martes

NO PUEDO CON TODO / MINISERIE WEB

QUINTA ENTREGA

TODAS SOMOS LA MAGDALENA (I)

MALENA 1

La ex-prostituta de rulerío atallarinado chistó flemosamente:
-Yo no creo en los psicólogos, pero tu hermano me dijo que vos más bien sos un detective de almas.
-Además aquí podés fumar hasta yerba -sonrió como un muñeco el hombrecito de camisa leñadora y cabeza afeitada.
-¿Pero no me vas a joder con que estoy por llegar a la crisis de los cuarenta y todo ese bardo?
-Odio teorizar en consulta.
-Bueno, mirá -escarbó en el bolso para sacar otro paquete de Nevada la mujer de belleza cianótica: -Shirley me pidió que te leyera los dos últimos poemas que le mandé al convento.
-Dale.
-¿Sabías que ella se hizo monja convencida de que vos fuiste el único hombre que le transfiguró la tristeza?
-Shirley no habla de mí, Malena. Habla de un espejismo.
-¿Y Jesús resucitado también fue un espejismo?
-Leé, por favor -le pidió un cigarrillo por señas Jean-Paul a la mujer que humeaba una desesperación canallescamente botticelliana: -O cortamos la consulta.
-Tranqui. Sentate. Ahora entiendo que los del Laboratorio de Artes estamos becados pero nos podés echar al toque.
El psicólogo se acercó a fumar frente a la ventana con los ojos muy prensados.
-Mirá que los demonios de la Magdalena al lado de los míos eran una murguita -desdobló una hoja con olor a marihuana la ex-prostituta: -El primero se llama Amapolas. ¿No te vas a sentar?
-Después que fume.
-Okey. Esto lo escribí el mes pasado. Secretos ropajes de tus maderas / olores impenetrables / la niña trepa al árbol más alto / con amarillo vestido de novia / árbol que se hace escalera / y escalera que me lleva hasta la vejez de mi madre. / Secretas maderas hipotecadas / olores de nísperos y mandarinas / sostiene la niña entonces / la dejadez del calendario / con carnes vencidas / y párpados quebrados. / Secretas maderas abandonadas / olor de repetidos pasos / la niña se eleva hacia el cuarto más alto / con negro vestido de amapolas / cuarto que se hace escalera / y escalones que me llevan hasta la muerte de mi madre.
-¿Puedo besarte la mano? -se aplastó una lágrima Jean-Paul mientras tiraba el pucho por la ventana.
-Pa. Nunca vi dos gemelos más gemelos que vos y Zen. Pero mirá que no me puedo enamorar de los dos.
-No te olvides que yo me caso el domingo.
-Todo bien. Pensar que con Mariana Ventura nos pasábamos jugando a las novias arriba de los árboles allá en San Carlos. Y nos quedamos para empilchar santos.

CANDELA 1

-Mirá: el tractorcito oriental te trae el mate y todo -levantó apenas la persiana del dormitorio Jean-Paul: -Me desperté a las siete y salí a correr y todavía estoy fresco como un jazmín del país.
-Cómo me gustaría que Shirley pudiera verme casándome de blanco -se tapó hasta el mentón la mujer-muchacha de hondura fluorescente.
-Esta mañana siento que vuelo después de años, mi amor. La entrevista que tuvimos ayer con Malena fue lo mejor del mundo.
-Ah. Creí que estabas así porque me hice católica.
El psicólogo se sentó a cebar en la cama y contempló las diagonales de sol que derramaban en la sábana con una sonrisa verdosa:
-Mirá esa polvareda enamorada. Hoy mientras corría me acordé que la primera tarde que fuimos al Hostal del Pez volví a mi apartamento cantando She loves you a grito pelado por la Gran Vía. Y no paré hasta la Puerta de Alcalá.
Candela se rio fuerte:
-¿Así que funcionó bien el mito de la Magdalena con la poeta?
-Un regalo de Dios.
-Bueno, lo inventó Shirley. Y sin haber hecho ningún posgrado reconocido por la International Asociation Analytical Psychology.
-¿Un matecito?
-O-key. Aunque yo siento que nosotros todavía no tenemos zero killed en el jardín.
-Ta. Y entonces yo ahora tengo que fumar o fumar -le alcanzó el porongo el psicólogo de calva perlada a la psicóloga campaneantemente desnuda. -Qué pasa.
-Me llama la atención que hayan dejado de mailearse con Shirley.
-Son rachas silenciosas. Además yo a ella la llevo volando para siempre en el pulmón derecho. Y si fuera poeta le escribiría algo titulado La garza que me habita.
-¿Y cómo definirías lo que fue la pitufa para vos?
-Una compañera del reino.
-Tu María de Magdala.
-Exacto.
-¿Te puedo pedir algo que no te va a gustar?
-Dale.
-Que el domingo nos regalemos las contraseñas del correo.
-Todo bien.
-Borrás lo que se te cante y chau.
-No hay nada que borrar.
-Y por qué te enojás.
-Porque algo viene jodido y estás dándole más vueltas que un ministro de economía.
-Todas somos la Magdalena, Jean-Paul.
-Algunas más que otras.
-Por supuesto. Y ahora te podés fumar toda la caja porque tengo noticias.

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