viernes

LA ÚLTIMA CURDA DE JUAN CARLOS ONETTI (8)/ investigaciones criminales en Santa María

(QUINCEAVA ENTREGA)

28 ENFERMOS / MINGO

Isabelino Pena agarró el termo con la mano derecha para volver a cebar y de golpe el otro brazo fue catapultado por un sacudón-tic tan fuerte que el mate hizo llover yerba todavía seca sobre el escritorio del sub-comisario.
-Es una reacción alérgica -explico: -No puedo aguantar que los ateos o los agnósticos o los indiferentes no entiendan que no tener una fe vertical es una elección neurótica. Aunque por lo menos a los personajes de Una tumba sin nombre los desespera haber enterrado la fe. Están muy cerca de la esperanza.
Rufianeli rebañó la yerba con un secante hasta hacerla caer en la papelera y chistó divertido:
-Entonces los que elegimos creer en la nada estamos enfermos.
-Sí, y además el evangelio dice que los que no están con nosotros están contra nosotros. El liberalismo ideológico es un invento del diablo. Y la nada es un absurdo nivelador soñado por los esclavos o por los cobardes.
-¿Sabe que Tito Perotti declaró que el rengo era la mejor persona que conoció en Santa María y que Lux y el vestido de comunión lo hacían sentirse bueno?
-Hay degenerados muy sentimentales. ¿Y los bolches qué inventaron?
-Juancho Castillo y el novio del boticario me pidieron autorización para publicar un artículo sobre el vestido de Ana María en El socialista. Parecen modistos.
-Pero son maricas de García Lorca. Trepadores capaces de comerse chiquilines asados mientras hablan del Hombre Nuevo.
-¿Usted no discrimina demasiado?
-Mi problema no son las discriminaciones sino las erecciones locas, jefe. Hacerle el amor al mundo es ejercer un erotismo cósmico sano, pero querérselo cojer a cada rato como si uno fuera un cachorro tratándose de montar a todo lo que se le pone adelante es lamentable.
Ahora se escandaliza en serio y murmura apagando el ventilador:
-Mire que este divague no me sirve para el caso.
-Entonces escuche bien: la religiosidad de Una tumba sin nombre no hay que buscarla en la adoración al chivo. Lo que importa es que la novela investiga el casamiento interior de un hombre consigo mismo como pasaje al reino de la paz. Y esa es una ceremonia universal parecida a la eucaristía. Lamento que no me entienda.
-Yo también.
En ese momento el sargento cordobés golpeó la puerta anunciando que acababan de traer el cuadro y Rufianeli ordenó que pasaran a colgarlo con una mezcla verdosa de humillación y orgullo.
-Mandé enmarcar un retrato que dejó arrumbado Medina en la morgue. A ver si la reconoce.
Y enseguida me doy cuenta que lo que desenvuelve el tartamudo es una Angélica Inés Petrus posando como la bañista rolliza de Manet, aunque la mirada destripadora pertenece a la Jose.
-Voilà le ménage à trois -compadreó el detective: -La blancura del desnudo parece una pared de Utrillo. Espátula y pernod. ¿Y ahora tampoco entiende lo que le dije sobre la taquicardia de las braguetas? Le aseguro que el amor con la muerte se hace cantando Only you y no Esta noche me emborracho.
Pero el sargento le hace señas nerviosas desde la puerta y el enano tiene que salir a calmarle la bronca a Jorge Malabia y yo aprovecho para meterme en el celdario donde Mingo chilla peor que un perro.
-Lo único que se le entiende es que perdió una linterna adentro de una mariposa -le explicó el cabo de guardia a Isabelino Pena: -Ya no se aguanta más.
Pero por qué la desgracia tendrá que ser tan poética -pienso agachándome frente al quintero que ya vomitó toda la celda y sigue eructando gelatina, hasta que de golpe escarbo:
-¿Cuál mariposa, Mingo?
-E-che-o-tro-San-ta-Ma-ría-li-bre-pa-trón-Mar-cos -se le entreabrió un milímetro de lucidez al indio arrodillado: -Y le destapo el pozo.
Después entra Jorge a sacarme del brazo y a esta altura el Rufián se deja empujar igual que un juez de fútbol en un borbollón.
-Yo precisaría un préstamo para morfar debute -señaló una parrillada el viejo de gacho muy aporreado antes de subir al jeep: -Dos chorizos al pan y un hermoso heladito.
Y me doy cuenta que Blue Eyes empezó a quererme en serio.

