena / que escondidos en mi espalda acobardada / hundieron su médano en mi luna / falsos héroes de las islas / que nadaron en mi roca vaginal / agotando la belleza de su espuma / hablaré / de aquellos ídolos de tierra / que expectantes de mi boca alcoholizada / me llenaron de racimos y monedas / tristes desechos de pájaros / que en su vuelo hipnotizado / anidaron en mi planta / falsos caminantes de la playa / que ahogaron su voz entre mis nalgas / navegando en la torpeza de sus curvas / hablaré / cuando en la noche de mi alma clausurada / su aliento me penetre las mañanas / y se vacíen sus ríos en mi pecho / hablaré / cuando en la noche de mis ojos clausurados / su alquimia me empape de blancura / y se vuelque serpenteándome la frente.
-¿Traigo un mate? -murmuró Jean-Paul, pálido. -Las consultas con las artistas del Laboratorio casi no son consultas.
-¿Y lo del porrito sale?
-Más tarde.
Y al volver de la cocina el psicólogo cebó los dos primeros mates y se puso los lentes de leer como si los necesitara nada más que para enfocar sobrevoladoramente a la ex-prostituta:
-Odio esquematizar, Malena. Pero me parece que lo que estás viviendo es el duelo por tu madre.
-¿Duelo? -demoró medio Nevada en hacer chirriar una ronquera flemosa la mujer color tierra: -Te parecerá joda, pero yo creo que nunca supe lo que significa esa palabra. En serio.
-Significaría el tsunami de horrores que nos trae aceptar una pérdida. Hay muchas definiciones.
Entonces ella se levantó aplastándose el rulerío y recién al arquearse sobre el sillón de Jean-Paul pareció preguntar con los pezones todavía muy erectos:
-Y qué quiere decir aceptar. No te estoy jodiendo, loco.
-Bueno -sostuvo los lentes con la mano izquierda el hombrecito-juglar y estiró el otro brazo en dirección a la ventana: -En este caso sería como pensar: Ella se fue por allá y yo no me voy con ella.
-Ah. Gracias.
-Sentate, por favor. ¿Saco el porro?
-Sí. Pero aquí hay otro problema, además.
-¿Otro?
-Sí. Estoy metida hasta la perdición con tu hermano. Pero dice la Shirley que es nada más que el enganche de la Magdalena. Y eso no se lo entiendo.
CANDELA 2
Candela tiró la almohada al piso y le sonrió giocondescamente al cielorraso recién encalado:
-Me parece que cuando nos conocimos en la facultad yo nunca te hice sentir que para mí fuiste el Maestro con mayúscula desde el primer momento.
-El Maestro con mayúscula en qué sentido -dejó de sorber el mate Jean-Paul, aunque después se quedó mordiendo la bombilla como si fuera un chupete.
-Jesús, mi amor. Ayer me confesé con el padre Fidel y el domingo me voy a bautizar y a tomar la comunión a los treinta pirulos pero a Jesús lo conozco desde que me obligaron a llorar.
Entonces el psicólogo y ex-docente junguiano se acomodó a lo Buda en el suelo y chistó:
-Pobrecita.
-Y nunca te diste cuenta.
-Nunca me lo dijiste.
-Esas cosas no se dicen, Jean-Paul. O a lo mejor las podés explicar por escrito. Pero hubiéramos sido como los personajes de Dostoievski que se mandaban cartas adentro de la misma casa.
-Y después que me empecé a emborrachar se acabó el espejismo.
-Te transformaste en Judas. De a poco. Pero el día que te esperé con la noticia de que estaba embarazada pasó algo muy espantoso.
Ahora el hombrecito de short y camiseta Hering se tiró a fumar en el suelo y sonrió giocondescamente:
-Tiene que haber sido muy espantoso para que me dejaras y abortaras y terminaras emputeciéndote.
-Dijiste que me querías más que a la otra.
-¿Qué otra?
-El que sabe sos vos.
Jean-Paul prendió un cigarrillo con otro y de golpe contó con los ojos prensados:
-Yo tuve que dejar del todo el alcohol inventando un ritual en el water.
-Eso no me interesa.
-Me parece que sí. Porque cagué un apelotonamiento púrpura de tannat y me arrodillé a limpiar las manchas que quedaron con la mano y decía: Te vas, Satanás. Y tiraba de la cisterna y las manchas de más abajo no salían y las volvía a despegar y decía: ¿No entendiste que te vas, Satanás? Hasta que al final quedó todo limpio y tiré por última vez de la cisterna y dije: Te vas, mamá.
-Ah. La otra era tu mamá.
-Nunca hubo ninguna mina.
-¿Ni en los enganches?
-Tuve alguna contratransferencia igual que vos, Candela. Gajes profesionales.
-Bueno. Pero te aviso que el jardín todavía no está zero killed. El noticiero sigue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario