(DECIMOSEXTA ENTREGA)
30 LA GARZA / EL UROBORO DE LA ÚLTIMA ERECCIÓN
Isabelino Pena durmió sentado afuera hasta el amanecer. Ahora Santa María parece la ciudad de los gallos y Juan ronca con la trompa clavada en el jazmín: voy al baño retorciéndome como si tuviera un cuerno de rinoceronte en la bragueta y demoro una eternidad en embocar la orina en el water.
-Merde merde merde merde -empezó a murmurar el detective mientras volvía a encincharse el pináculo monstruoso y tambaleaba simiescamente hasta la cocina para prepararse el mate.
-¿Y qué le diríamos a Díaz Grey si pudiera venir y tuviéramos la poquísima vergüenza de llamarlo? -me arrastro de costado por la escalerita que va a la azotea y me acuerdo de las cucarachas con una sola pata que mendigaban en Jerusalén esperando la PAX-LUX. -¿Qué poción se precisa para renunciar a todo y romperle la tela a La Cosa cantando Only you?
Isabelino Pena se despatarró muy perniabierto y le ofreció un alivio color río al declive de la ciudad todavía enjoyada por las luciérnagas de las calles y las barcazas. Entonces las chimeneas de Enduro me hacen pensar en Higinia y siento que si pudiera verle las facciones transfiguradas por la última estrella entendería dónde están el vestido de comunión y el chivo.
-Tiens -se sacó el gacho el viejo al ver posarse una garcita blanca en la mocheta de la azotea.
Y ni siquiera me enfoca con las lentejuelas plateadas pero enseguida de despulgarse un ala parece sentenciar:
-Sin el trago triste no hay vestido de comunión ni chivo.
-Pero el trago es al final.
-No. Para resucitar hay que transfigurarse. Y no veo a Nuestra Señora en tus costillas, hermano.
-Perdón -se aflojó el cinturón para poder abrirse la bragueta y dejar emerger al pináculo color víscera el viejo: -Pero no puedo más.
-No podés qué.
-Perder todas las ganas de quedarme en la tierra. Fijate en Juan: es un héroe de la belleza mundial y siente que la muerte es indigna.
-Pero él es digno de una buena muerte.
-¿Y yo qué puedo hacer para que la carnosa se rinda, carajo?
-Saber eso es tan difícil como escribir muy bien. ¿No viviste lamiendo los pisos de tu palacio para escribir muy bien?
-Lo único que supe hacer en la vida fue humillarme para ser un artista digno de Dios, hermana.
Y de golpe veo gotear mi glande casi azul y confieso:
-Es hermoso.
-Es hermoso como Dios. Y ahora lo estás odiando.
-No. No. No lo odio. No lo odio -aulló echando un penacho de aliento bronquítico el detective.
Y entonces me desnudo como frente al primer cuerpo de muchacha que adoré más que a las estrellas y después de achucharme moribundamente y estornudar dieciséis veces la carnosa me emboca una escupida asqueante en el paladar y la trago sonriendo.
-Ahora vas a poder entender lo demás, si Dios quiere.
-Va a querer.
Después la garza se alza con un ruido de sábanas sacudiéndose al sol y zigzaguea hacia la costa todavía oscura de Salto y grito:
-¿La viste a Nuestra Señora en mis costillas o no la viste?
Isabelino Pena se vistió con la entrepierna en paz y mateó frente al lucero adiamantado hasta que los ocho repiques de la plaza parecieron reverberar sobre la chatura color de león que espejaba a las lanchas.
-Ahora nos vamos a ver vos y yo, Satanás -señalo la lejanía encrespada por las chacras y las islas boscosas y de golpe me acuerdo que lo mejor de los cuartetos que le consiguió Lanza a Díaz Grey son el Menuetto Grazioso del Razumovsky y el Scherzando Vivace del 127 y lamento no haberle reclamado al Rufián el révolver que me robó.
-Bueno, por lo menos tenés cien años de perdón -escupió las tejuelas antes de bajar a la cueva de Onetti el detective.
Y me cuelgo la matera oyendo roncar a Juan y bajo a la calle chiflando Canchero.
31 EL CHAMAMÉ / LA GLORIETA
Isabelino Pena y Jorge Malabia llegaron a Puerto Astillero después del mediodía y encontraron los dos Impala Mariposa frente al Chamamé, un bar-pulpería desbordado por los militantes de la CST. Tito Perotti y Marcos Bergner timbean en el fondo fumando habanos con revólveres en la cintura, aunque los dos únicos que les dan pelota son el patrón y un indio lambeculos.
-El acto es a la cinco, frente al Belgrano -informó el padrino de Ana María Malabia: -Y parece que de noche hay festejo en la casilla del fantasma.
-Ojo: un asado exclusivo para el Comité Central -pone cara de tira el grandote que cree más en los chivos que en los hombres: -Los dos fotógrafos hembras de El socialista y Nikita. Porque el alemán ya no sale de la cama.
-Perdón. ¿Cómo se llama el alemán? -se remangó la camisa chorreada el detective.
-Kunz. Vive en las ruinas del astillero desde las épocas de Larsen.
-Quisiera conocer la casa de los catorce pilares -le hago una seña a Jorge dándole a entender que aquí la gresca puede reventar en cuestión de segundos.
-Le aviso que el sub-comisario está almorzando en la glorieta con la yegua madrina -escupió en el piso de tierra el gordo con facciones idénticas a la Miss Calienta Hombres de Villa Petrus.
-Con la yegua madrina y la cobra de compañía que ahora ya no le lustra más las botas con la lengua a nuestro pioneer -vacía una petaca Marcos y me acuerdo del arsénico que mi madre espolvoreaba con cierta gracia a espaldas del prójimo.
La única calle alquitranada de Puerto Astillero medía muy pocas cuadras, y al pasar frente al hotelucho donde se hospedaba Larsen vieron a Lázaro dirigiendo la construcción de una tarima hecha con cajones de naranjas salteñas.
-Voilà la trinchera para tomar el Palacio del Infierno. Y atrás de aquellas casuarinas donde está estacionado el auto del Rufián ya podés ver las famosas estatuas -señala Blue Eyes el caserón casi tan alto como el cubo del astillero que transparenta el hervor pantanoso del río succionado por la seca.
-Y pensar que Larsen confundió a Jeremías Petrus con Dios -se tanteó el jopo todavía rielante el detective.
-No entiendo.
-Los que no encuentran a Dios en el verdadero templo sienten que está escondido en una altura triste.
-Eso querría decir que las iglesias son alegres.
-El verdadero templo es la barriga del infinito, pibe. Aunque al principio te pueda hacer cagar de horror.
-¿Le parece que en el asado de la casilla se van a comer al chivo?
-Puede ser. Pero el traje de comunión no le cabe ni a Juancho Castillo ni a la Tota Barthé. Y el que robó una cosa robó la otra. Aparte de que si degollaron al Huguito tienen un odio tan grande que son capaces de enterrar todo junto.
-¿Dónde estudiaste esto?
-¿Lo qué? ¿Cómo se hace para entender las verdades verdaderas? En la cama. Hay que tirarse en la oscuridad y juntar bien las manos para agarrarte el ánima y pedir. Y esperar. Eso nunca te falla.
-Eso es una opinión.
-No. Una ley. Si le pedís bien al universo la verdad verdadera Dios no te falla, pibe. Palabra de hombre blindadamente feliz.
-Y qué es pedirle bien.
-Reclamar el amor. Nada más que el amor.
Jorge Malabia hizo girar el jeep frente al jardín-yuyal espectralizado por la glorieta y las estatuas color cadáver en el momento que Rufianeli abría el portón donde se enlazaban la J y la P del pioneer y un alarido de pajarraco le recordaba:
-Hoy está invitado a la parrillada que más le gustaba a papito, herr Giorgio. Pero tiene que adivinar dónde hacemos el fuego.
Y cuando el sub-comisario se abanica la calva y le devuelve a la walkiria un resplandor libidinoso la Jose grita horrorizada y un perrazo se le prende del culo al homúnculo y los milicos del patrullero tienen que descuajarlo a palazos mientras nosotros rajamos en el jeep riéndonos como en el cine-baby.
-Al mejor cura que conocí en mi vida le pasó lo mismo predicando en un rancherío -se secó la diversión más infantil que rencorosa Isabelino Pena: -Pero el pobre carmelita no se lo merecía.
30 LA GARZA / EL UROBORO DE LA ÚLTIMA ERECCIÓN
Isabelino Pena durmió sentado afuera hasta el amanecer. Ahora Santa María parece la ciudad de los gallos y Juan ronca con la trompa clavada en el jazmín: voy al baño retorciéndome como si tuviera un cuerno de rinoceronte en la bragueta y demoro una eternidad en embocar la orina en el water.
-Merde merde merde merde -empezó a murmurar el detective mientras volvía a encincharse el pináculo monstruoso y tambaleaba simiescamente hasta la cocina para prepararse el mate.
-¿Y qué le diríamos a Díaz Grey si pudiera venir y tuviéramos la poquísima vergüenza de llamarlo? -me arrastro de costado por la escalerita que va a la azotea y me acuerdo de las cucarachas con una sola pata que mendigaban en Jerusalén esperando la PAX-LUX. -¿Qué poción se precisa para renunciar a todo y romperle la tela a La Cosa cantando Only you?
Isabelino Pena se despatarró muy perniabierto y le ofreció un alivio color río al declive de la ciudad todavía enjoyada por las luciérnagas de las calles y las barcazas. Entonces las chimeneas de Enduro me hacen pensar en Higinia y siento que si pudiera verle las facciones transfiguradas por la última estrella entendería dónde están el vestido de comunión y el chivo.
-Tiens -se sacó el gacho el viejo al ver posarse una garcita blanca en la mocheta de la azotea.
Y ni siquiera me enfoca con las lentejuelas plateadas pero enseguida de despulgarse un ala parece sentenciar:
-Sin el trago triste no hay vestido de comunión ni chivo.
-Pero el trago es al final.
-No. Para resucitar hay que transfigurarse. Y no veo a Nuestra Señora en tus costillas, hermano.
-Perdón -se aflojó el cinturón para poder abrirse la bragueta y dejar emerger al pináculo color víscera el viejo: -Pero no puedo más.
-No podés qué.
-Perder todas las ganas de quedarme en la tierra. Fijate en Juan: es un héroe de la belleza mundial y siente que la muerte es indigna.
-Pero él es digno de una buena muerte.
-¿Y yo qué puedo hacer para que la carnosa se rinda, carajo?
-Saber eso es tan difícil como escribir muy bien. ¿No viviste lamiendo los pisos de tu palacio para escribir muy bien?
-Lo único que supe hacer en la vida fue humillarme para ser un artista digno de Dios, hermana.
Y de golpe veo gotear mi glande casi azul y confieso:
-Es hermoso.
-Es hermoso como Dios. Y ahora lo estás odiando.
-No. No. No lo odio. No lo odio -aulló echando un penacho de aliento bronquítico el detective.
Y entonces me desnudo como frente al primer cuerpo de muchacha que adoré más que a las estrellas y después de achucharme moribundamente y estornudar dieciséis veces la carnosa me emboca una escupida asqueante en el paladar y la trago sonriendo.
-Ahora vas a poder entender lo demás, si Dios quiere.
-Va a querer.
Después la garza se alza con un ruido de sábanas sacudiéndose al sol y zigzaguea hacia la costa todavía oscura de Salto y grito:
-¿La viste a Nuestra Señora en mis costillas o no la viste?
Isabelino Pena se vistió con la entrepierna en paz y mateó frente al lucero adiamantado hasta que los ocho repiques de la plaza parecieron reverberar sobre la chatura color de león que espejaba a las lanchas.
-Ahora nos vamos a ver vos y yo, Satanás -señalo la lejanía encrespada por las chacras y las islas boscosas y de golpe me acuerdo que lo mejor de los cuartetos que le consiguió Lanza a Díaz Grey son el Menuetto Grazioso del Razumovsky y el Scherzando Vivace del 127 y lamento no haberle reclamado al Rufián el révolver que me robó.
-Bueno, por lo menos tenés cien años de perdón -escupió las tejuelas antes de bajar a la cueva de Onetti el detective.
Y me cuelgo la matera oyendo roncar a Juan y bajo a la calle chiflando Canchero.