29 EL HELADO / LARSEN

Isabelino Pena y Jorge Malabia encontraron a Onetti y a Díaz Grey escuchando el segundo concierto para violín de Bach. Nadie tiene ganas de hablar, y yo pongo la barrita de crema y chocolate en la cubetera y me siento en el balcón a devorar los chorizos regados con Coca Cola.
-Y el caballo -preguntó el hombre alto cuando se acabó el disco.
-Tranquilo -toma vino Blue Eyes tirado en el parqué: -A esta altura del campeonato debe ser el único que está tranquilo.
-¿Usted sabe que cuando Dante conoció a Beatrice ella tenía un año más que su sobrina?
-Casi seguro que lo di en el liceo.
-¿Y a alguien le pareció repugnante?
-No creo. Aunque yo siempre pensé que Dante era idiota.
Isabelino Pena entró a buscar el helado a la cocina y después que se le cayeron dos cubetas Onetti cabeceó:
-Idiota.
Entonces vuelvo lamiendo la belleza achocolatada y le pregunto al doctor qué se comenta en Puerto Astillero sobre el acto de la convención pero no me da bola y Juan se pone increíblemente hiperlábico:
-Algunos corren atrás de una pelota y otros atrás de los desenterramientos de los chivos. Yo lo que quería decirle es que usted fue muy valiente, señor Malabia. Aunque da pena que no haya terminado de entender la relación que tuvo con su ánima en esta historia recopilada tan doradamente por mi amigo. Y dicho sea de paso: cuando mandé llamar esta tarde a Díaz Grey estaba a punto de sufrir una explosión de ojos de mosca facetados con tristísimos rostros de Ana María y ese concierto transformó al Montserrat en una catedral inundada por un rosetón que derrama la fe de la infanta en donde veo el bordecito de plata del amore que nos mueve en esta maldita comedia.
-Y usted piensa que yo enterré mi pureza cuando enterré a la Rita.
-No. Pienso que cuando la veló se casó para siempre con ella, Jorge. Y ella se llamaba Rita pero era la forma femenina de su alma. Y usted fue capaz de hacer bailar el cajón más acá o más allá de la muerte. Su pureza no está enterrada, por más que odie al chivo-Dios.
El doctor y Blue Eyes se miraron hipnotizados y Onetti agregó:
-Merde. Lo que me identificó hasta la locura con mi gran amigo Larsen fue que los dos vivimos explotando y sufriendo mujeres. Claro que lo que yo necesitaba no era dinero sucio: pero nunca pude vivir sin comérmelas igual que a esa crema mágica que se compró el elfo. Es triste.
-¿Más Bach? -se le activa una dulzura profesional a Díaz Grey, que ahora ya está asustado.
-Preferiría a Gardel.
-Lo que no le conviene es mezclar el JB con el tinto.
-Vas a ver que un día de estos / te voy a poner de almohada / y tirado en la catrera / me voy a dejar morir.Isabelino Pena volvió a escaparse al balcón y ronqueó el manifiesto-epitafio de Dino con cavernosidad nasal:
-Morir sobre un escenario / estando rodeado de amigos / lograr que lleves en los labios / el último de mis suspiros / mi vida / mi alma.
Pero la desesperante verdad es que me atacó la peor erección de mi vida y siento que si no resuelvo el caso no soy digno de despedirme con la costilla inmaculada que nos hace sonreír por puro amor al Gólgota.
-¿Te llevo a la pensión o te vas con el doctor? -se acercó al balcón bostezando con ostensible alivio Jorge Malabia.
-No. Mejor lo lleva usted porque yo esta noche tengo guardia en Puerto Astillero -ensobra el disco Díaz Grey y se anima a insistirle a Juan: -Trate de no mezclar, Linacero. Por favor. Rimbaud perdió la apuesta.
-Pero no creo que haya terminado rezando.
-Prefiero que me pases a buscar a la pensión mañana a mediodía y nos vamos a infiltrar el acto de los bolches -se tapó la entrepierna con el gacho Isabelino Pena y aprovechó para gritar: -Rimbaud terminó rezando y corran perros, viejo. ¿O te creés que la hermana era idiota?
-Idiota -retruca Juan. -Y viejos son los trapos.


30 LA GARZA / EL UROBORO DE LA ÚLTIMA ERECCIÓN

Isabelino Pena durmió sentado afuera hasta el amanecer. Ahora Santa María parece la ciudad de los gallos y Juan ronca con la trompa clavada en el jazmín: voy al baño retorciéndome como si tuviera un cuerno de rinoceronte en la bragueta y demoro una eternidad en embocar la orina en el water.
-Merde merde merde merde -empezó a murmurar el detective mientras volvía a encincharse el pináculo monstruoso y tambaleaba simiescamente hasta la cocina para prepararse el mate.
-¿Y qué le diríamos a Díaz Grey si pudiera venir y tuviéramos la poquísima vergüenza de llamarlo? -me arrastro de costado por la escalerita que va a la azotea y me acuerdo de las cucarachas con una sola pata que mendigaban en Jerusalén esperando la PAX-LUX. -¿Qué poción se precisa para renunciar a todo y romperle la tela a La Cosa cantando Only you?
Isabelino Pena se despatarró muy perniabierto y le ofreció un alivio color río al declive de la ciudad todavía enjoyada por las luciérnagas de las calles y las barcazas. Entonces las chimeneas de Enduro me hacen pensar en Higinia y siento que si pudiera verle las facciones transfiguradas por la última estrella entendería dónde están el vestido de comunión y el chivo.
-Tiens -se sacó el gacho el viejo al ver posarse una garcita blanca en la mocheta de la azotea.
Y ni siquiera me enfoca con las lentejuelas plateadas pero enseguida de despulgarse un ala parece sentenciar:
-Sin el trago triste no hay vestido de comunión ni chivo.
-Pero el trago es al final.
-No. Para resucitar hay que transfigurarse. Y no veo a Nuestra Señora en tus costillas, hermano.-Perdón -se aflojó el cinturón para poder abrirse la bragueta y dejar emerger al pináculo color víscera el viejo: -Pero no puedo más.
-No podés qué.
-Perder todas las ganas de quedarme en la tierra. Fijate en Juan: es un héroe de la belleza mundial y siente que la muerte es indigna.
-Pero él es digno de una buena muerte.
-¿Y yo qué puedo hacer para que la carnosa se rinda, carajo?
-Saber eso es tan difícil como escribir muy bien. ¿No viviste lamiendo los pisos de tu palacio para escribir muy bien?-Lo único que supe hacer en la vida fue humillarme para ser un artista digno de Dios, hermana.
Y de golpe veo gotear mi glande casi azul y confieso:
-Es hermoso.
-Es hermoso como Dios. Y ahora lo estás odiando.-No. No. No lo odio. No lo odio -aulló echando un penacho de aliento bronquítico el detective.
Y entonces me desnudo como frente al primer cuerpo de muchacha que adoré más que a las estrellas y después de achucharme moribundamente y estornudar dieciséis veces la carnosa me emboca una escupida asqueante en el paladar y la trago sonriendo.
-Ahora vas a poder entender lo demás, si Dios quiere.
-Va a querer.
Después la garza se alza con un ruido de sábanas sacudiéndose al sol y zigzaguea hacia la costa todavía oscura de Salto y grito:
-¿La viste a Nuestra Señora en mis costillas o no la viste?
Isabelino Pena se vistió con la entrepierna en paz y mateó frente al lucero adiamantado hasta que los ocho repiques de la plaza parecieron reverberar sobre la chatura color de león que espejaba a las lanchas.
-Ahora nos vamos a ver vos y yo, Satanás -señalo la lejanía encrespada por las chacras y las islas boscosas y de golpe me acuerdo que lo mejor de los cuartetos que le consiguió Lanza a Díaz Grey son el Menuetto Grazioso del Razumovsky y el Scherzando Vivace del 127 y lamento no haberle reclamado al Rufián el révolver que me robó.
-Bueno, por lo menos tenés cien años de perdón -escupió las tejuelas antes de bajar a la cueva de Onetti el detective.
Y me cuelgo la matera oyendo roncar a Juan y bajo a la calle chiflando Canchero.