31 EL CHAMAMÉ / LA GLORIETA
Isabelino Pena y Jorge Malabia llegaron a Puerto Astillero después del mediodía y encontraron los dos Impala Mariposa frente al Chamamé, un bar-pulpería desbordado por los militantes de la CST. Tito Perotti y Marcos Bergner timbean en el fondo fumando habanos con revólveres en la cintura, aunque los dos únicos que les dan pelota son el patrón y un indio lambeculos.
-El acto es a la cinco, frente al Belgrano -informó el padrino de Ana María Malabia: -Y parece que de noche hay festejo en la casilla del fantasma.
-Ojo: un asado exclusivo para el Comité Central -pone cara de tira el grandote que cree más en los chivos que en los hombres: -Los dos fotógrafos hembras de El socialista y Nikita. Porque el alemán ya no sale de la cama.
-Perdón. ¿Cómo se llama el alemán? -se remangó la camisa chorreada el detective.
-Kunz. Vive en las ruinas del astillero desde las épocas de Larsen.
-Quisiera conocer la casa de los catorce pilares -le hago una seña a Jorge dándole a entender que aquí la gresca puede reventar en cuestión de segundos.
-Le aviso que el sub-comisario está almorzando en la glorieta con la yegua madrina -escupió en el piso de tierra el gordo con facciones idénticas a la Miss Calienta Hombres de Villa Petrus.
-Con la yegua madrina y la cobra de compañía que ahora ya no le lustra más las botas con la lengua a nuestro pioneer -vacía una petaca Marcos y me acuerdo del arsénico que mi madre espolvoreaba con cierta gracia a espaldas del prójimo.
La única calle alquitranada de Puerto Astillero medía muy pocas cuadras, y al pasar frente al hotelucho donde se hospedaba Larsen vieron a Lázaro dirigiendo la construcción de una tarima hecha con cajones de naranjas salteñas.
-Voilà la trinchera para tomar el Palacio del Infierno. Y atrás de aquellas casuarinas donde está estacionado el auto del Rufián ya podés ver las famosas estatuas -señala Blue Eyes el caserón casi tan alto como el cubo del astillero que transparenta el hervor pantanoso del río succionado por la seca.
-Y pensar que Larsen confundió a Jeremías Petrus con Dios -se tanteó el jopo todavía rielante el detective.
-No entiendo.
-Los que no encuentran a Dios en el verdadero templo sienten que está escondido en una altura triste.
-Eso querría decir que las iglesias son alegres.
-El verdadero templo es la barriga del infinito, pibe. Aunque al principio te pueda hacer cagar de horror.
-¿Le parece que en el asado de la casilla se van a comer al chivo?
-Puede ser. Pero el traje de comunión no le cabe ni a Juancho Castillo ni a la Tota Barthé. Y el que robó una cosa robó la otra. Aparte de que si degollaron al Huguito tienen un odio tan grande que son capaces de enterrar todo junto.
-¿Dónde estudiaste esto?
-¿Lo qué? ¿Cómo se hace para entender las verdades verdaderas? En la cama. Hay que tirarse en la oscuridad y juntar bien las manos para agarrarte el ánima y pedir. Y esperar. Eso nunca te falla.
-Eso es una opinión.
-No. Una ley. Si le pedís bien al universo la verdad verdadera Dios no te falla, pibe. Palabra de hombre blindadamente feliz.
-Y qué es pedirle bien.
-Reclamar el amor. Nada más que el amor.
Jorge Malabia hizo girar el jeep frente al jardín-yuyal espectralizado por la glorieta y las estatuas color cadáver en el momento que Rufianeli abría el portón donde se enlazaban la J y la P del pioneer y un alarido de pajarraco le recordaba:
-Hoy está invitado a la parrillada que más le gustaba a papito, herr Giorgio. Pero tiene que adivinar dónde hacemos el fuego.
Y cuando el sub-comisario se abanica la calva y le devuelve a la walkiria un resplandor libidinoso la Jose grita horrorizada y un perrazo se le prende del culo al homúnculo y los milicos del patrullero tienen que descuajarlo a palazos mientras nosotros rajamos en el jeep riéndonos como en el cine-baby.
-Al mejor cura que conocí en mi vida le pasó lo mismo predicando en un rancherío -se secó la diversión más infantil que rencorosa Isabelino Pena: -Pero el pobre carmelita no se lo merecía.
(continúa próximo viernes)
No hay comentarios:
Publicar un comentario