31 EL CHAMAMÉ / LA GLORIETA

Isabelino Pena y Jorge Malabia llegaron a Puerto Astillero después del mediodía y encontraron los dos Impala Mariposa frente al Chamamé, un bar-pulpería desbordado por los militantes de la CST. Tito Perotti y Marcos Bergner timbean en el fondo fumando habanos con revólveres en la cintura, aunque los dos únicos que les dan pelota son el patrón y un indio lambeculos.
-El acto es a la cinco, frente al Belgrano -informó el padrino de Ana María Malabia: -Y parece que de noche hay festejo en la casilla del fantasma.
-Ojo: un asado exclusivo para el Comité Central -pone cara de tira el grandote que cree más en los chivos que en los hombres: -Los dos fotógrafos hembras de El socialista y Nikita. Porque el alemán ya no sale de la cama.
-Perdón. ¿Cómo se llama el alemán? -se remangó la camisa chorreada el detective.
-Kunz. Vive en las ruinas del astillero desde las épocas de Larsen.
-Quisiera conocer la casa de los catorce pilares -le hago una seña a Jorge dándole a entender que aquí la gresca puede reventar en cuestión de segundos.
-Le aviso que el sub-comisario está almorzando en la glorieta con la yegua madrina -escupió en el piso de tierra el gordo con facciones idénticas a la Miss Calienta Hombres de Villa Petrus.
-Con la yegua madrina y la cobra de compañía que ahora ya no le lustra más las botas con la lengua a nuestro pioneer -vacía una petaca Marcos y me acuerdo del arsénico que mi madre espolvoreaba con cierta gracia a espaldas del prójimo.
La única calle alquitranada de Puerto Astillero medía muy pocas cuadras, y al pasar frente al hotelucho donde se hospedaba Larsen vieron a Lázaro dirigiendo la construcción de una tarima hecha con cajones de naranjas salteñas.
-Voilà la trinchera para tomar el Palacio del Infierno. Y atrás de aquellas casuarinas donde está estacionado el auto del Rufián ya podés ver las famosas estatuas -señala Blue Eyes el caserón casi tan alto como el cubo del astillero que transparenta el hervor pantanoso del río succionado por la seca.
-Y pensar que Larsen confundió a Jeremías Petrus con Dios -se tanteó el jopo todavía rielante el detective.
-No entiendo.
-Los que no encuentran a Dios en el verdadero templo sienten que está escondido en una altura triste.
-Eso querría decir que las iglesias son alegres.
-El verdadero templo es la barriga del infinito, pibe. Aunque al principio te pueda hacer cagar de horror.
-¿Le parece que en el asado de la casilla se van a comer al chivo?
-Puede ser. Pero el traje de comunión no le cabe ni a Juancho Castillo ni a la Tota Barthé. Y el que robó una cosa robó la otra. Aparte de que si degollaron al Huguito tienen un odio tan grande que son capaces de enterrar todo junto.
-¿Dónde estudiaste esto?
-¿Lo qué? ¿Cómo se hace para entender las verdades verdaderas? En la cama. Hay que tirarse en la oscuridad y juntar bien las manos para agarrarte el ánima y pedir. Y esperar. Eso nunca te falla.
-Eso es una opinión.
-No. Una ley. Si le pedís bien al universo la verdad verdadera Dios no te falla, pibe. Palabra de hombre blindadamente feliz.
-Y qué es pedirle bien.
-Reclamar el amor. Nada más que el amor.
Jorge Malabia hizo girar el jeep frente al jardín-yuyal espectralizado por la glorieta y las estatuas color cadáver en el momento que Rufianeli abría el portón donde se enlazaban la J y la P del pioneer y un alarido de pajarraco le recordaba:
-Hoy está invitado a la parrillada que más le gustaba a papito, herr Giorgio. Pero tiene que adivinar dónde hacemos el fuego.
Y cuando el sub-comisario se abanica la calva y le devuelve a la walkiria un resplandor libidinoso la Jose grita horrorizada y un perrazo se le prende del culo al homúnculo y los milicos del patrullero tienen que descuajarlo a palazos mientras nosotros rajamos en el jeep riéndonos como en el cine-baby.
-Al mejor cura que conocí en mi vida le pasó lo mismo predicando en un rancherío -se secó la diversión más infantil que rencorosa Isabelino Pena: -Pero el pobre carmelita no se lo merecía.



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